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Tema: Halloween y la estupidez extendida

  1. #1
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    Halloween y la estupidez extendida


    Halloween y la estupidez extendida

    El próximo 31 de Octubre es víspera de todos los Santos, Solemnidad preciosa en la liturgia de la Iglesia Católica cuando todas las almas salvadas celebran su día propio en el calendario católico. Es un día de alegría y oración, de fervor cristiano y unión plena con la Iglesia Triunfante formada por todos los bienaventurados que gozan del Amor de Dios para toda la Eternidad. Sin embargo se nos ha colado en nuestras comunidades, sobre todo en Europa y América, una celebración de origen pagano y de evolución satánica que se presenta con el rostro amable y divertido de disfraces, calabazas y juegos de magia. La penetración de esta fiesta en nuestra sociedad ha sido, y sigue siendo, acogida como algo inocente y lúdico que ha nublado bastante la realidad gozosa de todos los Santos y ha pervertido esta fecha al más puro estilo de la posmodernidad: no atacando directamente la fe católica sino tergiversando su sentido, vaciándola de contenido sobrenatural y sustituyendo el mismo por una caricatura de misterio de apariencia carnavalera.
    Ante esta realidad, producto del secularismo negativo y apoyado por la secularización interna de la Iglesia Católica (el peor mal que sufre nuestra Iglesia) que incluso soporta que increíblemente se celebre Halloween en colegios «religiosos» y hasta algunas parroquias, algunos opinan que es mejor callarse y no denunciar el hecho ya que de ese modo se da más propaganda al error. Es cierto que esa postura tiene parte de razón y sentido estratégico. Pero callarse supone otorgar, y a la vez seguir en el torpe camino de la debilidad en el mensaje, la identidad disminuida, el complejo en fin de señalar la epidemia con objeto de no llamar la atención. Desde mi punto de vista como sacerdote creo que SI es necesario denunciar lo denunciable, PERO siempre desde una base afirmativa: NO SE TRATA DE SOLO CONDENAR sino sobre todo de AFIRMAR para que desde el SI a CRISTO estemos negando la maldad y error de la fiesta que ensombrece el gozo celestial de todos los santos.
    Y ¿por qué esa afirmación que borra la negación? Porque Halloween es, sobre todo, la fiesta SATÁNICA por excelencia. Es el «cumpleaños» del diablo celebrado en todo el mundo por sus seguidores. El día y la noche con mayor número de Misas negras, profanaciones eucarísticas, abusos terribles de menores que desaparecen….y el signo del DISFRAZ para festejar este evento se debe a que cubrir el rostro con una apariencia vampírica es un acto de homenaje al padre de la mentira y encubridor por excelencia: Satanás. Nadie mejor que él sabe presentar todo lo malo desde una apariencia atractiva a los sentidos.
    Son no pocos los satanistas arrepentidos los que HOY confiesan públicamente el carácter diabólico de Halloween. Desde todo lo expuesto conviene concluir:

    1. Si es una fiesta satánica, cuando los católicos la siguen y propagan no solo cometen un mal en si mismo sino que asumen la postura más ESTÚPIDA que pueda darse (similar a quien es robado y ultrajado, y cada año recuerda con una fiesta el suceso y se disfraza además de ladrón)
    2. Si de verdad somos católicos, no deberíamos conformarnos solo con NO celebrar esa fiesta sino con alentar a que no se haga (en nuestros hogares, familias, colegios, parroquias…)
    3. Si tenemos responsabilidades formativas (catequistas, profesores de religión, sacerdotes….) con mayor motivo aún. Estaríamos ESTAFANDO a los demás si no somos coherentes.
    4. Sobre todo que tengamos muy presentes que NO se trata de NO CELEBRAR NADA sino precisamente de CELEBRAR a TODOS LOS SANTOS, maravillosa solemnidad y además DÍA DE PRECEPTO (obligación grave de ir a Misa)

    Y por último, y lo que ha de llegar al CORAZÓN de todo católico que se precie de ello;:
    Celebrar Halloween NO es del AGRADO DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO. Es imposible que sea del agrado del Salvador que nos olvidemos de todos los Santos (o que se eclipse su festividad) para recordar, aunque sea de forma infantil, a todos los vampiros.
    Con eso debería bastarnos y hasta prescindir de todo el análisis anterior.

    P. Santiago González


    Halloween y la estupidez extendida | Adelante la Fe
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  2. #2
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    Re: Halloween y la estupidez extendida

    RAZONES PARA NO CELEBRAR HALLOWEEN (Infórmate, léelo, y compártelo)



    1. NO es una actividad cristiana. Nunca celebraremos una noche dedicada a la exaltación de la brujería en ninguna de sus formas.


    2. Va contra las enseñanzas de Jesucristo Señor Nuestro. Dios está en contra de la brujería en todas sus formas: espiritismo, hechicería, adivinación, lectura de cartas, horóscopos, astrología y tantas máscaras con que se encubre la maldad. Estas han sido declaradas enemigas de la Palabra de Dios desde tiempos muy remotos y van contra todas las enseñanzas de nuestro Señor, quien dice claramente que "el que no está conmigo está contra mí". Hay innumerables referencias bíblicas donde se condena el uso de toda estas clases de mal.


    3. NO es una tradición cultural. Como ocurre siempre que se importan actos culturales diferentes a los nuestros, el verdadero significado queda relegado a una simple imitación. Jamás se ha celebrado como parte de nuestra cultura e idiosincracia una noche dedicada a las brujas.


    4. Sirve para rendir culto a satanás. Aunque en apariencia es una actividad recreativa y muy llamativa, sobre todo para los niños, su verdadero significado sigue oculto a nuestros ojos. En muchos países, incluyendo el nuestro, los grupos satánicos usan esa noche para un "culto" especial dedicado a satanás y en muchos países alrededor del mundo, se hacen sacrificios humanos, sobre todo de niños que han sido secuestrados de sus hogares y que son ofrecidos como víctimas inocentes en una noche de lujuria, drogas, alcohol y toda clase de desenfrenos, en las llamadas "misas negras".


    5. Se opone al primer mandamiento. Este tipo de actividades, ni exalta el nombre de Jesús, ni tiene nada que ver con su Padre Celestial y mucho menos con el Santo Espíritu del Dios Altísimo. Por lo tanto, va en contraposición al primer mandamiento de amar a Dios con toda nuestra alma, nuestra mente, nuestro corazón, con todas nuestras fuerzas, en fin con todo nuestro ser.


    6. Participar es olvidarse de Dios. Participar quiere decir "ser parte de": si usted participa está siendo parte de esta tremenda responsabilidad espiritual: No sólo se está alejando u olvidando de la adoración al Dios Eterno e Inmortal, sino que está siendo parte de una actividad que glorifica a las brujas y a su padre satanás.


    7. Contamina y esclaviza a nuestros niños. No hay magia blanca y magia negra, no hay brujas buenas y brujas malas. Toda la actividad demoníaca se disfraza y se oculta para ganar adeptos y así muchas veces "vestimos" a nuestros niñitos como "brujitas" y "diablitos". Jesús dijo: "Dejad que los niños vengan a mí y NO SE LO IMPIDÁIS, porque de los tales es el Reino de los Cielos". ¿Llevaría usted a sus niños disfrazados ante Jesús y los podría presentar libremente y con su conciencia tranquila? Jesús necesita a sus niños libres de toda clase de máscaras y limpios de toda contaminación.


    CONCLUSIONES


    Halloween es una celebración satánica que data aproximadamente 4.000 años atrás. De nosotros depende el ser luz para aquellos que están en tinieblas, cambiando esta costumbre por la verdad de Cristo Jesús.
    Hay una alternativa bíblica para sustituir Halloween: un servicio en la iglesia que eduque a los cristianos al respecto de éste y otros peligros y luego, tener alabanza, adoración y oración. Esta es una idea que ha tardado en ponerse en práctica.
    Pueden llevarse a cabo servicios para niños en los que la iglesia puede ayudar a los padres al educar a los niños de su responsabilidad de evitar aquello que parece malo. Es el momento ideal para comparar nuestra fe con las creencias del mundo y ganar.
    Entonces, estaremos mostrándole a Dios nuestro compromiso en lo que a fidelidad se refiere, deseando pararnos en su justicia para que Él reine en los corazones de todos los que nos rodean, porque seremos luz. Este no es un asunto sin importancia. Satanás está vivo, y muchísimas almas se pierden diariamente. Pero Dios también está vivo. Y Él está trabajando en su plan de redención. Si queremos ser parte del plan e, igualmente importante, si los padres de familia cristianos quieren que sus hijos sean parte de ese plan, debemos una vez y por todas, dejar que Dios haga su voluntad a cualquier costo. El 31 de octubre tú puedes hacer la diferencia en la vida de otra persona. Para que esto suceda, tú tienes la última palabra. "No participéis en las obras infructuosas de las tinieblas, sino más bien reprendidas" (Efesios 5,11)

    Sociedad Religiosa San Luis Rey de Francia

  3. #3
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    Re: Halloween y la estupidez extendida

    Salamanca, 30 octubre 2014, San Alfonso Rodríguez S.I., confesor. Halloween, sucedáneo envenenado made in USA de la vigilia de Todos los Santos, para consumo de tontos. Recordándolo con este artículo publicado hace dos años por la AET de la Universidad de Salamanca:

    Agencia FAROHalloween, un culto neopagano, antiespañol, satánico y sionista


    G.P.G.


    Nuestra oposición cristiana e hispánica a la llamada fiesta de Halloween no debe limitarse exclusivamente a la protesta contra una fiesta mercantilista, globalizadora y consumista de origen yanqui. Para extirpar el problema de raíz, es preciso que ahondemos en su naturaleza y orígenes. El origen más comúnmente atribuído es el druídico, hoy reivindicado, entre otras sectas, por los neodruidistas y wiccanos. Es ocioso argumentar sobre el hecho indudable de que no puede hablarse de tradición en el sentido en que hablan estas sectas, puesto que se trata de algo muerto hace siglos. Los historiadores romanos dejan constancia de su persecución desde tiempos de Augusto y definitiva prohibición ya bajo el emperador Claudio. La persecución de la bárbara religión druídica por parte del pueblo romano en plena época clásica no se debe exclusivamente a motivos políticos, sino al carácter eminentemente celeste y solar de la religión romana. Tópicos aparte de quiénes eran bárbaros y quiénes no, el druidismo poseía un carácter eminentemente lunar y telúrico y, como tal, necesariamente incluía no sólo sacrificios de animales, sino incluso el sacrificio humano. Ya existían precedentes de prohibiciones o regulaciones de cultos remotamente similares, como el contenido en la famosa ley Senatusconsultum de Bacchanalibus, frente a cultos que repugnaban a la ley natural expresada en el habitual sentido común de la romanitas y su mos maiorum. También habían mostrado repugnancia siglos atrás frente a los cultos de cierto pueblo de comerciantes: el cartaginés. Estos cultos eran también eminentemente telúricos y lunares y se traducían, como no podía ser de otro modo, en asesinatos rituales ofrecidos a Baal-Moloch, denunciados por los historiadores romanos. Con la conquista de Cartago, Roma acabó por completo con los ritos de este pueblo mercantilista. Como curiosidad, la divinidad principal (denominada de manera distinta entre los distintos pueblos) de la religión druídica es un artesano y comerciante. Por ello, cuando Julio César habla de él en su De Bello Gallico, lo asimila a Mercurio. Sin embargo, el Mercurio romano y Hermes griego está sometido a Júpiter y Zeus, respectivamente, y su posición en el acontecer del mundo es casi tan limitada como la de Vulcano/Hefesto, cuyo papel como demiurgo o arquitecto del Universo es prácticamente nula, frente al poder de Júpiter/Zeus. La fiesta druídica a la que se remonta el asunto es la llamada por los diversos pueblos celtas Samhnagan, así denominada por estar dedicada fundamentalmente al dios telúrico Samhain, que no parece siquiera que se celebrase exactamente entre el 31 de octubre y el 1 de noviembre, aunque sí en fechas cercanas. Poco se conoce con exactitud sobre los rituales druídicos. De esa fiesta, en concreto, sí se sabe que era el comienzo del nuevo año para los celtas, a diferencia de todos los demás pueblos indoeuropeos. Se sabe también que se hacía una hoguera (el resto de indoeuropeos no hacían festividades con hogueras en esa fecha) y que se invocaba a espíritus, considerando proclive la fecha. No parece que se limitara a un día o dos, sino a un conjunto de días feriados, con procesos de ayuno, sacrificio humano y otros ritos. En ella, en efecto, siempre y en todos los casos tenía lugar la necromancia o necropsia, entre otros ritos realizados a partir de humanos asesinados al efecto. Al no conocerse con exactitud la naturaleza formular de los ritos como consecuencia de la desaparición del druidismo (que no sólo desapareció sino que ni siquiera dejó constancia escrita de los rituales), todo intento de reconstrucción del druidismo por el neodruidismo o por los wiccanos (sin hablar de los que están detrás de estos grupos) es un acto vano, de carácter arqueologista y desiderativo. El hecho de que exista la necesidad de reconstruir esos ritos indica que —por perversos que sean― ni siquiera serían auténticas reconstrucciones de los antiguos, por no haber sido preservados por tradición alguna. Así pues, no se reconstruiría un ritual pagano, sino neopagano; es decir: poco o nada relacionado con la tradición pagana celta. En algunas zonas de Galicia, algunas tendencias arqueologistas de reconstrucción intentan ahora reivindicar la extinguida fiesta con el nombre de Samaín. Pero, dejando al margen el voluntarismo de algunos malos gallegos que se desvían de la genuina tradición del Reino de Galicia, toda fiesta con ese nombre lleva siglos desaparecida, salvo algún escaso resto ritual ya mezclado con el Cristianismo y vaciado de toda noción religiosa pagana. Tales exiguos restos, por otra parte, eran exclusivos de unas pocas e inconexas costumbres de unos pocos irlandeses emigrados a Norteamérica. Sin embargo, algunos de ellos, deformados y mezclados con aspectos ocultistas, han sido retomados hace muy pocas décadas por el mercantilismo de ciertos sectores, y a continuación comercializados bajo el viejo nombre cristiano de Halloween (All Hallows’ Eve, la víspera de Todos los Santos), descristianizado al efecto, intentando suplantar con ellos esta fiesta católica y la conmemoración de todos los fieles difuntos que tiene lugar a continuación. No deja de ser curioso, en cualquier caso, que la mayoría de sectas declaradamente satánicas celebre entre el 31 de octubre y el 1 de noviembre la fiesta principal del satanismo, que no se limita al nuevo año, sino que incluye la conmemoración del cumpleaños de Satanás. Para tan señalada fecha, es imperativo que los satánicos no sólo sacrifiquen animales, sino en muchas de estas sectas también seres humanos. Entre otros muchos ejemplos, podemos citar el de la llamada «iglesia de Satán», del famoso hebreo norteamericano Anton Lavey (Levy), cuyos templos gozan de exención fiscal en los E.E.U.U. Es una especie de rompecabezas en el que no hay pieza que no encaje, puesto que son fechas en las cuales la mayoría de logias masónicas sincretiza la persecución de Hiram, el arquitecto, con la de Osiris (la religión egipcia es medular en la mayor parte de la masonería), y comienzan la preparación para su muerte, que tiene lugar en el solsticio. Así, el Rito Escocés Antiguo y Aceptado hace coincidir sus fiestas con las del calendario judío, con un ciclo de celebraciones de profunda raigambre cabalística que comienzan en nuestro septiembre y acaban en nuestro octubre. Estas fiestas, que vinculan la fecundidad de campos y animales a la expiación de los pecados, concluyen, tras ayunos y otros ritos, en la fiesta del Yom Kippur, la principal del judaísmo. En ella se celebran sacrificios con efusión de sangre, que sirven para el perdón de los pecados. Dejando al margen sacrificios humanos de los que no sólo existen testimonios jurídicos modernos y publicaciones de autores judíos como Ariel Toaff o Israel Shamir, sino también las festividades a lo largo del año de mártires cristianos sacrificados por los judíos (San Simón de Trento, Santo Dominguito del Val, San Cristóbal de la Guardia, San Guillermo de Norwich, San Andrés del Rin, etc.), no deja de ser curioso el de los animales; en concreto, aparte del importante sacrificio de gallináceas, que se mantenga en esta fiesta la costumbre del becerro y, más curioso aún, la del macho cabrío sacrificado al demonio Azazel, que algunos intérpretes identifican con el propio Samael. Esto tiene lugar en una gran hoguera, como la que utilizaban los druidas en la fiesta dedicada a Samhain o los fenicios y cartagineses en sus sacrificios a Baal-Moloch. La identificación de Azazel con Samael nos parece, en efecto, una coincidencia curiosa, ya que es frecuente la interpretación de que cuando Dios crea como príncipe de este mundo al que se convertiría en Satanás, lo denomina en hebreo Samael (dejando al margen otras interpretaciones relacionadas con los nombres latinos Lucifer y Luzbel), que pasa a denominarse Satán (traidor en hebreo) después de la traición. La coincidencia nos parece curiosa no sólo por la posible identificación con Azazel, ni siquiera porque Samael suene demasiado parecido a Samhein como para no tomarlo en consideración; sino especialmente porque, según el Talmud, la caída de Samael y su cambio de nombre por Satanás tuvo lugar en esas mismas fechas. Además, el Talmud señala que la serpiente que tentó a Eva con el fruto del árbol de la ciencia del Bien y del Mal fue Samael. Asimismo, para el gnosticismo, secta sincrética de origen cabalista en la que hunde sus raíces toda la masonería, Satanás es el demiurgo o arquitecto del Universo y en los Evangelios gnósticos se le denomina Samael, Yaldabaot, Saklas y Ariel. En la Masonería, al Gran Arquitecto del Universo lo representa Hiram, arquetipo al que se refieren en hebreo como Hiram-Abi (nuestro padre Hiram), artífice del templo de Salomón. Hiram representa también el sacrificio del pueblo judío en su conjunto y se considera que proviene del Espíritu del Fuego y de los genios del trabajo. Llevado por Eblis (nombre mahometano para referirse a Satanás), Hiram encuentra delicias sin cuento y gusta los frutos del Bien y del Mal, en la telúrica hoguera del inframundo, donde los demás humanos, guiados por el Dios de Salomón, encuentran la muerte. A su regreso a la tierra, Hiram está al mando de todos los que trabajan por el reinado de Eblis. Jubelas, Jubelos y Jubelum son los tres malvados asesinos del gran demiurgo Hiram; cada uno de ellos representa, respectivamente, la superstición, la ignorancia y la avaricia, identificadas con la Iglesia Católica, la Cristiandad política y la familia cristiana. La reconstrucción del templo de Jerusalén representa la República Universal masónica, el hallazgo del cuerpo de Hiram tras su muerte representa la unión del pueblo judío en un solo territorio. El Rey de Israel lo representa Salomón, pero Salomón cuando al final de sus días adora a Baal-Moloch y le ofrece sacrificios en el fuego de Eblis (Samael), que representa la luz de la Cábala. Ese fuego se vincula con la necesidad de una evolución, cambio y transformación imparables como bases del progreso de la humanidad. Octubre, Noviembre y Diciembre representan a los tres asesinos de Hiram y por eso a lo largo de esas fechas tienen lugar los rituales al efecto. Asimismo, las religiones de Mesoamérica (cuyas prácticas de canibalismo y sacrificios humanos son bien conocidas, así como su carácter satánico denunciado por los misioneros) celebraban en noviembre la festividad del Fuego Nuevo, una fiesta vinculada también a la fertilidad y dedicada a la reconstrucción de templos y a la celebración del nuevo año. Es cierto que en fechas parecidas, los griegos y los romanos celebraban diversos rituales, al igual que otros muchos pueblos, que tenían que ver con la fertilidad y también con el recuerdo a los antepasados (el concepto del Mundus patet). Sin embargo, tales fiestas, dedicadas entre otras a la diosa Pomona en Roma y en especial a Carpo en algunos lugares de Grecia, no incluían sacrificios, sino tan sólo ofrendas vegetales. Tampoco incluían hogueras, como no las incluían ni los germanos (cuya fiesta con hogueras es Walpurgis, en primavera) ni ningún otro pueblo indoeuropeo, a excepción de los celtas con sus cultos druídicos a Samhain. Tampoco eran fiestas de comienzo de año en ningún otro pueblo indoeuropeo. Eran días feriados; en el caso de Roma, con rituales muy controlados, para evitar que se cometieran excesos y cuyo cumplimiento no obligaba a la generalidad de los griegos (que solían vincularlos a actividades literarias y deportivas) ni de los romanos. En Roma eran únicamente una fiesta importante para los plebeyos. El Cristianismo comenzó pronto a celebrar en fechas cercanas la fiesta de los Fieles Difuntos y también la de Todos los Santos, que inicialmente era de Todos los Mártires, para indicar la necesidad de recogimiento en esos días, con el hecho litúrgico excepcional de tres santos sacrificios de la Misa seguidos, donde se realiza el único Sacrificio agradable a Dios. Es el verdadero microcosmos, pues arrebata al fiel de las garras de Satanás, antiguo enemigo del género humano, y suprime todos los sacrificios anteriores, pues eran tan sólo puro símbolo de la única verdadera expiación que iba atraer Cristo al ser sacrificado en el Calvario. Este Santo Sacrificio por la humanidad es luego renovado de manera real e incruenta una y otra vez, siempre que se realice de manera correcta el rito. San Gregorio Magno, especialmente en su afán por combatir todo resto de prácticas druídicas, puso especial hincapié en la inmemorial costumbre del uso de reliquias (de reliquiae sanctorum, restos de los santos) de santos y mártires. La práctica de las reliquias ya era común en las catacumbas, pues en ellas se celebraba el Santo Sacrificio sobre las tumbas de los mártires. Todavía en el siglo IV, el rétor pagano Libanio de Antioquía se referirá despectivamente a los cristianos como «los que andan entre las tumbas». El hecho de que no se comulgue incide aún más en el carácter sacrificial de la Misa; esos días, el Santo Sacrificio está establecido explícitamente no sólo para recordar a los santos canonizados, sino también a todos los que están ya en el Cielo. Y también para que se alivien los sufrimientos de algunas almas del Purgatorio, a las que se les permite asistir al Santo Sacrificio, y que San Miguel Arcángel, mencionado en la liturgia como Psicopompo o guía de las almas, saque algunas del Purgatorio y las traslade al Cielo protegidas de los genios.
    En conclusión, las fiestas de Todos los Santos y de los Fieles Difuntos deben movernos a hacer lo que se ha venido haciendo hasta ahora: recordemos a los Santos comiendo los «huesos de santo», que nos recuerdan la necesidad de entrar en comunión con ellos, más en estas fiestas que nunca. Y, en recogimiento, «andemos por las tumbas», visitemos las tumbas de nuestros muertos y roguemos por ellos. No entremos en comunión con las burlas mercantilistas de recia inspiración satánica de estos sagrados días, sino con todos los santos y los fieles difuntos, mediante el rezo del Santo Rosario y la asistencia devota al Santo Sacrificio de la Misa.

    https://aetsalamanca.wordpress.com/2...co-y-sionista/

  4. #4
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    Re: Halloween y la estupidez extendida

    Cuando Halloween era católico




    Fin de octubre, Halloween.
    No seré yo quien defienda la fiesta impostada. Se la acusa de muchos delitos: de ser colonizada por neopaganos, wiccas, centros comerciales e industria cinematográfica (a cada cual peor); de ser extraña a nuestra cultura; de ser una pura ocasión consumista o inmoral. Puedo estar más o menos de acuerdo. Pero quizá el reproche que más me duele sea el de considerarla una fiesta descristianizadora, porque eso depende de nosotros. Es una pena que una fiesta católica en sus orígenes, y en sus manifestaciones más importantes, nos venga de vuelta de USA con la misma falsa sonrisa que el Santa Claus de Coca-Cola. Una fiesta que por católica fue prohibida con saña. ¿Qué opinarán los mil millones de chinos que reciben la fiesta de la Navidad a través de películas y series de Estados Unidos? Pues supongo que lo mismo que nosotros respecto de Halloween, y en ambos casos es injusto decir que no es cristiana. Me gustaría centrarme sólo en eso, en los aspectos históricos, luego que cada cual haga lo que pueda. Intentaré rescatar al menos su buena memoria, su honra, de aquellos que la han prostituido y desean emparentarla con druidas, brujas y ‘gore. Ya sabemos el final, porque no creo exagerar si digo que Western y Halloween son los dos productos culturales propiamente estadounidenses más universales. Y nuestra fiesta actual es una tradición que se fragua en norteamérica pero con ingredientes irlandeses, ingleses y franceses, eso sí, todos católicos. Si buscamos referencias sobre el origen de la fiesta nos encontraremos con una mutación más o menos florida de lo siguiente:
    La fiesta de Halloween se celebra en la noche del día 31 de octubre porque en esa noche los celtas rendían culto al dios de la muerte y de las tinieblas con sacrificios animales y humanos. La festividad celta del Samhain, 1 de noviembre, marcaba el fin del verano y el comienzo de la mitad oscura del año. La festividad cristiana del Día de Todos los Santos se hizo coincidir para despaganizarla, aunque sobrevivieron las costumbres celtas.
    En el fondo, si fuera así, tampoco pasa nada. No sería la primera vez que se cristianizaban fiestas. Lo explica muy bien Vittorio Messori en «Hipótesis sobre María», no era desdoro, ni simplemente una despaganización de costumbres, es un et-et, sumar a la propia naturaleza humana ese plus de divinidad. Como esas virtudes sobrenaturales que necesitan asentarse sobre las humanas. Pero este no es el caso, más bien justo al contrario. Una fiesta grande cristiana que, en todo caso, sirvió de alojo a reminiscencias paganas pero ya muy cristianizadas. Si caen en sus manos, o en la pantalla, páginas que nos ilustran con imaginativas pinceladas las costumbres de los sanguinarios druidas y el pormenor detallado de la celebración del Samhain,…, pues cambien de canal porque les están mintiendo. Sobre aquella época hay muy pocas fuentes primarias, algo de Julio César, unos parrafitos de Estrabón, que cita de oídas y ya nos tenemos que ir a poemas medievales irlandeses de bastantes siglos después para los siguientes textos.


    El nombre

    Vayamos al origen: Halloween se celebra el 31 de octubre porque es católico. Punto-pelota. Halloween, o Hallowe’en, significa Víspera de Todos los Santos. El 1 de noviembre, Día de Todos los Santos se llamaba All Hallows’ Day. Hallow en inglés antiguo viene a ser como ‘que es venerado o santificado‘ (en la actualidad se le llama All Saints Day). La partícula Eve es una abreviatura de evening —víspera—, así que la Víspera de Todos los Santos es All Hallows’ Eve, que en inglés antiguo se contrae en Hallowe’en, del mismo modo que las fiestas en Hallowmas (como Christmas). Nada del otro mundo, ¿no?

    La fiesta del Samhain

    La literatura neopagana nos la presenta como una de las grandes fiestas del año celta. Hasta aquí se puede admitir sin matices; poco más, el resto es invención. Para empezar, las fechas. Suelen situarla el 1 de noviembre, y por tanto su víspera, Halloween, el 31 de octubre, como inicio de las celebraciones. Sinceramente, no lo creo, intentaré demostrarlo. Conocer cómo cuenta y cómo mide el tiempo un pueblo es fundamental para intentar entenderlo, es de las primeras tareas que emprenden los historiadores. Del calendario celta se sabe poco, que era luni-solar y que con mucha probabilidad dividía el año en dos mitades, la etapa oscura, noviembre-mayo, y la luminosa, mayo-noviembre (hasta el descubrimiento del calendario de Coligny no se sabía ni esto). Como este post puede llegar a ser un poco pesado no voy a extenderme en más explicaciones, baste tener en la cabeza que al ser luni-solar ningún mes empezaba como nuestros meses. Y las estaciones tampoco. El día 1 de noviembre es un día tonto desde el punto de vista histórico, climático o astronómico. Lo lógico es que hubiesen situado la fecha del inicio del «frío y la oscuridad» en la transición equinoccial: el punto medio entre el equinoccio de septiembre y el solsticio de invierno, es decir el 5 de noviembre, no el día primero. Las pocas referencias al festival celta del Samhain coinciden que terminaba en torno al 11 de noviembre, diez días de celebración parecen excesivos, algunos textos hablan del «Triduo Samhain» —Trinox Samain—, por lo que también sitúan la fiesta en torno al 7 de noviembre. Una semana está bien para una fiesta agrícola-ganadera. Vendría a ser como nuestro «San Martín», las fiestas de la matanza en la que los hogares acopiaban para pasar el invierno, tanto del campo como del ganado. El centro de las fiestas era más agrícola que de culto a los muertos. Hay pocas bases históricas que respalden la teoría de que los celtas creían que en esas fechas la frontera entre vivos y muertos era más delgada. En cambio hay muchas que apoyan las del fin de la cosecha y preparación para el invierno. Por ejemplo, uno de los juegos folclóricos más comunes era el «juego de la manzana», y no porque se relacionase con la diosa romana de Pomoma —como vuelven a mantener los neopaganos—, más bien porque principios de noviembre es la recolección de la manzana. Y por favor, paganitos y ateos, un poco de seriedad, la calabaza es una hortaliza americana, sáquenla del folclore celta, su papel en la celebración del Halloween tiene con más relación con la tradición del Día de los Muertos. Otra fecha de celebración pagana que se trasladó para hacerla coincidir con la cristiana, aunque en este caso en Centroamérica.

    Y entonces, ¿por qué el 1 de noviembre?

    La fiesta de Todos los Santos se celebraba el 13 de mayo en la Iglesia Latina. Aquí sí se la hizo coincidir con una fiesta pagana, el final del festival de las Lemuria, que en el calendario juliano eran los días 9, 11 y 13 de mayo, fiestas en las que se realizaban ritos de exorcismo de espíritus malévolos y se honraba a los muertos. El 13 de mayo del 609 o 610 tuvo lugar la última lemuralia, el emperador bizantino Focas ‘regalaba’ el Panteón, dedicado a los dioses romanos, a Bonifacio IV, que lo consagraba comoSanctae Mariae ad Martyres. Primer templo pagano convertido al culto cristiano. Se desconoce —al menos yo desconozco—, la fecha exacta en la que Gregorio III (731-741) trasladaba la fecha de mayo al primero de noviembre con ocasión de la dedicación de la capilla de San Pedro para las reliquias «de los Santos Apóstoles y todos los santos, mártires y confesores, y de todos los justos». Pero era una fiesta sólo local, de la diócesis de Roma. Cien años después, Gregorio IV (827-844) la declara fiesta universal, pero con la vista puesta en los Francos, a través de un decreto de Ludovico Pío. Ninguno de los dos Gregorios pensaba ni en el Samhain, ni en los druidas, ni en las calabazas. Se quería reconocer y dar el culto debido a «Todos los Santos», incluso los que no tenían fiesta propia. La fiesta de la Conmemoración de los Fieles Difuntos, no se estableció el 2 de noviembre hasta el año mil, aproximadamente, por san Odilón, en el monasterio de Clunny. Evidentemente, tampoco pensaba en los celtas.

    Primer ataque por ser fiesta católica

    El par de grandes fiestas, Santos-Difuntos, fue complementado con la víspera, como todas las fiestas cristianas. Y no es descabellado pensar que se incorporasen elementos lúdicos de las fiestas de la cosecha. Pero el trasfondo de almas, purgatorio, difuntos, muertos es católico. En junio de 1647 el Parlamento Británico de los amargados puritanos de Cromwell abolieron la Navidad y, por supuesto, la Fiesta de Todos los Santos (con su víspera, Halloween, y el Día de Difuntos) y otras fiestas mayores del catolicismo.Se les consideró como una degradación moral contraria al cristianismo, e incluso se prohibió la asistencia a la Santa Misa esos días, ya que no era más que un nefasto resto de costumbres papistas.
    Juanjo Romero



    Cuando Halloween era católico Que no te la cuenten
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    Re: Halloween y la estupidez extendida

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    «Como monos en una jaula» por Juan Manuel de Prada para el periódico ABC, artículo publicado el 3/XI/2018.
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    Resulta, en verdad, lastimoso, ver a los chavales españoles convertidos en mamarrachos gregarios de modas extranjeras, con sus disfraces macabros de Giligüín. Cada año son más; y sus celebraciones son más bullangueras, como de monos encerrados en una jaula que se disputan una garrafa de licor. Que este es el destino que aguarda a los pueblos que se quedan sin teología.

    En las mojigangas y mascaradas propias de nuestra tradición siempre la gente se disfrazó de diablo, lo mismo en las danzas de la muerte medievales que en las carnestolendas barrocas. En mi tierra, incluso, tenemos las fiestas de zangarrones, que son mascaradas invernales de carácter burlesco, donde las figuras diabólicas salen a la calle con un cinturón de cencerros, repartiendo zurriagazos, y acaban siempre trasquiladas. Y es que todas nuestras fiestas populares bebían de una teología muy saludable, que nos enseña que el demonio, con toda su apariencia espantable y sus ínfulas soberbias, es una criatura risible. Pues, queriendo ser tan poderoso como Dios, puede ser vencido por cualquier hombre, incluso por un niño (y, cuanto más niño sea el hombre, con más facilidad podrá vencerlo), sin más arma que su libre albedrío.

    Y, junto a estas mojigangas y mascaradas de irreprochable teología, teníamos la solemnidad de Todos los Santos y la conmemoración de los Fieles Difuntos, que nos enseñaban que quienes nos precedieron en la andadura de la vida terrenal forman piña con quienes todavía seguimos por este barrio, loa unos intercediendo por nosotros, los otros demandando nuestras oraciones y sufragios. Y esta comunión indestructible entre los vivos y los muertos, esta sociedad de ayudas mutuas añadía hondura y espesor a nuestra vida terrenal, la nutría de bellezas y fortalezas íntimas que la hacían más gozosa, aun en medio del sufrimiento. Pues no hay nada más hermoso (no hay forma de solidaridad más plena) que la comunión de las almas, que nos permite contemplar nuestra vida como un hilo que forma parte de un tapiz donde los bríos que recibimos de quienes disfrutan del banquete eterno los transmitimos a quienes esperan participar pronto de él. Y de esta teología cabal brota, a modo de corolario, una vida comunitaria de vínculos fuertes y lealtades indestructibles, que expulsa los demonios interiores.

    Frente a esta teología cabal, donde los diablos se llevan un varapalo, donde los vivos y los muertos nos confortamos mutuamente, la mamarrachada de Giligüín confunde a los diablos con los muertos y los mezcla en enjambre aturdidor, confabulados en la misión de martirizar a los vivos (o por lo menos de darles la murga y hacerles bromazos). Esta visión demente en la que las almas de los muertos se convierten en demonios es hija, en realidad, del individualismo liberal, que quiere a los hombres convertidos en mónadas extraviadas en el vacío sideral, aisladas de las gracias celestes, incomunicadas de quienes penan y purgan sus faltas. E, inevitablemente, de esta visión demente sólo puede surgir una disociedad horrenda sin fe ni esperanza ni caridad, una disociedad fundada en los recelos y en las desconfianzas, donde no puede haber otra unidad que la bullanga de los monos en una jaula, disputándose la garrafa de licor que el tirano les arroja de vez en cuando, para que anestesien el dolor de estar solos. Que eso es lo que celebran esos chavales convertidos en mamarrachos gregarios de modas extranjeras, con sus disfraces macabros de Giligüín: su soledad de pobres diablos sin alma ni tradición, extraviados como mónadas en medio del vacío sideral y en manos de tiranos que los pueden apaciguar o enviscar, según convenga.

    https://www.abc.es/opinion/abci-como...5_noticia.html
    Kontrapoder, Hyeronimus y César Ignacio dieron el Víctor.

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