LA CIENCIA ADORADA
Por Antonio Moreno Ruiz
Historiador y escritor
Imagen de diepresse.com
Stephen Hawking dice que Dios no existe, y claro, los supuestos ¿adoradores de la ciencia? se escudan en él como palabra divina. Ni una fatwa islámica, oigan.
Empero, no sabía yo que Hawking también era teólogo y filósofo...
Otrosí, ¿sabe Hawking como curar la depresión, el cáncer o el ébola? ¿No, verdad? Porque eso no lo enseñan en astrofísica. Pues entonces, ¿por qué su opinión sobre la religión ha de valer más que cualquier otra? Como decía el rockero Silvio QEPD: El que sabe del Betis llega hasta el Betis, el que sabe de Europa llega hasta Europa, el que sabe del Rocío, llega hasta el Rocío.
Y de todas maneras, a todos aquellos que dicen escudarse en una infalible ciencia que todo lo puede y lo arregla: ¿Saben lo que decía la ciencia oficial hasta la Segunda Guerra Mundial, acerca del racismo y la eugenesia? Me temo que no, porque entonces, sabrían que los nazis fueron tímidos en comparación con el mundo angloliberal en cuanto a racismo, eugenesia y demás barbaridades; empezando por el hijo de Darwin, entusiasta apologista de las tristemente célebres esterilizaciones; las mismas que aprobó el estado de Virginia en 1929 con el mayor ¡consenso democrático! (ohhhh palabras mágicas) posible.
Así las cosas, damas y caballeros, con respecto a la existencia de Dios prefiero a San Agustín de Hipona antes que a Stephen Hawking, y como hijo de la tradición grecolatina, sigo el lema Fides et Ratio (fe y razón, ya que nos desterraron el latín…), sin excluir las partes del todo.
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Naturalmente que la ciencia ayuda a muchas cosas, pero todavía queda mucho, pero mucho por hacer y por descubrir. ¡Si apenas sabemos qué hay en los mares! Y aparte, ¿no es incoherencia que los que no creen en valores absolutos busquen la infabilidad en algo que todavía muestra tantas lagunas, aun a pesar de sus avances?
Espero, naturalmente, que la tolerancia de los obsesos del progreso me deje elegir; y elijo que la opinión de Hawking sobre Dios sea tan inválida como la ley eugenésica y liberal que vio la luz en Estados Unidos y como tantas otras teorías pretenciosamente “científicas”, incluida la ridícula lucha de clases del marxismo.
RAIGAMBRE
23 de junio de 2020
CIENCIA, POLÍTICA E IDEOLOGÍA
Uno de los principales obstáculos que ha existido para el combate efectivo a la pandemia del Coronavirus COVID-19 ha sido el sentido político y aún, ideológico, con el que se ha abordado la contingencia sanitaria. Los políticos han buscado sacar provecho de la situación, y así, han tratado de buscar culpables, reales o imaginarios, así, como es bien sabido y lo he comentado en este espacio, en el actual gobierno mexicano, de tendencia política de Izquierda, se ha buscado usar la pandemia como parte de la justificación del discurso de la lucha de clases, así, tanto el Gobernador del estado de Puebla, como el famoso Subsecretario de Salud López-Gatell, han dicho que la entrada del virus en México se debió a los ricos o adinerados que viajaron al extranjero e importaron el patógeno debido a sus viajes.
Pero más allá de esos pueriles ejemplos de cómo los políticos buscan chivos expiatorios para la manera irresponsable con la que han enfrentado a la pandemia, es frecuente ver en Internet la aparición de supuestos "estudios" anónimos o escuetamente atribuidos a ésta u otra universidad o presunta institución dotada de credibilidad para sostener posturas propias de la "Izquierda Progresista", como desde que sus partidarios poseen un cociente intelectual superior a los Conservadores, o sostener que lo natural es la homosexualidad y no la heterosexualidad --pese a la evidencia biológica patente-- y demás cuentos de la ideología de género.
Nada de esto es inocente, al contrario, son apenas algunos indicios de que con la Ciencia se puede hacer trampa y se le puede invocar para justificar barbaridades y que, tristemente, parece que nos encaminamos, ahora sí, a una verdadera Edad de las Tinieblas, usando un discurso pseudocientífico para en su lugar, difundir la ignorancia y manipular masas a las que se les priva de toda una serie de medios con los que la razón humana puede conocer la realidad en la que se desenvuelve: la verdadera Ciencia, la Filosofía, las Humanidades (tergiversadas como "Ciencias Sociales" desde Comte) y la Teología. La Ciencia, finalmente, es la que nos permite conocer el mundo, los fenómenos naturales, por sus causas próximas, pero cuando la Ciencia es barnizada por ideologías, la misma se puede ver corrompida; no es que la razón y la Ciencia fallen y engañen, al estilo en que lo plantean Lutero o Soros, como lo he dicho anteriormente, sino que se le ponen intencionadas distorsiones para que no se llegue al conocimiento de la verdad, misma que empieza a ser negada, sino que se llegue a conclusiones buscadas por intereses políticos o económicos intencionalmente, o se fabrique un fundamento para una serie de medidas a tomar por el gobernante o grupo en el poder.
Algo, por ejemplo, que a mi juicio resulta preocupante, es el papel que parecen querer asignarle a la Ciencia muchos de sus actuales exponentes o divulgadores y es la postura del Cientifismo, misma que niega otras posibles fuentes de conocimiento más allá de la Ciencia, como son la Filosofía y la Teología; puesto que se niega toda causa última que pueda tener la realidad y por supuesto, se niega la idea de Dios, pareciendo que los científicos están más preocupados actualmente por demostrar su inexistencia antes que describir los fenómenos naturales y dar respuesta a las causas inmediatas de éste, y aparte, proponer aplicaciones prácticas de los conocimientos adquiridos. Ha sido el desarrollo de la Ciencia en Occidente, mismo que tuvo como base la Filosofía, de donde se desarrollaron tanto el Método Científico como la Epistemología que determina los criterios para la validación del conocimiento, e incluso la Teología, con su uso de la razón para la comprensión de la divinidad y la dimensión espiritual del ser humano, con su tendencia a la aplicación material del conocimiento, lo que devino en el espectacular desarrollo tecnológico que vino a darle ventaja a la Civilización Occidental por frente a otras. Mientras que en la Antigüedad salvo por el paso del Bronce al Hierro, se puede advertir que las civilizaciones antiguas se caracterizaron por el mantenimiento de un mismo bagaje tecnológico y de conocimientos durante largos periodos de tiempo; sobre todo, desde la Época Helenística y la Escuela de Alejandría hasta el fin del Imperio Romano, prácticamente no hubo cambios tangibles originados en el desarrollo científico y tecnológico.
Sería, curiosamente, con la llegada del Cristianismo, que comenzarían a darse pasos tendientes a un mayor desarrollo científico y tecnológico en la Europa Occidental: la racionalidad con la que se estudiaron los dogmas y postulados de la fe, llevaron al desarrollo de la Teología y de la Filosofía a través de la Escolástica, de ahí, a la aparición de las universidades como principales instituciones conservadoras, difusoras y creadoras de conocimiento, colocaron pronto a los europeos por encima de sus rivales, como los Musulmanes, o pueblos lejanos, como la China de la Dinastía Ming o los Indígenas Americanos, los resultados de ese avance, se hicieron patentes en los campos y mares de batalla, como en Lepanto u Otumba.
Pero la ciencia se está convirtiendo, cada vez más, en aquello que Carl Sagan lamentaba en Cosmos, respecto al cariz que le dieron los Pitagóricos a la Ciencia, como una especie de conjunto de conocimientos místicos, en pocas palabras, pareciera que se pretende que se convierta en un sustituto de la Religión; así, de los Pitagóricos devino una concepción mística de las matemáticas, lo cual vino a derivar en la Cábala y otras prácticas de numerología, que alejaron al estudio de los números de la racionalidad y de los cálculos de los fenómenos naturales para encontrar una manera de predecir el futuro o contactar a la divinidad.
Hoy, pareciera que así sucede. En mucho, las tesis de la Física Cuántica aparecen y desaparecen y entran en contradicción como en los presuntos fenómenos que pretenden explicar, y se pretende que sea, a través de ella que se explique la creación del mundo y el orden imperante en el Universo, la existencia del espacio y del tiempo, etc. en pocas palabras, explicar las causas últimas, de esta manera, el propio Sagan, y posteriormente Hawking daban por descontada la futilidad de la Filosofía y la Teología. Nada puede escapar a la Ciencia.
Pero entonces, viene que la Ciencia cada vez más parece contar con sus propios mitos, más que con teorías acerca del origen y desarrollo del Universo, la Tierra y la Humanidad misma, y si no, veamos un poco esto:
- El Big Bang no se postula como una teoría, posible, pero contrastable y falible --como diría Karl Popper, recordemos-- sino como un dogma y un relato de la creación del universo.
- El catastrofismo con la idea de cinco extinciones masivas en el pasado... esto suena muy parecido a la mitología mesoamericana de la existencia de cinco eras o "cinco soles", en las que la creación era destruida y había un empezar de nuevo una y otra vez, o a la historia bíblica del diluvio universal; así, se empalma esta teoría con el milenarismo que predica el fin del mundo una y otra vez, o tesis interesadas política y económicamente para amedrentar a la gente con la idea de un fin de los tiempos cercano y con fundamento... por supuesto, la aparición actual del Coronavirus COVID-19 se pretende mostrar como esta "venganza de la Tierra" contra el ser humano.
- La misma teoría de la Evolución se enseña como un dogma y sin críticas. --se olvida, que, por ejemplo, la misma tiene todo un trasfondo ideológico para sustentar ahí sí, el racismo y el Imperialismo Británico de la Era Victoriana-- yo por mi parte, sí creo en la existencia de una evolución física que se comprueba por las indudables relaciones genéticas y morfológicas entre los seres, así como evidentes adaptaciones al medio ambiente y distintos roles ecológicos de estos.
- El planteamiento de los Agujeros Negros, Agujeros de Gusano, Quasares y demás objetos celestes, matemáticamente o teóricamente existentes como si fuese una especie de bestiario de entidades cósmicas casi mitológicas al estilo de Lovecraft.
- El tratamiento de la fauna prehistórica, como los dinosaurios, como si fuesen precisamente animales mitológicos.
Ante ejemplos como estos, no es de dudarse que aparezcan negadores absolutos de la Ciencia y defensores de la ignorancia o de la estupidez más supina, como los Terraplanistas, quienes aducen, existe una conspiración y un engaño para imponer la idea de una Tierra esférica... para empezar su tesis no demuestra ni enuncia qué es lo que ganarían los supuestos conspiradores, quienes además, se han puesto de acuerdo desde la época de Eratóstenes en el siglo III a.C. hasta la actualidad para mantener viva la mentira, con el mantenimiento de la idea de la Tierra redonda, llegando incluso a negar la existencia física de los planetas.
La aparición del Terraplanismo es quizá la muestra más patente de la desconfianza existente actualmente en el discurso científico, y es que el mismo pretende aparecer, como lo he dicho, como un sustituto de la Religión, pues parece que la Ciencia es vista como parte de todo ese entramado de prácticas, supersticiones y creencias englobadas en lo que se conoce como el New Age, mismo que se ha extendido entre buena parte de la población, y que no consiste más que en retornar al "pensamiento mágico", que no religioso --éste es racional y coherente, como lo demuestra la Teología Cristiana-- esto se muestra en muchos aspectos: el psicológico que habla de "Inteligencia Emocional" y que más que a llevar al control de las emociones o sentimientos lleva a ser dominado por ellas, a la creación de presuntos trastornos mentales que no son sino trastornos morales: el narcisismo patológico, que más bien consiste en el egoísmo extremo de la inmadurez y la falta de educación moral, el síndrome de Asperger que quizá no sea más que el ser introvertido, o los niños hiperactivos, que no tienen más que la típica travesura y curiosidad de los niños combinada con cierta negligencia de los padres.
De igual manera aparecen mafufadas como la Ley de la Atracción, en la que se plantea un panteísmo para amas de casa devenido en frases como "el universo conspira para ti" y que todo lo que se desee se puede conseguir con solo hacerlo, y aparte, se le pretende dar un sustento en la Física Cuántica y con su lenguaje sofisticado y rebuscado.
Definitivamente, nos enfilamos hacia un desastre, mientras la Ciencia y las Humanidades se vean contaminadas por ideologías e intereses políticos, es claro que estamos camino al verdadero oscurantismo, porque, en realidad, la Alta Edad Media jamás fue una edad oscura, contando con las Abadías Benedictinas e irlandesas que irradiaban conocimiento y cultura, y el arte románico que volvió a embellecer los paisajes tras la desaparición del arte clásico.
Hoy por el contrario, nos encontramos con un proceso de autodemolición de nuestra Civilización Occidental, que sobre todo se destaca por combatir las bases religiosas de la misma, sobre todo por que la misma conlleva no sólo la noción de la existencia de un Ser Superior o de una dimensión sobrenatural, sino sobre todo, por la existencia de un código moral que estorba para la instrumentalización y comercialización de todos los aspectos del ser humano, y para la aceptación dócil de poderes supremos, del Estado y del Mercado que supriman la libertad a cambio de las migajas de seguridad, cierto confort y placer. También lo vemos en el derribo de estatuas, por esos mismos que achacan a la Iglesia la quema de la Biblioteca de Alejandría o la culpa por la muerte de la sobrevalorada Hypatia, portándose como verdaderos Talibán, con su furor iconoclasta prohibiendo películas, luego seguirán libros y la destrucción de toda obra de arte del pasado por ser racista, machista, homófoba y "oscurantista"... A cambio, nos traerán odio, furia, miedo, lo grotesco y lo feo, además de mentira.
Como resultado, tendremos en las próximas generaciones una disminución ostensible de los logros científicos y técnicos, --a todo lo demás habrá que añadir que se evitará el progreso por ser contrario al medio ambiente-- y por ende, del nivel de vida. Quizá ya esto había comenzado desde mucho antes, probablemente la semilla de todo este imperio de la ignorancia y del sentimentalismo, y de la Ciencia reducida a una pseudo religión, comenzó desde los años sesenta, justo cuando la humanidad lograba la culminación de sus ansias aventureras y de curiosidad científica adentrándose en el espacio; por ello, en alguna ocasión, el segundo hombre en la Luna, el astronauta Edwin Buzz Aldrin dijo "Para el siglo XXI me prometieron bases en Marte, y sólo me dieron Facebook."
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Fuente:
EL MUNDO SEGUN YORCH: CIENCIA, POLÍTICA E IDEOLOGÍA
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