Sí a la Guerra (contra Satanás)

Pedro Luis Llera, el 26.11.15 a las 1:29 AM


“Os dieron a elegir entre el deshonor y la guerra… Elegisteis el deshonor y tendréis la guerra”. Winston Churchill.


Tenemos la obligación de declararle al guerra al mal. Hay guerras que son justas y necesarias. Con quien quiere aniquilarte no se puede dialogar ni firmar acuerdos. El pacifismo mentiroso nada tiene que ver con la fe católica. Nosotros tenemos el derecho y el deber de defendernos frente a quienes nos atacan. El uso proporcional de la fuerza es absolutamente legítimo para defender la vida y la dignidad de las personas. Si nadie se hubiera levantado en armas contra la Alemania de Hitler, ¿qué habría sido del mundo? Si en España no nos hubiéramos levantado en armas contra el Islam invasor, ahora nuestro país se parecería más a Marruecos que a Francia. Si España no se hubiera levantado en armas contra el invasor francés en el siglo XIX, ahora nuestra patria sería una provincia gala.

A nadie le gustan las guerras. Nadie quiere la guerra. La guerra es sufrimiento, dolor, muertes inocentes. Pero hay veces que hay que recurrir a las armas para defenderse del tirano, del invasor, de quien te mata o te esclaviza. Los mismos que hoy se manifiestan al grito de no a la guerra acostumbran a ponerse camisetas con la efigie de un asesino como el Che Guevara que dejó para la posteridad una frase que ahora podemos hacer nuestra: “Vale más morir de pie que vivir de rodillas”. Con los terroristas yihadistas no se puede dialogar. Hay que utilizar todos los medios legales, policiales y militares para evitar que sigan matando y cometiendo atrocidades.

Con el mal no se puede dialogar ni negociar. No hay un punto medio entre el bien y el mal. Los mismos que están todo el día predicando la tolerancia y el respeto son los que asaltan las capillas católicas, los que profanan el sagrario o justifican a los profanadores y los que blasfeman contra nuestro Señor. En una semana llevamos dos profanaciones en España: una en Pamplona y otra en Valladolid. Esas que se sepa. Y lo más grave no es que un psicópata trastornado con ínfulas de artista profane la sagrada Eucaristía - que es gravísimo e intolerable. Lo más grave es que Geroa Bai, EH Bildu, Podemos, Izquierda Unida y los socialistas, en nombre de la libertad de expresión y de opinión, justifiquen las ofensas a Nuestro Señor Jesucristo. ¿Tolerancia y respeto? ¿Profanar, insultar, humillar, blasfemar contra Cristo es tolerancia y respeto? ¿eso es pacifismo?

No creen en Dios. Por supuesto, dicen que no creen en la transubstanciación, pero actúan como si creyeran. Igual hacen las sectas satánicas: roban la Sagrada Eucaristía, donde está realmente presente Cristo en su cuerpo, sangre, alma y divinidad para humillar a Nuestro Señor. Quisieran volver a matar al Señor. Porque esta gentuza a quien adora es al Demonio. Contra quienes insultan a los cristianos, contra quienes profanan nuestros templos, contra quienes blasfeman y ofenden al Señor y a su Iglesia, tenemos derecho legítimo a defendernos con todas las armas legales a nuestro alcance. Y además, pensando bien a quién votamos y a quién no debemos votar cuando llega la hora de las elecciones.

¡Despertad! Estamos en guerra. “Nuestra lucha no es contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los poderes de este mundo de tinieblas, contra las huestes espirituales de maldad en las regionescelestiales”. Nuestra lucha es contra Satanás y contra los hijos de las tinieblas; contra el Príncipe de la Mentira y sus secuaces; contra el Príncipe de este Mundo y contra quienes se dejan seducir por el Maligno.

Satanás quiere destruir al hombre, disfruta con la muerte de los seres humanos, quisiera vernos a todos destrozados. Porque el hombre y la mujer estamos hechos a imagen y semejanza de Dios. Y el Demonio odia a Dios y ve en cada rostro humano la imagen de Aquel a quien odia. Dios ama al hombre. El Maligno lo aborrece y busca su condenación, su perdición, su muerte.

Satanás aborrece el amor, la compasión, la ternura. Por eso quiere acabar con la familia, que es la mejor escuela del Amor. Por eso aborrece el matrimonio y promueve la promiscuidad y el adulterio. Satanás aborrece la inocencia de los niños y por eso persigue su destrucción antes incluso de que nazcan. Satanás odia a Dios y por eso promueve el ateísmo y el laicismo radical: primero hay que eliminar la presencia de Dios de la vida pública – “el que quiera religión, que rece en su casa o en la iglesia”; hay que eliminar la religión de las escuelas para que los niños no conozcan al Señor. Pero el siguiente paso es profanar nuestros sagrarios, blasfemar, pisotear y ofender a Cristo en el Santísimo Sacramento; y luego, perseguir, asesinar a los cristianos y quemar las iglesias: ya ocurrió en España en los años treinta del siglo pasado (y ya está ocurriendo en muchas partes del mundo…).

Los que matan en nombre de Dios son seguidores de Satanás. Los pederastas que abusan de niños son hijos de Satanás. Los que roban y se corrompen son siervos de Satanás. Los que mienten para llegar al poder son hijos de Satanás. Los que engañan a sus esposas, los que las torturan y las matan; los que hacen daño a sus propios hijos, son esclavos de Satanás. Las mujeres que abortan y los sanitarios que asesinan niños están cegados por Satanás. Los que oprimen a sus hermanos, los que los traicionan, los que explotan al prójimo, los que no buscan más que su propio provecho, su propia satisfacción, su propio orgullo, están sometidos a Satanás.

Vivimos un mundo oprimido por el Demonio. Narnia está congelada. Siempre es invierno. La falsa reina exige tributos de sangre humana: niños inocentes, enfermos, ancianos… Promueve la guerra, el terrorismo, la violencia, la ignorancia, la blasfemia… Convirtámonos a Cristo. Santidad o muerte. La solución está en el confesionario y ante el Sagrario. Oración, penitencia, participación frecuente en la Eucaristía, adoración al Señor Sacramentado, amor al prójimo, coherencia eucarística; integridad, autenticidad, honor. Estas son nuestra armas.

La guerra contra Satanás ya sabemos cómo termina: Cristo vence. La santidad vence. El Demonio ya ha sido derrotado. Cristo es el único Rey del Universo. Él vive y reina por los siglos de los siglos.

¡Viva Cristo Rey!



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