EL PROTESTANTISMO Y SUS ANTECEDENTES.
EL PROTESTANTISMO.
El Protestantismo de Martín Lutero ha sido el auténtico inspirador de la “solución final” contra los judíos impulsada por Hitler.
En su obra: Von den Juden und Ihren Lügen (Sobre los Judíos y Sus Mentiras) publicado en 1543, Lutero escribió que debían realizarse una serie de acciones represivas contra éstos y así proponía que:
· se quemaran sus sinagogas,
· se destruyeran sus libros de oración,
· se prohibiera predicar a sus rabinos,
· se aplastaran y destruyeran sus casas,
· se incautaran sus propiedades,
· se confiscaran su dinero y
· se obligara a esos “gusanos venenosos” a realizar trabajar forzados o expulsarlos “para siempre”.
Lutero aprobaba el ASESINATO DE JUDÍOS como solución final: todo un “liberal” sin duda.
Lutero fue el reformador, depresivo y fanático que se hizo monje cuando le cayó cerca un rayo y que fue manipulado por la embrionaria Jerarquía Iluminista para combatir al papado y explotar el campesinado mediante el neofeudalismo de los príncipes alemanes. Sus teorías eran muy “convenientes” para los príncipes ricachones que rechazaban el poder unitario y liberador (para el campesinado) que representaban la Iglesia y el Imperio Español.
Lutero oponía al HUMANISMO católico tradicional y su doctrina de libre albedrío, es decir, la libertad esencial que cada ser humano posee, su concepto teológico de la falta de libertad característica de la voluntad humana. Lutero declaraba basarse en los misterios de la divina disposición del hombre y del mundo sacados de La Biblia, que no de Los Evangelios, en donde (según Lutero) se demuestra la maldad intrínseca de la naturaleza humana y en consecuencia su dependencia exclusiva de la Gracia de Dios para alcanzar la salvación.
En este sentido escribió a su discípulo Philipp Melanchton (en la línea que dos siglos después experimentará el Marqués de Sade): “si eres predicador de la gracia, entonces predica la gracia verdadera y no una gracia ficticia; si la gracia es verdadera, debes cargar un verdadero pecado y no un pecado ficticio. Dios no salva a personas que son solo pecadores ficticios. Sé un pecador y peca avezadamente, pero cree y regocíjate en Cristo aún con mayor avezamiento … mientras estamos aquí (en este mundo) debemos pecar … No hay pecado que pueda separarnos del Cordero, aún cuando cometamos fornicación y asesinatos mil veces por día”.
Y ese concepto se manifestó, en mayor medida, en los escritos del propio Melanchton, el teólogo lunático, precursor de tantos otros, que veía fantasmas, y su sucesor al frente de la Reforma.
En su Loci Commune Rerum Theologicarum Seu Hypotheses Theologicae (Principios Básicos de Teología o Hipótesis Teológicas) de 1521, Melanchton se consideraba incapaz de conceder ningún tipo de libertad a las acciones, externas o internas, del hombre.
ANTE LA TIRANÍA DETERMINISTA, EL LIBRE ALBEDRÍO CATÓLICO.
Antes estas liberticidas ideas protestantes el Catolicismo cree en un Dios Padre que deja a sus hijos el libre albedrío para que nada esté escrito y todo dependa de los actos carasterísticos, diferenciados, de cada hombre.
Un Dios Padre que da una libertad al hombre contraria al concepto que de ella han tenido muchos de los “intelectuales” y polítcos del XX, imbuídos de un concepto protestante (la tesis) nietzschiano (la antítesis relativa) y existencialista (la destructiva síntesis) que llevó a Thomas Mann a afirmar: “sólo el indiferentes, el indiferenciado, es libre. Lo característico nunca es libre; está estampado, determinado, comprometido”.
Es con este concepto protestante y deshumanizado de libertad con el que (probablemente sin saberlo ni quererlo) inspiraron e inspiran las barbaries del XX, las que aún padecemos y las que están por llegar. Salvo que la LIBERTAD deje de ser entendida sólo como un derecho relativo en vez de UN VALOR ESENCIAL INALIENABLE de cada ser humano.
Libertad que entendió perfectamente el escritor David Herbert Lawrence: “los hombres son libres cuando obedecen a una íntima y profunda voz de fe. Obediencia desde dentro … Los hombres son libres cuando pertenecen a una comunidad viva, orgánica, creyente, activa en la ejecución de algún objetivo incumplido, quizás no comprendido”
La TIRANÍA se impondrá salvo que prevalezca la creencia en un Dios Padre que desea unos hijos rebeldes ante una visión del mundo determinista y sumisa. Un Dios Padre alejado del justiciero e inaprensible, tan del gusto de las religiones judía, musulmana y protestantes en sus diversas manifestaciones, sobre todo la calvinista, y que incluso ha infectado el catolicismo mediante el Jansenismo, negando la libertad de cada ser humano: ente diferenciado con vocación ineludible de trascendencia.
Como decía François René de Chateaubriand en sus Memorias de Ultratumba: “el Cristianismo es la apreciación más filosófica y más racional de Dios y del hombre, pues encierra las tres grandes leyes del universo, la ley divina, la ley moral y la ley política; la divina en la unidad de Dios en tres esencias,; la moral que es caridad; y la política que es libertad”.
CALVINO, EL AYATOLÁ ASESINO.
Juan Calvino, el ayatolá judío, protestante, defensor y creador de un estado teocrático en Ginebra (1541-1564) afirmaba que Dios había predeterminado ya quien se salvaría y quien se condenaría. Eso no el incluía a él, pues como buen gnóstico estaba “elegido” y ya se había salvado, pues creía estar en contacto directo con Dios.
El “iluminado” escribió en su testamento: “no dependo para la salvación de nada más que de la libre elección que Él ha hecho de mi. De todo corazón abrazo Su misericordia, por medio de la cual todos mis pecados quedan cubiertos”
Siguiendo esa línea de creerse delegado de Dios, se erigió en detentador del poder para salvar o condenar a los demás, según su arbitrario criterio, por eso asesinó al científico Miguel Servet que fue quemado en la hoguera siguiendo sus órdenes y a su vista. Calvino afirmó: “de ningún modo le permitiré partir vivo”
El fanático actuó movido por su irreprimible instinto de venganza, fruto de que Servet había criticado alguno de sus escritos. Años después el “iluminado” y cínico Calvino escribiría: “Servet sufrió la pena debido a sus herejías, pero fue por mi voluntad … La posteridad tenga conmigo una deuda de gratitud por haber purgado la Iglesia de tan pernicioso monstruo”
Como diría el “elegido”: “quien quiera que contienda ahora a sabiendas y de buena gana que es injusto matar a los herejes y blasfemos, incurre en su misma culpa. Esto no es impuesto por autoridad humana; es Dios que habla y prescribe una regla perpetua para su Iglesia”.
Tenemos que llegar a hoy para que algunos “liberales” nos intenten vender la Teocracia calvinista como el origen de las libertades civiles. Lo cierto es que, mientras en la España de la Inquisición el pueblo se divertía en el teatro, el Calvinismo ginebrino promulgaba la asistencia obligatoria a las ceremonias religiosas, prohibía el placer o, según se mire, el vicio: se prohibían las canciones indecorosas, el baile, el juego, el alcohol, las tabernas, los excesos gastronómicos, el lujo, el teatro, los cortes de pelo llamativos y la ropa indecente.
Era un régimen tan entrometido que hasta determinaba el número de platos que podía tener una comida, y la hora en que habían de hacerse. Los adornos y joyas eran molestos como los nombres de santos, eran preferibles los bíblicos, no en vano la mayoría de los primeros “líderes” calvinistas eran marranos sefardíes.
Sobre la prostitución, el adulterio, la blasfemia e idolatría pesaba pena de muerte. En cinco años se dictaron en Ginebra (con unos 16.000 habitantes) 58 sentencias de muerte, 6 de destierro, y numerosos autos de prisión de ciudadanos destacados (La Inquisicón en más de 350 años, gobernando en medio mundo: gran parte de Europa, América, Filipinas, etc. impuso unas 3000 condenas de muerte, pero ya sabems que los progresistas son ellos y los católicos unos intransigentes de tomo y lomo).
En cambio Calvino permitió el préstamo de dinero a interés, a mayor beneficio de sus financiadores.
Eric Voeglin, en su obra (Nueva Ciencia de la Política) analizaba: “la obra de Calvino, entonces, puede considerarse el primer corán gnóstico deliberadamente creado. Un hombre que puede escribir tal corán, un hombre que puede romper con la tradición intelectual de la humanidad porque vive en la fe de que con él empiezan una nueva verdad un nuevo mundo debe encontrarse en un estado patológico peculiar del espíritu”
La Jerarquía Iluminista simpre ha buscado hombres “en un estado patológico peculiar del espíritu”. Hombres convencidos de que con ellos “empiezan una nueva verdad y un nuevo mundo”. Hombres como Calvino, como Lutero, como Nietzsche … como tantos otros que llenaron con delirantes argumentos, pero inteligentes, la realidad conceptual necesaria para que avanzara el proyecto gnóstico de dominación.
LA REFORMA : UN PLAN DE LA JERARQUÍA ILUMINISTA.
Calvino, tal vez porque era judío y criticó el antijudaísmo fue el “elegido” por los banqueros para su enfrentamiento sanguinario contra la Iglesia y sus fieles.
Max Weber en su obra: La Ética Protestante y el Espíritu del Capitalismo afirma que "el Calvinismo armonizaba perfectamente con los intereses comerciales y puede considerarse el precursor del CAPITALISMO, es decir, del MAMMONISMO.
Tiene razón el sociólogo alemán, excepto que es a la inversa: son los intereses y ambiciones de los capitalistas, la Jerarquía Iluminista, los que impulsaron una religión que favorecía a sus intereses financieros e instaba al trabajo sumiso y explotado de los pueblos en su beneficio, es decir, el capitalismo salvaje".
A los creyentes se les desligaba de la autoridad de una Iglesia que NO SE SOMETÍA a la arbitrariedad de los tiranos. Así, si Lutero permitía y propiciaba el “matrimonio” entre Religión y Estado, con la sumisión de la primera al segundo, Calvino hizo lo posible por que la Religión se sometiera al DINERO, una ecuación aún más perfecta para destruir la libertad esencial del hombre. Después vendría la Masonería “ilustrada” dando otra vuelta de tuerca.
Con el asentamiento del Calvinismo y su posterior deriva en todas las sectas adscritas al Puritanismo se asentaba en las clases más humildes, con el fin de mantenerlas sumisas, la idea de la predestinación.
Calvino fue el que fijó la doctrina de la predistinación en su obra: Christianae Religionis Institutio: “llamamos predestinación al eterno decreto de Dios con el que ha establecido lo que ha de suceder a cada uno de los hombres. De hecho, no todos son creados de igual condición, sino que para unos está predestinada la vida eterna y para otros la condenación eterna. Por eso, como cada uno ha sido creado para un fin o par otro, decimos que estamos predestinados a la vida o a la muerte”.
Los puritanos subrayan como dogma doctrinal básico que el individuo sólo se salva por la Gracia de Dios, al negar el libre albedrío y la salvación por las obras. Esa Gracia sólo alcanza a los elegidos de forma arbitraria por ese Dios caprichoso e injusto. Bajo esta forma de ver las cosas, el elegido ha de seguir una vida sumisa para no perder esa gracia. Es el perfecto paradigma al servicio de los poderosos con el fin de someter la voluntad de los humildes.
Las sectas de origen calvinista y su deriva puritana proliferaron y siguen haciéndolo. Sólo en USA hay unas 30.000, una de las más extendidas es el conglomerado de sectas denominadas BAUTISTAS, que a su vez se dividen en Bautistas Generales: los “ecuménicos” rebeldes ante Calvino, y los Bautitas Particulares: ultra-gnósticos calivinistas.
Los primeros se originan en el Arminianismo (Jacobus Arminius, 1560-1609, formada por la impugnación al dogma calvinista de la doble predestinación, recuperan parte del concepto católico del libre albedrío pero se fundamentan en principios Milenaristas Apocalípticos.
Los calvinistas los condenaron y asesinaron a sus dirigentes, el resto tuvo que emigrar, casi todos a Inglaterra. La Teología Arminianista contribuyó, decisivamente, a la aparición del METODISMO. También son arminianistas las sectas PENTECOSTALES y ADVENTISTAS DEL 7º DÍA. Profesan que Cristo murió para salvar a los hombres que creen, pero su creencia no es la del Mandamiento del Amor pues adoptan posturas cerradas, exclusivistas y elitistas, y peor aún, milenaristas.
Los Bautistas Particulares se aferran a una salvación predestinada. Afirman que Cristo murió para salvar a individuos particulares, los “elegidos”.
Max Weber (ob. cit.) definió la vida de estas sectas: “en muchas de ellas estaba prohibido el recurso a los tribunales laicos y existía el deber de ayuda mutua en caso de necesidad. Naturalmente, los negocios entre no miembros estaban permitidos, excepto en comunidades radicales, pero se prefería a los “hermanos”.
El sistema de CERTIFICADOS (de pertenencia y conducta) para los emigrantes existe desde el principio … Entre los baptistas, para la admisión de un recién llegado a la comunidad, era imprescindible la “lettre of recommendation” de la anterior comunidad …
En Massachussets, la primitiva admisión fue sustituida por un certificado de ortodoxia y conducta, firmado por el predicador y por select men como prueba de calificación para poder adquirir derechos políticos y civiles”
La impronta de las diversas sectas protestantes en los MODELOS DE GOBIERNO TOTALITARIOS es clara, en los escritos de Max Weber sobre la Iglesia Metodista (excrescencia puritana arminiana dieciochesca surgida del Anglicanismo. Se extendió en Nueva Inglaterra o EEUU de hoy y escindida totalmente del Anglicanismo tras la independencia, a ella pertenecen: Geogre W. Bush, su vicepresidene Dick Cheney, Hillary Clinton, etc. Hoy cuentan con unos 75 millones de seguidores en el mundo.
Las prácticas comunales metodistas son el antecedentes y modelo de los partidos políticos actuales.
La disciplina eclesial en el puritanismo puede comprenderse observando las actas de Dedham (actas de las reuniones de los presbiterianos en Dedham) en que … “si todas las cosas han sido observadas (espiadas) por los hermanos”
Desde fines del XVI los puritanos estaban escindidos en dos ramas:
La puramente calvinista o PRESBITERIANOS porque cada iglesia está gobernada por un presbítero (los ancianos del presbiterio tan semejantes a los Ancianos de Sión) y que aspiran a instaurar una TEOCRACIA.
Con la secularización, las posturas laicas se plasmaron en planteamientos SOCIALISTAS TOTALITARIOS, tanto los internacionales como los nacionalistas.
La rama Mammonista o CONGREGACIONISTA (instaura iglesias locales, congregaciones, independientes) financiadas por los ricos del lugar.
Con la secularización, las posturas laicas se expresaron en un CAPITALISMO SALVAJE.
Así de la Reforma y el Puritanismo surgen: SOCIALISMO TOTALITARIO, el CAPITALISMO y el LIBERALISMO.
A inicios del XVII los puritanos intentaron la reforma del Anglicanismo para amoldarlo a sus creencias, lo que les enfrentó con el poder y les dejó en la ilegalidad. Muchos emigraron a Nueva Inglaterra (EEUU) donde surgirían sus comunidades originando todo tipo de sectas formadas por “iluminados”, pícaros y toda clase de aprovechados.
Y esto es perceptible en los EEUU de hoy, pues de aquellas comunidades surgió la base conceptual e ideológica de lo que se denomina la AMÉRICA PROFUNDA.
La otra América, la “ilustrada” tuvo su origen en la siguiente vuelta de tuerca del Gnosticismo histórico: la MASONERÍA, el fanático clero gnóstico de la Jerarquía Iluminista.
DE CUALQUIER FORMA LA REFORMA FUE EL INICIO DE LA OFENSIVA GNÓSTICA DESHUMANIZADORA, QUE HA DETERMINADO TODA LA BARBARIE CARACTERÍSTICA DE LA HISTORIA MODERNA.
Eric Voeglin (Ob. Cit.) señala: “la Reforma, entendida como la invasión exitosa de las instituciones occidentales por parte de los movimientos gnósticos, marca una clara época en la historia occidental. Los movimientos que hasta entonces existían en una posición marginal -tolerados, suprimidos o secretos- emergieron durante la Reforma con una fuerza inesperada y en un amplio frente. El resultado fue que dividieron a la Iglesia Universal y se embarcaron en la conquista gradual de las instituciones políticas de los estados nacionales.
La erupción REVOLUCIONARIA de los movimientos gnósticos afectó la representación existencial en toda la sociedad occidental”.
Desgraciadamente en este mundo occidental contaminado por el Gnosticismo triunfante cada vez cuenta menos, es más, hogaño casi ni cuenta, la LIBERTAD ENTENDIDA COMO UN DERECHO, UN VALOR, UN PRINCIPIO, UNA OBLIGACIÓN, TAL Y COMO LA ENTIENDE EL CATOLICISMO.
Hogaño no cuenta la libertad al modo en que lo expresaba el genial Pedro Calderón de la Barca en boca de su Príncipe Constante (el Santo Príncipe Fernando de Portugal, 1402-1443) que libremente se negó a ser redimido de la esclavitud y salvar su vida a costa de la entrega a los moros de la ciudad de Ceuta, lo que supondría la esclavitud del pueblo cristiano ceutí:
“En lo justo
dice el cielo que obedezca
el esclavo a su señor;
porque si el señor dijera
a su esclavo que pecara,
obligación no tuviera
de obedecerle; porque
quien peca mandado, peca”.
EL JANSENISMO.
El Jansenismo es otro movimiento herético judío inoculado a la Iglesia Católica durante el XVII, alcanzó su máxima expresión en la Francia del XVII y XVIII, y en Holanda ha perdurado hasta hoy, siendo conceptualmente y por su extensión uno de los principales cánceres de la Iglesia de Roma.
Debe su nombre al obispo de la ciudad flamenca de Ypres, el holandés Cornelius Jansen (1585-1638).
Jansen era un paranoico antijesuíta, tal vez porque no quisieron admitirle en su Orden. En la elaboración de sus tesis, propaganda y extensión de sus ideas contó con la financiación del multimillonario Jean Duvergier de Hauranne (1581-1643) que consiguió ser nombrado abad de Saint Cyran merced al regalismo imperatne en la Francia de la época y que tanto dañó a la Iglesia, luego sus discrepancias con el todopoderoso cardenal Richeliu le harían caer en desgracia.
En la línea de casi todos los REFORMADORES, es decir HEREJES CISMÁTICOS, el Abate de Saint Cyran era un ILUMINADO que se creía o, más bien, pretendía engañar para que le creyeran portador de la verdad histórica del Cristianismo, enfrentado a la Iglesia que el “iluminado” consideraba la “adúltera” de Cristo tras su actuación en la inevitable Cruzada contra la herejía gnóstica y maniquea de los albigenses.
Fueron los apoyos regalistas los que permitieron a Jansen acceder a una serie de puestos elevados y dignidades, y escribir tratados, unos más o menos ortodoxosos y otros francamente heréticos sobre sus interpretaciones de la Filosofía y Teología de San Agustín (354-430) que, para su desgracia ha sido fuente de inspiración hasta hoy, por la mala interpretación de sus ideas de casi todas las patrañas supuestamente teológicas y supuestamente cristianas. Jansen publicó la mayor parte de sus obras con el seudónimo de “Armachanus”.
ARMACHANUS Y EL SIONISMO.
Jansen tomó su apodo del prelado irlandés que llegara a ser Arzobispo de Armagh, Richard Fitzralph Armachanus (1295-1360).
Armachanus fue un exaltado defensor de los obispos armenios, los nuevos amparadores del Gnosticismo, que se refugiaron en Avignon.
Al tiempo fue creador (en su obra: Summa de quaestionibus Armenorum) de la estúpida teoría según la cual Jesucristo, además de el Mesías, sería el Rey terrenal de Sión por derecho hereditario o por su origen natural. De esta manera Jesús habría fundado una Monarquía (a la que se refieren los Protocolos de los Sabios de Sión).
La dinastía de Jesús, la Monarquía de Sión, es la patraña en la que se fundamentan toda una serie de idioteces sobre la dinastía merovingia y los inexistentes hijos de Jesús con María Magdalena. Si Jesús, murió sin descendencia, como sucedió realmente la memez dinástica no tiene recorrido y, por ello el Sinarquismo Mesiánico que se oculta tras el pretexto protocolario, todos sus antecedentes y consecuentes, tampoco habrían encontrado no ya una base racional imposible, sino tan siquiera un soporte mitológico.
EXTENSIÓN Y PERVERSIÓN DEL JANSENISMO.
La obra principal de Cornelius Jansen es el tratado Augustinus. A pesar de sus veleidades protestantes, el clérigo holandés murió en el seno de la Iglesia de Roma y testó sus escritos para que fueran revisados por la Santa Sede, a la que los sometía por si ésta estimaba que había de realizarse cambios en los mismos.
La idea fundamental de su pensamiento está muy cerca del Gnosticismo de siempre, el Catarismo y el Puritanismo calivinista, al que desde su origen ya se le llamaba Catarismo.
Esta idea básica, una vez más, es el DETERMINISMO y la NEGACIÓN DEL LIBRE ALBEDRÍO, que la naturaleza del hombre es corrupta y depravada, dominada por la concupiscencia, que el hombre en su voluntad no puede escapara al mal, salvo por una gracia divina arbitraria, pues Cristo derramó su sangre SÓLO POR LOS PREDESTINADOS, LOS ELEGIDOS, que por supuesto son los ricos y poderosos. Sólo éstos son capaces de acceder a la sabiduría divina salvadora, sólo estos podrán subir al “carro”.
Todas estas interpretaciones fueron condenadas por la Bula papal Cum occasiones (1653).
El testigo de Jansen y del Abad de Saint Cyran lo recogió el potentado obispo de Antoine Arnauld (1612-1694), un enemigo declarado del Sacramento de la Eucaristía. Creó y financió el Convento de Port Royal en el que sus dos hermanas fueron abadesas.
Para permanecer en el seno de la Iglesia sus seguidores se escudaron en todo tipo de triquiñuelas y se infiltraron en otras órdenes religiosas. Apoyándose en la simpatía de algunos aristócratas, con el intrigante Duque de Liancourt a la cabeza. Estos potentados veían en las ideas de Jansen el perfecto sustento para justificar sus privilegios.
Uno de los principales defensores del Jansenismo fue Blaise Pascal (1623-1662) cuya hermana profesaba en Port Royal. Su obra Provinciales no era más que un libelo antijesuíta cargado de mentiras y calumnias, obra financiada por ricachones, y aunque el autor tenía un gran intelecto se cumpliría lo de que “quien paga manda”.
Las múltiples condenas de la Iglesia no fueron suficientes para atajar la herejía que alcanzó a varios obispos. El mismo Rey Luis XIV (1638-1715) que veía reforzadas sus posiciones absolutistas con la teoría comenzó a tolerarla por conveniencia. La tolerancia llegó a un punto en que el Jansenismo acabó por ser el sustento fundamental del Regalismo, es decir, la total sumisión de la Iglesia al poder real, negando la autoridad de Roma. El Jansenismo se extendía por la acción de unos obispos corruptos nombrados por el propio Rey, que forzó a la Santa Sede a aceptar la situación bajo amenza de un cisma.
LOS CONVULSIVOS O CAMISARIOS DE CÉVENNEES.
Para alimentar las tesis Jansenistas los potentados franceses se valieron de una serie de iluminados que supuestamente entraban en trance para hacerse portavoces de los mensajes divinos, los llamados CONVULSIVOS.
La mayoría eran prostitutas, seudomísticos esotéricos o simples mercenarios bien financiados por los aristócratas jansenistas que lanzaban mensajes apocalípticos contra el Papa y la Santa Misa.
Decían portar unos supuestos poderes curativos que siempre se demostraron falsos y que ejecutaban con rituales grotescos de estética impúdica, blasfema e incluso luciferina.
La identificación del Jansenismo con el Calvinismo se materializaba y las ideas de la herejía cismática del iluminado ginebrino penetraban dentro de la propia Iglesia lo que conllevó funestas consecuencias para la misma, pero no tanto como las sufridas por el trono francés que había amparado el movimiento.
Todavía hoy son perceptibles las consecuencias y la infiltración Jansenita en la Iglesia. Esta infiltración se evidencia en el “colaboracionismo” con el poder político de muchas iglesias nacionales o en las actitudes de determinados obispos. Frente a ellos la Iglesia adopta (en opinión del autor) una actitud en exceso permisiva con los “modernistas” que pretenden seguir en la Iglesia, a pesar de la propia Iglesia, mediante hábiles elusiones o haciendo frente con impunidad a las decisiones de la autoridad eclesiástica.
EL JANSENISMO EN ESPAÑA : DE CARLOS III HASTA HOY, PASANDO POR FRANCO.
Las ideas “ilustradas” traídas a España por los monarcas borbones franceses y sus cortesanos se asentaron, definitivamente, con la llegada al trono del más nefasto de los reyes de nuestra historia: Carlos III (1716-1788), un modelo de monarca al gusto ilustrado, pues como diría Voltaire en su Diccionario Filosófico: “un déspota tiene siempre algunos momentos buenos, una asamblea de déspotas no los tiene nunca”
Contra lo que muchos historiadores “políticamente correctos” cuentan Carlos III NUNCA FUE UN MONARCA POPULAR. El pueblo rechazaba las medidas “ilustradas”. Las rechazaba porque limitaban la libertad, generaban miseria en la mayoría y se promulgaban despóticamente, al modo que el masón rey de Prusia Federico II proclamaba: “el soberano representa al Estado”.
Durante el reinado de Carlos III se intentó jansenizar a la iglesia española e implantar el Regalismo al más puro estilo "francés". Desde 1765, el nombramiento de los obispos dependió, en gran medida, del Secretario de Gracia y Justicia, Manuel de Roda y Arrieta (1708-1782) elevado a marqués por sus servicios a los borbones.
Roda era masón y un furibundo antijesuíta, por lo que miraba con lupa las ideas del candidato a la mitra.Era una caza de brujas a la búsqueda de clérigos favorables a la Compañía de Jesús.
Un canónigo jansenista francés recibió de España la siguiente información: “el título de jansenista es para nuestro Rey Carlos un título de honor. Antes de conferir una dignidad eclesiástica, tiene por costumbre preguntar a su ministro principal (Roda) ¿es jansenista el propuesto para esta dignidad?, y si el ministro no asiente el candidato es rechazado”.
Así no nos extraña que el desmedido e injusto elogio de aquel nefasto monarca sea lugar común de la Historia “oficial” y “liberal”, es decir MASÓNICA que no impidió que se contaba durante el Franquismo pues la independencia de la Iglesia es lo que más temen los que aspiran al totalitarismo.
La Iglesia española fue brutalmente perseguida y martirizada durante la República impuesta en 1931. La Guerra Civil regó a España con la sangre de miles de Mártires asesinados y ferozmente torturados por el mero hecho de ser católicos (sin contar docenas de miles de seglares, los eclesiásticos que pagaron tributo de sangre y con su vida fueron al menos 13 obispos, 1.184 sacerdotes, 2.365 religiosos y 283 religiosas).
Desde la Iglesia, no sin razón, se entendió la acción del bando nacional como una CRUZADA, pero eso distorsionó la cuestión, una cosa es que la Iglesia apoyara al bando que impedía asesinar y martirizar a sus fieles, otra apoyar, sin condiciones, al nuevo régimen.
Así, se permitió, lamentablemente que Francisco Franco fuera nombrado Caudillo por la Gracia de Dios e incluso se le otorgar el honor de entrar y salir de los templos bajo palio. Con esta actuación Jansenista, plasmada en un impresentable Regalismo, la jerarquía eclesiástica hizo a la Iglesia española un daño irreparable pues tras el franquismo y durante la Transición se hizo todo lo posible por identificar esa actuación errónea de unos pastores con el Catolicismo (que por otro lado estaba siendo infiltrado desde dentro) y su doctrina.
Se hizo olvidar que la Iglesia no son sus pastores sino EL CUERPO MÍSTICO DE CRISTO conformado por sus fieles, los que lo fueron y los que lo son. Es un error pretender equiparar la Iglesia con su jerarquía, LA IGLESIA ES UNA mientras que las iglesias nacionales son meramente administrativas.
El Vaticano, con Pío XII y sus sucesores criticó, tanto como el que más, dura y públicamente, las acciones de los obispos españoles jansenizados y las del Régimen al que sirvieron.
Para aclarar las cosas sería fundamental recuperar el LEGADO TEOLÓGICO, CULTURAL E IDEOLÓGICO, y CIENTÍFICO de muchos clérigos españoles del XVI y XVII, casi siempre tapados por los mediáticos “intelectuales” y que son desconocidos para la inmensa mayoría de los fieles, y lo más imperdonable aún, por el propio clero.
Las extraordinarias aportaciones a la Humanidad, en todos los campos, de estos geniales clérigos españoles que fueron ninguneados y “olvidados” precisamente por aquellos intelectualoides que más los plagiaron y luego manipularon.
Por poner un ejemplo, es especialmente dolorosa la actuación jansenizante de la Sociedad Marianista (el autor se educó en su seno, y a ella encomendó la educación de su hija) y que ahora compadrea con el poder laicista a la hora de interpretar la nueva y aberrante asignatura de Educación para la Ciudadanía, es decir para la MASONERÍA. Su cobarde y mayor interés es mantener sus buenas relaciones con las autoridades y vender los libros de su editorial. Hasta algunos de sus miembros más destacados asiste a “tenidas blancas” en logias masónicas.
¡Ay! Si levantara la cabeza el valiente Beato fundador Guillermo José Chaminade (1761-1850) cuya excelencia fue alcanzada en su heróica defensa de la fe y de los creyentes contra los CRIMINALES REVOLUCIONARIOS, antepasados de los actuales compadres de los marianistas, y contra el jansenismo, sus cómplices.
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