Se ha extendido un estereotipo aparentemente ingenuo entre los católicos, pero es de los típicos que va socavando la fe en la Tradición de la Iglesia. Se trata de negar que Cristo naciera el 25 de diciembre y que esta fue una fecha escogida posteriormente por la Iglesia, para “cristianizar” fechar paganas.


Este estereotipo se ha desparramado tanto que baste ir a un buscador de Internet e introducir las palabras “cuándo nació Jesús” y la práctica totalidad de resultados son explicaciones “negacionistas”. Los argumentos se repiten hasta el aburrimiento y, lo que es peor, no se citan fuentes ni se encuentran argumentos mínimamente historiográficos que avalen esa supuesta hipótesis. Todo se reduce a un argumento apriorístico cuyo único valor es que se repite constantemente. Toda la cuestión de la historicidad del nacimiento de Cristo, acaba reducida a “la voluntad de la Iglesia de aprovecharse de una fiesta pagana”.

Los argumentos se repiten hasta el aburrimiento y, lo que es peor, no se citan fuentes ni se encuentran argumentos mínimamente historiográficos que avalen esa supuesta hipótesis.





Hemos de reconocer que en este tema no podemos demostrar algunas intuiciones (ya avisaremos qué puntos no podemos de momento demostrar hasta no realizar una investigación más profunda), pero sí hay puntos que deben ser conocidos por todos los católicos.


Los que queriendo denunciar a la Iglesia infunden errores o estereotipos infundamentados.


No sabemos cuándo, pero alguien se empeñó en afirmar en algún momento que la Iglesia engañaba. Una forma sutil de dejar caer esta idea era plantear el aparente argumento histórico de que Jesús nació en fecha desconocida y que la elección del 25 de diciembre era interesada. Este argumento se nos antoja relativamente reciente, aunque más adelante destacaremos el origen datado (aunque posiblemente más antiguo e incardinado en alguna herejía gnóstica). Lo que sí tenemos por cierto que ciertas sectas protestantes decimonónicas, empezaron a popularizar esta tesis, basada en la propaganda de protestantes del siglo XVII, que a su vez recogieron alguna ocurrencia de un benedictino algo tramposillo. El protestantismo que extendió masivamente la tesis de que la Iglesia se había inventado la fecha del nacimiento de Cristo, es un protestantismo ya alejado del de Lutero y Calvino, incluso de sus reformas dieciochescas. Se acerca a un protestantismo más “moderno” como las sectas milenaristas adventistas o bien sectas no-cristianas como los Testigos de Jehová. Leyendo sus argumentos, uno sospecha que lo que pretendían no era tanto buscar la verdad sobre el nacimiento de Cristo, sino desprestigiar a la Iglesia católica por manipuladora, buscando adaptarse a otras realidades para imponerse.






Otra fuente de estos estereotipos arranca ya no de movimientos religiosos sino esotéricos. Personajes como JJ. Benítez, Jiménez del Oso y tantos otros que se dedicaban a plagiar las tonterías que venían del mundo anglosajón, fueron popularizando la misma tesis: Jesús no nació el 25 de diciembre. El argumento es que muchas divinidades de otras religiones habrían nacido la misma fecha y en circunstancias muy parecidas a la relatada en el Evangelio. De los muchos ejemplos que proponen estos autores: Buda, Krishna, Horus, … reconocemos que desconocemos los términos y las fuentes reales de esas descripciones. Sin embargo, a modo de ejemplo veamos la falacia sobre Buda.


Hay una tradición que dice de Buda que nació de la Virgen MAYA un 25 de diciembre; anunciada por una estrella y concurrida por hombres sabios con costosos regalos. Buda fue sanador, caminó sobre las aguas, alimentó a personas milagrosamente multiplicando bollos, murió y resucitó y ascendió a los cielos. Vamos una réplica de la vida de Cristo. Lo que no dicen los que nos presentan así a Buda es que estas descripciones de un Buda divinizado son muy tardías. Corresponden al Siglo V después de Cristo y es una imagen elaborada por Cristianos nestorianos en la India y Asia que “cristifican” la figura de Buda. De las fuentes anteriores sobre Buda, apenas tenemos nada a lo que agarrarnos. Lo que sí se sabe de cierto es que los primeros budistas negaron el carácter divino del personaje. Pero mil años más tarde, por influencia de esos cristianos nestorianos, se diviniza la figura de Buda.




Un monje tonto y un protestante malo.


Una verdadera revolución (en sentido positivo) intelectual se produjo con el estudio de William J. Tighe, profesor de Historia de la Universidad de Muhlenberg. En 2003 publicaba uno de los más serios análisis origen de la fecha de la Navidad. Su tesis destrozaba lo que ahora el 99,9 por ciento de los cristianos creen, esto es, que la fecha del nacimiento de Cristo no se sabe y que la celebración del 25 de diciembre se debe a los motivos antes aducidos. William J. Tighe sostiene que todo ocurrió al revés de la idea actualmente dominante. No es que el cristianismo “plagiara” una fiesta romana, sino que el imperio se inventó una fiesta para solapar la creciente influencia del cristianismo y la celebración del nacimiento de Jesús.




Según el historiador británico, la primera confusión la introdujo explícitamente un monje que debía ser algo tontorrón (esto lo digo yo). Se trata de Dom Jean Hardouin, un monje benedictino. Corría el siglo XVII y este monje inglés intentó demostrar que la Iglesia católica había adoptado festivales paganos para fines cristianos. Lo cierto es que este monje estuvo en interdicto por haber manipulado ciertas partes de las cronologías bíblicas (ya incluso del antiguo testamento) introduciendo textos apócrifos)[1].


No es que el cristianismo “plagiara” una fiesta romana, sino que el imperio se inventó una fiesta para solapar la creciente influencia del cristianismo y la celebración del nacimiento de Jesús.



Las tesis de este benedictino se fundamenta en el calendario juliano (creado en el año 45 a.C) y ya veremos que traerá sus problemas plantearlo así. En este calendario el Solsticio de invierno caería el 25 de diciembre. Este argumento tomado al aire fue aprovechado con mala intención por un protestante. Se trata de Paul Ernst Jablonski, un protestante alemán. Utilizando el argumento del benedictino, su intención era claramente atacar a la Iglesia católica. Quería demostrar que la celebración del nacimiento de Cristo el 25 de diciembre no era una estrategia de la Iglesia católica de cristianizar al mundo pagano, sino que era una manifestación de la paganización del catolicismo.




Resumiendo, la tesis de que la Iglesia se apropió de una fiesta pagana, arranca a finales del siglo XVII y principios del XVIII y se consolida con el nuevo milenarismo protestante y sus furibundos ataques a la Iglesia Católica. De hecho, como volveremos a argumentar, las celebraciones cristianas del nacimiento de Cristo cada 25 de diciembre son anteriores a las institución de la fiesta del “Nacimiento del Sol Invicto”, por parte del emperador romano Aurelio el 25 de diciembre de 274. Esta institución fue casi con toda certeza un intento de crear la alternativa pagana a una fecha que ya gozaba de cierta importancia para los cristianos romanos.


(continuará)


[1] Un ejemplo fue su the Conciliorum collectio regia maxima (1715), que fue rebatida por jesuitas de la época.


FUENTE: Anotaciones de Javier Barraycoa