¡Cómo han cambiado las cosas! Una breve reseña de como se celebraba el Viernes Santo en Tucumán desde la epoca del virreinato hasta entrado el siglo XX:

La celebración en la época del virreinato

El Cabildo mandaba y costeaba la celebración de los oficios y funciones durante el Triduo Sacro. Por Angel Nuñez Molina - Profesor de Historia. En América, a raíz de la Evangelización por parte de España, que trajo la fe católica al nuevo continente, la celebración de la Semana Santa ocupaba un lugar preponderante en el calendario.
En Tucumán, desde la época virreinal, estos oficios se celebraban solemnemente, alentados por el Cabildo, que mandaba y costeaba la celebración de los “oficios y funciones” durante el Triduo Sacro. El Cabildo decretaba la participación de todo el vecindario y obligaba a los que estaban en la función pública a cerrar las pulperías y los lugares de diversión. La Semana Santa no sólo se circunscribía al ámbito eclesiástico sino también al estatal, al gobierno civil que disponía de estas celebraciones y las costeaba.
Con el transcurrir del tiempo, ya independizados de España, y organizada canónicamente la Iglesia local (finales del siglo XIX) estas costumbres religiosas alcanzaron mayor relieve. La Cuaresma tenía más días de ayunos y abtinencia, la práctica del Vía Crucis en algunos templos se realizaba durante los 40 días y se exhortaba con mayor severidad a abtenerse de toda diversión que podría apartar a los fieles de este “espiritu penitencial”.
Los altares de los templos se cubrían con grandes paños morados en la llamada “semana de Pasión”, que comenzaba la semana antes a la semana mayor o santa, y se los destapaba en el canto del Gloria del sábado, cuando se proclamaba la Resurección.
Todos estos oficios estaban cargados de signos, pero con gran significado para que los fieles pudieran adentrarse al misterio pascual. Se podía observar, la masiva concurrencia de la feligresía a la celebración del Jueves Santo en donde se recuerda la Ultima Cena y la institución de la Eucaristía. Las visitas a los monumentos o a las siete iglesias se realizaban en los principales templos de la ciudad. Recordemos que no habían muchas parroquias. Los templos referentes de la época además de la Catedral, eran San Francisco, La Merced, Santo Domingo, el Corazón de María en la zona norte y Corazón de Jesús en la zona sur, además de las capillas de algunos colegios. Las “Estaciones” se realizaban hasta la medianoche y se transformaba en un acontecimiento social.
El Viernes Santo era realmente un día de “duelo” por la muerte de Jesús. Se ponía mucho énfasis en la hora en que murió: tres de la tarde. A esa hora se realizaba el “Oficio de la Pasión” y “Adoración de la Cruz”. Las emisoras radiales solían difundir sólo música sacra. Hasta hace poco, en ese día no había diarios y el clima era de recogimiento. Las procesiones penitenciales y los Vía Crucis callejeros tenían lugar este día, y la más concurrida era la de los “Pasos del Señor” que salía de la parroquia del Corazón de María desde 1915, portando cinco imágenes. Algunos fieles iban vestidos de penitentes encapuchados, portando grandes cruces. También en los cerros, los lugareños “velaban al Señor” durante la jornada del Viernes Santo hasta el sábado de Gloria. Este tipo de velatorio se lo realizaba en una de las casas, por lo general en la de la propietaria del Cristo Crucificado.
En la noche del viernes tenía lugar el “sermón de la soledad de María”, para acompañar a la Virgen en la pérdida de su Hijo. El Sábado Santo, antiguamente se lo denominaba “sábado de Gloria” y las funciones religiosas se efectuaban por la mañana.



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