Partiendo del hecho cierto de que la existencia de los Ángeles, -¡cuidado porque muchos lo olvidan o lo ignoran!-, es un dogma de fé, la existencia del Maligno lo es igualmente. Mucho se ha frivolizado sobre ello, mucha burla hay hacia su figura, y él se regodea pensando en tanto incauto. Suelo decir con mucha frecuencia que además de existir, está suelto, si no ¿cómo explicar tantas barbaridades, tanta inhumanidad, tanto sacrilegio, tanta apostasía, tanto odio, tantísima maldad y perversión? Hoy todo ello va adquiriendo dimensiones apocalípticas y, uno de los peores escenarios posibles, entre tantos otros, lo vemos en las aberraciones llevadas a cabo en nombre de las ciencias, particularmente algunas de ellas: intentar engendrar seres mitad hombre mitad mono; intentar clonar seres humanos dotados de vida ¿y su alma?; intentar conocer directamente el mismísimo instante de la Creación para ver si Dios está ahí... juzque cada uno.

La Serpiente, el sereis como dioses, el árbol de la ciencia del Bien y del Mal... parece como si en las Sagradas Escrituras hubiese no sólo una descripción de hechos acaecidos , sino un aviso de los que han de suceder todavía y no hablo del Apocalipsis de San Juan. ¿Acaso el pasaje del Becerro de Oro no reune todos los rasgos de lo que es la sociedad materialista del hedonismo y el consumismo con total olvido de Dios? Qué importa si se emplea la metáfora y la alegoría, ese es el modo de llegar a todas las mentes. Y siempre está detrás éste de quien hablamos ahora.

Quisieron ser semejantes a Dios. "¿Cómo has caído del Cielo oh Lucifer? Dijiste: subiré y me haré semejante al Altísimo" (Isaias, 14).

La Escritura nos describe la prueba de los Ángeles por medio de imágenes sensibles bajo la forma de una batalla. "Una gran lucha se trabó en el cielo entre Miguel con sus Ángeles y Lucifer con los suyos; y Lucifer fue precipitado con sus Ángeles y no apareció más en el cielo" ( Apocalipsis, 12)