No basta con confesarse. La confesión nunca es válida si no hay dolor de corazón y propósito de enmienda. Esto por lo que se refiere al votante. Para los políticos es más grave por el escándalo que producen. En ese caso, dado el carácter público de su pecado, se les exige además reconocer públicamente su error y pedir perdón por él a la sociedad, no solo al sacerdote.
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