Los tres Ritos
El Ritual nuevo de la Penitencia contempla tres Ritos diversos, o tres maneras distintas de reconciliar a los penitentes: un rito para reconciliar a un penitente individual y dos ritos distintos para reconciliar a varios penitentes. Hagamos un breve análisis de cada uno de ellos
1.- Rito para reconciliar a un solo penitente
Mantiene el antiguo sistema de la confesión privada. Da la oportunidad de cambiar el modelo un tanto siniestro de los antiguos confesonarios, para dejar abierta la posibilidad de un encuentro más personal entre ministro y penitente, que favorezca el diálogo, el consejo pastoral y la oración común.
Introduce un pequeño rito de saludo o encuentro y la posibilidad de una breve liturgia de la palabra. Al final, en la oración absolutoria, prescribe el gesto de imposición de manos extendidas sobre la cabeza del penitente y la señal de la cruz. Desgraciadamente en la mayor parte de las iglesias se ha bloqueado el desarrollo de las posibilidades de este rito, y son muchos los sacerdotes que no han introducido otro cambio que el de la fórmula de la absolución.
La calidad del encuentro entre ministro y penitente suele ser muy pobre y muy esquematizada. A veces se utilizan fórmulas muy impersonales, en parte debidas a la gran dificultad que mucha gente tiene de comunicarse. Según la normativa vigente, el penitente debe informar sobre su vida y el contexto en que determinados pecados ocurrieron, en la medida en que esos contextos pueden afectar radicalmente el sentido de lo confesado. No se trata de una rúbrica puramente legalista. En realidad responde al deseo de que se dé una mayor trasparencia y verbalización, que son actitudes muy liberadoras.
El papel del sacerdote es ante todo proclamar el amor de Dios que perdona y ofrecer un consejo adecuado. También asigna una actio penitentiae o satisfacción adecuada. Primeramente habrá que prescribir la obligación de la restitución en el caso del robo o la calumnia. La penitencia puede consistir en ciertas actividades caritativas o de autodisciplina.
Antes de la absolución, el penitente puede expresar su dolor mediante una oración o acto de contrición. Puede servir algunos de los formularios contenidos en el Ritual. El ministro puede tener una hoja plastificada y darla a leer al penitente.
Tras la oración absolutoria con la imposición de manos, se puede tener una aclamación de alabanza y unas palabras de despedida. Si no fuera posible la imposición de manos sobre la cabeza del penitente, el sacerdote puede al menos extender la mano derecha en dirección hacia él.
Hay que cuidar mucho la capilla de la reconciliación. Cada día son más los que prefieren una salita en que pueda darse un encuentro cara a cara del ministro y el penitente. La salita puede estar decorada con un crucifijo o algún icono y una Biblia. El sacerdote puede ir vestido con un alba y una estola amplia como las usadas para otros sacramentos.
2.- Ritos para reconciliar a varios penitentes
El Ritual ofrece también dos modalidades de rito para reconciliar a varios penitentes. La diferencia principal entre ambos ritos es la forma de la confesión y la absolución. En un caso se trata de confesión y absolución individual, y en el otro genérica y comunitaria.
La parte común a ambos ritos sigue un esquema similar al de muchas otras liturgias. Después de un rito de entrada con cantos, saludo y oración, se celebra la liturgia de la Palabra con lecturas, salmo responsorial y homilía.
Sigue después la liturgia del sacramento que comienza con un examen de conciencia colectivo, que puede tener una forma litánica. Sigue un reconocimiento comunitario de la condición de pecadores de los miembros de la asamblea, que puede ser el ‘Yo pecador’ u otra fórmula semejante, y la recitación común del Padrenuestro.
Después del Padrenuestro tiene lugar en la primera modalidad la confesión individual y la absolución individual de cada uno de los penitentes con alguno de los distintos sacerdotes que confiesan. Todos permanecen juntos hasta que el último penitente haya terminado. Puede haber un fondo musical durante el tiempo de las confesiones.
Al terminar se tiene un himno final y una oración de acción de gracias. Tras la bendición, el presidente despide a la asamblea.
En el caso de confesión y absolución general, las rúbricas insisten mucho en que sólo se puede tener cuando hay muchos penitentes y pocos confesores, y la confesión individual llevaría un tiempo excesivamente largo. En este caso, en el contexto del rito de reconciliación comunitario, se puede dar la absolución general sin confesión individual. Las rúbricas señalan que en cualquier caso, las personas que tuvieran pecados graves, deben tener la intención de confesarlos individualmente en la próxima oportunidad.[vii].
Normalmente en los documentos posteriores se aprecia una preocupación grande porque este rito previsto en el ritual se vaya generalizando en circunstancias en que no esté justificado. Estas cautelas no deben hacernos olvidar los valores reales de este tipo de celebración cuando se dan las circunstancias que lo justifican.
Responde a situaciones pastorales reales, y al deseo de la Iglesia de que nadie quede privado de la gracia del sacramento. Especialmente en los lugares de peregrinaciones o de gran afluencia de fieles se pueden crear momentos de gracia que no habría que dejar pasar de largo. Quizás la persona que en ese momento emotivo está arrepentida de sus pecados y querría acercarse a la comunión, pueda enfriarse más tarde si no recibe en ese momento la absolución general que es la única factible en esas circunstancias.
El hecho de que más tarde subsista la obligación de realizar una confesión individual en caso de pecados graves, hace que el penitente mantenga la responsabilidad en su conversión, y no se vea privado de la gracia que supone el encuentro personal con el perdón de Dios a través del encuentro sacramental con el sacerdote.
Marcadores