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Tema: En España no se confiesa ni Dios

  1. #1
    Toronjo está desconectado Miembro Respetado
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    En España no se confiesa ni Dios

    En España no se confiesa ni Dios

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    Vídeo: Gonzalo Arroyo

    • Sólo el 15% de los católicos practicantes se confiesa asiduamente
    • Un párroco, en tono jocoso, achaca esto 'a la competencia de psicólogos'
    • Los pecados de hombres y mujeres son distintos
    José Manuel Vidal |
    Actualizado domingo 12/07/2009 06:59 h

    Alerta roja en la Iglesia católica ante la situación del sacramento de la penitencia. La confesión está de capa caída. Clínicamente muerta. El 80% de los católicos españoles ha dejado de confesarse. Y eso que el segundo mandamiento de la Iglesia obliga a los creyentes a "confesar los pecados mortales al menos una vez al año". Pero ya muy pocos lo cumplen. Los confesionarios se quedan desiertos mientras se pueblan las consultas de psicólogos, psiquiatras y todo tipo de consejeros espirituales. Hasta el Papa Ratzinger acaba de advertir a los curas desde Roma: "No os resignéis jamás a ver vacíos los confesionarios".
    - Ave María Purísima.
    -Sin pecado concebida.
    El saludo ritual del penitente y la respuesta del confesor que lo acoge se oyen cada vez menos en las iglesias españolas. Se ha convertido en el mero murmullo ocasional de un sacramento destinado a desaparecer. ¿En poco tiempo?


    A las 19.30 horas del pasado martes, en la Parroquia del Sagrado Corazón de Jesús de Usera (Madrid), unas 20 personas rezan el rosario. En el confesionario, el padre Carrión, de 81 años, espera, como cada día, la llegada de penitentes. Nadie se acerca, pero no se desanima, agarrado al evangelio de ZP. "Es mejor no decir que estamos en crisis y pensar que vemos brotes verdes", comenta desde el confesionario. Don Ángel, superior del padre Carrión en esta iglesia del extrarradio madrileño, achaca la falta de penitentes a otro motivo. "Los psicólogos nos hacen la competencia», dice en tono jocoso. Ya más en serio añade: "Lo que ocurre es que la gente ya no nos ve como intermediarios ante Dios, sino como personas normales. Y da corte acudir a contar determinados problemas o sentimientos a alguien que es como tú".
    La Conferencia Episcopal proporciona cada dos años estadísticas detalladas de la práctica sacramental en España. Con cifras de todos los sacramentos, menos del de la penitencia. Dicen que por la dificultad de medir un sacramento tan individual. Pero hay quien cree que a la propia Iglesia le avergüenza constatar numéricamente la cuasi desaparición de la confesión. El caso es que las escasas encuestas que hay al respecto son obra de algunos medios de comunicación de instituciones religiosas que prefieren no esconder la cabeza debajo del ala.
    Hace ya más de una década, la revista de los religiosos claretianos, Misión Abierta, realizó un sondeo entre los católicos. Con resultados demoledores: sólo se confesaba una vez al mes el 23% de los cristianos practicantes adultos y el 15% de los jóvenes. Era el año 1989 y los obispos españoles, en una Instrucción pastoral acerca del sacramento de la penitencia, ya advertían: "Hemos de ser realistas y no ocultar una crisis real por grave que ésta sea". Y reconocían que "en muchas parroquias sólo una minoría de fieles celebra la penitencia con cierta frecuencia y bastantes jóvenes no la han celebrado casi nunca y prácticamente la ignoran o no la echan en falta".
    A peor

    Desde entonces, la situación ha cambiado, pero a peor. Sólo el 15% de los católicos adultos se confiesa al menos una vez al mes. Entre los jóvenes, el porcentaje no llega ni al 5%. Y eso, entre los católicos convencidos. Entre los no practicantes, el 80% no se confiesa nunca. Hasta el Penitenciario Apostólico de la Santa Sede, Gianfranco Girotti, una especie de confesor mayor de la Iglesia, reconocía que el 50% de los católicos no considera necesario confesarse. Y se quedó corto. "La gente acude a comulgar sin confesarse", se quejan los curas. "Y los que se confiesan parece que no tienen de qué acusarse. No hay conciencia de pecado", advierten los obispos.
    Como decía hace unos años el cardenal Rouco, 'en Madrid se peca masivamente'. Pero tanto en Madrid como en el resto de España se confiesa poco
    Los 10 mandamientos siguen en pie, pero la mayoría de los católicos se saltan unos cuantos sin conciencia de culpa. Para muchos, incluso los otrora famosos siete pecados capitales (soberbia, avaricia, lujuria, ira, gula, envidia y pereza) ya no son vicios, sino, en ocasiones, "virtudes". O, si acaso, pecadillos veniales de poca monta. Se van los pecados clásicos y llegan otros nuevos: el genocidio, el terrorismo, el tráfico de armas o de drogas, la corrupción, la especulación, la evasión fiscal o los atentados contra el medio ambiente.
    Sólo perdona el Papa

    Lo que poca gente sabe es que también hay pecados que, aunque se confiesen, no los puede perdonar un simple cura. Ni siquiera un obispo. Están reservados al mismísimo Papa. Son cinco: robar hostias consagradas para ritos satánicos; violar el secreto de la confesión; la pederastia; abortar o colaborar en el aborto, y agredir u ofender al Papa. Pecados excepcionales que los católicos cometen a menudo, porque la Penitenciaría Apostólica, el organismo vaticano encargado de examinarlos, dice que no da abasto.
    Y es que, como decía hace unos años el cardenal Rouco, "en Madrid se peca masivamente". Pero tanto en Madrid como en el resto de España se confiesa poco. "Es normal", dice el párroco José Pérez, mirando la iglesia de Santiago A Nova (Lugo) vacía. "Durante la semana no suelen pedir confesión más de seis o siete personas". Las causas de esta alergia al confesionario son de lo más variado. Algunos católicos creen que el pecado es algo superado, una expresión de culturas premodernas y poco avanzadas. Otros lo consideran un tabú inventado por las iglesias para seguir dominando las conciencias de la gente.
    El perfil del penitente es el de mujer mayor de 60 años
    Incluso los católicos más comprometidos tienden a confesarse de los pecados sociales -"los que hacen daño a los demás"-, pero no de los personales. "Surge una tipología de creyente, cada vez más abundante y difícil de cambiar, que no ve pecado en casi nada, salvo en lo estructural y, en consecuencia, no siente necesidad alguna de confesarse", admiten los obispos.
    En la Basílica de Jesús de Medinaceli, uno de los templos más importantes de Madrid, siempre hay al menos un confesor disponible. Y cada vez tiene menos trabajo. Los fieles van llegando pero el confesionario sigue desierto. El perfil del penitente es el de mujer mayor de 60 años, pero hoy martes se acerca un hombre de mediana edad. Asegura que no tiene costumbre: lo hace sólo cuando necesita buscar a Dios.
    Pedro, venezolano residente en EEUU, visita la iglesia con su familia y apunta que quizá la huelga de confesionarios no quiere decir que la gente no pida perdón a Dios. Él prefiere confesarse a solas o con su familia, en cualquier momento y lugar.
    Culpa de los curas

    Muchos católicos huyeron de los confesionarios por culpa de los propios curas, que enfatizaban el temor y el castigo de Dios, veían pecado en todo y generaban culpabilización morbosa. Y eso que, desde el Concilio, se hicieron muchos cambios en la administración del sacramento y en la actitud de los confesores. Los curas dejaron de preguntar aquello de "¿cuántas veces y con quién?". Hasta el tradicional y, en muchos casos, tétrico confesionario fue sustituido por otro tipo de habitáculo más cómodo. En ocasiones se han habilitado pequeñas salas donde tener una conversación tranquila.
    Porque no siempre fue obligatorio confesarse de rodillas y en el confesionario. La confesión individual y auricular se introdujo en el siglo XII y sólo se concretó minuciosamente en el Concilio de Trento, en el siglo XVI. De hecho, los obispos españoles reunidos en el Concilio III de Toledo en el año 589 condenaron como «atrevimiento execrable» la confesión privada. Y la confesión frecuente sólo se generalizó en el siglo XX.
    La confesión individual y auricular se introdujo en el siglo XII y sólo se concretó minuciosamente en el Concilio de Trento, en el siglo XVI
    Martes, 20.00 horas. En el barrio sevillano de Triana, la parroquia de San Jacinto invita a franquear sus puertas. Algunas feligresas aguardan la hora de misa. A las ocho y media en punto un joven sacerdote, aún sin la sotana puesta, se sienta en uno de los bancos de la iglesia con una señora, que será la única que se confiese en esta tarde de martes. "En esta parroquia no hay costumbre de usar el confesionario. Si alguna persona quiere confesarse, lo dice antes de la misa y nos sentamos en una parte de la iglesia", explica el fraile dominico.
    Durante los años 70 y 80, otra vía de escape del confesionario fue la celebración comunitaria de la penitencia. Hoy, incluso eso se ha perdido. Entre otras cosas, porque la jerarquía ha prohibido casi por completo esa fórmula. Y eso que los curas saben que el abandono de la confesión es el primer paso para dejar la práctica religiosa. También ha cambiado mucho el rol del confesor, que ha dejado de ser un inquisidor-juez, para convertirse en un paño de lágrimas. Incluso a la hora de preguntar, Roma les aconseja que lo hagan "con tacto y con respeto a la intimidad". Y les pide que no impongan "excesivas penitencias".
    La parroquia de Santa Bárbara (Toledo) tiene dos confesionarios pero sólo en uno se confiesa una mujer. En la misa hay 12 personas y, a la comunión, 11 toman la hostia. A la salida, Pilar, 54 años, dice: "A nuestra edad no tenemos pecados. No necesitamos confesarnos con frecuencia". Una de sus amigas matiza: "Lo que pasa es que la mayoría de la gente se olvida de Dios y sólo viene cuando le aprieta el zapato".
    Muchas veces, el confesor es el psicólogo de la gente más sencilla y más pobre. Entre los pudientes, vuelve a hacerse común la concepción del pecado como una enfermedad y una incapacidad para relacionarse
    Porque la confesión siempre mantuvo una "dimensión terapéutica". Muchas veces, el confesor es el psicólogo de la gente más sencilla y más pobre. Entre los pudientes, vuelve a hacerse común la concepción del pecado como una enfermedad y una incapacidad para relacionarse con uno mismo, con los demás y con Dios. De ahí que interpreten el arrepentimiento como medicina y la confesión como curación. Es lo que los expertos llaman «teología terapéutica». El regreso a la atención personalizada y la dirección espiritual.
    ¿Volverá por sus fueros la confesión? No lo tiene fácil. A diferencia de algunos otros sacramentos, como la primera comunión, el bautismo o el matrimonio, la confesión no es un rito social y, por lo tanto, no se mantiene al socaire de las presiones sociales y comerciales. </STRONG>Además, los curas también escapan del confesionario, al que algunos llaman "quiosco". La deserción de los fieles viene precedida, a veces, de la de los propios curas.
    No es fácil ser un buen confesor. Exige disciplina, paciencia y una profunda vida espiritual. Y pasar, como dice el teólogo jesuita, Juan Masiá, "del confesionario al pacificatorio". Es decir, "recuperar la riqueza pacificadora y terapéutica del confiteor, porque sólo así, la muerte del confesionario prefigurará la resurrección de la confesión»".

    http://www.elmundo.es/elmundo/2009/0...247356523.html
    "QUE IMPORTA EL PASADO, SI EL PRESENTE DE ARREPENTIMIENTO, FORJA UN FUTURO DE ORGULLO"

  2. #2
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    Respuesta: En España no se confiesa ni Dios

    Creo que eso es relativo. Puede que dependiendo de la hora, se confiese más o menos gente. Hoy por ejemplo he ido a misa de Doce y el confesionario ha tenido cola para rato. El Domingo pasado fuí a misa de una y ni una sola alma esperando para confesar.

    "El vivir que es perdurable
    no se gana con estados
    mundanales,
    ni con vida deleitable
    en que moran los pecados
    infernales;
    mas los buenos religiosos
    gánanlo con oraciones
    y con lloros;
    los caballeros famosos,
    con trabajos y aflicciones
    contra moros".

    http://fidesibera.blogspot.com/

  3. #3
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    Respuesta: En España no se confiesa ni Dios

    Amigo maza,
    Yo no estoy conforme con todo el articulo pero tengo que reconocer que la cosa a cambiado y va peor de lo que uno desearia.
    Cuando habitualmente hablo con mi amigo Juan (mi confesor) y sacamos el tema, me comenta que la tendencia es a menos.
    Amigo "no hay peor ciego que el que no quiere ver" nosotros tenemos que volver a cambiar la tendencia dando ejemplo a nuestros hijos, hermanos, familiares, amigos y compañeros.
    Un abrazo y Quede usted con Dios
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  4. #4
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    ¿Porqué (no) se confiesa la Gente?


    Interesante e inusualmente positivo artículo de Phillip Blosser sobre la Confesión (en inglés). Primero da las clásicas y deprimentes estadísticas sobre la baja "utilización" de este Sacramento. Posteriormente ventila de un plumazo las aun más clásicas y deprimentes explicaciones y razonamientos. Y luego cuenta la historia de un párroco en Los Angeles y la afluencia de penitentes que afluían a los confesonarios de su parroquia. La explicación del párroco resulta bien simple (traducción libre):


    "Desde el atril recordamos a nuestros feligreses que son pecadores, que ellos saben que son pecadores, y que necesitan confesarse. Les decimos que Dios les quiere y que quiere perdonarles. Les decimos que estaremos esperándoles en el confesonario todas las noches y los Sábados por la tarde. Decimos esto a menudo y siempre de forma suave, y vienen a confesarse. Muchos de ellos.".

    Soluciones simples para problemas graves.
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  5. #5
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    Respuesta: En España no se confiesa ni Dios

    Amigo Toronjo, estoy totalmente deacuerdo contigo. Mi punto de vista se reduce a la iglesia a la que voy los Domingos, cuando estoy en Madrid. Sí que puedo afirmar que el artículo retrata la Iglesia en Cacadá. Allí no se confiesa ni el chamán que tenemos por cura(por llamarlo algo). De echo, en Ottawa hay dos iglesia católicas, además de la catredal, y creo que solo en la catredal hay confesionarios.

    Saludo en Xto.

    "El vivir que es perdurable
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    mundanales,
    ni con vida deleitable
    en que moran los pecados
    infernales;
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    gánanlo con oraciones
    y con lloros;
    los caballeros famosos,
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    contra moros".

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  6. #6
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    Respuesta: En España no se confiesa ni Dios

    Los tres Ritos
    El Ritual nuevo de la Penitencia contempla tres Ritos diversos, o tres maneras distintas de reconciliar a los penitentes: un rito para reconciliar a un penitente individual y dos ritos distintos para reconciliar a varios penitentes. Hagamos un breve análisis de cada uno de ellos

    1.- Rito para reconciliar a un solo penitente
    Mantiene el antiguo sistema de la confesión privada. Da la oportunidad de cambiar el modelo un tanto siniestro de los antiguos confesonarios, para dejar abierta la posibilidad de un encuentro más personal entre ministro y penitente, que favorezca el diálogo, el consejo pastoral y la oración común.
    Introduce un pequeño rito de saludo o encuentro y la posibilidad de una breve liturgia de la palabra. Al final, en la oración absolutoria, prescribe el gesto de imposición de manos extendidas sobre la cabeza del penitente y la señal de la cruz. Desgraciadamente en la mayor parte de las iglesias se ha bloqueado el desarrollo de las posibilidades de este rito, y son muchos los sacerdotes que no han introducido otro cambio que el de la fórmula de la absolución.
    La calidad del encuentro entre ministro y penitente suele ser muy pobre y muy esquematizada. A veces se utilizan fórmulas muy impersonales, en parte debidas a la gran dificultad que mucha gente tiene de comunicarse. Según la normativa vigente, el penitente debe informar sobre su vida y el contexto en que determinados pecados ocurrieron, en la medida en que esos contextos pueden afectar radicalmente el sentido de lo confesado. No se trata de una rúbrica puramente legalista. En realidad responde al deseo de que se dé una mayor trasparencia y verbalización, que son actitudes muy liberadoras.
    El papel del sacerdote es ante todo proclamar el amor de Dios que perdona y ofrecer un consejo adecuado. También asigna una actio penitentiae o satisfacción adecuada. Primeramente habrá que prescribir la obligación de la restitución en el caso del robo o la calumnia. La penitencia puede consistir en ciertas actividades caritativas o de autodisciplina.
    Antes de la absolución, el penitente puede expresar su dolor mediante una oración o acto de contrición. Puede servir algunos de los formularios contenidos en el Ritual. El ministro puede tener una hoja plastificada y darla a leer al penitente.
    Tras la oración absolutoria con la imposición de manos, se puede tener una aclamación de alabanza y unas palabras de despedida. Si no fuera posible la imposición de manos sobre la cabeza del penitente, el sacerdote puede al menos extender la mano derecha en dirección hacia él.
    Hay que cuidar mucho la capilla de la reconciliación. Cada día son más los que prefieren una salita en que pueda darse un encuentro cara a cara del ministro y el penitente. La salita puede estar decorada con un crucifijo o algún icono y una Biblia. El sacerdote puede ir vestido con un alba y una estola amplia como las usadas para otros sacramentos.

    2.- Ritos para reconciliar a varios penitentes
    El Ritual ofrece también dos modalidades de rito para reconciliar a varios penitentes. La diferencia principal entre ambos ritos es la forma de la confesión y la absolución. En un caso se trata de confesión y absolución individual, y en el otro genérica y comunitaria.
    La parte común a ambos ritos sigue un esquema similar al de muchas otras liturgias. Después de un rito de entrada con cantos, saludo y oración, se celebra la liturgia de la Palabra con lecturas, salmo responsorial y homilía.
    Sigue después la liturgia del sacramento que comienza con un examen de conciencia colectivo, que puede tener una forma litánica. Sigue un reconocimiento comunitario de la condición de pecadores de los miembros de la asamblea, que puede ser el ‘Yo pecador’ u otra fórmula semejante, y la recitación común del Padrenuestro.
    Después del Padrenuestro tiene lugar en la primera modalidad la confesión individual y la absolución individual de cada uno de los penitentes con alguno de los distintos sacerdotes que confiesan. Todos permanecen juntos hasta que el último penitente haya terminado. Puede haber un fondo musical durante el tiempo de las confesiones.
    Al terminar se tiene un himno final y una oración de acción de gracias. Tras la bendición, el presidente despide a la asamblea.
    En el caso de confesión y absolución general, las rúbricas insisten mucho en que sólo se puede tener cuando hay muchos penitentes y pocos confesores, y la confesión individual llevaría un tiempo excesivamente largo. En este caso, en el contexto del rito de reconciliación comunitario, se puede dar la absolución general sin confesión individual. Las rúbricas señalan que en cualquier caso, las personas que tuvieran pecados graves, deben tener la intención de confesarlos individualmente en la próxima oportunidad.[vii].
    Normalmente en los documentos posteriores se aprecia una preocupación grande porque este rito previsto en el ritual se vaya generalizando en circunstancias en que no esté justificado. Estas cautelas no deben hacernos olvidar los valores reales de este tipo de celebración cuando se dan las circunstancias que lo justifican.
    Responde a situaciones pastorales reales, y al deseo de la Iglesia de que nadie quede privado de la gracia del sacramento. Especialmente en los lugares de peregrinaciones o de gran afluencia de fieles se pueden crear momentos de gracia que no habría que dejar pasar de largo. Quizás la persona que en ese momento emotivo está arrepentida de sus pecados y querría acercarse a la comunión, pueda enfriarse más tarde si no recibe en ese momento la absolución general que es la única factible en esas circunstancias.
    El hecho de que más tarde subsista la obligación de realizar una confesión individual en caso de pecados graves, hace que el penitente mantenga la responsabilidad en su conversión, y no se vea privado de la gracia que supone el encuentro personal con el perdón de Dios a través del encuentro sacramental con el sacerdote.
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  7. #7
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    Libros antiguos y de colección en IberLibro
    En España los "progres" hacen la "confesión laica", y vam a hacerla a los abogados del sindicato para un tipo de "pecado", y a los videntes y echacartas en los de otro tipo. Allí es mejor, porque en vez de echarle la culpa a ellos mismos, les dicen que la culpa es siempre ajena.
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