España, quién te ha visto y quién te ve... Hasta hace pocas décadas, sin tener las mejores circustancias políticas, aún eramos capaces de mantener un mínimo de aliento civilizatorio. Hoy en cambio tenemos que pedir continuamente disculpas por haber sido la nación más gloriosa de la Historia. La historia se repitió hace cuarenta años: gringos, usureros y protestantes nos hicieron la trampa ante la desidia de un Ejército que ya empezaba su decadencia. Malditos sean los que quieren uncir España al yugo de los gringos.
Cartas desde el exilio guineano
Cartas desde... es un intento por recuperar el espíritu de las corresponsalías epistolares de la prensa decimonónica, más subjetiva, más literaria, y que muestre una visión distinta y alternativa a la oficial de Agencias.
El petróleo que fue español: EEUU y nuestra huida de Guinea
José Eburi Palé
EEUU ambicionó desde siempre el control de los yacimientos mundiales de crudo fuera de sus fronteras, por una elemental estrategia de dominio.
En el caso de Guinea española y a mediados de los sesenta, una petrolera americana estuvo unos años en Fernando Poo realizando prospecciones durante un tiempo.
Tenían una plataforma mar a dentro y un lujoso yate, el “Stella Maris”, que rondaba por el puerto de Santa Isabel con frecuencia.
España concedió permiso en su día para hacer prospecciones a un consorcio formado por Gulf y Minas de Rio Tinto, y más tarde a otro formado por Mobil y Cepsa
Por tanto se tenía constatación desde entonces de la existencia de una considerable bolsa de petróleo en Fernando Poo y lo sabíamos centenares de miles de españoles-guineanos.
Parece que quien no lo sabía eran los españoles peninsulares, que siguen sin saber que no lo sabían.
Franco y Eisenhower
Las compañías encontraron el petróleo, anotaron el lugar exacto de las perforaciones, las sellaron y abandonaron Guinea cuando estuvieron seguras de todo. Curiosamente, a partir de ese momento la ONU comienza a presionar a España para agilizar la independencia de Guinea, que hasta entonces era algo previsto pero a más largo plazo y progresivamente.
Los sexagenarios inexpertos en política exterior que entonces regían los destinos de España, acordaron con los EEUU el cambalache de unos inmensos yacimientos de crudo y el destino de medio millón de almas españolas, negras y blancas, abocadas a un terror anunciado; a cambio de un pupitre en la ONU y una delirante quimera sobre la devolución de Gibraltar. Renunciaron a la hipotética explotación del petróleo de Guinea española y a un futuro espectacular para España misma y para la futura nación Guineana a medio plazo. En un lustro España abandonó Guinea y el Sahara españoles, a cambio de una paranoia obsesiva sobre Gibraltar, renunciando prematuramente a unos territorios, ganándose el rencor de sus pobladores que se sintieron traicionados y perdiendo peso específico en el mundo. Guinea se la adjudicaron los EEUU a su estilo; el Sahara, también a su estilo, se lo anexiona de facto una dictadura de la peor clase, la marroquí.
Los gobiernos de una nación ostentan la representación solo temporal del Estado de la misma y tienen la obligación de velar por sus intereses, y el humillante abandono de Guinea a su suerte por el chantaje de terceros no parece que fuese uno de ellos. Cobijados en el silencio mediático permanente sobre Guinea, nuestros gobiernos posteriores hasta nuestros días, continúan con la misma postura kafkiana de desinterés en sus relaciones con ella y repitiendo los mismos errores del pasado.
Alguna prensa libre debería explicar a la ciudadanía porqué no se ha aprovechado el ofrecimiento reciente de Guinea “ex española” a España para explotar una parte de su petróleo, cosa que al parecer se ha desestimado: Nuestros diplomáticos por lo visto son incapaces de mantener con el gobierno de Guinea una relación inteligente en la que tendríamos evidentes ventajas por nuestra historia común.
No conformándose con eso y en la debacle del absurdo, nuestros gobiernos recientes deniegan sistemáticamente el visado a los guineanos que desean visitar España. Totalmente ajenos a otro tipo de inmigraciones más problemáticas, ellos vendrían a visitar familiares que llevan en España varias décadas, a sus madres, a sus hermanos, primos, abuelos e hijos y por tanto con un techo fijo garantizado, vendrían para trabajar o estudiar y como no, a perpetuar el vínculo con lo español.
Santa Isabel, Plaza de España – Ampliar
Una mayoría de masa social en Guinea no poseía la preparación suficiente para afrontar en solitario la aventura de la independencia en 1968 y era algo públicamente admitido por los círculos políticos sensatos guineanos durante los años previos a la independencia.
Amplios sectores nada despreciables en cuantía, entre ellos la totalidad de la etnia bubi, compartía esa opinión. Era una cuestión de ética, de moral y de realismo que nada tenían que ver con el petróleo, cuestión que por otra parte no era relevante para nadie en el quehacer diario guineano entonces, por lo reciente de su descubrimiento.
En aquellos tiempos en España sufríamos una dictadura; ahora no, aunque en ciertos hábitos adquiridos como la gratuita falta de información y de servicio a los ciudadanos se observan vicios muy poco democrácticos.
El Presidente de Guinea y Franco – Ampliar
Hay una hipótesis muy sencilla: si España hubiera concedido a Guinea una independencia justa para todas las partes y adecuada en tiempo y forma, habría sido posible, previsible y deseable, mantener unas mutuas relaciones estables en el tiempo y beneficiosas para ambas, sin duda.
A día de hoy ese buen hacer hubiera permitido como natural continuidad, estar presentes en la evolución social y por qué no, en la explotación del petróleo de Guinea. No planteada como objetivo en origen, sino como consecuencia y lógica actividad, derivada de una actitud honesta de partida. Los errores y tropelías del pasado en Guinea, impidieron esa hipótesis y siguen pasando factura a una clase política incompetente, también al Estado español, a los sufridos ciudadanos españoles y al peso industrial de España en el planeta.
Unas buenas relaciones con Guinea son una de las deudas y asignatura pendiente de nuestra política exterior. El amplio abanico de posibilidades no hay más que estudiarlo y para eso pagamos a nuestros políticos.
Nosotros, después de 500 años como Estado, apenas llevamos 30 de democracia prendida con alfileres, por tanto no nos asiste el derecho inalienable de exigirles a los guineanos más en ese sentido que a nosotros mismos.
Iberia en Guinea
Guinea y su población han intentado pasar en 100 años de la prehistoria al siglo XXI y eso exige un profundo trauma difícil de afrontar en solitario.
Adoptar una postura frente a eso, de mirar por encima del hombro y de “reserva espiritual democrática” de occidente, suena a soniquete ya oído creo recordar en los sesenta y delata un cierto complejo de inferioridad.
EEUU, arquetipo de la democracia, no ha invadido Irak y Afganistán para implantar allí la democracia ni la libertad y supongo que no presionaron a la ONU en los sesenta en nombre de la “libertad” del pueblo guineano, sus razones son transparentes.
Habría que solucionar a largo plazo y de una vez por todas nuestra deuda moral con Guinea y de paso la solución para una macroeconomía estable para este país que no dependa de un masivo turismo de clase media.
La forma de ver las relaciones con Guinea hoy, pasa por considerar aquellas tierras como vinculadas inexorablemente a lo español, y a su pueblo, como un pueblo que necesita nuestra colaboración y nuestro apoyo en calidad de país consejero y viejo amigo.
Al pueblo llano guineano, le basta con sufrir una dictadura y no puede también ser castigado con nuestro olvido eterno de metrópoli presuntuosa y ebria de democracia fácil.
Hay soluciones imaginativas para estar presentes en el pueblo guineano hoy y dar tiempo al tiempo para que salven sus escollos políticos de una manera natural y para que podamos colaborar en ello con nuestro supuesto “saber hacer” como patria originaria mas experimentada, esa transición la hicimos nosotros mismos, no sin traumas por cierto.
El control mundial del precio del petróleo es un arma capaz de ser usada por quien la posee con total eficacia y Europa, sin petróleo en su territorio en cantidad digna de mención, es especialmente vulnerable a esa arma, esto no es casual.
Guinea es hoy el décimo país productor del mundo de petróleo y el tercero del continente africano, eso tampoco es casual, cabía preverlo por cualquier mente mediocre.
Etnias distintas en convivencia
Podemos concluir que la independencia de Guinea fue un hecho forzado a última hora, como chantaje de EEUU a España, a través del escudo de la ONU, para instalarse en los foros internacionales sin mancha en su expediente. También está claro que al ritmo de los acontecimientos internacionales, las descolonizaciones eran ya algo inevitable para el resto de los países europeos.
En España, un régimen con una necesidad imperiosa de homologarse a nivel internacional, negocia la independencia guineana sin la menor astucia, honorabilidad y lealtad hacia los guineanos negros y blancos, simplemente la abandona de puntillas.
Que a Guinea había que concederle la independencia, no lo cuestiona nadie.
Que se hiciera en el tiempo y vergonzosa forma en que se hizo, sí.
Esa actitud victimista, ese complejo de inferioridad y ese servilismo en las relaciones exteriores de nuestro país, comenzaron tal vez en esas fechas y aún hoy no hemos sido capaces de desprendernos de ellos[,]: el exterior nos asusta.
Entonces la desinformación consistió en la maldita materia reservada. Hoy en día no es necesario porque demasiados medios del “cuarto poder” están tan participados por los otros poderes, que no tienen el más mínimo criterio. Para el poder en España Guinea no existe, entre otras cosas porque su existencia supondría la necesidad de explicar muchas cosas y hacer un examen de conciencia que nuestros gobiernos desde 1977 no están dispuestos a hacer. Es una patata caliente que hay que ocultar. Empiezo a sospechar que casi todo lo que tiene que ver con nuestra inoperante política exterior, tampoco existe.
Entiendo ahora muchas cosas que durante muchos sospechaba aun faltando piezas del puzzle encima de la mesa, como el hermetismo del gobierno de entonces a la hora de hablar de Guinea.
El régimen de Franco que originariamente era de extracción militar, tenía aún entonces entre sus ideales manifiestamente declarados de actitud vital, el honor, la lealtad y la defensa del territorio, al menos en las letras de molde y consignas de dominio público.
Pensaban aquellos genios de la intuición y la estrategia política, que a cambio de semejante chapuza de independencia, Inglaterra, nada menos que Inglaterra, nos iba a devolver Gibraltar, ahora que el Tío Sam era “amigo nuestro”. No cabe mayor despropósito, ineptitud mental e ingenuidad política.
El entramado militar del régimen, asumió una actitud en Guinea diametralmente opuesta a sus convicciones castrenses al decidir la sumisión a una gran potencia a precio de saldo.
Corrían el riesgo de que esa forma de actuar contraria a sus convicciones llegara a saberse en la calle y no pudieran explicar aquellos patrioteros militares un comportamiento cobarde y pusilánime en Guinea, falto de la más elemental dosis de ética, moral y virtudes de las que tanto se pavoneaban.
La solución encontrada fue declarar los asuntos guineanos como materia reservada
A partir de las apetencias de EEUU por el petróleo guineano, cualquier plan anterior sobre la independencia de Guinea seguramente más justo —y me consta que lo había—, fue abandonado. España se comprometió a abandonar Guinea por la puerta falsa a la mayor brevedad posible y así mismo a no intervenir en cualquier suceso posterior que pudiera acaecer en territorio guineano, incluyendo la defensa y salvaguardia de los españoles que allí continuaron en principio, que se vieron sorprendidos por unos hechos cuya gravedad nadie esperaba y que una vez producidos, quedaron indefensos y con peligro inminente para sus vidas.
Fábrica de Pepsi-Cola – Ampliar
Mientras los americanos habían decidido hacía tiempo el destino de una parte de España, los españoles que allí vivían, ajenos a todo esto, se volcaban en el desarrollo social y material de Guinea en la década de los sesenta. Las dos provincias de Fernando Poo y Rio Muni, tenían una organización administrativa idéntica al resto de provincias españolas.
Guineanos negros estudiaban en “la península” como allí se decía.
Las dos capitales territoriales, Bata y Santa Isabel, tenían su gobernador civil, su diputación provincial, su cámara de comercio y sus diputados en las Cortes Españolas.
Se construyeron mejores aeropuertos, Iberia tenía un vuelo semanal a Guinea y la compañía Transmediterránea, dos barcos mensuales.
Planta de cacao
Existía una embotelladora de Coca-Cola y otra de Pepsi-Cola en Bata y Santa Isabel respectivamente.
Había dos emisoras de radio EAJ 205 y EAJ 206 que emitían 24 horas diarias, escuela de magisterio y cualquier cosa imaginable en la sociedad moderna de la época.
En los institutos públicos y en los colegios, se estudiaba codo a codo y en armonía con los españoles negros de la zona, se construyó una carretera al Pico Basilé en Fernando Poo (3.014m. de altura), se instaló en su cima una antena de televisión y unos estudios en la ciudad de Santa Isabel, envidia de los países limítrofes y la más moderna de África en aquel momento.
Se leía el ABC, el diario Pueblo, La Codorniz, El Capitán Trueno y los tebeos.
En el cine, se veían las películas del momento, las españoladas y las americanas, incluyendo como no, el NO-DO
En septiembre de 1963, Guinea se incluye en el “Plan de Desarrollo” y se invierten en ella 800 millones de pesetas en cuatro años (¿alguien se anima a calcular el montante, actualizado?)
En diciembre de 1963 se hacen inversiones en vivienda y urbanismo, por importe de 144 millones de pesetas.
En julio de 1968, Fraga Iribarne, inaugura los estudios y el emisor de TV antes mencionados, por importe de 26 millones de pesetas.
Nativa Fang – Ampliar
Y esto es solo una parte documentada.
Prácticamente se erradicó el paludismo y en los poblados mas recónditos del continente se construyeron dispensarios y hospitales, que complementaban los dos grandes hospitales de Santa Isabel y Bata, envidia también de toda África.
Se escuchaba Radio Nacional de España a 6000 km. de distancia, se seguía la liga de fútbol y se leía la prensa española. En los institutos daban clases catedráticos del mejor nivel y los domingos rebosaban las catedrales de Bata y Santa Isabel, de guineanos negros y blancos.
El cacao de Guinea estaba considerado en los mercados internacionales, como el de mejor calidad del mundo y proporcionalmente a su superficie, Guinea española era el primer productor mundial, eso lo saben a la perfección nuestras grandes industrias chocolateras como El Gorriaga y otras.
Otro tanto se puede decir del café.
Un último dato: en la década de los sesenta la renta “per cápita” de Guinea española era la más alta de todos los países de África. Hágase el ejercicio de incluir a Egipto, Sudáfrica, Argel, Túnez y cualquier otro, el dato habla por si mismo.
Todo eso se barrió de un plumazo y de improviso.
¿Cómo es posible que tras una herencia como esa, las relaciones entre Guinea y España en el presente, estén bajo mínimos?
Una pregunta: si un determinado gobierno comanda unos sucesos abominables como los que nos ocupan y veremos más tarde, ¿el Estado de la nación como ente intemporal no es responsable de los perjuicios en el futuro, por el presunto delito de omisión de sus deberes con ciudadanos españoles? ¿y por el presunto delito de omisión de sus obligaciones de salvaguardia de la seguridad física de sus ciudadanos? ¿y por el presunto delito de abandono de sus funciones de custodia de los bienes de los ciudadanos y de las familias, complicidad en genocidio y otros?
Y he aquí que tras un breve periodo impuesto a modo de cuña improvisada y que se llamó “autonomía”, al que no se dio tiempo suficiente de desarrollo ni medios por la precipitación de las decisiones finales, se convocan en Guinea Ecuatorial unas elecciones libres en las cuales resulta electo Francisco Macias Nguema Mbasogo, sin que ningún genio del gobierno español lo hubiera imaginado ni de lejos y creándose con ello una situación que tampoco supieron ni quisieron manejar.
Siempre me pareció el mejor paradigma del cinismo político que soy capaz de recordar, el hecho de que España convocara en Guinea las únicas elecciones verdaderamente libres y democráticas del territorio español en plena dictadura.
Las circunstancias que llevaron a ese hombre a convertirse posiblemente en el mayor asesino de masas de la reciente historia de España, serán contadas sin duda, así como las complicidades de algunos de nuestros políticos de entonces en la barbarie que como consecuencia de ello se desató, con los agravantes de ser previsible y evitable.
Misión Claretiana en la Guinea Española
Iglesia del Inmaculado Corazón de María en Santa Isabel
Capilla del Cristo. Catedral de Sta. Isabel
LA GUINEA ESPAÑOLA. Revista mensual claretiana en lengua castellana editada desde 1903 a 1969: http://www.bioko.net/guineaespanola/laguies.htm
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