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Marruecos – Ciudadela portuguesa de Mazagán (El Jadida) - La ciudadela de Mazagán –que hoy forma parte de la ciudad de El Jadida– está a unos 90 kilómetros al suroeste de Casablanca. Este fuerte colonial construido por los portugueses a principios del siglo XVI en la costa del Atlántico fue tomado por los marroquíes en 1769. Sus bastiones y murallas constituyen uno de los ejemplos más tempranos de la arquitectura militar renacentista. Entre los edificios portugueses subsistentes en la actualidad figuran el depósito de agua y la iglesia de la Asunción, de estilo manuelino (gótico tardío lusitano). La ciudadela de Mazagán fue uno de los primeros asentamientos creados en las costas del África Occidental por los exploradores portugueses que buscaban la ruta marítima hacia la India, y constituye un ejemplo excepcional de los intercambios entre las culturas europea y africana, que han quedado plasmados en la arquitectura, la tecnología y la planificación urbanística.


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Portuguesa desde 1502, en que se construyó una primera torre cuyo patio de armas pasó a ser en 1541 la cisterna de agua que posteriormente alimentó la ciudad garantizando su independencia como territorio portugués durante casi tres siglos hasta 1769.
En ese año fue tomada, tras asedio, por las fuerzas marroquíes de Sidi Mohamed Ben Abdallah.

Los portugueses abandonaron por mar la ciudad no sin antes dejar cargas explosivas en los bastiones de tierra, que explosinaron a la entrada de los marroquíes. Durante años e incluso hoy los marroquíes conocen a esta ciudad por Al Jadida (La Ruina), pues no fue hasta 1821 año de la reconstrucción de los bastiones en que la ciudad volvió a ser habitada.

Según crónicas de 1605 de Jean Mocquet, boticario francés al servicio del rey de Francia, en Mazagán había 700 casas dentro de la ciudadela, fundamentalmente habitadas por portugueses, aunque había algunos españoles de otras zonas así como alemanes, suizos, alemanes y franceses, por lo general soldados a sueldo del rey de Portugal. Lo que más sorprendió a este cronista fue que el régimen interno por el que se regía la ciudadesla era el mismo por el que se regían los barcos de guerra de la época, razón a la que atribuía el éxito del asentamiento, habida cuenta del entorno tan hostil al que se veía expuesto.