Me parece una medida perfecta. Allí en Marruecos todavía no se andan con tonterías con respecto a quién tiene la autoridad. Que alguien pueda decir lo que le dé la gana del rey del país y el rey se tenga que callar o reír entre dientes como ocurre aquí, significa que cualquier cateto tiene más poder que los gobernantes, y eso no puede ser. Empiezan con la tontería del Barça, terminarán cortándole al rey la cabeza; a esta gente hay que enseñarles bien pronto hasta dónde pueden llegar. La tolerancia a esas pasquinerías termina llegando adonde desgraciadamente ha llegado la publicidad en Occidente (y todavía no se ha detenido).