LOS " CRISTIANOS OCULTOS " DEL JAPÓN





- Os traemos este hilo directamente del Foro Santo Tomás Moro

Cnel_Kurtz


http://www.youtube.com/watch?v=xkw7[....]re-los-cristianos-ocultos-de-japon/



En 1865, a tan sólo un mes de la inauguración de la iglesia francesa de Oura, cerca de Nagasaki, se apareció en las puertas un pequeño grupo de campesinos japoneses de la villa de Urakami. Una mujer que integraba el grupo se animó a hablar con el P. Bernard Petitjean y le confesó que ella y su familia eran “kirishitan” (cristianos) y que se habían enterado de que había una estatua de la Virgen María y querían verla con sus propios ojos. Le preguntó al sacerdote si realmente era célibe y si era cierto que venía de parte del Papa de Roma. Habiendo confirmado las dudas planteadas por esta mujer, los campesinos se inclinaron en reverencia ante el Padre Petitjean. Éste que no salía de su asombro siguió investigando y “descubrió” así a los “kakure kirishitan”, los cristianos ocultos que habían conservado la fe católica durante 250 años de persecuciones. El Papa Pío IX dijo que esto era un milagro.

En armarios secretos, en sus hogares, los “kakure” veneraban crucifijos y las figuras de la Virgen María y los santos. Habiendo sido quemadas y destruidas todas las Biblias, se pasaban de generación en generación pasajes de las Sagradas Escrituras y oraciones e himnos que les habían transmitido los misioneros portugueses y españoles [uno de los reporteados en uno de los videos dice que se estremeció al descubrir en un convento español la letra de un himno del siglo XVI a la Virgen que él con su familia cantaban].

El encierro japonés estaba tan blindado, gracias en parte a los holandeses (únicos occidentales a los que se les permitía comerciar con Japón, aunque en una situación por demás restrictiva), que poquísimos misioneros occidentales pudieron llegar a sus costas. Fue así que las oraciones de los “kakure” eran dirigidas por los ancianos de cada familia. Las familias “kakure” vivían en forma tan aislada, incluso entre ellos mismos, por temor a las autoridades, que muchas veces desarrollaron algunos excesos en el culto, tales como considerar a la Virgen y a los santos especie de dioses menores. Por otro lado, los “kakure”, aún hoy, son muy devotos de sus antepasados mártires [en uno de los videos se ven decenas de cuadros de los antepasados de un entrevistado]. En algunas ocasiones, para escapar la persecución debieron ayudar en las celebraciones budistas—o, incluso, participar de ellas, lo que con el tiempo se fusionó en algunas prácticas aparentemente sincretistas [en uno de los videos pueden verse imágenes de la Virgen junto a unas de Buda—sin embargo, también se dice que luego de realizar oraciones budistas se dice que todo eso es mentira y se reza “en” cristiano].

Recién en 1873 se levantó la prohibición del cristianismo y en 1895 se completó la construcción de la catedral de Urakami, cerca de Nagasaki—destruida por la bomba atómica en 1945. Poco a poco, decenas de miles de “kakure” de todo Japón comenzaron a acercarse a Nagasaki. En 1981 cuando S.S. Juan Pablo II visitó Japón fue para los “kakure” una apoteosis. Informado de esto el Papa, aprovechó para bautizar unos cuantos niños, algo que el Santo Padre rara vez hace en sus viajes apostólicos.

En general, desde estos sucesos de fines del siglo XIX, los “kakure” conservaron sus tradiciones ancestrales, aunque podándolas de las prácticas sincretistas de que hablé antes. Aunque unos cuantos se occidentalizaron, especialmente los residentes en las islas niponas principales. Esto último provocó alarma en algunos “kakure” que se negaron a aceptar la autoridad de la Iglesia y continuaron sus prácticas tal como les fueron enseñadas—ellos son conocidos como “hanare kirishitan” (cristianos separados). [En uno de los videos puede observarse a un anciano realizando la ceremonia de Otaiya (Noche Buena), con saque, arroz y pescado.] Lamentablemente, muchos “hanare” terminaron convirtiéndose a alguna clase de budismo, sintoísmo o confucionismo.

Tras la Segunda Guerra Mundial se pensó que los “kakure” tradicionales (tanto católicos como “hanare”) habían desaparecido—tanto por occidentalización como por conversión a otra religión; sin embargo en la década de 1980 se descubrió un grupo en la isla de Ikitsuki, cerca de Nagasaki, donde hoy han convertido sus prácticas en una muestra turística y se calcula que mucho de lo que hacen frente al público son inventos contemporáneos. Otro grupo importante se descubrió en las Islas Goto, cerca de la costa de Corea, donde las tradiciones de los “kakure” parecen haberse conservado mejor.

Pero peor que la bomba atómica ha sido el hedonismo y el consumismo contemporáneos. Los jóvenes emigran hacia Tokio y las grandes ciudades en busca de las “comodidades” modernas y abandonan las tradiciones. Lo que no pudieron casi tres siglos de persecuciones y una bomba atómica parece que lo logrará Mammón.



Castelnuovo


Zaisho Shichiemon: Samurai y martir


Fijaos en el dibujo. Es de Zaisho Shichiemon, un samurai con la cruz colgando. Y además martir. Uno de los 188 mártires japoneses que fueron beatificados hace pocos días. Lo cuenta Sandro Magister:
El samurai Zaisho Shichiemon fue bautizado el 22 de julio de 1608. Tomó el nombre de León, el del gran Papa que detuvo las invasiones de los bárbaros. Pero su historia está mucho más cercana al recorrido de san Justino, el filósofo del siglo II que luego de haber encontrado en Cristo la Verdad, no quiso negarla más y murió mártir. Hangou Mitsuhisa, el señor feudal bajo el cual servía Zaisho, había prohibido a los suyos convertirse al cristianismo. El sacerdote al que Zaisho pidió el bautismo se lo hizo presente, recordándole que él podría ser castigado o inclusive asesinado. "Lo sé – respondió él – pero he comprendido que la salvación está en la enseñanza de Jesús, y nadie podrá separarme de Él”.

Llamo por cierto la atención de la concurrencia sobre otro párrafo del mismo artículo:

Al igual que tres siglos antes, en los primeros años del siglo XX Nagasaki volvió a ser la ciudad con más fuerte presencia católica en Japón. En vísperas de la segunda guerra mundial, dos de cada tres católicos japoneses vivían en Nagasaki. Pero en 1945 sufrieron un nuevo y terrible exterminio. Esta vez no por una persecución, sino por la bomba atómica que fue lanzada justamente sobre su ciudad.

Muchos piensan que la elección de Nagasaki no fue hecha exclusivamente en base a consideraciones militares.


Videos sobre los "cristianos ocultos" de Japón