SANTO REINO... REGNUM SANCTORUM: BAEZA
Claustro de profesores del Instituto de Bachillerato de Baeza, Machado sentado: el tercero por la derecha.
MACHADO NO ERA NINGÚN SANTO
Machado se preguntaba frente a las muchas iglesias y conventos de Baeza:
"Esta casa de Dios, decid, hermanos,
esta casa de Dios ¿qué guarda dentro?".
Y, en el punto álgido de ese poema -"Los olivos"- nos dará la respuesta que desprende el laicismo anticlerical que informará tantos de sus grandes poemas (maldito krausismo que, metiéndose por las rendijas del alma española, vició incluso a los mejores: CORRUPTIO OPTIMI PESSIMA). Y Machado termina diciendo:
"Esta piedra erguida
sobre este burgo sórdido, sobre este basurero,
esta casa de Dios, decid ¡oh santos
cañones de von Kluck! ¿qué guarda dentro?".
La alusión a los cañones de von Kluck esta rayando el exabrupto: ¿está pidiendo que von Kluck bombardee nuestros recintos conventuales, nuestras iglesias? Cualquiera sabe lo que tenía Machado en el corazón, cuando escribió esto.
El General alemán Alexander von Kluck, invocado por Antonio Machado como remedio al clericalismo español
Machado estuvo en Baeza. Se aburría en Baeza. Machado era un subjetivista. Su mundo interior le entorpecía para admirar cuanto en Baeza le rodeaba. Bien está que le dispensemos al poeta sevillano que aquella ciudad, de bizarro Nido Real de Gavilanes hubiérase mudado en villorrio de burguesotes vejestorios y polluelos liberales... Bien está que lamentara Machado que, de bulliciosa Universidad, Baeza se hubiera encogido a Colegio de Humanidades; y, por ende, de Colegio de Humanidades más aún se hubiera achicado, deviniendo Instituto de Bachillerato; donde, por cierto, profesó D. Antonio Machado como catedrático de Francés. Son gajes del progreso: lo que es una pujante ciudad universitaria se fragmenta en levítico Seminario de San Felipe Neri y en diversas entidades docentes... Y a eso le llaman progreso. Lo que fue un bastión de guerreros que talaban la vega de Granada, se convierte en un Casino de señoritos liberales y... ¡Ya está aquí el progreso!
Podemos decir, sin temor a equivocarnos, que por bella que sea la poesía machadiana, Machado fue uno de los más activos forjadores de clichés anticlericales que, más tarde, en la transición van a ser repetidos hasta la náusea por los progres. La fama de "santo laico" que envuelve a Antonio Machado tendría que hacérnoslo sospechoso de suyo. "Santo laico" es una contradictoria expresión que han acuñado los progres, para sus finalidades laicistas.
Catedral de Baeza, en un día de nieve
Yo tuve, cuando joven, la afición a los versos de D. Antonio Machado. Y de entre todos sus poemas, los de "Campos de Castilla" fueron los más decisivos para mi formación cultural. Hasta donde me alcanza la memoria fui yo, en efecto, un irredento noventayochista en mis preferencias. Apenas había leído a Gustavo Adolfo Bécquer, cuando ya me apuraba la picazón por leerme a todos los del 98. A eso se sumaba los recuerdos de un mi tío abuelo que contaba las hazañas de su padre, mi bisabuelo, en la Guerra de Cuba. Y añadamos a eso el celo vocacional que ponía mi profesor de literatura, vasco él, cuando vimos -lo más exhaustivamente que pueden verse- a Unamuno, Azorín... Y, su favorito, Machado: Antonio.
Para mi profesor de Literatura: Machado era Baeza... Baeza era Machado. Apegado a su juventud universitaria aquel vasco de bien no podía prescindir de los tópicos de una época.
Baeza la teníamos ahí, a un paso de Jaén. Y todavía me remembro de la excursión que, bajo capa de "visita cultural", fue toda una peregrinación poética a uno de los centros de nuestra vida española: la recóndita Baeza, ciudad de arcanos. Ese día, D. José Juan iba exultante: volvería a visitar la ciudad por la que anduvo Machado, en la que Machado mascó todo el dolor por la pérdida de su esposa, por la que Machado paseaba su nostalgia por Castilla, donde había sido feliz con su mujer.
LA BAEZA DE LOS SANTOS Y CRUZADOS
Pero Baeza no puede reducirse a Machado. Baeza fue Obispado antes de serlo Jaén. Allá por el año 852 se hace constar que el Obispo de Baeza era Saro. En 1147, Alfonso el Emperador la reconquistó, y en sus vísperas apareciósele el Glorioso San Isidoro de Sevilla al Emperador. Y cual Santiago Matamoros, San Isidoro prometió ayudar al Emperador en la victoria. Así fue. Al día siguiente, Baeza que se acostaba con la voz del muecín, se levantaba con el Te Deum. Se la concedió el Emperador a D. Manrique de Lara y a la ciudad le otorgó Fuero Real que establecía, entre otros privilegios, que: "Todo aquel que casa oviere en la villa, é poblada la toviere, seya quito de toda pecha...". Exención de impuestos para todo el que tuviera casa en Baeza.
Pero poco duró su libertad. Desamparada, tras la muerte del Emperador y la de su hijo Sancho el Deseado (que fue llevado por la Parca poco después de fallecer el Emperador), Baeza volvió a caer bajo poder de la morisma.
El feliz día 30 de noviembre de 1227, Festividad de San Andrés, Fernando III el Santo la conquista definitivamente, poblándola con los hidalgos e infanzones de Galicia, Asturias, La Montaña, León, Castilla, Vascongadas, Navarra, Aragón y Cataluña. Baeza tiene sus fachadas cuajadas de escudos heráldicos que cantan la oriundez de aquellos que la poblaron; y sus apellidos no quedaron fosilizados en la piedra de los canteros. Todavía resuenan, todavía los llevan a gala y para su honra la ubérrima prole descendiente de aquellos guerreros.
Machado pensaba que tanto Baeza (microcosmos), como España (macrocosmos) eran realidades obsoletas, represivas, rancias y trasnochadas que había que superar. Sus naturales, su vecindario, su población... enturbiaba:
"la fuente de la vida, el sol primero,
con nuestros ojos tristes,
con nuestro amargo rezo,
con nuestra mano ociosa,
con nuestro pensamiento
-se engendra en pecado,
se vive en el dolor, ¡Dios está lejos!-."
(del poema "Los olivos", "Campos de Castilla".)
Cuando se vive egoístamente, con estrechez de miras, puede que eso que describe Machado sea así. Pero Machado no había vivido la bonanza espiritual de Baeza. Por los años en que el Maestro San Juan de Ávila se entretuvo en Baeza, este corazón del Santo Reino llegó a ser un centro espiritual de envergadura. Los efectos no pasaron desapercibidos. Veamos lo que nos dice un escritor del siglo XVII, Francisco de Bilches, en su libro "Santos y santuarios del obispado de Jaén":
"La austeridad de la vida que guardaban no se puede decir fácilmente (...) Llegó entonces Baeza a tanta perfección, que parecían sus moradores muy semejantes a los cristianos de la primitiva iglesia".
Así imagina uno que tendrán que ir formándose las avanzadillas del Reino Social de Nuestro Señor Cristo Jesús. En una población, por la ejemplar santidad de un santo (o de unos pocos santos: la cantidad no importa para causar el efecto), las gentes van mudando de costumbres. Abandonan los vicios, se convierten a Dios, viven convergiendo todos al centro de los centros, al Santo de los Santos: Jesucristo Eucaristía. El vecindario ama y sigue a Cristo... Y por eso, los vecinos se quieren entre sí. Contra lo que Machado asevera que existe, pasaba lo contrario: que nadie enturbia el sol, nadie amarga sus rezos... Pues se vive en la alegría de los hijos de Dios. Lo más parecido a lo que Santo Tomás de Aquino nos pinta en su "Opúsculo sobre el gobierno de los príncipes", al afirmar que el último fin de la sociedad "no es vivir juntos conforme a la virtud, sino viviendo juntos conforme a la virtud lograr la felicidad definitiva".
Cuando estuve en Baeza aquella vez que digo, con aquella expedición de condiscípulos a la cabeza de la cual iba nuestro profesor de Literatura, recuerdo que la ciudad me impactó por el cúmulo de piedra vieja -manía inveterada mía ésta de mi veneración por la piedra vetusta: paleolitodulia es lo que yo -y más de uno que conozco tenemos: ¡a ver qué se le va a hacer! El caso es que esta paleolitodulia no es contagiosa: al menos, para nuestra desgracia, ningún concejal de urbanismo la ha contraído en lo que se sabe por la experiencia, habida cuenta de las atrocidades que cometen los más diversos gobiernos municipales con el casco viejo de nuestras ciudades españolas, demoliendo todo edificio antiguo con afán y saña para ver clarear los solares con los que los más desalmados se hacen ricos.
Después de la última visita a Baeza -que no dejó de ser otra peregrinación- volví a leer los versos de Machado... Y se habían revestido del aura de projimidad. El lector que era había estado en el mismo aulario del Instituto de Bachillerato donde había impartido clase el ilustre vate sevillano. Había visto a mi profesor (q.e.p.d.) verdaderamente emocionado en aquella estancia baezana; ahora entendía que D. José Juan vibrara leyendo ciertos poemas de Machado en nuestras clases. En aquel aula de Baeza pareciera que Machado podría entrar por la puerta en cualquier momento, para darnos su lección de Lengua Francesa y la vibración de aquella vivencia dejó su huella. Repetida la visita, muchos años después, me senté frente al Sagrario y pensé en la descripción del santo vecindario de Baeza que debemos a Francisco de Bilches. Baeza fue una avanzadilla del Santo Reino de los Santos, del Reinado Social de Cristo Rey que está al llegar.
MACHADO, OTRA VEZ
Como centro que concentra tradición espiritual, arte e historia, Baeza es un lugar privilegiado para aguzar la vista y otear el horizonte futuro. Como si de un oráculo délfico se tratara, quien va a Baeza tiene que ser un bulto para no captar las imágenes, las revelaciones del mundo que está por venir. Machado también fue vate. Y como vate, vaticinó lo que en Baeza le fue dado ver.
Leamos los poemas "El dios ibero" y "El mañana efímero".
"Mi corazón aguarda
al hombre ibero de la recia mano,
que tallará en el roble castellano
el Dios adusto de la tierra parda".
(de "El dios ibero", de "Campos de Castilla".)
"-¿Veis? ¡Machado ha confesado su esperanza por la aparición de un hombre fuerte! De un hombre providencial que, a la cabeza de España, restaure toda nuestra grandeza arruinada por malos gobiernos." -decía mi querido profesor D. José Juan, cuando quería enfatizar la preocupación noventayochista de Antonio Machado por España.
Sí. De acuerdo, D. José Juan: Pero ese hombre providencial no puede ser el superhombre, impugnador de la tradición católica. Que es el dios al que pareciera invocar Antonio Machado, después de seguir las lecciones de Henri Bergson en Francia.
También hay otra estrofa, de contenido explosivo:
"Mas otra España nace,
la España del cincel y de la maza,
con esa eterna juventud que se hace
del pasado macizo de la raza.
Una España implacable y redentora,
España que alborea
con un hacha en la mano vengadora,
España de la rabia y de la idea."
(de "El mañana efímero", de "Campos de Castilla".)
En fin... ¿Lo veis con claridad?
Machado, al tomar partido por una de las dos Españas reales que combatieron, se equivocó de España. Pues la "España" por la que apostó aquel hombre (no lo dudamos: bueno -pero no santo), no era España. Era y es su antítesis, la anti-españa (liberal, masónica, krausista, bakuninista, marxista...): la negación de todo lo que somos.
Machado se equivocó de bando. Antonio, claro.
Maestro Gelimer
LIBRO DE HORAS Y HORA DE LIBROS
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