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Tema: Reflejos de Ondárroa

  1. #1
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    Reflejos de Ondárroa


    Ondárroa / Madrid, 20 mayo 2013, Lunes de Pentecostés; S. Bernardino de Siena O.F.M. La detención (tan ridículamente retrasada como entorpecida y espectacular) el pasado día 15 de la terrorista etarra Urtza Alkorta ha atraído la atención de los medios hacia la villa vizcaína de Ondárroa.

    Este Domingo de Pentecostés publicaba el diario ABC un artículo de Jon Juaristi: "Ondárroa. La táctica abertzale de resistencia no violenta supone una continuidad de la estrategia totalitaria de ETA". No muerde Juaristi la mano que le da de comer (los cientos de miles de vascos trasterrados no han recibido los puestos y prebendas que este señor disfruta desde que salió de su tierra). Aprovecha también para arrimar el ascua a la sardina de la geoestrategia anglosionista, y no aprecia debidamente al autor carlista y buen sacerdote de Ondárroa, don Domingo Aguirre (llamado "Txomin" Aguirre por los nacionalistas, a los que era completamente ajeno) cuyas novelas ambientadas en la vida, los usos y costumbres de los "arrantzales" (pescadores) ondarreses son notables.

    Pero en conjunto, viniendo de quien viene, no está mal el artículo, ni el recuerdo del mártir de la Tradición, José María Arrizabalaga Arcocha, jefe de las Juventudes Tradicionalistas del Señorío de Vizcaya, estrechamente ligado a S.A.R. Don Sixto Enrique de Borbón, quien le otorgó a título póstumo la gran cruz de la Orden de la Legitimidad Proscrita.

    Ampliando la información. El primer Arrizabalaga al que se refiere Juaristi no tiene nada que ver con nuestro José Mari, solamente el apellido: no eran parientes. El terrorista Francisco Aldanondo era en cambio pariente cercano de carlistas, de padre requeté y excautivo por España junto a los demás tradicionalistas ondarreses que sufrieron prisión en la cárcel del Carmelo de Bilbao. Un caso más del abandono del Carlismo y el paso al enemigo que fueron efecto tanto de las desviaciones y traición del expríncipe Carlos Hugo y sus colaboradores como de la apostasía de buena parte del clero vasco, que tras el Vaticano II abandonó el catolicismo por el nacionalismo marxista.

    Por lo demás, en el artículo está bastante bien retratada la situación de Ondárroa. Es verdad que ETA puso en marcha un experimento (como dice Juaristi) de limpieza ideológica en esta villa; asesinan a José Mari Arrizabalaga (27 diciembre 1978) y amenazan a su familia y posteriormente a otras; unos se marcharon por no vivir de rodillas, otros se quedaron atemorizados y amordazados. Mientras tanto, quienes han controlado las instituciones se esforzaron desde el principio en impedir que hubiese reacción contra los terroristas y sus aliados, en vez de reprimir a éstos.

    Y es que con los nacionalistas los demócratas pueden negociar, pactar y compartir; con los carlistas, no.

    Artículo completo en este enlace.



    A propósito del artículo reseñado, recordamos una réplica a Jon Juaristi Linacero publicada en ABC el 4 de septiembre de 2010, obra del Jefe Delegado de la Comunión Tradicionalista, profesor José Miguel Gambra:

    Juaristi y el carlismo

    Sr. Director: El ABC del pasado domingo 29 publica un artículo de Jon Juaristi titulado "Carlismos", donde analiza las actividades políticas de don Carlos Hugo de Borbón y le proporciona post mortem los consejos culinarios que le hubieran llevado a ocupar un sabroso puesto en la transición. Aplaude Juaristi su designio de aprovechar la masa del pueblo carlista y la elevada temperatura del horno durante el franquismo decadente, para cocinar un buen pastel con crema de socialismo, fina capa de regionalismo y churretón de progresismo por encima. Lamenta, sin embargo, que no supiera aprovechar esos sabrosos elementos en tan excelente ocasión y que equivocara el aderezo, poniendo el insípido legitimismo y la foránea especia autogestionaria, en lugar de añadir una pizca de inspiración cristiana, una brizna de democratismo y un sí es no es de sindicalismo, que es lo debería haber hecho.

    El artículo, además de ofrecer un visión sintética del fracasado partido carlista y de su líder, pone de manifiesto la experiencia del articulista en la escuela de repostería política cuyo exponente autóctono más conspicuo fue Martínez de la Rosa, con razón apodado "rosita la pastelera". Tanto don Carlos Hugo como Jon han aprovechado los ingredientes de su despensa de manera similar. El uno, bajo excusa de aggiornamento, usó la autoridad que la legitimidad de cuna le deparó, para intentar el transvase ideológico del carlismo hacia su personal mejunje ideológico, lo cual sólo produjo escisiones y defecciones entre los carlistas. El pueblo carlista, mucho más crítico de lo que se piensa, le fue abandonando y él se quedó a solas con unos corifeos reclutados fuera del tradicionalismo. El fracaso acompañó a su deslealtad, por no decir traición, y así será recordado por la historia. El otro, con la excusa de sucesivas conversiones personales, ha empleado sus talentos para buscar el éxito a lo largo de todo el espectro político: desde ETA, a la que sirvió de correveidile con el falso carlismo, hasta el PP madrileño, pasando por el comunismo, el socialismo, el judaísmo y de qué se yo cuántos ismos más. Colmada de honores y prebendas, su vida no pasará, sin embargo, a historia alguna, a no ser que algún literato le dé por contarla y le granjee un merecido lugar junto al buscón don Pablos, a Guzmán de Alfarache y a Gil Blas de Santillana.

    Salvadas las distancias, ambos han confundido la técnica del gatuperio, para procurarse poder y honores, con el noble arte del político. La política, enmarcada desde Aristóteles en la ética, debiera acomodar prudentemente a las circunstancias cambiantes de España los principios del saber político que nos ha legado el occidente cristiano. Legado que une al propio Estagirita con San Agustín y Santo Tomás y a los maestros de la escolástica española postrenacentista con los pensadores carlistas, que lo recogieron y enraizaron en las costumbres españolas.

    Uno y otro no sólo aparentan desconocer todo eso, sino que se han mostrado incapaces de concebir doctrina alguna a la que servir, para bien de la comunidad, sin convertirla en objeto de chalaneo para otros fines. Los carlistas tenemos que agradecer las despectivas palabras de Juaristi hacia nosotros. Primero, porque otra cosa nos hubiera sonado a insulto, y, segundo, porque evidencia ese gusanillo de intranquilidad que sigue produciendo el carlismo. No tanto por nosotros mismos, que ahora estamos empequeñecidos (menos de lo que Juaristi cree), sino porque la doctrina carlista tiene tanta vitalidad intrínseca que ya tenemos por costumbre ver su esquela en los periódicos sin inmutarnos.



    Este lunes de Pentecostés, en Zoom News / Zoom País Vasco, el periodista Gorka Angulo escribe también sobre el genocidio nazionalista en la misma villa vizcaína: "El puente de Bildu en Ondarroa". Tiene algunos aciertos, pero la lista de errores es demasiado extensa.

    Para empezar, la confusión en términos y en conceptos. Hablar de "Euskadi", o hablar de "fascistas" y "nacionalismo español" en la villa vizcaína de Ondárroa, resulta sencillamente ridículo. Pero el Sr. Angulo evidencia su propia formación inicial cuando llama "monumento a caídos del bando nacional en la Guerra Civil" al "monumento en memoria de los 18 muertos y desaparecidos del pueblo en el crucero 'Baleares', la gran tragedia marítima de los nacionales en el Cabo de Palos en 1938. La villa marinera fue el municipio de España que más voluntarios (48) dio a lo que los carlistas locales llamaban 'crucero Baleares, boina roja de los mares'". El periodista combina vocabulario "políticamente correcto" de dos épocas distintas: los carlistas rechazaron siempre la jerga fascistizante de los "caídos" que usaba la propaganda falangista.

    La confusión de Gorka Angulo continúa con la cita de otra fuente no fiable, Mario Onaindía, para decir que "a pesar de la fama vasquista de Ondarroa, el 18 de julio 'en muchísimos balcones del pueblo ondeaba la bandera española con el escudo franquista'". Es que los vasquistas de Ondárroa usaron siempre la bandera española; y hasta 1980 se colgaba profusamente en los balcones ondarreses, no sólo el 18 de julio, sino también el 6 de marzo, Día del "Baleares", y el 4 de octubre, Liberación de Ondárroa. Pero en las viviendas esas banderas iban sin escudo, como corresponde. Al menos una valiente carlista siguió colgándola muchos años más. También se llevaban coronas de laurel al monumento a los muertos del Crucero Baleares.

    La gran "bertsolari" carlista Sotera Aldarondo, que el Sr. Angulo cita, autora de los "bertsos" dedicados al asesinado José Mari Arrizabalaga, nunca habló de "raza". Sotera Aldarondo, por cierto, nunca abandonó Ondárroa y aguantó el tipo hasta su muerte. Tampoco se entiende bien al periodista cuando dice "en otros comicios, Blas Piñar superó el 5% de los votos". Blas Piñar López nunca fue candidato en Vizcaya, ni se presentó a las elecciones su desaparecido partido "Fuerza Nueva" más que como integrante de una coalición, Unión Nacional, cuya candidatura al Congreso de los Diputados en las elecciones generales de 1978 obtuvo en Ondárroa 330 votos, casi el 6 % de los emitidos (probablemente obtuviera más, pero mediara "pucherazo"). Pero se trataba de una coalición en la que también participaba la Comunión Tradicionalista.

    En fin, tenemos que terminar esta reseña con las palabras que dedicábamos al artículo anterior de Jon Juaristi, pero si cabe con más reparos:

    Por lo demás, en el artículo está bastante bien retratada la situación de Ondárroa. Es verdad que ETA puso en marcha un experimento (como dice Juaristi) de limpieza ideológica en esta villa; asesinan a José Mari Arrizabalaga (27 diciembre 1978) y amenazan a su familia y posteriormente a otras; unos se marcharon por no vivir de rodillas, otros se quedaron atemorizados y amordazados. Mientras tanto, quienes han controlado las instituciones se esforzaron desde el principio en impedir que hubiese reacción contra los terroristas y sus aliados, en vez de reprimir a éstos.

    Y es que con los nacionalistas los demócratas pueden negociar, pactar y compartir; con los carlistas, no.

    Artículo completo en este enlace.




    Libro relacionado: Vasconia españolísima, por Zacarías de Vizcarra Arana. Durandarte, 2012. En La Librería Católica

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  2. #2
    Martin Ant está desconectado Miembro Respetado
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    Re: Reflejos de Ondárroa

    Y es que con los nacionalistas los demócratas pueden negociar, pactar y compartir; con los carlistas, no.
    Es importante también señalar la decisiva influencia (más incluso, creo yo, que la de Carlos Hugo (que Dios le haya perdonado) y del Vaticano II) que tuvo Franco en la progresiva invasión del nacionalismo en las Vascongandas y Navarra. Franco, una vez más (dentro de su interminable católogo de políticas suicidas y estúpidas al servicio de... su propia estabilidad y tranquilidad en el poder político) prefería infinitamente más la presencia política y cultural activa del nacionalismo vasco a la presencia del legitimismo javierista en dichos territorios; política ésta que no dejó en ningún momento de promocionar de manera tanto directa como indirecta, haciéndo todo lo posible por desalojar y destruir la "incómoda" sana influencia legitimista en dichos territorios, vacío el cual iría ocupando progresivamente los nacionalistas (un ejemplo más de la verdadera sentencia de que los lodos del régimen juancarlista tuvieron su origen inmediato en los polvos del régimen revolucionario franquista en todos los aspectos: políticos, económicos y culturales).

    Para más información, me remito al brillante artículo que el prestiogoso abogado y javierista Jesús Evaristo Casariego publicó en La Nueva España el 20 Junio de 1980, donde explica todo este capítulo particular de los desmanes generales de la política franquista con pelos y señales en contestación a unas falsedades vertidas por Fraga en un libro suyo de memorias.
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  3. #3
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    Re: Reflejos de Ondárroa

    Cita Iniciado por Martin Ant Ver mensaje
    Para más información, me remito al brillante artículo que el prestiogoso abogado y javierista Jesús Evaristo Casariego publicó en La Nueva España el 20 Junio de 1980, donde explica todo este capítulo particular de los desmanes generales de la política franquista con pelos y señales en contestación a unas falsedades vertidas por Fraga en un libro suyo de memorias.
    Una insignificante corrección: Jesús Evaristo Casariego, aunque era doctor en Derecho, apenas estuvo colegiado o ejerció como abogado. Fue principalmente escritor y periodista, amén de profesor universitario unos años.

  4. #4
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    Re: Reflejos de Ondárroa

    Sr. Martin Ant , si quiere puede asomarse a un intercambio amistoso de pareceres entre el Sr Chanza y un servidor, de hace unos cuantos años sobre las simpatías que tenía el sr Casariego en su mocedad y en los 20-n de los años 70:

    http://hispanismo.org/politica-y-sociedad/8294-la-mejor-epoca-del-20n.html

    J. E. Casariego fue “consejero de la Hispanidad” en 1941 colaborando con el gobierno fascista de Franco, y director del diario fascista "El Alcazar" en los años 40.
    Claro que si el Sr Casariego supo conjugar la admiración al caudillo con el legitimismo, la monarquía tradicional etc., quizá es que el fascismo y el caudillismo no son tan malos como dicen. Y de eso trataba precisamente la tan denostada FET de las JONS. En cualquier caso siempre nos quedará el ejemplo del Sr Casariego para imitarle en su evolución política.

    Y es que si, salga el tema que salga, resulta que Franco siempre es el villano y responsable hasta del toro que mató a Manolete, algunos tendremos derecho a recordar eventos colaterales para mejor entender los afectos y las fobias del sr Casariego (y de otros carlistas, digamos "tardíos, que los hay).


    Respecto al tema de ETA y el Vaticano II, habría tanto que decir que lo dejo para mejor ocasión.

    "... Los siglos de los argumentadores son los siglos de los sofistas, y los siglos de los sofistas son los siglos de las grandes decadencias.
    Detrás de los sofistas vienen siempre los bárbaros, enviados por Dios para cortar con su espada el hilo del argumento." (Donoso Cortés)

  5. #5
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    Re: Reflejos de Ondárroa

    Cita Iniciado por ALACRAN Ver mensaje
    Sr. Martin Ant , si quiere puede asomarse a un intercambio amistoso de pareceres entre el Sr Chanza y un servidor, de hace unos cuantos años sobre las simpatías que tenía el sr Casariego en su mocedad y en los 20-n de los años 70:

    http://hispanismo.org/politica-y-sociedad/8294-la-mejor-epoca-del-20n.html

    J. E. Casariego fue “consejero de la Hispanidad” en 1941 colaborando con el gobierno fascista de Franco, y director del diario fascista "El Alcazar" en los años 40.
    Claro que si el Sr Casariego supo conjugar la admiración al caudillo con el legitimismo, la monarquía tradicional etc., quizá es que el fascismo y el caudillismo no son tan malos como dicen. Y de eso trataba precisamente la tan denostada FET de las JONS. En cualquier caso siempre nos quedará el ejemplo del Sr Casariego para imitarle en su evolución política.

    Y es que si, salga el tema que salga, resulta que Franco siempre es el villano y responsable hasta del toro que mató a Manolete, algunos tendremos derecho a recordar eventos colaterales para mejor entender los afectos y las fobias del sr Casariego (y de otros carlistas, digamos "tardíos, que los hay).
    Me produce una pereza indescriptible, pero se acerca el centenario de Casariego y me molesta que ciertos sujetos quieran manchar su memoria. En este caso tanto la ignorancia como la mala intención son evidentes; pero la experiencia demuestra que por Internet anda mucha gente que no lee con atención.

    En el hilo citado, antes de aburrirme, ya había contestado a algunas de estas tonterías. Como el forista "Alacran" entonces sólo había leído un par de cosas en una publicación reciente, intentó rellenar con imaginación lo que no sabía, que era casi todo.

    J.E. Casariego tuvo una época apartado de la disciplina de la Comunión Tradicionalista. Aunque nunca dejase de considerarse carlista.

    De la dirección del diario El Alcázar fue apartado por el gobierno de Franco, por no acatar sus directrices.

    Antes de que terminase la II Guerra Mundial ya estaba Casariego alejado de cualquier instancia oficial. Y antes de esto había rechazado varios cargos de importancia.

    Tras algo más de una década apartado de la política directa, dedicado a la enseñanza universitaria, al periodismo y a publicar varios libros, se reintegró plenamente en la Comunión Tradicionalista. Completamente al margen del franquismo. Década de 1950.

    En dos actos de la Plaza de Oriente fue orador como representante de la Comunión Tradicionalista. Comunión en la que había nacido y en la que murió. Leal. No antifranquista, porque Franco ya había muerto. Pero con un profundo desprecio por aquello.

    Casariego es recordado por todos los que le conocieron como un perfecto caballero, un hombre íntegro, de honor intachable. Sus enemigos políticos se lo reconocían también. Un hombre que cometió errores políticos en su juventud --creyendo ingenuamente que un régimen malo podía reconducirse a algo bueno-- sin buscar con ellos promoción personal: al contrario, rechazándola y creándose dificultades. El francofalangismo tuvo especial interés en evitar que volviera a dirigir periódicos; en sabotear su carrera como profesor universitario; incluso se recurrió al pucherazo para impedir su elección como concejal en Luarca. Siempre, como era la práctica habitual, ofreciéndole cargos y prebendas si quemaba incienso al "Caudillo". En lugar de eso, defendió tenazmente a la Familia Real legítima.

    EDITADO POR ADMINISTRADOR: quito la última frase que era innecesaria.
    Última edición por Donoso; 23/05/2013 a las 03:57
    muñoz dio el Víctor.

  6. #6
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    Re: Reflejos de Ondárroa

    En este interesante reportaje José Luis Pérez de Castro recuerda a Casariego.



    Imperium Hispaniae

    "En el imperio se ofrece y se comparte cultura, conocimiento y espiritualidad. En el imperialismo solo sometimiento y dominio económico-militar. Defendemos el IMPERIO, nos alejamos de todos los IMPERIALISMOS."







  7. #7
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    Re: Reflejos de Ondárroa

    Cita Iniciado por Erasmus Ver mensaje
    En este interesante reportaje José Luis Pérez de Castro recuerda a Casariego.
    Discúlpeme don Erasmus, pero el reportaje deja de ser interesante cuando se conoce a Casariego, y lo es menos aún cuando se conoce a J.L. Pérez de Castro. Las anécdotas las cuenta Pérez de Castro mal; de hecho casi todas están publicadas en el libro de homenaje a J.E. Casariego que apareció en 1984. Otras cosas se las inventa, y otras las silencia. Pérez de Castro tiene además muy mala conciencia respecto de Casariego, por asuntos que no voy a explayar aquí; digamos que el muerto, de no estarlo, habría dado una buena paliza al vivo, que es un vivo. Una muestra aquí: Yahoo! Grupos

    Y otra aquí: J.E. Casariego, veinte años | Voluntad
    En este último enlace se habla de "turbios figurones": P. de C. es uno de ellos, en este contexto quizá el más conspicuo.
    Última edición por Chanza; 23/05/2013 a las 03:31
    muñoz dio el Víctor.

  8. #8
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    Re: Reflejos de Ondárroa

    Muchas gracias por la info, don Chanza.
    Chanza dio el Víctor.



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  9. #9
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    Re: Reflejos de Ondárroa

    Sr. Martin Ant , si quiere puede asomarse a un intercambio amistoso de pareceres entre el Sr Chanza y un servidor, de hace unos cuantos años sobre las simpatías que tenía el sr Casariego en su mocedad y en los 20-n de los años 70:

    http://hispanismo.org/politica-y-sociedad/8294-la-mejor-epoca-del-20n.html

    J. E. Casariego fue “consejero de la Hispanidad” en 1941 colaborando con el gobierno fascista de Franco, y director del diario fascista "El Alcazar" en los años 40
    Alacran. Yo citaba a J. E. Casariego por los argumentos incontestables que él señalaba en su artículo, sin hacer más consideraciones al respecto. Sobre la vida privada de Casariego ya habrá otros foreros que la conocerán muchísimo mejor que yo, de la cual desconozco casi todo.

    Pero de todas formas, si no le gustan los datos y argumentos de Casariego sobre la política desastrosa de Franco en el caso particular de las Vascongadas y Navarra (favoreciendo a los "cómodos" y "manejables" nacionalistas democristianos frente a los "imposibles de tratar" javieristas) porque usted los considere a priori "partidistas" o tendenciosos, no tengo ningún inconveniente en citar otras fuentes ajenas a la abundante literatura legitimista al respecto que señalan también esta misma evidencia.

    Claro que si el Sr Casariego supo conjugar la admiración al caudillo con el legitimismo, la monarquía tradicional etc., quizá es que el fascismo y el caudillismo no son tan malos como dicen. Y de eso trataba precisamente la tan denostada FET de las JONS.
    Todos los intelectuales legitimistas (no hablo de la porción del pueblo español que era legitimista porque todo él -no digo casi todo, sino todo él- o se fue detrás del Rey legítimo Javier I o se fue a sus casas cuando veía la evolución política que estaba llevando el entonces Príncipe de Asturias Carlos Hugo, pero nunca se fue con Franco) que se fueron con Franco salieron de la Comunión legitimista motu propio o fueron expulsados.

    Sinceramente Alacran, no comprendo su insistencia en tratar de "demostrar" una supuesta compatibilidad pacífica entre el legitimismo español y el régimen revolucionario franquista. Los únicos que se autotitulaban "carlistas" y gritaban "vivas" a Franco era el grupúsculo minoritario de los carloctavistas, que estaban a sueldo de Franco (literalmente hablando, es decir con partida de los presupuestos del Estado incluida) y que les servía como un elemento más en su afán destructivo de los javieristas.

    Mire, Alacran. Yo podría entender que los franquistas consideréis como una acción patriótica el intento de destrucción de la Comunión por parte de Franco. Es más, yo podría entender que los franquistas consideréis una acción patriótica el insulto, la denostación y la expulsión continua de suelo español al exilio de aquél que poseía la legitimidad política española en ese momento, es decir, Don Javier de Borbón (primero a título de Regente y luego a título de Rey) y a la Familia Real, por parte de Franco. Y digo que yo entendería todo esto porque a fin de cuentas el régimen revolucionario franquista era incompatible con la tradición política y legitimista española y era lógico que se produjera todo esto. Pero lo que no me cabe en la cabeza es que luego vengan a recriminar a los legitimistas españoles que por qué no aplauden a Franco y a su régimen por haber hecho esto. Sinceramente es de locos.

    En cualquier caso siempre nos quedará el ejemplo del Sr Casariego para imitarle en su evolución política.
    Alacran. No sólo el legitimismo español no ha evolucionado en sus principios (que no son más que los de la Tradición política católica e histórica española) y en su lealtad a aquél que según las leyes fundamentales españolas -nunca abrogadas- los encarna, desde la etapa revolucionaria franquista a la actual etapa revolucionaria juancarlista; es que nunca ha evolucionado en dichos principios ni en dicha lealtad desde que comenzó en solitario -y aún hoy día lo sigue haciendo- la lucha contra la Revolución implantada provisionalmente en suelo español desde 1833 hasta hoy, y la consecuente lucha por la restauración de la Monarquía tradicional española mediante la previa restauración en el Trono de aquél al que en cada momento legítimamente le correspode conforme a las leyes susodichas nunca abrogadas. Insisto, no sé de qué evolución política habla usted. El legitimismo ha sido coherente en todo momento en la defensa de los principios tradicionales políticos españoles y en la persona que los encarnaba en cada momento frente a la Revolución (encarnada consecutivamente y sin solución de continuidad por Maria Cristina, la Isabelona, el Sexenio Revolucionario, los dos Alfonsos, la República, Franco y actualmente Juan Carlos, el sucesor querido por Franco).

    Y es que si, salga el tema que salga, resulta que Franco siempre es el villano y responsable hasta del toro que mató a Manolete, algunos tendremos derecho a recordar eventos colaterales para mejor entender los afectos y las fobias del sr Casariego (y de otros carlistas, digamos "tardíos, que los hay).
    Franco es responsable de lo que es responsable (igual que la Isabelona, los dos Alfonsos o el actual Juan Carlos son responsables de lo que son responsables). Por supuesto, para no perder de vista la verdadera memoria histórica, es por lo que es indispensable la recopilación de datos y la presentación de argumentos que justifiquen las afirmaciones señaladas. Existen en ese sentido muchos hilos en este Foro, pero ni mucho menos tocan en su totalidad reunidos ni la mínima parte de lo que todavía, en mensajes futuros, pueden ampliarse sobre el régimen revolucionario de Franco y sus efectos a corto y largo plazo perniciosos sobre los españoles (cada vez que me adentro más en la investigación de este periodo histórico me confirmo más en la idea que entre todos los revolucionarios desde 1833, no hubo nadie que hiciera un trabajo más sutil y despiadado de -en términos menendezpelayísticos- hacer orgánica la revolución allí donde no podía serlo; gracias a Dios Franco fracasó en el intento, pero esto otra historia).
    Última edición por Martin Ant; 23/05/2013 a las 15:31
    Ordóñez, Chanza y muñoz dieron el Víctor.

  10. #10
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    Re: Reflejos de Ondárroa

    Habría tantísimo que matizar en sus afirmaciones que no sé por dónde empezar (comenzando por su maniqueista dicotomía: "tradicional” vs. “revolucionario" que a buen seguro no proviene de ni de Balmes ni de Donoso Cortés ni de Menéndez Pelayo).
    ¿Pero cree Vd realmente en esas dicotomías tan simplistas? ¿Pero cree Vd acaso que no ha habido intelectuales en España que han sabido cien veces más que Vd y yo juntos y nunca han hecho una clasificación tan pobre y ni siquiera una clasificación?

    ¿Se puede saber por qué lo que no ha condenado, sino que hasta han alabado Papas católicos 100% como Pío XI o Pío XII lo tiene que condenar Vd ex cátedra? ¿Cuando un papa ha dicho que el carlismo es poco menos que dogma de fe y que el que no sea carlista es “revolucionario”?

    Le rebatiría a Vd todas sus afirmaciones doctrinarias sobre legitimismos y no apelando a franquismo alguno sino a la historia humana y a veces mezquina y miserable de esos reyes de ostentosísimo título tradicional.

    Los argumentos teórico-políticos que Vd utiliza constantemente no resisten una confrontación mínima con la Historia; son sólo una ficción interesada.

    ¿Qué tiene la mitológica fecha de 1833 en sentido carlista o liberal que no tenga la época miserable de Fernando VII o de Carlos IV?

    ¿Por qué conociendo a esos desgraciados Borbones tenemos que imaginar -así gratuitamente, por que Vd lo da como oráculo divino- que la solución de España estaba en los herederos de Carlos IV, fueran de la rama que fueran?

    ¿Qué debe España a los Borbones “tradicionalistas” para qué Vd insista tanto en su legitimidad y en su derecho divino a no sé qué?

    ¿Acaso el “tradicionalista” (¡¡¡) Carlos III frenó la famosa y maldita “Revolución? ...No, sino que fue él, “el tradicionalista” (¡¡¡) el que la precipitó con sus ilustrados amigos de Voltaire etc...

    Si quiere podemos seguir rey por rey hasta los tiempos del desgraciado Carlos II o del enfermo Enrique IV o del sanguinario Pedro el Cruel... a ver las bondades de la “Tradición” y seguiremos hasta el “catoliquísimo” Alfonso X el Sabio y sus nigromancias y saberes ocultos...

    Y volviendo al tema de Franco. Recapacite Vd en que si el -legitimísimo- rey de las Españas- por derecho divino- su majestad -excelentísima- D. Fernando VII - por la gracia de Dios, etc... nombró por sucesora una hija que inauguró el liberalismo en España... pues Franco no hizo otra cosa entonces sino aprender de dicho egregio rey "tradicionalista", y no equivocarse más que él. (Elegir entre los mamarrachos Juan Carlos y el -legitimísimo- Carlos Hugo ya era difícil de por sí).
    Y con el agravante que el legitimísimo Fernando VII perdió toda América y Franco un simple militar hizo a un país de alpargata la 10ª potencia industrial del mundo. ¡¡Válgame Dios si la cosa hubiera sido al revés!!
    Así que aplique el cuento de Franco a Fernando VII que se lo merece bastante más y su historia y mezquindad echa por tierra todas las bondades del tradicionalismo.
    O a Carlos IV con Godoy...

    Y así podíamos seguir.


    Políticamente yo me quedé en Quevedo, Saavedra Fajardo y Gracián en el siglo XVII. En ese sentido soy aun más carca que Vd. Pero puestos a imaginarnos pasados que no volverán o que no fueron... yo me quedo con los Césares Romanos.

    entre todos los revolucionarios desde 1833, no hubo nadie que hiciera un trabajo más sutil y despiadado de -en términos menendezpelayísticos- hacer orgánica la revolución allí donde no podía serlo
    ¿Y cita Vd a Ménéndez Pelayo para justificar el carlismo?Menéndez Pelayo nunca fue carlista ni dijo una palabra a favor del carlismo ni del legitimismo carlista. Digo yo que, en la medida que no defendió el carlismo, Menéndez Pelayo debería figurar con los “revolucionarios” ¿no? ¿o éste sí se salvaba de la “revolución? Por supuesto no deberá Vd citar a los “revolucionarios” Donoso Cortés (¡válgame Dios) y Balmes, que estaban con la como Vd dice “Isabelona”. (No sé qué intelectual hispano del XIX le quedará a Vd).

    No simpatizo en absoluto con el liberalismo ni tengo nada contra el carlismo, pero sí contra las exageraciones del carlismo (o más bien de algunos carlistas),

    Ya le digo que no voy entrar en debate. Estos temas me atraían hará bastantes años; no ahora. Por otro lado, necesitaríamos un ámbito neutral donde poder debatir, no en este Foro.
    Tema cerrado.

    (Si durante la Transición alguien nos hubiera dicho que jóvenes “derechistas” nacidos después de muerto Franco, al que solo conocerían por referencias, iban a odiarle casi más que los rojos y nos darían lecciones de antifranquismo- ..., en fin...)
    Última edición por ALACRAN; 25/05/2013 a las 11:41
    "... Los siglos de los argumentadores son los siglos de los sofistas, y los siglos de los sofistas son los siglos de las grandes decadencias.
    Detrás de los sofistas vienen siempre los bárbaros, enviados por Dios para cortar con su espada el hilo del argumento." (Donoso Cortés)

  11. #11
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    Alacran. La verdad es que mentiría si no dijera que me alegro mucho de su último comentario. De verdad, sin acritud ninguna. Digo esto porque si precisamente participamos en este (o en cualquier otro) Foro (y, creo yo, no hace falta para eso acudir a otro foro "neutral") es para, mediante el debate, dilucidar con datos y argumentos las afirmaciones que vertimos. De hecho yo no tenía otra intención a la hora de entrar aquí como expresé en mi primer mensaje. Y me alegro también de su último comentario porque viene a cuento del mismo asunto en el que ya tuvimos usted y yo una discusión en otro hilo a propósito de una entrevista a Javier Garisoain. Tenía pensado poner algo relacionado con este tema en el último hilo que abrió recientemente el forero Ordóñez sobre la política, pero ya aprovecho para ponerlo aquí aunque sea salirse momentáneamente del tema de este hilo.

    Verá, Alacran. Usted me "acusaba" en el debate del hilo antes mencionado de ser dogmático en materia política en lo que se refiere al caso concreto o particular español. Y le puedo decir que no tengo ningún problema en ese sentido en reconocerlo. Pero al mismo tiempo yo también le "acuso" a usted de ser dogmático en lo que se refiere a la política española, histórica y actual, y a la interpretación y explicación de la misma. ¿Y por qué? Pues porque, si somos honrados, hemos de reconocer que es imposible no ser dogmático a la hora de realizar dicha interpretación de la historia política española, histórica y actual. Este es uno de los casos en donde se aplica el principio de no contradicción, y el principio de no contradicción nos constriñe necesariamente a ser dogmáticos a la hora de señalar cuál es la verdadera interpretación de la historia política española, de cuáles son sus claves de explicación, y por tanto a raíz de dichas explicaciones-interpretaciones, encontrar cuáles son los auténticos problemas y, por tanto, las auténticas y verdaderas soluciones en lo que se refiere al caso particular y concreto de la política española.

    Vamos a poner los casos de este, insisto, necesario dogmatismo.

    En primer lugar, todo lo anterior nos exige establecer cuáles van a ser los verdaderos términos de la disputa política, de la verdadera dialéctica en todo este asunto. Usted piensa que la verdadera dialéctica está entre franquismo (buenos) y antifranquismo revolucionario (malos). De acuerdo, vale. Pero yo por otro lado, le afirmo que los verdaderos términos de la disputa historia política española de los tiempos recientes no es ésa, sino que la verdadera dialéctica viene trazada por Tradición (y legitimidad que lo encarna, por un lado ) y Revolución (y usurpación que lo encarna por otro lado). Esto en lo que se refiere a los principios políticos en disputa o en lucha (es decir, cuáles son los verdaderos principios políticos que informan la política en el caso particular y concreto español de manera multisecular), los cuales son permantentes (y que no deben confundirse con las aplicaciones prácticas y adaptaciones de los mismos a las circunstancias concretas de cada momento).

    Estos principios políticos nos llevan al segundo dogmatismo, el de la persona que conforme a la legalidad jurídica que dichos principios informan (y que se recogen en las Leyes Fundamentales españolas, nunca abrogadas), encarna la legitimidad en cada momento. Este segundo dogmatismo, es quizá más claro que el anterior, en el sentido de que (y siempre de acuerdo al principio de no contradicción) siempre debe haber alguien que encarne la legitimidad de la comunidad política, lo que implica necesariamente que los otros que afirmen también esa misma legitimidad sean usurpadores o falsas e ilegítimas potestades políticas.

    Perdón por hacer esta disgresión filosófico-político-jurídica previa, pero es que si no se comprenden estos fundamentos preliminares no se entenderá nada de cuál es y dónde está el meollo de la verdadera lucha y disputa política que venimos padeciendo en los últimos tiempos entre los españoles (aunque podría ampliarse a todo el resto de países occidentales, incluso a nivel universal).

    ¿En qué se traduce todo esto en la práctica, o cuál es su manifestación histórica en el caso particular español? En lo siguiente:

    Un legitimista español es dogmático a la hora de decir que Carlos V es el Rey legítimo. Pero no es menos dogmático un revolucionario español que dice que Maria Cristina es la regente legítima. Uno de los dos necesariamente tiene que tener razón.

    Un legitimista español es dogmático a la hora de decir que Carlos VI es el Rey legítimo. Vale. Pero no lo es menos que un revolucionario español, que se pone detrás de Isabel II diciendo que ella es la Reina legítima. Usted pone los ejemplos de Donoso y Balmes como isabelinos. Ciertamente. Pero la honradez intelectual obliga a examinar los argumentos expuestos sobre quién verdaderamente (adverbio que expresa posición dogmática) poseía la legitimidad. Ese estudio sosegado es lo que llevó a ex-isabelinos arrepentidos a hincar la rodilla delante del representante legitimista (Aparisi i Guijarro, Villoslada, Tejado y muchos ejemplos de intelectuales tradicionalistas más que no tuvieron la desgracia de tener una muerte prematura como Donsoso y Balmes, que seguramente su evolución política los hubiera llevado a buen puerto).

    Un legitimista español es dogmático a la hora de decir que Juan III y Carlos VII fueron Reyes legítimos (y Regente la Princesa de Beira en el interregno). Cierto. No menos dogmáticos que los que equivocadamente presionaban para reconocer a Alfonso XII y a su esposa Maria Cristina como rey y regente legítimos respectivamente. Quizá el caso más paradigmático de dogmatismo en este sentido fuera el del Papa Leon XIII. Cuando el Papa les dijo a un grupo representativo de carlistas que reconocieran a Maria Cristiana como su soberana legítima, ellos le contestaron que con mucho gusto la reconocerían cuando Su Santidad reconociera como legítimos a los Saboya (je, a esto se le podría llamar dogmatismo selectivo).

    Un legitimista español es dogmático a la hora de decir que Jaime III es el Rey legítimo. El mismo dogmatismo rige para aquellos españoles que le hacían el juego a los revolucionarios reconociendo como legítimo a Alfonso XIII.

    Un legitimista español es dogmático cuando reconoce a Don Alfonso Carlos como Rey legítimo. ¿Acaso esa porción del pueblo español que era leal a su Rey legítimo iba a ser menos católica sólo por el hecho de hacer caso omiso a la declaración colectiva del episcopado español que animaba a los "buenos católicos" a reconocer y aceptar pacíficamente la llegada del régimen republicano y el respeto de los "poderes constituidos"? ¡Qué dogmáticos se nos volvieron los obispos, cuando, desde el Concordato de 1851, les obligaban desde el Vaticano a respetar a esos nuevos "poderes constituidos"! Se vé que en el caso español querían hacer una excepción a aquella máxima del Syllabus de que del hecho (léase, de la fuerza ejercida al servicio de los revolucionarios) no nace el derecho. Era un ejemplo más de que aquello que brillantemente predicaban los Papas preconciliares (de los posconciliares no hablo, pues éstos por lo menos sí que son coherentes en su políticas prácticas en consonancia con su neodoctrina) en sus encíclicas pero luego, en las consejos políticos concretos, hacían todo lo contrario.

    Un legitimista español es dogmático cuando reconoce a Don Javier como su Regente legítimo primero, y luego como su Rey legítimo. Pero no menos dogmático que aquéllos que dicen que Franco es el poseedor legítimo del poder político. En ese sentido, es lógico y coherente que Franco, siguiendo la misma "tradición" que sus antecesores revolucionarios y continuando su misma estela, realice la política "patriótica" de intentar destruir a todos aquéllos que le contestan y le disputan su dogmática legitimidad gritando Vivas a Don Javier, destrucción la cual, por supuesto, tenía que ir principalmente dirigida a aquél (es decir, el Rey Javier) que encarnaba y encabezaba a aquellos "poco patrióticos" legitimistas que le disputaban y contestaban el poder político y la legitimidad al dictador.

    Finalmente, a día de hoy. Un legitimista español es dogmático cuando reconoce como verdadero poseedor de dicha legitimidad política a Don Enrique de Borbón (a día de hoy, por ahora, a título de Regente). Pero no es menos dogmático que aquéllos que le niegan dicha legitimidad y se la conceden o a Juan Carlos o a una hipotética nueva república o nueva dictadura revolucionaria.

    Todo este esquema está por supuesto resumdísimo. Pero creo que puede servir de preliminar necesario para un enfoque correcto de una futura discusión con usted Alacran (o con quien sea), discusión en la cual ya podrán realizarse las ampliaciones en las aportaciones de documentos, datos, pruebas, etc... que justifiquen y fundamenten los argumentos aportados.

    Creáme Alacran si le digo que todo esto no es más que fruto de mis lecturas e investigaciones históricas. Es precisamente el estudio de la historia lo que nos hace ver dónde está el verdadero problema y, por tanto, encontrar la verdadera solución. ¿Cree usted Alacran que en mi evolución política personal no pasé por una etapa franquista? ¿Cree usted que no me conozco de memoria todos los argumentos franquistas que defendí frente a los argumentos antifranquistas revolucionarios en la Universidad? ¿Cree usted que no me sorprendí amargamente cuando al empezar a estudiar el legitimismo español no podía comprender, al principio, sus fuertes críticas hacia Franco y al régimen revolucionario que él encarnaba?

    Insisto. Alacran. Cuando lo desee usted, comenzamos el debate, porque no hay nada mejor en un debate que precisamente su finalidad: encontrar la verdad, la cual también existe en lo que se refiere a la política española concreta, tanto histórica como actual.
    Última edición por Martin Ant; 25/05/2013 a las 20:32
    Xaxi dio el Víctor.

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