El origen de los vascos, mucho más reciente de lo que se creía

José Manuel Nieves / Madrid



Los hallazgos de El Portalón, en Atapuerca, fechan los orígenes del pueblo vasco en un periodo posterior a la aparición de la agricultura


J. Trueba/Madrid Scientific films
Niño calcolítico de hace 4.900 años del yacimiento de El Portalón, del que se ha analizado el ADN


El análisis genético de ocho esqueletos aparecidos en el yacimiento de El Portalón, en Atapuerca, ha cambiado por completo la idea dominante sobre el origen de los vascos. Hasta ahora, en efecto, se asumía que estaban ligados genéticamente a poblaciones pre agrícolas, es decir, mucho más antiguas que la propia agricultura. Como es sabido, la agricultura entró en la península Ibérica en el Neolítico, hace unos 7.500 años. Pero una nueva investigación recién publicada en PNAS acaba de mostrar una realidad bien distinta.

El nuevo estudio, en efecto, sugiere que los vascos actuales están estrechamente relacionados con los antiguos agricultores ibéricos. Es decir, que su origen es mucho más reciente de lo que se había creído hasta ahora.

Torsten Günther, de la Universidad sueca de Uppsala, ha examinado junto a sus colegas los restos genéticos obtenidos de los fósiles de El Portalón. Los ocho esqueletos tienen una antigüedad comprendida entre los 3.500 y los 5.500 años, un periodo que se sitúa en pleno Neolítico y que es, por lo tanto, muy posterior a la adopción de la agricultura en la Península Ibérica. Los investigadores compararon este material genético con el de antiguas poblaciones europeas de otras regiones del continente, y después con los pobladores actuales de esas mismas regiones.

Agricultores y cazadores

Los resultados indican con fuerza que, igual que en el resto de Europa, los antiguos agricultores ibéricos surgieron de un ancestro común, probablemente un grupo de poblaciones agrícolas emigrantes, que se mezclaron con los grupos de cazadores recolectores locales durante varios miles de años, el tiempo que tardó la agricultura en extenderse por toda la Península y que dio origen a la llamada «revolución del neolítico».

Según los autores, los resultados implican que los vascos actuales se parecen más a los antiguos agricultores neolíticos que a cualquier otra población anterior.
En el estudio aparecen como firmantes los tres co directores de los yacimientos de Atapuerca: Juan Luis Arsuaga, Eudald Carbonell y José María Bermúdez de Castro, quien explica a ABC como surgió esta investigación.
«La bióloga y paleontóloga Cristina Valdiosera, segunda firmante del artículo, hizo su tesis doctoral en Atapuerca, precisamente en El Portalón, y después se fue a la Universidad sueca de Uppsala para llevar a cabo su trabajo post doctoral».
Por eso, las muestras de El Portalón se estudiaron en Suecia. La Universidad de Uppsala, en efecto, es una de las muchas instituciones internacionales que colaboran con los científicos de Atapuerca.

Posiblididades del yacimiento

El Portalón es un yacimiento con muchas posibilidades. Baste decir que se han excavado ya diez metros de profundidad, y quedan por lo menos otros treinta por excavar. Y en esos diez metros han aparecido ya restos que van desde la época romana hasta el Neolítico. Es decir, hay series de datos con una antiguedad, por ahora, de hasta unos 8.000 años.
«En Uppsala -explica Bermúdez de Castro- existe una de las bases de datos genéticas más completas que hay. Y los ocho esqueletos de El Portalón conservan restos de ADN perfectamente utilizable pra poder hacer comparaciones. Cuando se hicieron esas comparaciones, en Uppsala se dieron cuenta que esos ocho antiguos esqueletos de Atapuerca (de hace unos 5.000 años) a quien más se parecen es a los vascos de la actualidad».

Origen muy antiguo

Hace apenas unos años, se pensaba que los vascos tenían un origen muy antiguo, que se remontaba incluso a las poblaciones de cromagnones que poblaban la península hace unos 20.000 años. Otros estudios rebajaron después la antigüedad de los habitantes del norte de España hasta el Mesolítico, es decir, a hace unos 12.500 años, un periodo que sigue siendo muy anterior a la adopción de la agricultura.
«Pero con este nuevo trabajo -explica Bermúdez de Castro- no queda más remedio que aceptar el origen Neolítico, mucho más reciente, de los vascos».
«Por supuesto -añade el paleontólogo- eso no significa que no tengamos genes de humanos más antiguos. En nuestro genoma, por ejemplo, hay incluso genes de Neandertal. Y también conservamos genes que proceden del Mesolítico, un periodo en el que los humanos seguían siendo cazadores recolectores. Pero es en el Neolítico, hace unos 7.500 años, cuando la agricultura se extiende por toda la península como la pólvora. Y es entonces cuando las poblaciones pasan de ser cazadores a agricultores y ganaderos».
«Mucho tiempo después -prosigue Bermúdez de Castro- llegaron a la península muchas otras poblaciones, como los bereberes del norte de Africa, los celtas, los visigodos, los romanos... y todos ellos han ido dejando sus propias huellas genéticas. Y es cierto que los vascos lograron librarse de todas estas influencias históricas. Pero no de su origen neolítico, que es de donde procedemos todos».

Un origen común

«La conclusión -afirma el paleontólogo- es que todos, vascos incluídos, tenemos un mismo origen en el Neolítico, hace unos 5.500 años. Todas las diferencias que puede haber, y que hay, entre vascos, gallegos, andaluces o aragoneses, son posteriores y de origen histórico».
Otro aspecto interesante del estudio publicado en PNAS hace referencia al euskera. Según los investigadores, el idioma hablado por los vascos también podría ser de origen neolítico, mucho más reciente de lo que se pensaba, aunque se admite la posibilidad de que su origen sea, por lo menos en parte, Mesolítico, de unos 12.000 años. Es decir, más antiguo.
«En todo caso -apuntilla Bermúdez de Castro- se trata de una cuestión cultural y poco tiene que ver con la Biología. Cualquiera sabe qué lenguas se hablaban en el neolítico, hace 5.000 o 7.000 años. Y menos aún en el Mesolítico. Pero la genética ahí no tiene nada que decir. Lo único cierto es lo que nos dicen los ocho esqueletos analizados (cuatro de ellos muy fiables genéticamente). Son datos científicos y no admiten discusión».



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