LOS DRAGONES DEL REINO DE JAÉN



Escudo del Cabildo de la Catedral de Jaén
Imagen: Jaén, Portal Web Municipal





DRAGONES, SIERPES, LAGARTOS Y SERPIENTAS




Manuel Fernández Espinosa


En pocas zonas de la Península Ibérica, con excepción del norte, encontraremos tantas referencias al dragón como en el antiguo Reino de Jaén: en sus leyendas populares, en su heráldica eclesiástica y nobiliaria, en las leyendas fundadoras de sus pueblos, en la noticia de los festejos... podemos comprobar que el dragón ocupa un lugar destacado en nuestro imaginario colectivo.

Cuando Fernando III el Santo reconquista la ciudad de Jaén, en 1246, solicitó a la Santa Sede el traslado de la sede episcopal de Baeza a Jaén, lo cual le fue concedido por el Papa Inocencio IV, realizándose en efecto la transferencia entre el mes de septiembre de 1248 y el de marzo de 1249. Nuesta S. I. Catedral de Jaén todavía muestra el escudo, compuesto por la figura sedente de la Santísima Virgen con el Niño Dios, teniendo como escabel un dragón y un recinto amurallado que corresponde a la ciudad fortificada de Jaén. La descripción de este dragón ha variado en el correr de los siglos. En algunas versiones se le presenta con "busto y patas de águila, cuerpo de serpiente... y en otras, cuartos traseros de león, alas de murciélago y cola terminada en dardo" -según nos lo describe un trabajo de D. Juan Barranco Delgado. Todo indica que la imagen de la Virgen María de este escudo diocesano se inspira en la Virgen de la Antigua que trajo Fernando III el Santo para ser entronizada en nuestra Catedral, donde hasta la presente recibe culto. En julio de 1282, el Obispo Pascual otorgó al templo de Santa María de Úbeda la categoría de Colegiata y, vinculándolo a la Catedral de Jaén, le concede un sello que guarda una directa relación iconográfica con el escudo de la Catedral jaenera. Según es tradición, algunos han querido ver en la figura de este dragón heráldico una traslación fantástica de una determinada disposición urbanística de la ciudad, incluso con correspondencias astrológicas. No queremos dejar de citar en esta línea los trabajos interpretativos de D. Joaquín Montes Bardo o de D. José Torres Fernández, éste último ha dedicado un libro a esta temática bajo el título "El dragón de Jaén".

Más allá de estas interpretaciones pienso que la iconografía de este escudo es una traslación a la heráldica eclesiástica de Jaén de la Virgen Apocalíptica, de la que San Juan nos habla: "una gran señal apareció en el cielo: una mujer vestida de sol con la luna bajo los pies y una corona de doce estrellas bajo su cabeza [...] Apareció otra señal en el cielo, una gran serpiente roja, con siete cabezas y diez cuernos" (Apoc. 12, 13). Imagen apocalíptica que no puede considerarse sin la referencia al Génesis 3, 15: “Ella te pisará la cabeza mientras acechas tú su calcañar”.

En la heráldica nobiliaria los dragones no faltan. La leyenda del escudo de los Valdivia que poblaron Baeza, expandiéndose por el Reino de Jaén, es curiosa e interesante. En su origen el escudo de los Valdivia no fueron dos dragones, sino un caballero en lucha contra un dragón. Así nos lo cuenta Antonio de Barahona en una carta a D. Martín de Xodar:

"El linage de los Baldibia es de muy nobles caballeros, hijosdalgo en su Solar en la montaña, á un caballero deste linage le aconteció un caso y fue ansí, que un niño hijo suyo saliendo de poblado fue por una montaña á do estaba una Sierpe, la cual se lo comió y cuando supo este caballero como penado por la muerte de su hijo, salió como aburrido á buscar la Sierpe y encontrando con ella dio tan buena maña y recaudo que la mató, de allí los de este linage traen por armas un Caballero peleando con una Sierpe y como desta manera parecía la ejecutoria de San Jorge, conmutaron el caballero en Sierpe de manera que traen dos Sierpes, la principal que representa el caballero trae echado al cuello sobre la lanza el arzón y de la punta de la lanza pasada por la boca de la otra Sierpe".

En Torredonjimeno también contamos con una piedra armera que podemos ver en la fachada de una casa de la Placeta de Cobos. Aparece en este escudo heráldico dos dragones enfrentados y con las colas entrelazadas, haciendo de eje central un pozo con su brocal. Nuestro amigo Andrés Nicás Moreno, en su libro "Heráldica y genealogía en el reino de Jaén", apunta que podría tratarse de una versión del escudo de los Valdivia, aunque por no haber a día de hoy documentación que pueda confirmarlo lo pone prudentemente entre interrogaciones. El caso de este escudo recuerda la pareja de dragones que con profusión se repite como motivo iconográfico en el arte escandinavo e irlandés medieval, aunque en las miniaturas y otros soportes donde irlandeses y nórdicos plasmaron la pareja de dragones, las figuras draconianas adoptan una forma más esquemática.

La popular leyenda del Lagarto de Jaén es por todos conocida. Alfredo Cazabán Laguna y Juan Eslava Galán han escrito las mejores páginas sobre esta leyenda y merece recordarse aquí el libro de Eslava Galán "El Lagarto de la Malena y los Mitos del Dragón" (1980). Las versiones de la leyenda dan como matador del "lagarto" (esto es, del dragón) a un caballero, a un preso o a un pastor.

Pero menos conocido es el hecho del que nos da cuenta los "Hechos del Condestable". cuando Miguel Lucas de Iranzo celebró sus bodas con Doña Teresa de Torres vino a escenificarse como parte de los festejos palaciegos una curiosa función "teatral". En ésta jugó un papel fundamental la servidumbre de la Casa del Condestable, cuyos criados se habían caracterizado para la ocasión ataviándose a manera de extranjeros: "en forma de personas estrangeras, con falsos visages, vestidos de muy nueva e galana manera...". Cuenta el cronista testigo de aquello que la función representaba el drama figurado de una comitiva de niños (los pajes del Condestable) que habían sido tragados por la "serpienta" (dragón) cuando estos pasaban por las proximidades de Jaén: "çerca de aquella çibdad, en el paso de una desabitada selva, una muy fiera e fea serpienta lo avío tragado". La "serpienta" también hizo aparición en la función teatral, merced a un artilugio fabricado por carpinteros: "asomó la cabeça de la dicha serpienta, muy grande, fecha de madera pintada; e por su artefiçio lançó por la boca uno a uno los dichos niños, echando grandes llamas de fuego. Y así mismo los pajes como trayen las faldas e mangas e capirotes llenas de agua ardiente, salieron ardiendo, que paresçía que verdaderamente se quemaban en llamas. Fue cosa por çierto que mucho bien paresçió".

Es una noticia suficientemente interesante, dado que en ella se pone de manifiesto a través de una función teatral y lúdica lo que posiblemente podía ser un antiguo ritual que nos remite al mito universal del "ser tragados por el mostruo". Dicho arquetipo lo encontramos en el pasaje bíblico de Jonás y la "ballena". El monstruo marino se traga a Jonás, manteniendo en su vientre al profeta por tres días para luego vomitarlo de vuelta a la vida. Esto prefiguraba míticamente la muerte de Cristo (tres días muerto) y su resurreción, motivo por el cual la iconografía cristiana, desde las catacumbas, viene reproduciendo este pasaje del Antiguo Testamento.

Antigua disposición heráldica del Escudo de nuestros vecinos de la ciudad de Martos

En otro orden de cosas, los dragones también están presentes en el entramado de mitos fundacionales de Martos. Tanto Diego de Villalta como Francisco Delicado ofrecen sobre este particular un valioso material en sus obras. El patronazgo de Santa Marta en Martos se atribuía precisamente a una legendaria aparición de la santa, especial protectora contra los monstruos como así lo refiere la leyenda hagiográfica que cuenta que Santa Marta mató a la Tarasca, asperjándole con agua bendita. Por esta razón es que la representación de Santa Marta la trae con el acetre y el hisopo y nótese que el actual escudo heráldico de Martos todavía contiene el acetre y el dragón. Contaba Diego de Villalta que Santa Marta apareció providencialmente en Martos, para exterminar una muchedumbre de serpientes que causaban el pánico y muchos estragos entre los primeros pobladores y resuena aquí el mito fundacional de muchas ciudades antiquísimas, siendo muy conveniente que contemplemos que la serpiente es un animal con un simbolismo ctónico muy considerable.

Las consideraciones simbólicas merecerían otro artículo. Aquí hemos ofrecido una aproximación a la enigmática presencia del dragón en nuestra tradición provincial, pero -por supuesto- no está aquí todo dicho.

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