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Tema: En Norteamérica ya sólo se divorcian los negros y los pobres

  1. #1
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    Exclamation En Norteamérica ya sólo se divorcian los negros y los pobres

    Lo dice "The Economist"

    En Norteamérica ya sólo se divorcian los negros y los pobres



    Sorprendente pero cierto: los norteamericanos universitarios y ricos se divorcian poquísimo, mientras que los pobres, y en especial los afroamericanos, se divorcian mucho, y eso los que se casan. La misma tendencia se observa en el nacimiento de hijos fuera del matrimonio: escasísimos en madres universitarias, muy abundantes en madres sin estudios. El asunto lo acaba de examinar The Economist, nada menos. Conclusión: el fracaso matrimonial se ha convertido en causa de una nueva brecha social entre ricos y pobres. La inestabilidad familiar es ya sinónimo de marginación social.

    elmanifiesto.com

    La distancia entre ricos y pobres es cada vez mayor en los Estados Unidos. Y lo que es peor, la movilidad social ha desaparecido casi por completo, con lo cual los ricos se perpetúan en sus buenas condiciones de vida y los pobres siguen viviendo en la miseria. ¿Cuál es el motivo? Según The Economist, el fracaso matrimonial.
    El prestigioso semanario británico parte de dos ejemplos tipo, dos chicas de la Universidad de West Virginia. Una es Ashley, 18 años, que quiere ser criminóloga. Ashley lleva una vida sexual relajada, pero tiene las cosas claras: “Quiero casarme con 24 años, tener hijos con, tal vez, 26. Tener niños fuera del matrimonio no está mal, pero no es muy inteligente”. La otra chica es Laura, con un bebé en sus brazos, en una vivienda precaria y sin nadie que la ayude a cuidar de su hijo: “Su padre no era mi novio –dice Laura-, sólo mi ‘amigo con derecho a roce’. Las cosas se complicaron y él se fue. Yo no quería esto, pero ocurrió.”
    Entre la élite social norteamericana -excluyendo las estrellas de cine, precisa The Economist- la familia nuclear se mantiene bastante bien: sólo un 4% de los hijos con madres universitarias han nacido fuera del matrimonio. La tasa de divorcio ha bajado muchísimo también: de 29% entre 1979 y 1994 a sólo un 16,5% desde esas fechas. Por el contrario, en la parte más baja de la escala educativa la situación es exactamente inversa: la tasa de divorcio ha llegado al 46% entre los que se casaron entre 1990 y 1994, y eso los que lo hicieron… Respecto a la cifra de nacimientos fuera del matrimonio en las mujeres sin graduado escolar, es del 15% y llega a un asombroso 67% en el caso de las afroamericanas.
    Según distintos investigadores, esta “distancia marital” entre los más y menos educados es la causa principal de las desigualdades económicas en Norteamérica. Kay Hymowitz, del Manhattan Institute, institución conservadora, dice en su libro Matrimonio y Casta en América que los niños de las clases medias que se educan con dos padres biológicos “están siendo socializados para triunfar”: son mejores estudiantes, consiguen trabajos mejores y crean sus propias familias, todo lo contrario que los hijos de padres solteros o de familias rotas. Ello crea un círculo vicioso: los que han nacido en la parte baja de la pirámide tienen más posibilidades de permanecer en ese lugar. “América se está convirtiendo en una nación de familias separadas y desiguales”.
    Diversos estudios y cifras concluyentes
    Los datos no mienten: el 92% de los hijos cuyas familias ganan más de 70.000$ al año viven con sus dos padres –incluyendo padrastros y madrastras-, mientras que de las familias que ganan 15.000$, sólo el 20% de los hijos tiene a los dos padres. ¿Por qué dos personas ganan más que una? No sólo por eso. Bárbara Dafoe Whitehead y David Popenoe, del Proyecto Nacional del Matrimonio de la Universidad de Rutgers, lo explican: “El matrimonio es, por sí mismo, una institución generadora de riqueza”. Las personas casadas terminan teniendo cuatro veces más dinero que los que no contraen matrimonio. Esto es así porque dos personas pueden vivir con menos dinero que una -“economía de escala”- y porque el tipo de gente que gana más dinero –los que trabajan duro, planean su futuro y tienen habilidades interpersonales- tiene más probabilidades de casarse “hasta que la muerte les separe”.
    Un aspecto llamativo es la influencia del matrimonio en la conducta. Los hombres casados beben menos y trabajan más, ganando entre un 10% y un 40% más que los que no se casan, aunque tengan la misma formación y curriculum. Además, el matrimonio hace que la gente ahorre e invierta para el futuro. Los miembros de la pareja constituyen, el uno para el otro, un seguro de vida en caso de pérdida de trabajo o enfermedad.
    El profesor Lerman, del Urban Institute, se preguntó si las familias casadas vivían mejor porque las personas que se casan eran mejores, o si se trataba de algo intrínseco al matrimonio. Los resultados de su estudio fueron impactantes: las madres que se casaban vivían en mejores condiciones que las que no lo hacían, aunque tuvieran las mismas dificultades iniciales.
    Otro estudio, el de Adam Thomas e Isabel Sawhill, ofrece cifras impactantes: si la familia negra no hubiera sufrido la crisis que sufrió entre 1960 y 1998, la tasa de pobreza entre los niños negros habría sido del 28,4%, en lugar del 45,6%. Si la familia blanca se hubiera mantenido unida, el porcentaje de pobreza también habría disminuido, del 15,4% al 11,4%.
    El feminismo y la revolución sexual, dos fenómenos propios del siglo XX, eliminaron los prejuicios hacia el sexo, animaron a la mujer a incorporarse a la vida laboral y vieron el matrimonio como un lastre, siendo la opción “madre soltera” una de las más deseadas. Sin embargo, el grado de penetración de estas ideas también varía dependiendo del grado de educación de las mujeres. Para las universitarias, lo mejor es casarse, mientras que, entre las mujeres menos educadas, la opción de la maternidad fuera del matrimonio es la norma. Además, estas últimas suelen ser más jóvenes, tener relaciones menos estables y estar menos preparadas para lo que se avecina que aquellas que tienen estudios. Por supuesto, a los hijos de estas madres solteras o de familias rotas les costará mucho más tener una relación estable y un matrimonio duradero, puesto que no lo han visto en su primer núcleo socializador, la familia.
    Mary Park, del Centro de Leyes y Políticas Sociales, dice que los hijos de familias divididas tienen cinco veces más probabilidades de ser pobres que los que tienen a sus dos padres biológicos (26% frente al 5%). También tienen el doble de posibilidades de no obtener el graduado escolar y de padecer problemas de conducta o psicológicos.

    http://www.elmanifiesto.com/articulo...idarticulo=298
    Aquí corresponde hablar de aquella horrible y nunca bastante execrada y detestable libertad de la prensa, [...] la cual tienen algunos el atrevimiento de pedir y promover con gran clamoreo. Nos horrorizamos, Venerables Hermanos, al considerar cuánta extravagancia de doctrinas, o mejor, cuán estupenda monstruosidad de errores se difunden y siembran en todas partes por medio de innumerable muchedumbre de libros, opúsculos y escritos pequeños en verdad por razón del tamaño, pero grandes por su enormísima maldad, de los cuales vemos no sin muchas lágrimas que sale la maldición y que inunda toda la faz de la tierra.

    Encíclica Mirari Vos, Gregorio XVI


  2. #2
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    Re: En Norteamérica ya sólo se divorcian los negros y los pobres

    Matrimonio y castas en América: llega la contrarrevolución

    elmanifiesto.com


    Kay Hymowitz es “senior fellow” en la Universidad de Manhattan y editora colaboradora del City Journal. A ella se debe el libro que ha motivado la investigación de The Economist. Se llama “Matrimonio y Casta en América: Familias separadas y desiguales en una edad post-matrimonial”. No tiene desperdicio.

    Lo liberal que queda en mí –dice Kay Hymowitz- me lleva a pensar que la desigualdad es un problema social gravísimo, sobre todo cuando a ello se une la falta de movilidad social. Una cosa es que, aunque haya diferencia entre ricos y pobres, los segundos tengan oportunidades para llegar a formar parte del primer grupo. Pero si los pobres siguen siendo pobres generación tras generación, sin posibilidades de avanzar, es que algo falla”.

    Para la autora, el espectacular aumento de la ilegitimidad y del divorcio durante los últimos cuarenta años –lo que ella denomina la “revolución de los no casados”- se ha disparado de forma alarmante en los hombres y mujeres menos educados. Las mujeres que han estudiado en la Universidad apenas han tenido niños fuera del matrimonio. “Murphy Brown era una fantasía de Hollywood”, dice Hymowitz. Las tasas de divorcio entre las clases educadas de mujeres han ido descendiendo desde los años 80. La mayoría de ellas cuidan a sus hijos dentro del matrimonio. Pero con las mujeres poco educadas no ocurre lo mismo. Hay muchas más probabilidades de que tengan niños sin casarse: más de la mitad de los nacimientos de mujeres sin graduado escolar son extramaritales. Y cuando se casan, las probabilidades de divorciarse son mucho mayores que las de las mujeres educadas.

    “Teniendo en cuenta que los niños que se educan con sus padres casados son capaces de destacar en un abanico de actividades mucho mayor que el de los que se educan fuera de una familia –explica Hymowitz-, esto nos hace pensar que la estructura familiar juega un papel importante en el aumento de la desigualdad. Es más, aquellos niños que son hijos de madres solteras tienen más posibilidades de acabar siendo madres o padres solteros también. Es la perpetuación de la ‘distancia marital’. Los hijos de solteros tienen más posibilidades de no conseguir el graduado escolar que los que nacen en una familia estable. Por eso mi libro se llama así: Matrimonio y Casta: Familias separadas y desiguales en una edad post-matrimonial”.

    Hymowitz estima que “los matrimonios son dos pares de manos, dos cerebros que resuelven problemas, dos personas para cuidar de los niños, por no hablar de que hay dos sueldos, con los que se puede comprar una casa en un distrito donde haya un buen colegio. Esta teoría, sin embargo, no funciona cuando hablamos de padrastros o madrastras, ya que, aunque todo lo anterior se da, aún así el niño sale peor que el de las familias casadas. Lo mismo con los niños que viven con padres que viven juntos, pero no están casados. Yo creo que el matrimonio es más que una suma de partes, más que el anuncio público de amor y compromiso, como muchos americanos lo definen. Es una institución social que durante su existencia ha satisfecho las demandas económicas y culturales que se han creado”.


    Consecuencias de la revolución sexual

    Un aspecto importante es la posición específica del matrimonio dentro de la cultura norteamericana. La evaluación de Hymowitz vale, en realidad, para la cultura europea en general: “El matrimonio americano nos dice cómo vivir, mensajes con una larga historia que nos ayudan a triunfar en esta sociedad. Ello le da a la juventud un guión a seguir, una orientación hacia el futuro y ayuda a aumentar la creación de riqueza. Desde el principio, los matrimonios anglo-americanos estaban ligados a la propiedad privada. En la antigua Inglaterra una pareja debía esperar para casarse, y para tener hijos, claro, hasta que tenían un trozo de tierra que les permitiría ser auto-suficientes. Los fundadores americanos también ensayaron esta idea de autogobierno de las parejas con niños. Por eso el matrimonio y la riqueza están unidos. Los hombres casados ganan más que los que no lo están, controlando la raza, la educación y casi todas las medidas variables. El 70% de los hogares de Norteamérica tiene su propia casa; casi todos son matrimonios casados”.
    En los procesos que han conducido a la actual situación, la autora de Matrimonio y casta en América no duda en criticar a la “revolución sexual”: “No cabe duda de que hay un número de fuerzas impersonales que han contribuido a acabar con la familia: la píldora, que da a la mujer la capacidad de decidir en la reproducción; la riqueza, que hace que el matrimonio no sea tan importante a la hora de hablar de la supervivencia, y, sobre todo, la inserción de mujeres en el mercado laboral, lo cual ha dado más independencia a las mismas. Pero tampoco cabe duda de que la ‘revolución de los no casados’ ha sido producto de distintas ideas. Los idealistas de los años 60 creyeron que se podía liberar a los individuos de los modelos tradicionales de ser y de las instituciones tradicionales, y que así vivirían la vida más directamente. A esta idea se une la de las feministas, para quienes el matrimonio es una fuente de desigualdades. Ser una esposa equivale, según estas ideas, a limitar tu potencial individual, así como a mantenerte bajo control masculino. Por todo esto creían que el divorcio era positivo; los medios más populares se referían al divorcio con las palabras “cambio” o “crecimiento”, e incluso aún hoy en día las siguen utilizando. También difundían la idea de que si una mujer quería tener una hija siendo soltera, que eso también estaba bien. Jueces, abogados y legisladores ayudaron a normalizar estas ideas, aprobando sin demasiado ruido leyes para eliminar las distinciones entre padres casados y no, o leyes que no penalizaban el divorcio. El matrimonio dejó de ser considerado completamente ajeno a la educación de los hijos, sólo era una forma de sentirse realizado-o no. El efecto en los niños es muy fuerte. Durante los años 70 u 80 los investigadores ignoraron el tema de la estructura familiar, o concluyeron que la tristeza que pasaban los niños cuando su padre se iba de casa, se pasaría pronto puesto que los niños eran muy resistentes. No fue hasta los 90 cuando los científicos sociales hicieron estudios más serios y comenzaron a acercarse a la idea de que los niños resultaban mejores con padres casados. Después de veinte años se había llegado a esta nueva conclusión”.
    Aquí corresponde hablar de aquella horrible y nunca bastante execrada y detestable libertad de la prensa, [...] la cual tienen algunos el atrevimiento de pedir y promover con gran clamoreo. Nos horrorizamos, Venerables Hermanos, al considerar cuánta extravagancia de doctrinas, o mejor, cuán estupenda monstruosidad de errores se difunden y siembran en todas partes por medio de innumerable muchedumbre de libros, opúsculos y escritos pequeños en verdad por razón del tamaño, pero grandes por su enormísima maldad, de los cuales vemos no sin muchas lágrimas que sale la maldición y que inunda toda la faz de la tierra.

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    Re: En Norteamérica ya sólo se divorcian los negros y los pobres

    Libros antiguos y de colección en IberLibro
    Estupendos los dos artículos.

    Tengo entendido que Estados Unidos es el país de Occidente, y de los países desarrollados, con más índice de madres adolescentes solteras, en muchos de los casos embarazos buscados. En bastantes institutos existen guarderías para los hijos de estas. Según parece con esto muchas muchachas pretenden conseguir ayudas sociales. Seguramente este hecho afectará a los estratos más bajos de la sociedad yanki, y no sólo a hispanos o a afro-americanos, sino a eso que se denomina "basura blanca".

    De todas formas parece que en los USA no tienen problemas de envejecimiento de población como en España u otros países europeos occidentales, allí todas las capas sociales suelen ser bastantes prolijas a la hora de engendrar hijos, dentro y fuera del matrimonio.

    Perdonar ahora que de una larga cambiada al tema, de 360º, pero me estoy acordando de cuando yo era niño y decían los progres que eso de casarse, que el matrimonio era un atraso, propio de burgueses y demás gente carca, que lo suyo era "arrejuntarse" y pasar de papeles… ¡¡Je!! como cambian las cosas, ahora los progres defienden el matrimonio (sic )…. hasta el "matrimonio" entre maricones.

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