¡Vaya, vaya! pues si la matemática es la parte "odiada" apañados vamos. El principal argumento para atacar y excluir a Dios de la Creación y, de ahí, llegar a la negación de su existencia, es precisamente el azar, la parte menos seria de las matemáticas.

Cuando se quiere afrontar un problema, no se buscan las consecuencias para cortarlo, sino las causas o raíz. Por tanto, el problema no está en la cantidad de descerebrados que no saben hacer la "o" con un canuto, sino en que El Mal anida en los espíritus de quienes sí están formados y le sirven. Por tanto, y dado que al Mal no lo podemos derrotar definitivamente, pues eso le corresponde al Altísimo, lo que sí podemos hacer es combatirlo en sus causas terrenales.

Como decía, el argumento más sólido que han encontrado esta colección de rostros científicos divulgacionistas, ha sido el azar, aunque luego sea para soltar todas las paridas que se les ocurran, tal y como a ese pobre desgraciado de Peter Atkins y del que teneis modelo de estulticia suprema en las chorradas que genera su escaso y disminuido intelecto (véanse mis mensajes anteriores).

Y ahora, le voy a dedicar un tiempo al azar, a la "gran KK de la matemática". Por agilizar y no extenderme demasiado, voy a prescindir de muchos aspectos de la Probabilidad, directamente relacionada e imbricada con el azar, pero que a los efectos argumentales no nos sirve de gran ayuda y, en cambio, pueden enrevesar las líneas maestras de lo que se va exponer.

Supongamos que en cualquier libro de matemáticas nos encontramos que en la lección correspondiente (perdón, "la unidad didáctica", es lo políticamente correcto), y "ad hoc" de este tema, nos encontramos con expresiones como éstas:

"Si se colocan 49 bolas todas numeradas...",tomando como modelo el juego de la Bono-Loto. Bueno, pues alguien las colocará, ¿o se colocan solas?

"Si todos los días un peatón hace un trayecto que..." Salta a la vista que quien hace el trayecto es el peatón, no el trayecto en sí.

"Si una moneda cae al suelo..." ¿Cómo que cae? Digo yo que habrá alguien que la deja caer, la empuja, o la tira directamente, ¿no?

La cuestión es que empezamos a comprobar cómo se despersonaliza el lenguaje que trata de esto: menos en el caso del peatón, ¿quién es el sujeto de las acciones citadas?, son una cosa (moneda) que parece tener vida propia, o son 49 bolas que se colocan sí, pero así como por ensalmo.

Luego podremos leer una definición curiosa:

"Los experimentos o fenómenos cuyo resultado se atribuye al AZAR, se denominan ALEATORIOS. El carácter de imprevisibilidad de las consecuencias del azar hace inútil cualquier intento de hallar reglas determinísticas que rijan la aparición de los resultados individuales. Esto es, a menudo, una propiedad deseable, pero dificulta en gran medida la comprensión de las leyes que gobiernan la conducta del azar."

Y como se suele argumentar que el AZAR no se somete a leyes, se afirma lo siguiente a continuación:

"Pero, es falso que el azar no esté sometido a leyes. Lo que ocurre es que no son leyes necesarias, que determinen unívocamente los resultados de cada experiencia, sino que afectan sólo a la frecuencia de los resultados que se obtienen cuando el fenómeno se repite en gran número de veces."

Es fácil empezar a intuir la falacia que subyace en estas definiciones. No es que el AZAR no exista, como se suele afirmar para negarlo, sí existe, pero está sometido a unas leyes, es decir, a algo anterior a él. No puede ser que exista primero el azar ( ¿ es que el azar engendra al azar? ) y luego se generen leyes que regulen sus resultados, y que ahora veremos a qué hacen referencia.

Si lanzamos una moneda al aire, las posibilidades de los resultados son dos, al 50% cada una. Luego, en una secuencia de 10 tiradas puede ser que nos salgan 8 caras y 2 cruces. Pero en otra secuencia de 50 tiradas, la diferencia será menor, y así hasta que en una hipotética secuencia de miles de miles de veces, lleguemos a que ese 50% se cumpla en efecto: una tirada cruz, la siguiente cara, la siguiente cruz y así sucesivamente. Pero antes de llegar al punto infinito en el que cada tirada sea consecuencia del resultado de la anterior y ahí se termina el azar, pues el resultado será siempre cierto, pero antes habremos tenido que tirar un número de veces imposible de calcular en el que el resultado de la siguiente tirada no dependía del resultado de la anterior.

Ahora, volvamos al primer ejemplo de las 49 bolas numeradas del 1 al 49. ¿Cuántas porbabilidades tengo de que me toque si juego una sola apuesta? Pues para saberlo debemos saber antes cuántas posibles combinaciones hay en ese juego de azar.

Escogemos primero un número entre 49, luego un segundo número entre 48, el tercero entre 47, etc., así hasta formar los seis de la combinación... luego, deberemos multiplicar 49X48X47X46X45X44 pero, además, habrá de tenerse en cuenta el número de posibles combinaciones con esos 6 números, es decir, 6X5X4X3X2X1. El resultado de la primera multiplicación lo dividiremo por el resultado de la segunda, y el cociente nos dará todas las posibles combinaciones de la Bono Loto: 13.983.816 de opciones.

Por tanto, las posibilidades de ganar con una sola apuesta son:

1 dividido entre 13. 983.816, y el cociente resultante es de 0'000000072, ó lo que es lo mismo = 7'2 multiplicado por un 10 elevado a potencia -8.

Y esto para intentar ganar un premio al pleno, total "ná".

Ahora supongamos que en vez de hablar de la Bono Loto, nos ponemos a intentar calcular las posibilidades de la evolución de todas las especies vivientes de la Tierra, desde los orígenes proteínicos comprobados con el experimento de Miller, hasta nuestra presencia humana. Consideremos pues, todos los sucesos aleatorios (cada uno de los resultados posibles en un experimento aleatorio) posibles de cada especie, en todas y cada una de sus generaciones. ¿Hay alguien capaz de calcular semejante cifra? Pero, no contentos con ello, vamos a proceder del mismo modo con el Universo, empezando desde nuestro mundo y en dirección a los cien mil millones de galaxias que se estima pueden existir, y lo haremos hacia atrás en el espacio y el tiempo hasta llegar al instante primigenio, al que empecinadamente estos "listillos" ateístas se empeñan en atribuir al azar. ¿Es factible calcular semejante cifra? Por singular que pueda parecer se han hecho intentos, y los resultados no han podido ser más sorprendentes: es im-po-si-ble que el Universo sea como es si se cumpliesen tales cálculos.

Naturalmente, el asunto no es tan sencillo como aquí está siendo tratado. Si alguno teneis ganas de profundizar en la cuestión os recomiendo el siguiente título: Dios y las cosmologías modernas de Fco José SOLER GIL en la Biblioteca de Autores Cristianos. Es un libro que ya he mencionado varias veces y que trata de todas estas cuestiones, pero hace falta una buena dosis de atención para no perderse, un cierto grado de conocimiento físico-matemático a nivel de bachillerato y un par de diccionarios de matemáticas y física para consultas, así como una enorme paciencia.

Pues vamos yendo hacia algunas conclusiones. Se critica a las llamadas Ciencias Sociales y Ciencias Humanas, por su supuesta falta de rigor en los resultados de las investigaciones, por ser imprevisibles las conductas humanas, tanto en su vertiente individual como colectiva, y esto que parecería lógico visto desde fuera por aquéllos que son amigos de la Ciencia aunque apenas sepan sumar, tiene cierta lógica: se llama IGNORANCIA. Pero que también lo afirmen los desertores de estas ciencias que han pasado por las aulas de una universidad, aunque dicha universidad no haya pasado por ellos, es de recochineo.

Sin embargo, leamos las definiciones del AZAR y comprobaremos que éste está sometido a las mismas limitaciones que las que afectan a las Ciencias citadas antes, pero, en este caso y por lo mucho que les conviene, a quienes conviene, el AZAR es presentado como parte de la Ciencia, ¡hay que tener rostro! ¡hay que ser sinvergüenzas! Pues bien, si el AZAR no se ajusta a las estrictas reglas del método empírico, podemos concluir sin lugar a dudas que no es científico: el azar no vale como argumento científico, y no se pueden construir modelos cosmológicos, ni elaborar teorías evolucionistas, basadas en el azar. En caso contrario estaremos ante elaboraciones mentales e imaginadas por individuos con formación científica, nada más.

Podemos concluir a la vista de lo expuesto que, a medida que nos vayamos acercando al momento conocido como Big Bang, los resultados de sucesos aleatorios son cada vez más previsibles hasta llegar a un momento cierto, por tanto el AZAR deja de existir ahí, ¿qué hay entonces si el AZAR deja de existir?: Dios y nadie más que Dios.

Además, siempre que imaginemos cualquier proceso atribuible al azar, tiene unos límites, un comienzo y un fin, y siempre hay una voluntad detrás que pone en marcha el mecanismo del AZAR.

Todavía el libro de matemáticas nos dirá que: "El calificativo de ILIMITADA (referido a las series de sucesos aleatorios) o indefinidamente larga, exigido a la sucesión de repeticiones de un fenómeno, supone una BARRERA INFRANQUEABLE para poder conocer la probabilidad por observación directa." Luego, además de tener el impedimento de la llamada Era de Planck, en la cual el Universo más primigenio no era transparente, además, repito, resulta que no se puede seguir ese proceso al revés en el tiempo y el espacio. Por tanto, ni se pueden estimar las probabilidades del AZAR en ese tiempo inicial, ni mucho menos "ver" cómo se podía estar comportando. Debido, también, a que hay unas leyes que lo regulan, aunque no sean necesarias ahora u hoy y a pequeña escala, sí tendrían que serlo cuando no tenía tales probabilidades. Por tanto, AHORA PODEMOS VOLVER A AFIRMAR QUE EL AZAR NO EXISTÍA en el momento de la Creación, pero sí unas leyes, por tanto si no es prueba directa, pues tal es imposible por que Él mismo así lo ha deseado, es indicio claro de la existencia del Creador. En el instante CERO más un nanosegundo de la Creación sólo existía tiempo, espacio, energía y la información para que todo sucediese en el orden diseñado por Dios, tal como ha sido, es y seguirá siendo, pues esto es lo más sorprendete todavía: DIOS ESTÁ CREANDO DESDE EL FUTURO.

Finalizo con este principio que también afirma la matemática: "El primer paso para describir un fenómeno aleatorio es poner de manifiesto la lista de sus RESULTADOS POSIBLES". No es más que un recordatorio de lo que acabo de explicar.
Ahora no vendría nada mal releer la lista de sinsentidos, de absurdeces, de ese ridículo y presuntamente supuesto científico llamado Peter ATKINS, y cuya cita se encuentra en mi tercer mensaje anterior a éste.

Un saludo.