Cada paso que el hombre hace para alcanzar su libertad, son dos pasos los que hace hacia atrás.
Hegel o la tiranía de la democracia moderna
Breve disertación sobre Hegel y su influencia en la dictadura del pensamiento políticamente correcto de la democracia liberal. Para Hegel el Estado sólo existe cuando los ciudadanos pueden encontrar satisfacción a sus intereses razonables y, a la vez, reconocen al Estado al reconocer su voluntad particular manifestada en la voluntad general a través de las leyes. Es decir, el Estado existe cuando es capaz de conciliar lo particular –los intereses particulares- con lo universal –la voluntad general-. Cuando esta conciliación se realiza, es entonces cuando el individuo es libre. Sin embargo, la realización de estos postulados en el Estado moderno, en la actual democracia moderna, ha llevado a la tiranía del pensamiento políticamente correcto o la llamada tiranía de la mayoría. La libertad de pensamiento y de realización de la persona, ha sido cercenada. Para Hegel, si un grupo no se ve representado por la voluntad general, generaría una facción dentro del Estado, opuesto al mismo. Para evitar esta posibilidad el Estado moderno ha destruido aquello que dice defender. Y lo ha hecho a través de un sistema de medios de comunicación, que al más puro estilo orwelliano, nos dice que debemos pensar –lo políticamente correcto- asegurando así un pueblo sumiso que vive en la ilusión de ser libre. A esta sumisión e ilusión se ha llegado haciendo uso de varios mitos.
La ingeniería social
Antes de hablar de los mitos voy a definir el término ingeniería social, que es fundamental para poder explicar con claridad lo que quiero decir. Por ingeniería social entiendo el conjunto de medios que el sistema utiliza para imbuirnos ciertas ideas, formas de pensar, esquemas mentales, etc. Esta ingeniería está en la televisión, la radio, los periódicos, internet, etc. Tras la repetición de ciertos hechos o ciertas ideas, de manera directa o indirecta, se lleva a que las personas asuman como propios ciertos postulados, que se incorporan a la conciencia colectiva, manifestada en lo políticamente correcto y a la cual no se puede contradecir sin sufrir una anatema social.
El mito del hedonismo y el vitalismo
Los medios de comunicación nos invaden con mensajes e imágenes que, de manera más o menos sutil, nos invitan a poner como fin de nuestra vida el placer (hedonismo) e igualmente se nos invita a dejarnos llevar “por lo que pide el cuerpo” (vitalismo). Su manifestación diaria está en: la mentalidad de la fiesta, del querer las cosas hechas, del no-esfuerzo, la sexualidad desordenada, la pornografía, el gusto por lo morboso y bajo, el poco interés por los temas culturales o humanísticos de verdad, la televisión basura, etc. Esto no deja de ser la más abyecta tiranía de las pasiones sobre la libre voluntad, lo cual persigue dos fines.El mito del progreso
- Se consigue que las personas sientan que sus intereses particulares son satisfechos, porque se les da la capacidad de satisfacer sus pasiones más inmediatas, que previamente se han inducido mediante la ingeniería social como el fin supremo de la existencia, lo cual da un falso sentimiento de libertad.
- Se reduce el espectro existencial e intelectual de las personas. Poniéndoles como meta de su vida la satisfacción furibunda de sus pasiones, el irse de fiesta, la juerga, el pasar de todo y el “ser libre”, hacen que los individuos eludan cualquier búsqueda superior y más profunda. Se cercena de raíz la pregunta sobre la verdad, las dudas existenciales, la vida verdaderamente intelectual, la introspección personal, etc. Se llega, incluso, a reducir la riqueza de vocabulario. A esto hay que sumarle la inconsciente confusión mental de las personas, que viven con un montón de nociones difusas de diferentes ideologías, muchas veces incompatibles entre sí. Por tanto, las personas son bastante más fácilmente manipulables, lo cual nos lleva al segundo mito.
Así la ingeniería social maneja y cercena la libertad de pensamiento de la población. Todo este proceso consigue varias cosas: a) hace creer a la gente que son libres, que han elegido libremente su lucha, sus pensamientos y su posicionamiento respecto a un tema, y que además el Estado es bueno porque ha cumplido con sus expectativas; b) de que el mundo (o el país) progresa y eso es bueno; c) de que su modo de vida se concilia perfectamente con las reivindicaciones que han abanderado, por lo que se reafirma en su estilo de vida vitalista y hedonista. Es un círculo vicioso del que la salida es difícil. Queda así claro que la democracia liberal es la gran dictadura del pensamiento políticamente correcto.
- Junto al aumento de la manipulabilidad de la gente por la reducción de su espectro intelectual y existencial se les imbuye, mediante la ingeniería social, la idea del progreso. La idea es que la humanidad avanza hacia un mundo mejor gracias a la razón. Así, la humanidad conseguirá –y consigue- un progreso indivisible: progreso material, progreso intelectual, progreso moral, progreso de bienestar. Y todo este progreso es, por supuesto, bueno y deseable. Es el discurso de hoy día de la ampliación de derechos y libertades.
- Como cualquier novedad es fruto del progreso, ésta se hace necesariamente buena, creándose, por tanto, un ambiente favorable a cualquier novedad, por aberrante que sea. Esto consigue una serie de cosas: por un lado la gente vive en un estado de expectación hacia la novedad, esperando siempre que desde fuera le digan cual es la novedad de turno, completamente sumisos –aunque inconscientes de ello- a lo que la ingeniería social le diga que es ahora lo nuevo y, por tanto, lo bueno. Por otro lado, se consigue que la persona evite enfrentarse con su soledad, con su interior, pues vive siempre expectante de lo de fuera. Por otro lado, además de decirle a la gente que es lo nuevo y bueno, también se señala que es lo antiguo, lo viejo, lo ya pasado, lo que ya no merece la pena, lo que está anquilosado en el pasado. Normalmente coincide con la Iglesia Católica y cualquier visión sana de la realidad. Y, finalmente, prepara el terreno para la farsa de la política.
- Como la mayoría de la gente no tiene la capacidad de hacer un análisis critico de las novedades que le imbuye la ingeniería social, la mayoría de la gente lo acepta como algo bueno y positivo. Ahora es cuando el tablero está preparado para hacer creer a la gente que su voluntad se identifica con la voluntad general manifestada en las decisiones del gobierno.
- Esto se consigue mediante la farsa de la lucha parlamentaria. Los progresistas, que son los políticamente correctos, los bonachones, los que usan de la razón para traer un mundo maravilloso tratan de poner la novedad que ya previamente ha calado en la conciencia social. Luego están los conservadores, que son los que malamente se enfrentan a la conciencia social, son los del orden y el atraso. Son el elemento necesario para el sistema, porque hacen parecer que realmente existe una lucha, cuando en el fondo son lo mismo que los progresistas. Me explico, los progresistas dicen que los cambios se tienen que hacer corriendo, que hay que construir el mundo nuevo y maravilloso ya; los conservadores, en cambio, dicen que los cambios hay que hacerlos poco a poco, en función de las transformaciones sociales. Transformaciones que, en muchos casos, produce de manera artificial la ingeniería social. Los progresistas corren, los conservadores andan. Pero los dos van en la misma dirección.
- Entonces es cuando comienza el gran teatro. Los buenos progresistas tienen que luchar contra los malvados conservadores y, por supuesto, finalmente terminan consiguiendo lo que querían. Simple y llanamente porque ya la conciencia social lo acepta y lo ve como algo maravilloso, por lo tanto, lo pueden poner y es realmente imposible que no lo consigan. De esta manera, se refuerza el sentimiento en cada individuo de: a) que ellos han llegado a la conclusión por si mismos de esta novedad, y también por sí mismos de que es buena; b) que ellos han luchado también en la arena política para traer una gran mejora al mundo; c) que han vencido, por lo que se reafirma su sentimiento de que su voluntad coincide con la voluntad general, manifestada en las leyes del gobierno. ¡Se ha conciliado la voluntad particular con la universal tal y como quería Hegel! El problema es que todo esto no deja de ser una absoluta farsa. Por otro lado, los conservadores sienten que han perdido pero que han librado la batalla que debían… Pero ya está, ellos ahora asumen también como suyo el cambio realizado y, a partir de ahora, no se les ocurrirá cuestionarlo, porque ha sido una reforma necesaria por el cambio social, ha sido la voluntad del pueblo, es el progreso, etc.
La finalidad
¿Cuál es la finalidad de esta dictadura del pensamiento? La respuesta está en el otro gran aspecto del liberalismo: la economía. Con este sistema se consigue una gran cantidad de gente que vive presa de la novedad y de los impulsos que le transmiten desde la ingeniería social. Es la manera perfecta de conseguir una masa aborregada que no se cuestiona nada y está ansiosa de novedades. Así, siempre está dispuesta a consumir las nuevas modas, tecnologías, tendencias, etc. Todo el sistema está hecho para favorecer el consumismo: la homogeneización social a escala mundial, la generación de necesidades artificiales, la publicidad, etc. Estamos inmersos en una sociedad sustancialmente económica donde se enriquecen unos pocos que a su vez son los que sostienen el sistema. La finalidad del sistema es, en última instancia, el beneficio económico desmesurado de unos cuantos, a costa de nuestra libertad. Pero tampoco debería extrañarnos, al fin y al cabo, los fundamentos políticos que han dado lugar a nuestra democracia liberal se encuentran en la filosofía burguesa que aspiraba a esto: el enriquecimiento económico.
Objeciones
Se podría responder que el Estado no nos quiere poco formados sino que nos invita a la lectura y nos pone escuelas. Veámoslo con detalle.Se podría argumentar que el sistema no quiere sólo que vivamos para nosotros mismos o únicamente de una forma vitalista o hedonista. Nos invita a ser solidarios, constantemente. Esto es obvio, el sistema sabe que las personas necesitamos salir de nosotros y sentir que hacemos algo por los demás, es lo mínimo de la naturaleza humana. Pero el modo que nos ofrece el sistema es una salida fácil. No nos pide que cambiemos el mundo –eso es imposible, dice-, simplemente que hagamos algo sencillo: apadrinar un niño, dar dinero a una ong o hasta participar en algún grupo solidario. Sin embargo:
- El sistema fomenta la lectura de los libros que le interesan, es decir, los políticamente correctos. Cada cierto tiempo sale algún libro de moda que se lee todo el mundo, mas la lectura más profunda, de cualquier tipo que sea, no es promocionada. Así que, nuevamente, el sistema nos dice que tenemos que leer, aunque por supuesto, siempre nos permitirá leer cosas políticamente incorrectas. Pero al precio de ser alguien políticamente incorrecto.
- Las escuelas públicas enseñan lo que el Estado quiere. Es dejar en manos del Estado la educación de nuestros hijos. Cuando hacemos eso pasan cosas como que el Estado nos los quiera adoctrinar ideológicamente como está intentando hacer Zapatero con Educación para la Ciudadanía. Por otro lado, desde los dos partidos del teatro político español se ha resaltado la importancia de la enseñanza de cuestiones técnicas y del inglés. El conocimiento técnico, por muy importante que pueda ser para la actual coyuntura histórica no forma el espíritu humano, eso sólo lo hacen las humanidades. Son las humanidades las que nos pueden enseñar de dónde venimos, qué somos y a dónde podemos ir. Una carrera técnica jamás enseñará eso. Pero las humanidades son cada vez más relegadas a un segundo plano, tienen menos salidas laborales, etc.
- El sistema nos quiere bien formados, pero no de una buena filosofía, de un buen humanismo o algo por el estilo. El sistema quiere buenos técnicos para que sean buenos elementos de producción y así beneficiar a la economía.
Ahora, no digo que participar en algunas de estas actividades no pueda ser bueno, simplemente que no son contradictorias con el sistema. Mas bien al contrario, lo refuerzan porque no cuestionan su raíz y nos hacen sentir satisfechos –aunque no hayamos conseguido realmente cambiar las estructuras que hacen posible tantos males-. Se me podrá decir que el sistema me deja expresarme contra él y no pasa nada. Bueno, soy políticamente incorrecto y, por tanto, mal visto. En segundo lugar este texto nunca pasará de ciertos círculos. Jamás aparecerá en primera plana de un periódico o se debatirá del mismo en la televisión de manera justa. Y si algo de eso pasase no sería gracias al sistema, sino a pesar suyo.
- Todas las actividades en las que nos incorporemos serán políticamente correctas o estaremos mal vistos socialmente.
- No implican un cambio en nuestro ser. Podemos seguir siendo igual de hedonistas, consumistas y vitalistas que siempre y ser a la vez solidarios, por lo que seguimos en la dinámica del sistema.
- Todas las cosas que el sistema nos invita a hacer no cuestiona la raíz del mismo o, peor aun, la refuerza. No se nos invita a pensar en las causas profundas que dan movimiento al sistema y que son las que causan muchas de las injusticias actuales. Simplemente se nos hace sentir bien porque hemos hecho lo que podíamos. Pero el problema es de raíz, y a la raíz no se permite acudir.
El papel de la Iglesia Católica y su neutralización
Sin embargo el sistema no puede alterar la naturaleza profunda del ser humano. Este tiene anhelo de eternidad, de infinito, de verdad, de bien, de belleza y de justicia. Es a lo que aspira el ser humano, es el suspiro eterno que saldrá de su alma hasta que encuentre la Verdad. Es la religión quien da respuesta a estos anhelos humanos; el vitalismo, el hedonismo, el consumismo, etc. son un mal sustituto de la fe, que rápidamente nos cansan y hastían. Pero la religión nos coloca en unos valores y en una forma sana de entender el mundo completamente opuesta al actual sistema. La búsqueda continua y sincera de la Verdad nos deposita en la Iglesia de Cristo, en la Iglesia Católica. Pero la fe que guarda la Iglesia tiene un conjunto de valores, una cosmovisión que es incompatible con el actual sistema. Y lo es, aunque mostrar esto requerirá de otro artículo. El sistema es consciente de ello y quiere relegar a Jesucristo al ámbito de lo privado. Manifestarse hoy día como católico es algo políticamente incorrecto. Y es que, la verdadera enemiga del sistema es la Iglesia Católica. Si la Iglesia, tomando la expresión de Chesterton, hiciese uso de su dinamita, no sólo volaría un sistema injusto por naturaleza sino que podría dar el sustrato sano y firme para una buena sociedad.
La facción dentro del Estado y opuesto al mismo
Hegel afirma que cuando dentro del Estado hay un grupo que no se siente identificado con la voluntad general, crea una facción dentro del Estado opuesto al mismo. Si esto es cierto, evidentemente hoy la gran mayoría, por activa o por pasiva, se siente identificada con la voluntad general, puesto que no cuestionan el Estado, o mejor dicho, no cuestionan el mismo sistema. Hay pequeños grupos que sí cuestionan al mismo sistema, aunque no todos se puedan decir que sean muy inteligentes. Es más, muchos de estos grupos antisistema son instrumentos del sistema. Estos individuos sucios, con pintas raras, que acuden a la violencia y se dicen así mismos antisistema, no dejan de ser un instrumento del sistema para poder decir: ¿Qué prefieres, lo que hay o eso? Y la respuesta es obvia, nadie va a quedarse con “eso”. Por tanto, hay que realmente hacer una facción a esta tiranía, una oposición intelectual fundamentada en la fe, la tradición y la recta razón, con una visión cristiana de la sociedad, de la política y de la economía. Quizás en la actualidad el único sitio donde se me ocurre que podemos ver algo así es en el Carlismo y el distributismo.
Pedro Jiménez de León
http://www.hispanitas.org/index.php?...id=20&Itemid=1
Cada paso que el hombre hace para alcanzar su libertad, son dos pasos los que hace hacia atrás.
Un artículo muy bien fundado y muy bien llevado con un correcto orden en la exposición. Pero después de leerlo pausadamente echo de menos, aunque se refiere a ello de modo indirecto, la referencia al control social que ejerce el Estado sobre quienes no lo cuestionan y sobre quienes sí lo hacemos.
El control social en un sentido lato se refiere a todos los sistemas, dispositivos, procesos que han de lograr que el individuo, y la masa de la que forma parte, adecue continuamente su comportamiento a las normas vigentes. Lo cierto es que esto es algo que hacen todos los Estados modernos. Un ejemplo muy recurrente y que se solía reprochar al franquismo era que, cuando estaba convocada alguna gran manifestación obrera, o planeaba algún conflicto sociolaboral, la TVE, televisión estatal no lo olvidemos, contraprogramaba algún partido de fútbol sonado, o corridas de toros especiales fuera de la temporada taurina, en fin, cualquier clase de espectáculo de masas que provocase un debilitamiento de la pretendida acción de los convocantes anti-régimen. Eso es control social.
La teoría del control social distingue entre control interno y control externo. El primero designa el sistema de mecanismos que han de bloquear el comportamiento discordante. El primer filtro de control sobre el individuo lo ejerce la propia familia. Hay que pensar que ésta tiene unos padres o tutores que están adecuadamente instruidos en el respeto a lo establecido. Así al pequeño se le va enseñando paulatinamente cómo integrarse en el grupo, es lo que se conoce como socialización lo cual, siendo completamente normal "a priori" puede no serlo tanto si ello conlleva el control sobre la capacidad intelectual de la criatura para impedir que piense por si misma. En la cadena de controles, los diferentes eslabones o partes del sistema cada vez van siendo más amplios. Ese pequeño llegará el momento en el que, cumplida la edad en la cual puede empezar a ser autónomo respecto de la madre, será escolarizado. Aquí el control sobre su pequeña y todavía virgen mente es donde será conducida hacia la mayor de las obediencias: la satisfacción por el sistema. Al llegar a la adolescencia entrará de pleno en la rueda de hedonismo y vitalismo, a los que se refiere el artículo.
Entre los sistemas de control encontramos principalmente la acción de la policía, de la judicatura, de los profesores, de los Bancos, de la ideología moderna que ha generado la clase media. Este segmento social es el principal valedor del Estado del bienestar y nadie ni nada va a romper ese Estado feliz. ¿Dónde hay conflictos? donde la clase media es casi inexistente. La clase media es el colchón de todos los problemas. Si en un Estado hay un grupo social muy rico, pero no hay clase media, inevitablemente llegará al conflicto social con la clase baja o clase obrera que será, con toda probabilidad la gran mayoria de la población. Los dirigentes apoyados en la clase rica, formarán una oligarquía de autobeneficio que ejercerá un sistema férreo de control sobre la mayoría. Pero en casi todos estos casos, la acción del Estado no llega a todas partes, y digo en casi todos, pues hay que excluir el Estado socialista marxista que convierte en controladores incluso a los niños. Pero si la acción del Estado no alcanza a todos los rincones del territorio y población de un país y, además, hay esa enorme diferencia social, acabará formándose una especie de Estado dentro del Estado: el conflicto es seguro. Un ejemplo puede ser, dicho con todas las precauciones pues las cosas nunca son tan simples, la situación de Colombia con las FARC. Es un grupo terrorista, sí, porque usa esos métodos, pero está organizado militarmente y actúa como si fueran unas fuerzas armadas colombianas dentro de la propia Colombia, y sus filas se nutren de gentes más o menos desesperadas que no pertenecen a los estratos altos o medios de la sociedad.
Un sorprendente modo de control y que también forma parte de la socialización de los espíritus rebeldes y económicamente desfavorecidos, es la pandilla. En ella hay una jefatura, un sistema de normas propias, una jerarquía, un control sobre sus miembros, un sistema de aceptación de las normas mediante algún tipo de ritual de ingreso que deberá superar el aspirante a formar parte de ella. Se reproducen en miniatura las estructuras de una sociedad. Si esa pandilla es de aficionados a las actividades en la naturaleza no habrá problema, pero sí, como suele ser frecuente, es más aficionada a la propiedad ajena, a la rebeldía, a la acción gamberra, etc., será controlada por la policía. A medida que los miembros de la pandilla vayan superando etapas: llega la primera novia, hay un desarrollo emocional que hace desear dejar de arriesgar en favor de la obtención de bienes cara a un futuro con ella; la propia chica influirá negativamente en contra de la pandilla, se producirá el inevitable distanciamiento y ruptura del miembro con los demás, los cuales intetarán ejercer represalias contra el disidente...Es entonces el momento en el que ese rebelde está listo para incorporarse al mundo del trabajo, lo deseará para consumir y buscar complacer a su compañera, es decir estará maduro para incorporarse al sistema general en definitiva.
Una forma de control también lo era el servicio militar obligatorio. De hecho se hacia cuando el adolescente dejaba de serlo para convertirse en ciudadano productivo. Durante la estancia en las fuerzas armadas se aprendía disciplina, orden, respeto a la jerarquía y al mando, y se adquirían o reforzaban las lealtades al Sistema.
Por otra parte, el control externo, es el método basado en la sanción, que controla definitivamente al individuo. Puede ser institucional mediante la multa, en los casos más leves, llegando incluso al sistema de penalización con la cárcel en los casos más graves. Pero en otros casos, el control puede ser ejercido por la propia sociedad: por ejemplo, impedir que los políticamente incorrectos sean escuchados.
Los medios de comunicación son grandes censores y controladores sociales, no sólo forman (modulan) la opinión de aquellos que no la tienen, es decir, la mayoría, sino que ejercen un fortísimo control sobre los disidentes. El artículo habla de los antisistema, mugrientos, inciviles, rechazables en definitiva, pero, por ejemplo, ¿qué se hace con los antisistema que no son así? Es fácil adivinar la respuesta: la ultraderecha, la extrema derecha, los fascistas..., y toda clase de epítetos y descalificaciones que los hacen socialmente rechazables, inaceptables por una sociedad como la descrita en el artículo que da lugar al tema. La acción diaria de los medios de comunicación de masas es irresistible, a no ser que se disponga de la propiedad de algunos de ellos, pero entonces acabarán siendo silenciados por el Poder.
La única esperanza como alternativa a este Sistema, es un cambio de mentalidad. Pero para ello es preciso que exista un grupo intelectual, una élite del pensamiento con peso en la sociedad, que influya en la opinión pública, que acabe impregnándolo todo. La masa, ciega como siempre, será obediente, y se amoldará a lo que les venga. Por supuesto coincido con el autor del artículo colgado por Hyeronimus acerca de que el Carlismo es la solución, y lo es porque el Carlismo encarna el camino abandonado en el Siglo XIX cuando se produjo la deriva hacia el sistema imperante. Ese carlismo que se funde con la Tradición es la otra vía, es la Alternativa.
Última edición por Valmadian; 28/08/2008 a las 15:14
Muy bueno.
Les informo que la ocupante del trono democrático del plata, hace mas de un año, se proclamó "Hegeliana de toda la vida" en lo que aparentemente era un congreso de filosofía. Si no fuera que es muy probable que ni siquiera supiera bien de lo que estaba hablando, tendria que darle la razón, es toda una Hegeliana
Saludos argentos
" Hoy no me pienso ahorcar " ( G.k Chesterton)
Solo tengo una duda sobre el articulo. ¿Por qué menciona a Hegel? No tiene ningún sentido.
Hegel es el creador del idealismo alemán, el movimiento contrario al materialismo, y un gran critico del filosofo ilustrado Kant. No tiene ningún sentido y cuando mas pienso en ello menos lógica le veo.
Última edición por Lycos; 29/08/2008 a las 00:38
Última edición por meiguoguizi; 29/08/2008 a las 14:46
Puedo asegurarle que me gustaría ser más optimista, pero las utopías creo que no funcionan en este mundo y menos en este tiempo materialista y de hedonismo absolutos. La gente, no piensa, la gente deglute lo que le dan, sea lo que sea.
Obviamente, usted vive en otro país. No sé si son los Estados Unidos y es usted de origen alemán, o es que está usted pasando sólo un tiempo en U.S.A. Por supuesto, y aunque hay un elemento común a todas las sociedades, cuál es el estar compuestas por individuos de la especie humana, éstas presentan características diferenciadas, cuando no opuestas. Algunas son mejores que otras, aunque en todas hay fallos, hay errores, y hay percepciones de las cosas muy variadas. Sin duda, si usted viviese una temporada larga en España iría comprendiendo los "porqués" de muchas de nuestras respuestas.
Hay paises con una población razonablemente culta, algo que se puede medir estadísticamente. Y hay paises cuyos habitantes cifran su cultura y su estado de felicidad en cuánto se pueden gastar en consumir mensual y anualmente. Valga un ejemplo práctico, independientemente de otras consideraciones.
En los Países Bajos, estadísticamente, la población lee 20 libros por habitante y año. En España, la cifra es de ¡un libro! por habitante y año. ¿Esto hace mejores a los holandeses que a los españoles? No necesariamente, entre ellos hay de todo como aquí, pero sí son más críticos con lo que desde las instancias de los poderes (públicos y fácticos), les dan o echan . Aún así, si no hacen nada por cambiar lo que hay, o no son suficientemente críticos, o es que no les interesa el cambio, y están a gusto con lo que hay.
Pero los españoles, lamentablemente, no están preparados para plantearse nada siquiera. En España todo el mundo es abogado, torero, futbolista, ingeniero, actor, médico, fontanero, árbitro de fútbol, crítico taurino, conductor de Ferrari, electricista..., no sé si existe una profesión o actividad que se escape a la inmensa e infusa ciencia mental de la masa española. Lo tremendo del asunto, es que en un 90 % no saben hacer una suma con decimales, no digamos en expresión fraccionaria de éstos, y le puedo decir que lo sé y es así, porque soy profesor.
Lo que sí sé, es que a medida que yo mismo voy avanzando en mi proceso de aprendizaje que abarca muchas disciplinas, cada vez soy más consciente que cada vez sé menos, es decir, me pasa como a Sócrates. Mientras que, entre estos otros, hay demasiados que cuanto menos saben, más opinan de lo que no deben hablar, y hay que ver cómo se les nota la ignorancia.
Llegados a este punto, es cuando empieza a no ser particularmente difícil entender que en España hace falta un drástico cambio de mentalidad. Son noticias dadas de Prensa, pero ¿sabe usted que tenemos el patético honor de ser los primeros de Europa en tráfico y consumo de drogas, abortos, divorcios, estafas, paro, incultura general e ignorancia supina, con el peor y más aberrante sistema educativo, los más inciviles al volante de un coche, sucios, ruidosos...? A mi me dan ganas de llorar, oiga.
Si a todo esto le añadimos un Sistema interestatal promovido y gobernado por los Golfos Apandadores, ¿es para no ser pesimista? Verdaderamente hay que ser una persona muy risueña para ver el lado colorista de este tiempo.
Un saludo.
Y también para usted meiguoguizi, quiero decirle que mi anterior mensaje sobre el control social, forma parte de lo que se enseña en Sociología. Es decir, no es un invento mío, por lo que no lo he elucubrado personalmente, si he elaborado el texto del mensaje, pero ni la idea ni la teoría expuestas son mías. Hay unos títulos que le aconsejo que los lea si es que no lo ha hecho ya:
La rebelión de las masas
José Ortega y Gasset.
Hay muchas ediciones y ha sido publicado por editoriales diversas. Además, las obras de este pensador español están traducidas a 50 idiomas. Y, de cualquier modo, puede encontrarlo buscando a través de Internet y se lo enviarían a su casa.
1984
Georges Orwell
Respecto a las ediciones le digo lo mismo que respecto al anterior. Y casi le diría a usted que le recomiendo que lea primero la otra y después esta última, y ambas de modo consecutivo. Créame que le resultarán muy interesantes e ilustrativos.
Un saludo.
Soy un gringo en Alemania.
http://www.llajtanet.com/real/ram/gringo.ram
La situación en los Estados Unidos es una catástrofe - acerca de cinco libros por año. Alemania es relativamente civilizada - diez libros por año. La impresión que consigo es que un intelectual occidental necesita saber francés, alemán o inglés para participar en la res publica literarum.En los Países Bajos, estadísticamente, la población lee 20 libros por habitante y año. En España, la cifra es de ¡un libro! por habitante y año.
Ésta es la razón por la que escogí un foro islámico pluralista para pasar miles de horas para mejorar mi francés. Mi firma en Mejliss es http://img215.imageshack.us/img215/7223/20628517fr4.png .Lo que sí sé, es que a medida que yo mismo voy avanzando en mi proceso de aprendizaje que abarca muchas disciplinas, cada vez soy más consciente que cada vez sé menos, es decir, me pasa como a Sócrates.
A mí me gusta mucho de ser en situaciones donde estoy ignorante. Ésta es la razón principal por la que participo en hispanismo.org - puedo aprender mucho aquí sobre la filosofía y la historia.
Actualmente, busco un buen foro en español o chino para que puedo aprender acerca de una cuarta civilización del mundo: la India.
¿Es la situación en España peor que en Rusia?Llegados a este punto, es cuando empieza a no ser particularmente difícil entender que en España hace falta un drástico cambio de mentalidad. Son noticias dadas de Prensa, pero ¿sabe usted que tenemos el patético honor de ser los primeros de Europa en tráfico y consumo de drogas, abortos, divorcios, estafas, paro, incultura general e ignorancia supina, con el peor y más aberrante sistema educativo, los más inciviles al volante de un coche, sucios, ruidosos...?
P.D. Aunque estoy intelectualmente retrasado para mi edad (el aprendizaje de cinco idiomas modernos toma mucho tiempo), he leído la mayoría de las novelas por Orwell. Gracias para la información sobre José Ortega y Gasset.
Última edición por meiguoguizi; 30/08/2008 a las 12:50
Señor Pedro Jiménez de León (¿Secretario General del CEN de Convergencia?) es un carlista. ¿Por eso, él se opone al Siglo de las Luces y su uso de la filosofía de Hegel es políticamente correcto?
Sin embargo, yo estoy un poco sorprendido que él no menciona de Tocqueville en su ensayo. Alexis de Tocqueville fue el teórico principal en el siglo XIX sobre la democracia. Su libro De la democracia en América es tan importante para la comprensión de los defectos de la democracia como las obras de Marx para la crítica del capitalismo.
Última edición por meiguoguizi; 30/08/2008 a las 13:34
Sí, ciertamente lo de Alexis de Tocqueville no debe de sorprender, en España no es muy conocido. En 1831, el citado Tocqueville y otro magistrado como él, Gustavo de Beaumont, llegaron a Los Estados Unidos, por encargo expreso del gobierno francés de Luis Felipe a estudiar el sistema penitenciario americano. Tocqueville tenía a la sazón 22 años y era hijo del conde de Tocqueville. En 1827 había entrado en la magistratura, cocretamente como auditor del tribunal de Versalles, a la tierna edad de 18 años, no como hoy que a esa edad aún se pertenece a la brigada del chupete, y en donde había conocido a Beaumont, que entonces hacía sustituciones..., bueno, no voy a relatar toda su biografía, pues quien quiera conocerla la tiene en el mercado editorial.
Lo que le sorprende es que siendo un legitimista, sea tan escasamente conocido por estos pagos. Pero quizás el motivo es que en Tocqueville se dan ciertas contradicciones por las que no resulta sencillo pasar para un tradicionalista: se fue dejando llevar por la ideas de Montesquieu, hasta el punto en el que dejó su legitimismo para acabar siendo un liberal. Y esa circunstancia, si bien le supuso el éxito entre los liberales de su tiempo y posteriores, también significó que una mente como la suya, con una alta capacidad de observación y abstracción, se perdiese para el tradicionalismo en cualquier versión nacional: española, portuguesa, británica, francesa, italiana, alemana... Simplemente se le ignora.
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