DEVOLVER PARTE DE LO QUE NOS APORTAN
En medio de la indiferencia y la apatía de la sociedad sobre el tema de la reforma del estatut (puedo asegurar que hasta ayer la única propaganda que he visto por las calles es en contra del mismo) ayer tuve ocasión de toparme paseando por la estación de Sants unas cuantas pegatinas de Unidat Nacional Catalana, grupúsculo marginal que enarbola el código “33” burda y barata imitación del hitleriano “88” y que pretende crear un nacionalismo catalán basado en mitos históricos guerreros y épicos que tienen tanto de real como que el sol se pone por levante, para así hacer la réplica al patriotismo español que sí que tiene verdaderos héroes, y no cobardes terroristas que son los únicos que enarbolan armas por el separatismo y crear un ficción étnica que separe a los catalanes del resto de los españoles. Ni que decir tiene que las pegatinas duraron el tiempo que tuve en leer su disparatado mensaje. El mismo se refería a la necesidad de “concierto económico” para el estatuto. Curioso que un tripartito llamado de izquierdas utilice de sicarios de sus pretensiones a un grupete filonazi y con pretensiones de crear racismo. Estos cabezas huecas no atienden más que a su lenguaje elemental y lleno de simbología vacía (les debe doler la cabeza leer más allá del “Catalunya Catalana”), pero por si la trampa del estatuto se extiende es necesario aclarar diversos extremos en relación con el manido tema de la financiación.
El 70% del excedente de producción catalán se vende en el resto de España, que es su mercado natural de expansión. De ahí la preocupación de Fermosa por el cabreo que pueda suponer en el resto de España un estatuto tan patético y discriminatorio para el resto de los españoles y que quiebra claramente la convivencia. Esta quiebra de la convivencia evidentemente se extendería al resto de España, que es de donde comen la mayoría de los catalanes, al ser nuestra riqueza básicamente industrial. Porque claro, a nadie le gusta que le tratan como extranjero pero luego venga una empresa catalana al resto de España a sacarle los ahorros y usurear con ellos. También un hecho que desconocerán es que con los ahorros del resto de los españoles (porque La Caixa y muchos menos Caixa Catalunya apenas están en el extranjero) se financian obras sociales en territorio catalán. El 70% según la propia Fundación La Caixa, cuando el número de sucursales en el resto de España quintuplica a las del Principado catalán (nótese también que tanto La Caixa como Caixa Catalunya están en el resto de España con sus letreros en catalán sin que ninguna oficina stalinista de delación lingüística les incordie). Más datos: hoy mismo El Periódico de Cataluña (por cierto, el diario más leído en Cataluña… en su edición en castellano, lo que mal concuerda también con el espíritu del nou estatut) abre su edición haciéndose eco de un multimillonaria inversión del Ministerio de Fomento en Cataluña en carreteras, la mayor de la historia del Estado, que se sufraga con los dineros de todos los españoles.
Es recurrente el demagógico argumento nacionalista de que “los catalanes pagamos más”. Hombre, eso en medio de la bacanal nacionalista puede ser un argumento que lleve al orgasmo mental a las mentes más cortas. Pero usar ese baboso argumento ante un foro de economía (en Cataluña o en cualquier parte del mundo) solo merece la mayor de las carcajadas. Desde el moderno sistema español de tributación diseñado por don Alejandro Mon en 1845 en medio del régimen militar –y progresista- de Narváez (apoyado unanimente por las clases urbanas catalanas) y luego perfeccionado en 1900 por don Raimundo Fernández Villaverde la tributación siempre ha sido o personal o familiar, pero no territorial, por la obviedad de la unidad de mercado. La redistribución de la misma no ha atendido por lo general a criterios territoriales, sino sociales, es decir, se ha ayudado a las rentas más bajas, con independencia de su lugar de origen. Pero además en cuanto a inversiones resulta obligado reconocer el esfuerzo inversor y redistribuidor que el Estado ha realizado en Cataluña. El cual ha sido tan enorme y superaba tanto a las capacidades económicas de la propia Cataluña que desbordó la demanda de trabajo en el Principado y determinó la llegada de trabajadores del resto de España (especialmente durante los años 60). Lo mismo podría decirse de las inversiones en servicios. Fue el Ministerio de Información y Turismo en 1951 el pionero del desarrollo turístico catalán, derivando hacia el Principado inversiones preferentes de acuerdo con el plan de desarrollo de 1964.
Si ahora se pretende romper este régimen es de sentido común el devolver todas las ayudas recibidas. O lo que es lo mismo: la ruina de Cataluña. Es obvio que cuando se rompe una relación de gananciales para dar paso a la separación de bienes se ha de hacer un recuento de los mismos valorados en función de su valor presente con vistas a la equidad de la separación. Eso seria en el caso del tú a tú, pero es que ni siquiera valdría esta analogía, porque Cataluña es tanto como España, es una parte del todo, no un ente que se acopla.
Por otra parte resulta necesario poner en relación la contribución global que se hace al resto del mercado a través del Fondo de Cohesión Social para el desarrollo de las partes menos desarrolladas de la nación redunda indirectamente en la inversión catalana. Son Galicia y Andalucía las regiones más beneficiadas por el FCS, lugares en los que las empresas catalanas tienen un intereses esencial. Que devendría en nulo si persisten los niveles de subdesarrollo social que compensa el Fondo citado.
Globalmente tampoco es cierto que sea Cataluña la que más aporte al mismo. Es Madrid, seguido de Baleares. Y eso por no hablar del endémico endeudamiento de la Generalitat con el Estado. Si el Estado reclamase todo lo que la Generalitat adeuda supondría la ruina total para los catalanes
En conclusión: el modelo de financiación que se propone es un suicidio para la convivencia nacional y para la estabilidad y el crecimiento de Cataluña. Solo por eso, al margen de cuestiones "teoréticas" como lo de la nación, basta para oponerse al nou estatut.
Ciprià Monssegu
¡Por España!, y el que quieradefenderla honrado muera;y el que, traidor, la abandone,
no tenga quien le perdone,
ni en tierra santo cobijo,
ni una cruz en sus despojos,
ni las manos de un buen hijo
para cerrarle los ojos.
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