El islam es una religión de odio, de odio al prójimo, fundada por un camellero analfabeto con elementos tomados del judaísmo y de herejías cristianas.
Una religión que ensalza la violencia. Una religión que desprecia y denigra a la mujer.
Una religión machista en la que la mujer es un juguete del varón, cuya palabra no tiene valor ante los tribunales y vale la cuarta parte de la declaración de un hombre (así dicen los hadices).
Una religión en la que los hombres van al paraíso y allí las mujeres son sus esclavas, sirviéndoles vino y teniendo relaciones sexuales con ellos. Esto dice el inmundo Corán de los hombres; de las mujeres no dice nada, de donde se deduce que las que van al cielo no van en premio a sus buenas obras ni para ser felices por la eternidad, sino para servir a los hombres. 72 por cada varón nada menos.
Una religión que da a los hombres el derecho de tener varias mujeres y cuantas concubinas quieren, si se lo pueden permitir económicamente (y el que sea pobre que se fastidie; ¡qué igualitarios!). Eso sí, las mujeres no tienen derecho a casarse con más de un hombre, en la mayoría de los casos ni siquiera a elegir con quién se casan.
Una religión basada en un libro supuestamente dictado por el arcángel Gabriel y lleno de contradicciones. Un libro en el que se revuelve todo y resulta que María, Nuestra Señora, es la misma María que era hermana de Moisés. Un libro en el que un samaritano (varios siglos antes de que existiera Samaria) fundió el becerro de oro que adoraron los israelitas mientras Moisés estaba en el monte Sinaí. Un libro en el que la Tierra es plana, mientras que en la Biblia se menciona en varias ocasiones como esférica, nunca plana; en la Cristiandad siempre se había sabido que era esférica y flotaba en el universo. Y la descripción coránica según la cual Dhul Jarnaín (nombre por el que se refieren a Alejandro Magno, al que consideran santo ¡!) descubrió dónde se ponía el sol, en el fondo de un pozo (no se explica cómo hacía para salir a la mañana siguiente por el otro lado del mundo) es para desternillarse. En los hadices se encuentran más barbaridades científicas. Ah, y volviendo a la Virgen María, según el Corán, ella iba andando un día por el campo, y cuando le vinieron los dolores de parto se sentó al pie de una palmera y dio a luz a Jesús. Para ellos Jesús es el más grande de los profetas, eso sí, después de Mahoma (malhaya su memoria). Pero claro, de Hijo de Dios nada, que eso es una abominación para ellos. Y no murió en la cruz, qué va, lo rescataron sus seguidores bajándolo de la cruz y curando sus heridas.
Una religión que convirtió en un desierto cultural el norte de África, de donde habían salido San Agustín y tanto otros Padres de la Iglesia. ¿Qué ha producido de interés cultural el norte de África desde la invasión de las hordas islámicas? En Egipto los turistas van a ver las pirámides y templos egipcios. En Túnez, las ruinas romanas y las de Cartago (aunque de esta última no queda mucho, por aquello de "delenda est Carthago"). ¿Qué otra cosa queda por allí? Los únicos lugares donde hay edificios interesantes son España, Siria, Israel, Turquía y algunos otros en que había presencia cristiana antes del islam y no se destruyó del todo.
Una religión fundada por un seudoprofeta pervertido que tuvo entre sus esposas a una niña de nueve años.
Una religión que en el peor de los casos persigue el cristianismo y otras religiones y en el mejor se limita a imponer pesadas cargas a los cristianos y otros "infieles".
Una religión basada en un mamotreto lleno de contradicciones, escrito sin orden ni concierto en una serie de capítulos llamados suras (mejor sería decir basuras) sin ningún criterio.
Una religión que no conoce la misericordia ni el perdón de los pecados. De la caridad mejor no hablemos.
Una religión basada en un dios impersonal que no se preocupa por sus criaturas, que no ama, y al que sin embargo éstas están obligadas a adorar y reverenciar. No es un Dios personal como el nuestro, que se pone en nuestro lugar, que sale a nuestro encuentro, que se encarna y se convierte en uno de nosotros, que recibe el castigo que nosotros nos merecemos, padece unos tormentos terribles, muere y luego resucita a los tres días. Alá es un dios insensible e implacable, y ay del que lo ofenda.
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