Don Manuel Fal Conde


El paso de los años y la ausencia de medios provoca el olvido de algunos acontecimientos más que llamativos. Éste es uno de ellos: la preparación del asesinato de Manuel Fal Conde. El hecho apareció primero en “El Correo de Andalucía”, a fecha de 20 de noviembre de 1979. El periodista, Holgado Mejías, incluía una entrevista con un hijo de Fal Conde, Domingo Fal Macías. Más tarde, en 1986, se publicaba un extracto del reportaje, en el libro de Tomás Echevarría, Franco ¿no era normal? Uno de sus hechos injustificable: la persecución a los carlistas.


Fal Conde vivió un verdadero infierno, ya durante la Guerra Civil; al igual que muchos carlistas como, por ejemplo, Zamanillo. Destierros, detenciones, censuras, control del teléfono… mucho dolor debieron sentir aquellos carlistas que habían ganado la guerra pero habían perdido la paz.


A finales de diciembre de 1936, tras crearse la Academia Militar de Requetés, Franco daba a elegir a Fal Conde entre un Consejo de Guerra sumarísimo o el exilio. Don Manuel eligió la expatriación, optando como destino el vecino Portugal y sólo le fue permitido volver a España en noviembre de 1937. Mientras tanto, el Generalísimo firmaba el Decreto de Unificación; que suponía la perdida de periódicos, círculos, muebles… a favor del partido único.


A su retorno, los primeros meses fue confinado en una finca palentina, llamada Villadrando, cercana a Cordovilla la Real. Más tarde, volvió a Sevilla; pero siempre bajo supervisión policial o arresto domiciliario. En el mes de septiembre de 1941 se repitió la expulsión, esta vez con destino a Ferrerías (Menorca). La aplicación de la orden se retrasó un mes, pues la mujer de Fal se encontraba en avanzado estado de gestación y encamada. Finalmente, el niño nació muerto y su madre continuó en un estado delicado, lo que no impidió la expulsión.


El Ministro de Gobernación era Blas Pérez, responsable de la orden de destierro, y seguramente del intento de asesinato. Por encima, claro, la responsabilidad superior de Franco. A continuación, ofrecemos un extracto del reportaje:


PLAN DE ASESINATO


-¿Qué es lo primero que hizo tu padre cuando recibió la orden de destierro?
-Mi padre prohibió terminantemente que se dijera cuando salía él de Sevilla. Quería que nadie lo supiera.
-¿De quién era el coche en que viajaba?
-Mi padre hizo el viaje en su coche. Al volante iba su chofer particular Miguel Infante. La acompañaban su compañero de bufete José Acedo Castilla y un Capitán de la Guardia Civil.
-¿En misión de servicio?
-Sí.
-¿Vive este capitán?
-Sí
-¿No me quiera dar su nombre?
-No.
-¿Qué recorrido hicieron hasta el destierro?
-El Gobernador Civil dijo al Capitán de la Guardia Civil el recorrido que obligatoriamente tenían que hacer: Málaga, Almería, Alicante y allí embarcarían para Mallorca. Lo que no sabía el Gobernador es que, y te lo afirmo con absoluta seguridad, entre Sevilla y Málaga mi padre tenía que ser asesinado. Pero no se ejecutó el criminal plan porque se equivocaron de carretera.
-¿Hubo algo sospechoso o alguna anormalidad cuando salieron de Sevilla?
-El Capitán de la Guardia Civil quiso dar a mi padre una pistola, pero él se negro a recibirla, y observó entonces que el Capitán había introducido en el coche armas automáticas.
-¿No te parece todo esto muy extraño?
Hay algo más todavía. Hasta ese momento, mi padre desconocía que el Capitán supiera el plan del asesinato, y el Capitán ignoraba que mi padre lo supiera.


EL HONOR DE LA GUARDIA CIVIL


-¿Quién descubrió el plan?
-Yo creo que fueron los servicios de información de la Guardia Civil los que alertaron a la superioridad de lo que había planeado.
-¿Qué papel jugaba el Capitán de la Guardia Civil?
-Verás. Este Capitán tenía muy grave a su mujer y los compañeros quisieron sustituirlo en la misión de acompañar a mi padre hasta el punto de su destino. Entonces el Capitán se negó a ser sustituido, alegando que lo que estaba en juego era el honor del Cuerpo de la Guardia Civil, y que él no podía declinar defender ese honor.
-¿Cómo dices?
-Que el Capitán no quería dejar el riesgo que él iba a correr a otro compañero.
-¿Se refería él secretamente al asesinato planeado?
-Sí. El capitán se sentía en la obligación de conducir a un señor al destierro, pero defendiendo la vida de ese señor y sin entrar en las razones de su detención y destierro.
-¿Me dices cómo se llama?
-No me considero autorizado a dar su nombre en razón a que él no quiere que figure su heroísmo.