Hay dos historias, la oficial, embustera, que se enseña ad usum delfini, y la real, secreta, en la que están las verdaderas causas de los acontecimientos: una historia vergonzosa (Honoré de Balzac).

EL MASÓN Y ALQUILABLE MARX.
Marx al único amigo que respetó, aparte de su esclavizado y siempre "sableado" Engels, fue al poeta masón criptojudío Heinrich Heine por medio del que pudo llegar a "quien comprara su actividad".
Heine era íntimo de James Rothschild con quien acostumbraba a pasear del brazo por París. En su hermano Nathan, Heine recoge en sus memorias: "uno de los más grandes revolucionarios entre los que fueron fundadores de la democracia moderna .."

Heine, James Rothschild y Marx asistían a las fiestas y tertulias organizads por la condesa ricachona María D'Agouslt que como escritora revolucionaria firmaba Daniel Stern y amante del músico masón Listz, (hermano de Cosima mujer de Wagner).

Es en estas reuniones donde se fraguó la "hermandad" entre el revolucionario masón Marx y los todopoderosos banqueros del escudo rojo (Rothschild en alemán escudo rojo), también masones. Su fruto fue la financiación tanto de la praxis revolucionaria de 1848 como de la teoría revolucionaria, pues El Capital fue escrito por encargo de estos banqueros. Como bien prueban los cheques firmados por el hermano de James, Nathan Rothschild a favor de una organización creada por los iluminati: La Liga de los Hombres Justos (Bund der Gerechten) antes llamada liga de los forajidos (Bund der Geächteten) que más tarde (1847) cambiaría a Liga Comunista (Bund der Kommunisten).

Independientemente del nombre la liga era una organización paramasónica revolucionaria a la que pertenecía Marx y que financiaba sus escritos, incluido el Manifiesto Comunista. Los cheques de Rothschild aún se conservan en el museo Británico de Londres.

Como decía su gran amigo el "rabino rojo" Moisés Hess en un artículo que envió a Marx para publicarlo en 1844 en la revista Adelante titulado: "Sobre la esencia del dinero" y que es toda una declaración de Mammonismo: "el dinero es al mundo práctico lo que Dios al teórico, que él constituye la alineación de la idea de valor social, en plata o en aleación desde el punto de vista católico o en papel moneda, desde el punto de vista protestante. En otras palabras: el dinero es, simplemente, el símbolo inorgánico de nuestra presente producción social, que se ha liberado de nuestro control racional y, en consecuencia, nos domina".

Así los masones intelectuales como Marx están a disposición de quien compra su actividad para engañar a los más humildes: "nos mostramos ante el obrero como los liberadores de este yugo, proponiéndole su entrada en los ejércitos socialistas, anarquistas o comunistas que sostenemos constantemente bajo el pretexto de la solidaridad entre los miembros de nuestra francmasonería social".

Por si alguien duda de la pertenencia masónica e iluminista de Marx, él mismo escribió, en su retiro burgués de Londres (12 junio 1871), una carta al porfesor Beesly, Presidente de la I Internacional, tras el fracaso de la Comuna de París (también obra masónica y de la I Internacional). La carta está recogida en el volumen correspondencia seleccionada, comentada y anotada por el Instituto Marx-Engels-Lenin de Leningrado y traducida al español en Ed. Cartago de Buenos Aires en 1957, su reproducción íntegra es:
"Mis relacones con la Commune fueron mantenidas por intermedio de uncomerticante alemán que viajaba todo el año entre París y Londres. Todo se arregló verbalmente con la excepción de dos asuntos: Primero, por el mismo intermediario, les envié a los miembros de la Commune una carta en respuesta a una pregunta de ellos acerca de cómo podría negociar ciertos valores en la Bolsa de Londres. Segundo, el 11 de mayo, diez días antes de la catástrofe, les envié por el mismo método todos los detalles del acuerdo secreto concertado en Frankfourt entre Bismarck y Faure. Esta información me llegó por la mano derecha de Bismarck (Lothar Bücher), una persona que en su tiempo había pertenecido a la sociedad secreta de la que yo era jefe. Este hombre sabe que conservo en mi poder todos los informes que me envió y sobre Alemania. Depende de mi discreción. De ahí sus continuos esfuerzos para demostrarme sus buenas intenciones. Es la misma persona que me previno, como ya le dije a usted, de que Bismarck había decidido detenerme, si yo volvía este año a visitar e Hannover al Dr. Kugelman".

EL DINERO DE LA REVOLUCIÓN "RUSA".
La tal revolución se financió con dinero de los dos lados del Atlántico por los jerarcas iluministas.
En su discurso (volumen 33 de su Collected Works) pronunciado en el XI Congreso del Patido de abril de 1922 (el último en que participó) Lenin afirmó:
"Bien, hemos vivido un año, el Estado está en nuestras manos; pero ¿ha aplicado la Nueva Política Económica de la manera que queríamos? NO, pero nos negamos a reconocerlo. ¿Cómo se aplicó? la maquinaria se negó a obedecer la mano que la guiaba. Era como un coche que iba no en la dirección que quería el conductor, sino en otra; como si fuera conducido por una mano misteriosa, sin leyes. Sea como fuere el coche no va en la dirección que el hombre al volante se imagina, y a menudo va en una dirección totalmente diferente".
Se refería a los capitalistas financieros monopolistas, la jerarquía iluminista que lo financiaba y que controlaba, en secreto, el destino al que se dirigía el coche del Bolchevismo. Un coche en el que ya poco tenía que dirigir el enfermo revolucionario.

Aún resuenan las palabras de Rothschild, el primer gran jerarca, cuyos herederos siguen siendo la familia más poderosa del mundo con independencia de sistemas políticos, ideologías y paso de generaciones (su madre decía, orgullosa, y no exenta de razón: "si mis hijos quieren habrá guerra" (por la IGM) y que son: "permitidme fabricar y controlar el dinero de una nación, y ya no importará quién lo gobierne"

Actualmente el sistema se ha perfeccionado pues el dinero de todas las naciones cada vez está más controlado por la jerarquía iluminista mediante sus dos más poderosos siervos: FMI y BM (Fondo Monetario Internacional y Banco Mundial).

Y como muy bien reconoció el propio Marx: "las ideas de la clase dominante son las ideas dominantes de cada época, es decir, la clase que ejerce el poder material dominante en la sociedad, es, al mismo tiempo, su poder espiritual dominante.
La clase que dispone de los medios para la producción material dispone con ello, la mismo tiempo, de los medios para la producción espiritual, lo que hace que se le sometan, al propio tiempo, por término medio, las ideas de quienes carecen de los medios necesarios para producir espiritualmente.
Las ideas dominantes no son otra cosa que la expresión ideal de las relaciones materiales dominantes, las mismas relaciones materiales concebidas como ideas dominantes; por tanto, las relaciones que hacen de una determinada clase la clase dominante son también las que confieren el papel dominante a sus ideas
".

Y Marx lo entendió y aplicó perfectamente recibiendo suculentas gratificaciones de los Rothschild por escribir El Capital, la antítesis necesaria buscada por la Jerarquía Iluminista en su obsesión por ejecutar sus planes secretos.

Así pues, de llevarse a efecto su plan revolucionario, las "ideas dominantes" que se impondrían, a las que se refiere el propio Marx, como así fue y en todas las revoluciones marxistas, serían las de los Rothschild y sus "hermanos" financieros, pues ellos eran y son "la clase que ejerce el poder material dominante".

Desgraciadamente para la humanidad, llevamos más de siglo y medio en que la ideología marxista, su forma de entender las sociedades y de analizar la Historia han sido las dominantes.

Y estas ideas han reportado el mayor beneficio a la Jerarquía Iluminista a la que los "revolucionarios"masones como Marx sirvieron y sirven aún hoy con más o menos conocimiento del "secreto" estén despiertos o dormidos, convencidos o "alucinados".

Por los datos que se poseen ahora están empeñados en la causa islámica, en la indigenista del masón Hugo Rafael Chávez, o del no menos masón Juan Evo Morales, alternativas para la ya "fracasada" y obsoleta marxista.

Bien lo entendió el ideólogo del anarquismo y también masón Mijail Alexándrovich Bakunin cuando lo explicó en su Afirmación de la Alianza aunque no se lo aplicó a sí mismo el cuento, pues sus seguidores pecaban de lo mismo: "los marxistas tienen un pie en el movimiento socialista y el otro en un banco".

Los "revolucionarios" de ayer y de hoy siempre tienen además de un pie en las logias y otro en el terrorismo: anarquista, socialista, comunista, independentista, o islálmico, y los masones amparadores de esas "causas revolucionarias" y "progresistas" siempre han estado y están tirando la piedra y escondiendo la mano.

Los masones siempre han trabajado para el mayor beneficio de quien les manda desde el anonimato supramasónico: la Jerarquía Iluminista, la que impone sus designios al resto de los mortales que "non possumus" conocer sus "secretos", aunque algunos, cada vez más, nos vamos enterando, mientras esperamos que la mayoría no lo haga tarde y mal.