Re: El ataque
Iniciado por
Michael
Una pregunta: ¿deberían establecerse controles para la inmigración musulmana?
Simplemente veo que una gran parte de estos atentados surgen en su mayoría por musulmanes. Entiendo la mayoría de ellos son buenas personas pero siempre vienen dos o tres gorgojos, por eso preguntaba si habría que poner más controles en la inmigración musulmana.
Habría que controlarlos más de cerca y cerrar las mezquitas salafistas conocidas, pues es en ellas donde se procede al adoctrinamiento o lavado de cerebro. De todos modos, en mi opinión, siempre va a haber un problema larvado. El Islam es por si una religión que se acompaña de una filosofía de violencia. Por eso se afirma que no es violento "per se", pero el ambiente cultural en el que creció si es violento. Basta con repasar los libros de Historia, incluso los más sencillos o introductorios, para comprobar que esta religión fue extendida muy rápidamente a base de caballos, lanzas, espadas, batallas y muchas matanzas, y eso no es normal. Generalmente las religiones o nacen en un contexto muy localizado, con un héroe bueno y pacífico, que realiza el bien en su sociedad para, finalmente, irse extendiendo de un modo digamos que circular, poco a poco y por contagio con otras regiones limítrofes. O se extienden en forma de proselitismo a través de reuniones, conversos, convenciendo, yendo a los problemas de la gente, etc. O, no pasan de ser religiones domésticas, propias de un solo pueblo, de una cultura, de una etnia, pero no más. El Islam se extendió a la brava, lo hizo entre pueblos nómadas y semi-nómadas, asaltando ciudades, y no entre pueblos más o menos similares, sino bien diferenciados en sus tradiciones, costumbres, estructuras sociales, modos de vida y producción, artes, etc.
Hoy en día lo vemos en Oriente Medio, caldo de cultivo de toda clase de conflictos, de pueblos que se odian entre si aunque tengan la misma religión y luego vayan a La Meca a adorar a una piedra. Tales condiciones son aprovechadas por algunas potencias para lograr beneficios o para otros fines, unos inconfesables y otros quizás hasta deseables en medio de tal marasmo de intereses. Pero también hay una violencia extrema en otros países, en otras sociedades orientales que no están en el Oriente Medio, desde la India hasta Filipinas, donde la violencia más extrema está relacionada con los musulmanes que habitan en tales países. Y esto que es algo que se percibe mucho menos en Occidente, pues las noticias llegan como algo lejano, es todo un síntoma de que algo muy grave está sucediendo en el ámbito musulmán en todo el mundo.
"He ahí la tragedia. Europa hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma europea choca con una realidad artificial anticristiana. El europeo se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.
<<He ahí la tragedia. España hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma española choca con una realidad artificial anticristiana. El español se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.>>
Hemos superado el racionalismo, frío y estéril, por el tormentoso irracionalismo y han caído por tierra los tres grandes dogmas de un insobornable europeísmo: las eternas verdades del cristianismo, los valores morales del humanismo y la potencialidad histórica de la cultura europea, es decir, de la cultura, pues hoy por hoy no existe más cultura que la nuestra.
Ante tamaña destrucción quedan libres las fuerzas irracionales del instinto y del bruto deseo. El terreno está preparado para que germinen los misticismos comunitarios, los colectivismos de cualquier signo, irrefrenable tentación para el desilusionado europeo."
En la hora crepuscular de Europa José Mª Alejandro, S.J. Colec. "Historia y Filosofía de la Ciencia". ESPASA CALPE, Madrid 1958, pág., 47
Nada sin Dios
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