¡ HOY !:
Hoy ha sido un día especial. Y me ha venido como el que la cosa no quiere, así, sin más, y es que desde muy niño me enseñó mi madre a ser detallista, a fijarme en las cosas por pequeñas que-en un momento dado-éstas pudieran parecernos. Hoy al ir calle abajo, el sol iluminaba el pueblo mientras acompañaba un dulce repique de campanas; campanas de una iglesia de planta neoclásica , que descubre su cruz en un techo marrón oscuro sobre la imagen de la patrona del pueblo, cercana a un par de vistosas palmeras, y en su mayor parte de color blanco, como blanco es el color tradicional de muchos pueblos de la Andalucía. Hoy me topé con un hombre al que hacía mucho tiempo que no veía; casi teniendo mi altura, manteniendo un tipo altanero- a pesar de los embestidas que el pasar de los años ofrecen-Su tez blanca y rosada, como la mía, colorada por el castigo que el sol suele dar a los hombres que trabajan la tierra; y no tenía visera norteamericana, sino una boina, una boina grisácea con cuadros oscuros, con unos pantalones grises, con unas camperas botas marrones. Como es costumbre-y a Dios gracias-aún en los pueblos donde no hemos sufrido-todavía-las desgracias del gran urbanismo, nos hemos saludado con la más absoluta normalidad. El hombre me dijo “ Adió niñu “; con una esbozada sonrisa, dejando entrever sus castaños vellos de unas fornidas patillas. Y en ese momento me sentí como en una burbuja, como en esa burbuja que parece planear por el sur, donde suele darse la sensación de que el tiempo se paraliza. Este hombre probablemente no saldrá en los 40 principales, ni irá a malgastar su dinero en discotecas; y probablemente será objeto de mofa para aquellos enamorados del más idiotizado cosmopolitismo urbanoide. Pero este hombre para mí representa la resistencia natural del ser hispánico; no sólo él, sino muchos como él, muchos que cada mañana se levantan para conseguir su sustento, muchos hombres que entienden la tierra y que a veces, como antiguos druidas celtas, parece que aún hablen con los árboles. No será famoso, aunque su árbol genealógico pueda ser un conjunto perfecto de castellana hidalguía. Aquellos hombres que aún beben agua fresca del botijo, gustan del mosto en Noviembre, y cuyas mujeres rezan el rosario y bendicen la mesa. Aquellos hombres, que si no fuera por su mano, tanto los burros, como los mulos, los galgos, las perdices, o el campo mismo serían ahora un mero recuerdo. Urbanizaciones a diestro y siniestro están destrozando la identidad de los pueblos; se está perdiendo hasta el acento en pro de una especie de habla así como “ standard “, que es la que triunfa en el Canal Sur. Se está perdiendo la naturalidad, el chascarrillo, el saludo, el conocimiento. Aquellos hombres que pueden ser una cátedra de flamenco, o de agricultura; que tras el descanso en la plenitud del tajo desayunan melones y sandías, que las grietas de sus manos asoman la dureza misma de la vida, así como su alegre y profundo mirar dilatan su experiencia. Aquellos hombres que no sólo se anudan el típico pañuelo gris para lucirlo delante de la televisión de turno en puntuales romerías. ¿ La España de charanga y pandereta ? ¡ Y qué más quisiéramos ! Quizás-también por el hecho de ser un país católico, -mal que le pese a la progresía-resistimos más que otros países los desastres de la “ modernidad “. No obstante, ya no hay charangas y panderetas, sino hamburgueserías y discotecas. Cada vez hay menos olivos, menos tomateras, menos melonares, menos trigales….Y digo yo que dentro de unos años-si es que esto sigue así, que va a ser que sí….-¿ nos comeremos el cemento de las urbanizaciones, que tan bien aprovechan los respectivos ayuntamientos borbónicos ? Algunos puede que vean en estos hombres a unos simplones catetos; ésa desde luego no es mi visión. Es una visión de la España perdida, la España que cede ante la mezquita y la logia-sinagoga, la España que ha perdido su fuelle como fuerza y espíritu del extremo Occidente, la España zafia, voluntariamente inculta, insulsa, desapasionada, tolerante con lo intolerable, agazapada, moribunda….La España que se reparten Pérez Carod e Ibarretxe-entre otros-la España que, sencillamente, es mejor que sea dicha como Antiespaña. Hoy he vuelto a nacer, y este sol de justicia me ha dado alas para seguir el eterno ideal de conquista que acompañarnos debe, desde los Concilios de Toledo hasta los últimos de las Filipinas. Si queremos una España Nueva, ¿ cómo olvidar a la Vieja ? ¿ Cómo perder nuestra natural exigencia moral ? ¿ Acaso buscamos el fin de la historia; penetrando en nuestras propias entrañas el tan funesto materialismo genocida ? Hoy me he dado cuenta de muchas cosas. ¿ Podrá ser hoy un gran día si así me lo planteo ? Pues me van a permitir que sea poco-por no decir nada, eufemismo puro y duro al fin y al cabo, quizá cierta retórica…-optimista; permítanme que por un momento me acuerde del cueste lo que cueste y de la dialéctica de los puños y las pistolas. Permítanme que me asombre leyendo uno de los últimos mensajes de Evita, la argentina, nuestra Evita, de Navidad. Permítanme que recuerde a los que cayeron por nuestra Patria, que aún conservan en su honor una placa en plena iglesia, a los héroes de la Berbería; y sentí profunda y real lástima al ser quitada años ha la cruz de los que cayeron en la Cruzada del 36; brava sangre-de difícil época-de requetés y falangistas. El burgués-como estilo de vida que es-está suplantando nuestra verdadera personalidad. El español de a pie no se encuentra, ni como individuo ni como colectivo. ¿ Acaso encontraríamos una cebra si se pintase entera de añil ? ¿ O un Rocío sin su ermita y su Virgen ? ¿ O una Covadonga sin su Santina ? ¿ O un Montserrat sin su Moreneta ? ¿ O un Escorial sin su San Lorenzo ? ¿ O un Perú sin Pizarro ? ¿ O un Castro Marim sin su castillo visigodo ? ¿ O una Andalucía entera sin pueblos blancos-aludiendo directamente a mi sentir- ? ¿ O una Compostela- esto es; de campvs stellae – sin Santiago Apóstol ? Todos estos interrogantes-que son la misma cosa-tienen una respuesta que todos ya sabemos; y por ello hemos de poner en práctica en el día a día. Porque ser español no es una palabra, sino un hecho, como tan español fue Tirant Lo Blanc como Don Quijote de la Mancha. No es que esté feliz del todo, pero hoy, hoy…..Hoy ha sido un día especial, porque a partir de hoy-quizá-entiendo mejor que nunca que España no puede morir. Aún vive gente así, y mientras hay vida hay esperanza; sepámosla transmitir pues. No podemos estar parados como el tren de la Plaza de las Niñas de Huelva, sino movernos como nuestro pueblo sólo sabe, con la cabeza alta aún en duras vicisitudes como ser pudieran Rocroi o Trafalgar. Movernos como Pedro Moreno se movía con Hernán Cortés por los novohispanos valles, o como Roger de Flor campeaba por el Mediterráneo, o como cuando Sancho el Mayor florecía como fulgurante guerrero desde su navarrica cuna, o Magallanes el portugués y Elcano el vascongado, asombrando al mundo con la proeza de recorrerlo; demostrando el inmenso redondel que es; como Agustina de Aragón al pie del cañón. Aún vive el hispano jinete, en la saca de las yeguas en Doñana y en a rapa das bestas en Galicia, o allá en los Andes, en la Pampa….Pero que sea hoy, ¡ no dejemos para mañana lo que podamos hacer hoy ! Hoy mismo Dios me dio una señal, como a tantos otros, estamos en el buen camino, forjando nuestro destino….A partir de hoy, que todo sea distinto. ¡ Hoy como ayer ! ¡ Hoy mismo, hoy !
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