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viernes 13 de julio de 2007
Reflexión semanal
Muchas, y variadas, cosas han sucedio en esta semana que bien merecen la pena de ser meditadas durante el lapso del fin de semana.
La primera en destacar, por el revuelo mediático, y mesiánico, que se ha querido potenciar, muy especialmente desde la COPE, es la "resurrección" del llamado espíritu de Ermua. Nosotros poco decimos sobre esto (porque es inútil entrar en la verborrea semántica que tantos favores hace al neomarxismo), salvo que el espacio dedicado en Madrid se ha quedado grande, o la respuesta pequeña, a saber; en todo caso, y por Miguel Ángel Blanco --y por todos los asesinados por los enemigos declarados de España--, no más minutos de silencio, sino oraciones y misas en sufragio de sus almas.
La segunda cosa que tenemos que reflexionar es sobre la tan traida y llevada asignatura de Educación para la Ciudadanía. Dicen, los que siempre dicen lo que no saben otra cosa que decir, que esta asignatura no es democrática, que no es la asignatura que se pretende implantar desde Europa y que el Estado en materia moral no puede decidir nada, ni siquiera la propia moral católica. Bien, pues, todo esto es una sarta de errores.
Esta asignatura, EpC, es completa y plenamente democrática, porque --como hemos dicho tantas y tantas veces-- la democracia moderna no es una forma de gobierno, sino una cosmovisión, una religión, y por tanto, celosa de otras cosmovisiones y religiones. Claro, una religión más falsa que Judas.
La Unión Europea, gobernada y regida por la secta de los masones, no sólo pretende la EpC, sino que se le queda corta.
Que se aclaren de una vez los que siempre andan esquizofrénicos, ¿el Syllabus está o no está en el Depósito de la Fe? y depués de contestar repasen sus comentarios acerca de las funciones del Estado.
Hay que decir, en honor de la verdad, que todos, todos, los colegios diocesanos (antiguos seminarios menores), en Madrid hay 26, pueden, en virtud del Concordato con la Santa Sede de 1979, pedir la independencia del sistema educativo del Estado y poner sus propios temarios, contenidos, profesores y libros de texto, es decir, ser fieles al 100% con su ideario católico. Asimismo, esa independencia obliga a reconocer por el Estado los títulos obtenidos en esos centros. Es decir, ¿de qué narices estamos hablando con objeción, adaptación al ideario y libertad? Menos hablar y más actuar. Los que tienen los medios son los que pueden, y deben, hacerlo. No nos engañen más.
En tercer lugar, penosamente, hemos de volver con las blasfemias, en este caso por un club deportivo, el del Getafe. Dice su presidente que no entiende nada, que no entiende por qué la Iglesia se cabrea, y dice bien, claro, el entiende que en la España actual uno puede decir lo que le dé la gana, que en eso consiste la libertad. ¡Claro que sí, Sr. Presdidente del Getafe! Con la misma libertad que tenemos los demás de acordarnos (no decimos cómo) en los muertos de toda su familia y en la de todos los que comparten su visión. Sí señor Ángel Torres, no se preocupe que lleva usted nuestro mejor memento, hipócrita, y de paso le deseamos que su equipo tenga que jugar, en años sucesivos, en un campo de tierra y entre las cabras, que es dónde le pertenece estar.
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