Hay mucha gente que todavía venera a Stalin en Rusia. Incluso circulan muchas leyendas de que no era tan malo, o de que al final de su vida se arrepintió, y muchos otros disparates. Y es cierto que existe un movimiento a favor de su canonización. Hay hasta leyendas de supuestos milagros como el de una anciana ciega que recuperó la vista tras besar la tumba de Stalin, y otras curaciones por el estilo. El colmo de todas esas leyendas es una según la cual en una batalla contra los musulmanes chechenos apareció en el cielo montado en un caballo blanco, como Santiago, y les dio la victoria. Aunque el patriarcado de Moscú se opone a la canonización, por toda Rusia proliferan los retratos del dictador (supongo que también las estampitas). Parece mentira. La verdad es que Stalin, además de ser cuantitativamente uno de los mayores asesinos de la humanidad, si no el mayor, fue uno de los mayores perseguidores de la religión que derriba las iglesias o las convertía en pocilgas para profanarlas. ¡Maldita sea su memoria!
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