Revista FUERZA NUEVA, nº 499, 31-Jul-1976
Aquel 18 de Julio
Mi querido amigo y jefe:
Sé que tiene muy poca importancia para ti y para FUERZA NUEVA lo que voy a decirte, porque, por mis años, poco puedo hacer ya por nuestros ideales. Sin embargo, aquí estoy, “formando”, a tus órdenes, incondicionalmente.
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Me contraría pertenecer a un partido, pero, como tú muy bien dijiste al “reportero” no hay otra opción… Y es precisamente en el partido de FUERZA NUEVA donde militaré mientras tú seas su jefe.
Por dos razones:
* Porque, en tanto que los míos y yo misma, dormidos en los laureles demasiado tiempo, sin organizarnos y sin formar a la juventud –que en gran parte se fue al marxismo y al separatismo (véase la Navarra de ayer y de hoy, como ejemplo)-, FUERZA NUEVA, dándose cuenta de la autodemolición del Régimen de Franco, movilizó con gran dificultad y sacrificios un sector de opinión y despertó a los mejores. Después hemos ido viniendo los demás.
Tú llevas diez años como único apóstol y profeta, previniendo sobre lo que ocurría y lo que inevitablemente está pasando.
Toda España sabe –amigos, afines, adversarios o enemigos- que has sido el único que valientemente, y jugándote todo, y en primer lugar la vida, la has recorrido y la sigues recorriendo en toda su extensión y variedad, arrastrando a las ¿masas? (no me gusta esta palabra…), a los españoles, a los hombres y a las mujeres conscientes que te vitorean como verdadero líder de nuestro ideal.
* Ideal de Dios y España, que fue el del 18 de Julio de 1936. Y ésta es la otra razón por la que, quien esto firma, de bien probada historia tradicionalista, afirma, yo sigo… en FUERZA NUEVA. Porque recuerdo que la fragmentación en tres partidos de los tres grupos, Falange, Renovación Española y Tradicionalistas, aunque afines, aunque aliados en las elecciones y en el Parlamento casi siempre, no formaban una unidad. Y como viví los prolegómenos del 18 de julio, puedo afirmar que esa falta de unidad total de disciplina retrasó el Alzamiento y, en algunos casos, fue causa del fracaso.
Volver otra vez a las mismas fórmulas y maneras es suicida.
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Existe una unidad: el 18 de Julio. No la rompamos. Sangre de requetés, monárquicos no liberales y falangistas, con otros españoles y el Ejército, se mezcló por primera vez aquel día.
La unidad, la auténtica unidad, fue absoluta y total, desde el primer día, en el frente. Si alguien pudo intentar romperla en algún momento y en la retaguardia, fue porque no había pisado las trincheras y únicamente había llegado con sus brillantes botas altas y sus flamantes uniformes hasta los cuarteles generales, y eso cuando se hallaban distantes de la primera línea… Probablemente son los mismos de la autodemolición del Régimen, muchos de los cuales, liberales y demócratas ahora, han cobrado sueldos y siguen cobrando pensiones de la Cruzada y de los Gobiernos de la paz.
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La unificación vino, desde arriba, por decreto, cuando ya hacía cerca de un año que se había hecho por imperativos de generosidad y sacrificio, desde abajo… en la extensa línea de los frentes de Madrid, del Norte, de Aragón y de Andalucía. Allí siempre fuimos todos uno.
Y si allí fuimos todos uno, ¿por qué ahora volver a separarnos?
¡Malditos partidos políticos!, que hasta lo más noble, honrado y leal, la unidad por Dios y por España, logra debilitar, favoreciendo los personalismos y la individualidad, tan característicos de los españoles.
Siempre la misma amiga y correligionaria
María Rosa URRACA PASTOR
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