Revista FUERZA NUEVA, nº 512, 30-Oct-1976
Decíamos anteayer
Con este título encabeza Muro de Iscar en “Arriba” un comentario sobre la reincorporación a sus cátedras de Tierno Galván y Aranguren.
El “decíamos ayer” de Fray Luis de León era recuerdo inevitable al reanudar sus clases Tierno Galván en Salamanca. Pero el dirigente socialista prefirió introducir una leve modificación para señalar su mayor tiempo de alejamiento: “Decíamos anteayer”.
“Decíamos anteayer” lo puede decir Tierno y lo puede decir Aranguren. Quien no lo puede decir ni escribir es el diario “Arriba”, porque anteayer (hace doce años) dijo y escribió cosas muy distintas sobre la sanción impuesta a los catedráticos. Si Muro de Iscar lo duda, basta que consulte la colección del periódico en que escribe.
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Precisión
En el mismo número del mismo periódico, Fernando Onega se ocupa también del retorno de los catedráticos. “Símbolo de reconciliación”, lo considera. ¿Reconciliación entre quién? Pero no es ése el aspecto en que deseamos fijarnos, sino en que Onega hace referencia a “otra España dispuesta a condenarlos por una idea”. Una referencia inexacta, porque ni Tierno ni Aranguren fueron separados de sus cátedras por tener una idea determinada, que ya la tenían cuando accedieron a ellas (al menos, de forma demostrada con hechos, en el caso de Tierno), sino por su intervención en unas acciones contrarias a la disciplina académica, realizadas en la Universidad de Madrid. No fueron sancionados por una idea, sino por una conducta, previo expediente y de acuerdo con el reglamento de disciplina promulgado por Ruiz Giménez cuando era ministro de Educación Nacional, lo que quita a la norma cualquier aroma de fascismo.
Que la conducta fuera por motivaciones ideológicas, es cuestión aparte. Pero, como todo el mundo sabe muy bien, y estoy seguro de que Tierno y Aranguren serían los primeros en admitirlo, no basta que una conducta tenga intencionalidad política para que por ello sea lícita.
Juan NUEVO
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