"Vino la cena, y vinieron músicos que para esto estaban prevenidos. Viose Rodolfo a sí mismo en el espejo del rostro de su hijo. Lloraron sus cuatro abuelos de gusto. No quedó rincón en toda la casa que no fuese visitado con júbilo, del contento y de la alegría". Miguel de Cervantes, "La fuerza de la sangre".
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