Revista FUERZA NUEVA, nº 530, 5-Mar-1977
EUGENIO D’ORS O EL SILENCIO PÓSTUMO
El próximo 25 de septiembre se cumplirá el XXIII aniversario de la muerte de Eugenio D’Ors. Acaso ningún pensador español contemporáneo haya sufrido con más virulencia -después de su muerte- esa venganza póstuma del silencio absoluto con que los intelectuales de la mediocridad y la decadencia manifiestan siempre su inquina hacia los genios intemporales de España.
Por eso, desde las páginas de FUERZA NUEVA, acometemos el decidido propósito de quebrantar la losa de este secuestro intelectual de la vida, obra y pensamiento de Xenius, un español integral cuya fecunda y prolífica obra ha desaparecido, como por encanto, de los escaparates de todas las librerías y, lo que es peor, de los catálogos de todas las editoriales.
De Cataluña a la idea de España a través del 98
Xenius nace a la vida intelectual en la desembocadura del siglo XIX, compartiendo desde su Cataluña los avatares coloniales de Cavite y Santiago de Cuba. La amargura de este momento histórico arrastra a Eugenio D’Ors a superar la línea divisoria que escinde la cultura regional de la cultura nacional. Son los años en que su primer “Glosario” ve la luz pública, y atrás quedan los años errantes por los círculos culturales de París y Heidelberg.
D’Ors comprende que el concepto de nación que construye el romanticismo alumbra su propio declive, que España debe arrancar de sí misma hacia su proyección universal. Eran los tiempos en que Unamuno exigía la españolización de Europa frente a la norma romántica europeísta. Y Xenius, en su “Glosario” de 1909 escribe:
“Si… España es un perpetuo motín de Esquilache. El chispero clásico contra el ministro europeizante. Un día el chispero es héroe. Se llama Viriato, pastor lusitano. Roma, el Imperio, la civilización, avanza por senderos ibéricos. Levántese Viriato (…) y la pelliza derrota una vez más a la toga…”.
Es evidente el paralelismo d’orsiano respecto de la norma intelectual noventayochista. Este retorno de España a sus propias esencias, camino de su misión universal, será, muchos años más tarde, un 29 de octubre de 1933, la base de la norma programática joseantoniana.
Eugenio D’Ors y el nacionalismo catalán
En los años en que Eugenio D’Ors preside el Instituto de Estudios Catalanes y marca su impronta a la instrucción pública de la Mancomunidad Catalana, es presidente de esta lúgubre institución el no menos lúgubre Prat de la Riba, adalid de la aberración nacionalista catalana que hoy (1977) quiere exhumarse de las cenizas de la Historia. Prat de la Riba, en uno de sus múltiples intentos de disfrazar la teoría separatista, trata de incorporar la idea d’orsiana a su manifiesto político de 1916, intentando traducir la idea de Imperio de Xenius con la idea federal. Eugenio D’Ors se encargó de destruir este ensamblaje artificial que quería limitar su idea al simple coto regional.
Y, tras la muerte de Prat de la Riba, Puig y Cadafalch, al ver claramente la guerra intelectual declarada entre los teóricos del nacionalismo catalán y la pluma de Xenius, éste es obligado a dimitir de todos sus cargos en la Mancomunidad por el único delito de “lesa españolía”, y por no haber permitido que su filosofía política se quedará alicorta y estéril, siendo oropel de un nacionalismo aldeano.
Marcha a Madrid, e inicia el “Nuevo Glosario”. En 1927 es elegido académico de la Real de la Lengua, y desde la Cataluña recalcitrante y abyecta, se le acusa de “tránsfuga” y “ex catalá”. Era un catalán íntegro que, sin dejar de serlo ni un ápice, pasaba a ser español universal.
Eugenio D’Ors, la Falange y José Antonio
Ya en Madrid, se inicia para Xenius el cenit de su vida intelectual. Conferencias, artículos cotidianos en la prensa (el “Nuevo Glosario” ve la luz en las páginas de “ABC”), tertulias... No podía escapar a la fina sensibilidad de José Antonio el pensamiento d’orsiano. Y por ello, seis años más tarde, la vocación universal de España, la detracción de la tesis romántica de nación y la idea de Imperio como proyección universal de la cultura hispánica se incorporan a la Falange de la mano del maestro Xenius, por quien José Antonio sentiría siempre una pasión meridiana.
Mas no fue solamente en lo nacional donde confluyeron la idea de d’orsiana y la voluntad falangista. También en lo social existe un parangón determinante. Ya en 1919, Xenius supera la diatriba de la lucha de clases, rechazando el tomar partido, y busca una idea superadora que permita la proyección de España sin lastres. En ese mismo año, y como alternativa para marginar el capitalismo y el socialismo, ve la luz pública su obra: “Sobre la posibilidad de una civilización sindicalista”… A partir de ambos conceptos o sustratos ideológicos determinados en lo nacional y en lo social, y como consecuencia de afinidades inquebrantables, Xenius influirá no solo en las normas ideológicas fundacionales de la Falange, sino en toda su expansión cultural. Todas las publicaciones falangistas, especialmente después del Alzamiento, llevarán el inconfundible sello d’orsiano. Y acaso haya sido Eugenio D’Ors quien, a través de la poesía, haya definido con mayor grado de exactitud la figura y esencia humanas del fundador de la Falange:
“¡Y José Antonio se llamaba España!”
Eugenio D’Ors y el 18 de Julio
Xenius no oculta, ya desde sus inicios, sus abiertas simpatías hacia la causa nacional, cuyas armas defienden valores que son la constante de su pensamiento. Apenas concluido el Alzamiento, el primer Gobierno del Caudillo le nombra director general de Bellas Artes. Y, desde este cometido, Xenius inicia una labor ingente, reordenando movimientos culturales hispánicos (Centro de Historia de la Ciencia Española, Enciclopedia Hispánica, Centro de Arqueología e Historia Hispanoamericana), y es Xenius, personalmente, quien gestiona el recobro para la España nacional de las obras de arte del Museo del Prado que “aparecieron” en Ginebra después de la Victoria. Su aportación al 18 de Julio es patente en todas las publicaciones de la España nacional, y es Xenius quien, acaso dando una soberbia lección de catalanidad, reedita pocos años después de la Cruzada, en lengua castellana, varias obras suyas, entre las que descuella “La bien plantada” y el “Novissim Glosari”.
A modo de epílogo
No nos puede extrañar -tras esta visión de la vida y obra de Eugenio D’ Ors- la mordaza de silencio con que se nos arrebata su pensamiento y su ejecutoria. En Xenius, lo catalán y lo español se funden en un arquetipo que, pese a todos los silencios, pese a todas las mordazas, será siempre ejemplo de norma y de conducta para todos aquellos catalanes que no entendemos a Cataluña si no es fecundamente entroncada en la misión universal de España.
Ramón GRAELLS BOFILL
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