Revista FUERZA NUEVA, nº 560, 1-Oct-1977
Santander, proa de Castilla (II)
Por José María Codón (de la Real Academia de la Historia)
Negar que Santander es manantial del castellano, matriz, roca, cultura y aventura, valle y montaña de Castilla, es negar la evidencia.
Las personalidades histórico-políticas se definen por su síntesis vital, no como las personas físicas que tienen un ciclo corto y por lo tanto no sufren una fijación de caracteres
Los vínculos de Santander y el resto de Castilla nunca se han desatado.
Desde el siglo VIII al XX, salvo en la circunscripción eclesiástica que se afirmó en el siglo XVIII, la provincia cántabra perteneció y pertenece en lo político, en lo militar, en lo eclesiástico y en lo judicial a Castilla. En todas las divisiones administrativas del siglo XIX y del presente, formó parte (“Santander, Burgos, Logroño, Soria, Segovia y Ávila”) de Castilla la Vieja. Al crearse el obispado, a impulsos del Padre Rábago, dejó de pertenecer a la diócesis de Burgos, pero se mantuvo en archidiócesis hasta hace 22 años (1955), que pasó a Oviedo. E incluso hasta hace veintidós años toda la comarca de Reinosa y otros puntos han pertenecido a la diócesis de Burgos.
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En lo marítimo, Santander es el gran puerto de Castilla, así como eran Laredo, Castro Urdiales, Santoña y San Vicente de la Barquera, dependiendo desde el siglo XIII del Almirantazgo de las Naos y del Consulado del Mar, que se hallaban sitos en Burgos. Por eso se llamó Montaña de Burgos hasta 1805 y Asturias de Santillana, Asturias de Laredo etc.
No caigamos en el subregionalismo o en el minirregionalismo, que es igual a provincianismo y a provincionalismo. La historia genética o evolutiva se compagina en Santander con la historia bélica. Ni ayer se vivió ni hoy se puede vivir con utopía por un espejismo de autosuficiencia o autonomía.
Santander tiene dos vecinos con intereses opuestos, marítima e industrialmente: las queridísimas Asturias y Vascongadas son dos colosos potentes, que en competición autonómicas sofocarían a Santander y podrían constituir su ruina.
En cambio, Santander es el puerto natural de Castilla y León. Si se encerrara la provincia en su concha podría instintivamente desviarse el tráfico marítimo a los puertos de Gijón y Bilbao.
¿Por qué Santander va a soltar las amarras y desligarse e independizarse de las provincias hermanas?
¿Qué mayor gloria para Santander que haber dado lugar principalmente al lenguaje castellano, haber parido a la propia Castilla, haber servido de refugio portuario y armado a los buques que conquistaron Sevilla, la Rochela, los arrabales de Londres y todas las rutas del mundo hispánico? Esos lazos son irrompibles.
No nos dejemos llevar por impulsos tribales o cantonalistas. El diario antes citado censuraba gestos parecidos de la Tierra de Campos, de algún pueblo de La Rioja y subrayaba que el partido actual cantonalista de Cartagena había sido desautorizado por el Ministerio del Interior.
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Reflexionemos, hermanos. Creemos y sabemos que nuestra amistosa reflexión es compartida por casi la totalidad de la provincia de Santander.
Ahora que afloran los regionalismos, que se percibe un movimiento de universalización, de unión entre naciones, no podemos retroceder a la época de Leovigildo, que no creó una entidad política sino un distrito militar y administrativo, que, repetimos, no se corresponde geográficamente con Santander, sino que abarcaba otras tres provincias castellanas
Menéndez Pelayo, la personalidad más robusta y erudita que ha tenido España, gustaba de recordar que la Montaña se había inclinado definitivamente a la tierra de Burgos; repetía mucho que él era de las Montañas de Burgos, y Tomás de Maza cantaba a esta provincia, “a estas Montañas de Burgos, peñas al Mar, y peñas a Castilla”, el resplandor de esta gloria inmarcesible.
A estas razones económico-administrativas, culturales, históricas, se une la geografía, que manda en la historia: “Estas cántabras montañas están unidas a los obarenses, a los montes de Oca y al collado de Cantabria en la Rioja, a los montes de Peña Rosa en Palencia. Y hasta que no salten en pedazos las esferas siderales, hasta el fin del mundo, estarán unidas nuestras tierras, sobre las que una misma gente, la de los cántabros, derramó su sangre lustral”.
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