JULIO CARO BAROJA y Soria



Si ya su tío, el novelista Pío Baroja se interesó con frecuencia (1) la presencia soriana en la amplia e interesante obra antropológica de Julio Caro Baroja ha sido también considerable.

Caro Baroja es quizá uno de los últimos representantes de un cierto tipo de intelectualidad ya en trance de desaparición debido al corporativismo academicista de los tiempos. De amplia cultura, con capacidad de ocuparse en los más variados temas y con una sensibilidad despierta hacia todos los aspectos del devenir humano, la obra -amplísima- de Caro Baroja ha representado en los últimos tiempos un verdadero polo de referencia en todo lo que al estudio de costumbres y tradiciones concierne. A él le debemos libros modélicos en su género como "Los Vascos". "Las brujas y su mundo", El Carnaval", "El Estío Festivo", "La Estación del Amor" y un largo etcétera que ha ido surgiendo del inquieto caletre de este personaje con aires decimonónicos (sempiterna pajarita) quien es, además, un más que notable dibujante (2)

Como epicentro de la Celtiberia, como cruce de caminos y como relicario de tradiciones que es Soria, a nadie extrañará que desde muy temprano, quién sabe si siguiendo las andariegas huellas de su tío Pío, Caro Baroja comenzó a interesarse por nuestra tierra. Tuvo la suerte de contar, para sus investigaciones, con corresponsales de la talla de un Tudela o un Taracena.

El viernes 27 de marzo de 1992, en las páginas del extinto Campos de Soria aparecía un artículo de María Villanañe sobre la reedición en el Círculo de Lectores de "El Carnaval", agotado desde 1965 en el que, entre otras meditaciones adelantaba esta:

"Algún día habrá que dedicar un artículo a la continua presencia de los temas sorianos en la luenga obra del etnólogo vasconavarro..." y es en cumplimiento de esa voluntad y a sugerencia de Angel Almazán, que me decido a escribir las presentes líneas.

Sin afán de ser exhaustivo y lejos por motivaciones veraniegas de mi biblioteca habré de citar de memoria las veces que don Julio (verdaderamente se merece esta simbólica muestra de respeto) se ha ocupado de nuestra provincia.

Por no salirnos de este libro de gratísima lectura -El Carnaval- digamos que en él se refiere a la fiesta soriana de La Barrosa de Abejar, apareciendo una foto de este evento que, en su día, tantos daban ya por desaparecido. También nos habla de otras fiestas menos conocidas como la del "Reinaldo" de Fuencaliente y con más extensión (siguiendo el testimonio de Gervasio Manrique de Lara) de las carnestolendas de Calatañazor.

Otro libro de imprescindible lectura dentro de la amplia bibliografía carobarojiana es "Los pueblos de España", publicado por primera vez en la inmediata posguerra y que ahora puede encontrarse en edición de bolsillo en editorial Istmo. En el volumen primero, dedicado a los pueblos de la España Pre-romana habla ya de la antigua Celtiberia y en el segundo, acerca de los pueblos actuales de la península, engloba a Soria en la Castilla Vieja, apartado en el que incluye, con sutil matización "a las antiguas provincias castellanizadas del Reino de León". En completar su visión etnográfica le ayudaron colaboradores de lujo: Tudela, Taracena, Gervasio Manrique... Hubo de recorrer personalmente nuestra tierra, de todos modos, pues aporta como material gráfico un dibujo de su pluma que representa la planta y el alzado de un alfar de Quintana Redonda y otro de una casa entramada de San Pedro Manrique. En general, son abundantes las menciones a nuestra provincia siempre que se habla de fiestas y ritos, de prendas de vestir características, de la trashumancia pastoril, etc.

En "Ritos y Mitos Equívocos" (3) nos habla del paso del Fuego de San Pedro Manrique y de las diversas interpretaciones de esta fiesta. También de las móndidas, que compara con otras mocitas semejantes de otros puntos de España. No se olvida de las "Fiestas de Calderas" de Soria capital. Ambos temas vuelven a salir -repetidos- en una edición más reciente: la que bajo el título: "Del viejo folklore castellano" publicara la pucelana editorial AMBITO en el año 1984.

Generalidades sobre la despoblación rural de los sesenta nos ofrece Caro Baroja en su sugerente "Estudios sobre la vida tradicional española" aparecido en Ediciones Península en el año 1968 y donde no faltan alusiones a nuestra provincia, junto a textos tan clarificadores como "Contera sobre Madrid".

En "El Estío Festivo" habla, entre otras cosas, de los danzantes de San Leonardo y del toro "Jubilo" de Medinaceli. No falta tampoco el hacer mención a la "Pinochada" visontina. En "La estación del amor" -dedicada a los ritos primaverales y con especial reseña de la fiesta de San Juan- habla también de varias fiestas sorianas.

La reedición de casi toda la obra de Baroja por parte del Círculo de Lectores ha permitido recuperar textos que estaban agotados desde hace lustros y entre ellos los dos tomos intitulados "Vidas Mágicas e Inquisición", de provechosa lectura, y donde nos aparece un curioso personaje de raíz soriana: el morisco Román Ramírez de Deza, de asendereada trayectoria vital, nigromante, prodigio memotécnico, redactor frustrado de novelas de caballería, pasto al cabo de inquisidores y cuya figura atrajo el interés de dramaturgos. Este Román Ramírez, trasunto de personaje fáustico, fue llevado, como decimos, al teatro por Ruiz de Alarcón, aunque sin demasiado respeto por el personaje histórico, en su obra "Quien mal anda mal acaba". El 13 de abril de 1991 la antecitada María Villanañe dedicaba dos páginas a analizar este personaje apasionante en SORIA SEMANAL y terminaba pidiendo su reivindicación como soriano e hijo de Deza ¿Para cuando una placa o calle en la villa rayana?.

En el libro "Las falsificaciones en la Historia" (4) vuelve don Caro a referirse a un personaje soriano, en este caso a Sor María de Agreda y lo hace para poner las cosas en su sitio, valorando adecuadamente su "Mística Ciudad de Dios" que Godoy y Alcántara y otros habían tomado con cierta sorna (5).

Esta es, en gruesos trazos, la obra de don Julio Caro Baroja que versa sobre temas o personajes sorianos, a lo que habrá que añadir un simpático prólogo o introducción que escribió en los últimos años ochenta a un catálogo de la escultora soriana Sara Giménez, detalle éste simpático y que denota un poco el verdadero carácter y la bonhomía de este intelectual con cierta equivocada fama de grave y hasta de huraño.

Soria, en suma, le debe el reconocimiento de un interés mantenido a lo largo de los años y sus aportaciones al conocimiento e investigación de lo mas relevante de nuestro folklore provincial.



(1) En “La obra de Peyo Yarza” (Colección Austral de Espasa Calpe), véase también amplio artículo sobre el tema en el número 10 de la revista ABANCO/COSAS DE SORIA ilustrado con dibujos de Ricardo Baroja.
(2) En un número de la revista HISTORIA 16 aparece un artículo sobre el Charivari o Cencerrada ilustrado con deliciosos dibujos del propio Caro Baroja.
(3) Ediciones Istmo, l974
(4) También publicado en el Círculo de Lectores. Sobre este tema véase artículo publicado en CAMPOS DE SORIA el 27-3-1992.
(5) El mismo Gonzalo Torrente Ballester se muestra bastante irrespetuoso con la beata agredeña en la introducción a una antología sobre la misma que publicara en la posguerra las ediciones de Falange Española, cuando Torrente, por cierto, era de los de camisa azul...