Respuesta: Franco volia incorporar Lleida a Aragó
Sí, he pasado algunos veranos en Lleida y en comparación con otras partes de Cataluña tiene rasgos propios y diferenciadores, es verdad.
Recuerdo como en Martinet, en un comercio de alimentación, le decían a mi padre que preferían el centralismo de Madrid al de Barcelona, porque estaba más lejos. Y también en esta misma localidad leridana pude presenciar una considerable bronca entre un separatista y un militar de paisano.
Sucedió en uno de los bares y el dueño acabó tomando partido en contra de los argumentos separatistas, de hecho expulsó del local al independentista. Y, yo mismo, nunca me he encontrado con un gesto de animadversión en Prullans, Bellver o Martinet, por citar tres pueblos de la comarca pirenaica.
Del mismo modo, jamás he visto nada en ese sentido en Andorra donde, por cierto, el catalán barcelonés no goza de muy buena reputación que digamos, en parte debido al "comercio de encargo" o "gitaneo" que se traen con la botellería, relojes, MP3, móviles, colonias, etc, para el vecino de abajo, la compañera del "curro", el "cuñao", etc., etc. y del que sacan tajada cada vez que van.
"He ahí la tragedia. Europa hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma europea choca con una realidad artificial anticristiana. El europeo se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.
<<He ahí la tragedia. España hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma española choca con una realidad artificial anticristiana. El español se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.>>
Hemos superado el racionalismo, frío y estéril, por el tormentoso irracionalismo y han caído por tierra los tres grandes dogmas de un insobornable europeísmo: las eternas verdades del cristianismo, los valores morales del humanismo y la potencialidad histórica de la cultura europea, es decir, de la cultura, pues hoy por hoy no existe más cultura que la nuestra.
Ante tamaña destrucción quedan libres las fuerzas irracionales del instinto y del bruto deseo. El terreno está preparado para que germinen los misticismos comunitarios, los colectivismos de cualquier signo, irrefrenable tentación para el desilusionado europeo."
En la hora crepuscular de Europa José Mª Alejandro, S.J. Colec. "Historia y Filosofía de la Ciencia". ESPASA CALPE, Madrid 1958, pág., 47
Nada sin Dios
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