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Tema: Subversión antirreligiosa y antifranquista de curas catalanes en el postconcilio

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    Re: Subversión antirreligiosa y antifranquista de curas catalanes en el postconcilio

    "Los coletazos del affaire Leita"



    Revista
    FUERZA NUEVA, nº 158, 17-Ene-1970

    Los coletazos del “affaire” Leita (premio "Carles Cardó 1969”)

    El “affaire” Leita, del que quedaron informados nuestros lectores, ha sido enterrado, según la intención del padre provincial de los jesuitas Enrique Rifá, con un “aquí no ha pasado nada”, pronunciado desde su cátedra de gobierno.

    Es cierto que el libro de Leita no es más que la divulgación del libro contra la Iglesia que publicó Hans Kung, y que, traducido, se publicó en Barcelona con la aprobación personal del Arzobispo Dr. Marcelo, en sus dos ediciones, sin que hasta ahora la Oficina de Prensa del Arzobispado de Barcelona haya publicado ningún mentís o aclaración, al estilo de las que acostumbra a publicar cuando se trata de prohibir una misa de desagravio. Pero no es menos cierto también que la divulgación de Leita es un continuo recurso a golpes bajos contra la Iglesia, trabajados por él mismo, para poner al alcance de todo el mundo con los que atacar desde nuevos ángulos la Iglesia Católica.

    Y también no es menos cierto que el libro de Leita, galardonado con el Premio Carles Cardó 1969, por el jurado que preside el Vicario episcopal Juan Carrera, el hombre de confianza del Arzobispo don Marcelo, de Mauro Boix, el benedictino director de la revista sectaria “Serra d’Or” y de Jorge Llimona, el definidor provincial de los Capuchinos en Cataluña, se ha vendido mucho ya en su primera edición.

    Pero lo que nuestros lectores ignorarán es la última genialidad del propio Provincial de los jesuitas, pretendiendo maquiavélicamente justificar las blasfemias de Leita, y desviando la atención hacia otros derroteros de los que marcan el verdadero problema. Ese es el sentido de la carta que ha escrito el P. Rifá a los jesuitas súbditos suyos, a los que dice: “Puede usted hacer uso de lo que antecede según lo crea más oportuno”. El venerable jesuita que hace llegar a nuestras manos la citada carta, que aparece junto a nuestro texto en fotocopia, me dice que el pasmo de los jesuitas de Cataluña de más peso, seriedad y categoría, ante la salida del P. Rifá, es absoluto. Nunca el prestigio y la autoridad de un Provincial habían caído tan bajo.

    ***
    Leita pretende demostrar que con su libro “El fonament irreligiós de l’Esglesia”, que entre Cristo y el mundo se ha interpuesto la Iglesia. La Iglesia histórica, la Iglesia actual, la ante y la post conciliar. Esa Iglesia es la que de hecho ha impedido que el mundo acepte a Cristo. Es preciso, pues, que desaparezca esa Iglesia Católica romana, para que los hombres se entreguen a la interioridad de Cristo, que es quien da sentido a la unión universal de todos los hombres en su fraternidad humana. Entonces se realizará el verdadero mensaje del Evangelio negado y prostituido por la Iglesia, que está fundada antievangélicamente. La realidad es que para ser cristiano hay que hacerse irreligioso, de la religiosidad, por así decir, “oficial” de la Iglesia. La conclusión se impone: nada de divinidad de la Iglesia. Y algo más profundo, que es la negación implícita de que Jesucristo es Dios, fundador de esta Iglesia divina, como su divino Fundador

    Jamás Lutero ni Calvino pudieron sospechar que esas ideas las defendiera un jesuita, español, sin la desautorización fulminante de su Provincial y de su General. La sarta de disparates, herejías y errores, que es todo el libro de Leita, aún no ha merecido ni una línea de condenación o desautorización oficial por parte de la actual jerarquía de la Compañía.

    Publicación de un documento

    El padre provincial, Enrique Rifá, en la carta citada, solamente se interesa por los formalismos leguleyos y las cuestiones de procedimiento, en las que pudiera parecer lesionada su autoridad. Las lesiones a la Ley de Dios no parecen importarle al provincial Rifá. Por lo visto, el cacareado viaje a Roma para hablar con el padre Arrupe sobre el “affaire” Leita no ha valido más que para publicar ese ridículo documento, que es un bochorno más para los auténticos jesuitas, que presencian impotentes, como nos explican multitud de jesuitas catalanes, lo que se llama “autodemolición” de la Compañía, por obra y decreto de sus actuales superiores. Merece la carta un somero análisis, porque es un estupendo paradigma de lo que hoy pasa entre los jesuitas como consecuencia del “gobierno” de los superiores que tiene.

    Afirma el padre Rifá que ha tenido una conversación con el padre Leita con posterioridad a la publicación del libro. De esa conversación, por lo visto, sale toda la luz que nos da, contento, Rifá, provincial. Esto nos lo dice a los cristianos de Barcelona el 10 de diciembre, cuando hace más de medio año que se había premiado el libro.

    Entre tanto, el padre Rifá no ha sabido nada de Leita. ¿No sabía que iba a escribir, que ya lo estaba escribiendo, que ya lo había terminado? Eso también lo debe mandar la legislación interna de los jesuitas que, a lo que parece, ignora el padre Rifá. También, por lo visto, ignoraba que Leita se presentaba al premio “Carles Cardó 1969”. También ignoraba que Leita asistiría aquella noche de clima burgués del “Hotel Ritz” a la concesión de su galardón. También ignoraba que su discípulo Leita había sido premiado y que su foto saltaba a la primera página de “La Vanguardia” aseglarado y encorbatado. También ignoraba que el original de Leita iba a publicarse. Se trataba de un original que no había pasado por la censura previa. Eso de la censura previa debían ser antiguallas de Arias Salgado, pensaría el padre Rifá. Todo esto, desde mayo hasta el 10 de diciembre, cuando la edición del libro de Leita estaba ya en plena venta. En moral, incluso en moral jesuítica se enseñan los principios de la ignorancia vencible e invencible. La ignorancia del padre Rifá, ¿era invencible? Aquellos a los que arranque su fe el libro de Leita, ¿hallarán justificación para la ignorancia invencible o vencible del provincial Rifá?

    Después de esto, todo lo que dice el provincial jesuita es pura farándula. Reconoce el jesuita Leita, en presencia de su provincial, que ha faltado a la obediencia. Reconoce el derecho de la Compañía a la censura. Por supuesto que no hay sanción en un asunto de tanta gravedad, minimizado con las cataplasmas de bellos reconocimientos. Las sanciones inapelables se reservan para otros.

    Pero lo importante es que se escamotea la desobediencia que importa: la profanación y ultraje a la Ley de Dios, a los derechos de Jesucristo y de la Iglesia. La ofensa contra la Iglesia, la herejía –o es que no hay ya herejías, padre Rifá, y todo es desobediencia a su poder?- queda impune y avalada con pueriles afirmaciones que hasta un ateo suscribiría en un orden de derecho positivo. Pero aquí se ha pisoteado la misma divinidad de la Iglesia, la verdadera Esposa de Jesucristo, la Santa Madre Iglesia. Para ella, la ultrajada por el jesuita Leita, Rifá, provincial, no tiene una palabra de desagravio y de amor.

    La “autoridad competente”

    Dice el padre Rifá que Leita se compromete a evitar eficazmente cualquier otra edición del libro en cuestión. Esto es querer hacernos comulgar con ruedas de molino. Publicado el libro, lo demás son palabras, palabras y palabras. La única eficacia para el futuro que rectificaría los terribles males para la fe de la publicación del libro de Leita, provendría de una condenación enérgica y doctrinal por parte del padre Rifá. Luego, de todos los provinciales colegialmente, por insinuación del propio padre Rifá. Finalmente, el Episcopado español tomaría la decisión oportuna –o a lo menos el Episcopado catalán, ya que ahora están de moda esas declaraciones- y en último término la autoridad civil secundaría las decisiones del Episcopado como manda el Concilio en estas materias. Así, el libro de Leita, eficazmente, no se traduciría el castellano ni se divulgaría más. ¿No puede actuar más eficazmente Rifá, PROVINCIAL, que Leita, simple SÚBDITO? ¿No actuó eficazmente Rifá en una triste nota que divulgó la prensa, en la que se atacaba hace ya algún tiempo al entonces obispo de Lérida?

    Pero es el caso que el último punto de la carta es digno de la más refinada moral jansenista. Se dice que Leita va a retractarse en lo que la “autoridad competente” de la Iglesia le indique como contrario a la doctrina de la Iglesia Católica. La “autoridad competente”, como en las fiestas de toros. Porque el padre Enrique Rifá no sabe nada ni de blasfemias, ni de insultos a la Iglesia, ni de negaciones a su divinidad. Rifá, provincial, cree que no es de su competencia aquello que tantas veces los congregantes de Barcelona le oímos explicar al inolvidable padre Vergés, en los Ejercicios, de que “entre Cristo nuestro Señor, Esposo, y la Iglesia, su Esposa, es el mismo espíritu que nos gobierna y rige para la salud de nuestras almas, porque por el mismo Espíritu y Señor, que dio los diez mandamientos, es regida y gobernada nuestra Santa Madre la Iglesia”.

    Para que un provincial actúe conforme a las reglas para sentir con la Iglesia, ¿es necesario recurrir a la “autoridad competente”? El padre Rifá parece haber olvidado el Credo y el Catecismo para no querer comprometerse doctrinalmente con nada, para no saber nada de lo que toca a la fe cristiana, de lo que toca los fundamentos de la misma Iglesia Católica. Sólo, a lo que se ve, le interesan los pelillos de las desobediencias, no las condenaciones de los libros heréticos de sus súbditos, que se reservan para la “autoridad competente”.

    A lo que parece el padre Rifá no puede ni nombrar siquiera una comisión de los tres mejores teólogos de San Cugat, los mejores por santidad y sus publicaciones y sus años de experiencia, para que le escriban la fórmula de pública retractación de Leita. Todo esto no le importa al padre Rifá, provincial de una Orden grande por sus teólogos, santos y sabios, a lo largo de toda su historia. El padre Rifá, como provincial, nombra eficazmente hombre de su confianza, RECTOR, a quien iba en la manifestación-mascarada de los clérigos de la Vía Layetana, en aquel infausto 11 de mayo (1966).

    Indirecta

    En realidad, la alusión a la “autoridad competente” del padre Rifá es una indirecta contra el señor Arzobispo de Barcelona. Si el Vicario episcopal, Juan Carrera, premió el libro herético, ¿quién es la “autoridad competente” sino el propio Arzobispo (D. Marcelo), que, prácticamente avala la publicación del libro y que además es miembro de la Congregación romana por la Doctrina de la Fe?

    El “affaire” Leita, por voluntad del provincial Rifá, ha concluido con la consolidación doctrinal del libro, por lo que a él se refiere. El libro, desde el punto de vista de la autoridad de los jesuitas, nada tiene que objetar. Es el mismo caso de Teilhard. Solamente se lamentan pequeños fallos de técnica legal, que, de hecho, no tienen ninguna importancia. Pero lo doctrinal queda en pie, avalado por su autoridad. Si alguna cosa hay que rectificar, que lo diga la “autoridad competente”. Así el padre Rifá se sacude el polvo y traspasa señor arzobispo de Barcelona (D. Marcelo) la odiosidad de una condenación en la que el propio padre Rifá y el Vicario episcopal Carrera nada tienen que decir.

    Ahora, los católicos de Barcelona, tras los malabarismos de los jesuitas, esperan que, en testimonio de sus más graves obligaciones como Obispo de la Iglesia, el Arzobispo Dr. Marcelo dará su palabra, que en conciencia le obliga. Un silencio en este terreno sería de una culpabilidad tal que ningún cristiano, con la más elemental instrucción, quisiera aceptar. Es de esperar que una jerarquía de la Iglesia será ultrasensible a esta sagrada obligación. El “affaire” ha concluido. Pero el escándalo está dado. Los males son irreparables. Sólo toca hablar al señor Arzobispo de Barcelona, Dr. Marcelo González Martín, como Prelado y además como miembro cualificado de la Congregación para la Doctrina de la Fe. Esa ha sido la última indirecta-directa del padre Rifá a su evasiva “autoridad competente”. Así andan las cosas en Barcelona en los altos niveles eclesiásticos y en la combatida fe de nuestro escarnecido pueblo creyente.

    Jaime TARRAGÓ

    Última edición por ALACRAN; Hace 4 semanas a las 13:05
    “España, evangelizadora de la mitad del orbe; España, martillo de herejes, luz de Trento, espada de Roma, cuna de San Ignacio...; ésa es nuestra grandeza y nuestra unidad: no tenemos otra. El día en que acabe de perderse, España volverá al cantonalismo de los reyes de Taifas.

    A este término vamos caminando: Todo lo malo, anárquico y desbocado de nuestro carácter se conserva ileso. No nos queda ni política nacional, ni ciencia, arte y literatura propias. Cuando nos ponemos a racionalistas lo hacemos sin originalidad, salvo en lo estrafalario y grotesco. Nuestros librepensadores son de la peor casta de impíos que se conoce, pues el español que deja de de ser católico es incapaz de creer en nada. De esta escuela utilitaria salen los aventureros políticos y salteadores literarios de la baja prensa, que, en España como en todas partes, es cenagal fétido y pestilente”. (Menéndez Pelayo)

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    Re: Subversión antirreligiosa y antifranquista de curas catalanes en el postconcilio

    "Las cosas de “Destino".—Jiménez de Parga tiene un hermano que, además, es padre.—Los sacerdotes obreros ¿o mani-obreros?..."


    Revista ¿QUÉ PASA? núm.203, 18-Nov-1967

    ¿QUÉ PASA? en Barcelona

    Las cosas de “Destino".—Jiménez de Parga tiene un hermano que, además, es padre.—Los sacerdotes obreros ¿o mani-obreros?

    Un ruego al excelentísimo y reverendísimo doctor Marcelo González Martín, arzobispo de Barcelona. «Destino», del 4 de este mes, publica en sus páginas 54-55 unas declaraciones del padre Jorge Llimona, a nuestro entender, inconciliables con el dogma católico y con la actitud de un sacerdote. Nosotros sabemos que el obispo es por definición maestro de la fe. Lo que dice Jorge Llimona —continuación de una serie de barbaridades de escritos suyos— también es público. Luego los católicos de Barcelona pedimos al que está constituido como CUSTODIO DEL DEPOSITO DE LA VERDAD una definición suya sobre lo que si afirma el padre Jorge Llimona responde a la verdad de la Iglesia o no. Nosotros creemos que no. Y es desde «Destino» que se propagan doctrinas desorientadoras, que como en un «Destino» del pasado agosto (1967) dijo monseñor José Dalmáu, según dijo apoyado por el obispo de Vich y lo que añade ahora Jorge Llimona, reclaman la intervención pública de la autoridad eclesiástica de la Diócesis donde se publica «Destino».

    LOS INCIDENTES DEL 27 DE OCTUBRE

    La prensa diaria comunicó la detención del reverendo padre Carlos Jiménez de Parga, sacerdote de Madrid, que trabaja de taxista. Ignorábamos que la Santa Sede y los obispos de España hubieran organizado sacerdotes obreros en nuestra nación. Tal sacerdote, hermano del catedrático Manuel Jiménez de Parga, fue hallado en una reunión de las llamadas «Comisiones obreras», que, en definitiva, son comandos del partido comunista. También en Bilbao tres sacerdotes fueron detenidos por su actitud provocativa.

    En Barcelona intervino en un intento de manifestación el padre jesuita PUIGJANER, para el cual seguramente el padre Enrique Rifá, provincial de los jesuítas, y su «consultor», el padre Víctor Codina, encontrarán toda clase de justificantes y cualquier día lo veremos dirigir tandas de Ejercicios Espirituales para jesuitas como lo ha hecho ya el padre Gabernet, o nombrado superior, como lo ha sido el padre Víctor Codina, conocido por su «hazaña» de manifestarse en la Vía Layetana el 11 de mayo de 1966, a pesar de que la Secretaría de Estado de Pablo VI haya condenado tal subversión. ¡Ah! ¿Y el cuarto voto…?

    En Tarrasa, cuyos incidentes tuvieron más gravedad, ya que fue apedreada la fuerza pública, fueron detenidos los sacerdotes Agustín Daura, Damián Sánchez Bustamante y Juan Rofes. El arzobispo, doctor Marcelo, puede conocer muy bien al reverendo Sánchez Bustamante, ya que en una reunión le pidió rectificase su pastoral sobre las manifestaciones subversivas de sacerdotes. A pesar de la prohibición pública y notoria del arzobispo, tanto el jesuita Puigjaner como los tres sacerdotes de Tarrasa, sin el menor reparo, se han alzado también contra la autoridad del prelado.

    Ha comentado muy acertadamente Luis de Armiñán en «Diario de Barcelona» del 27 de octubre, un aspecto de estos incidentes, pues dice: «No conocemos ni la presencia de una octavilla en cualquier país del Este. Los octavilleros sufren y callan. Las octavillas no salen a la luz en cuanto se cree que el Gobierno ha de ser inexorable. Justiciero, dirán muchos. Pero cuando el liberalismo y la democracia apuntan, ya están las octavillas en el aire». Con las octavillas se crea el clima de malestar, de división, de intranquilidad. Corroboramos lo que afirma Luis de Armiñán.

    Y dado que en este país, de un tiempo para acá, en los incidentes intervienen sacerdotes que por propia definición jamás han de mezclarse en luchas violentas, creemos que es a nivel de la revisión del Concordato que hay que plantear muy seriamente la novedad de que el activismo marxista se valga de los sacerdotes.

    Los incidentes del 27 de octubre eran conmemorativos de los cincuenta años de la Revolución Comunista de Rusia. Con esto se sentían solidarizados los tres curas de Tarrasa y el súbdito del padre Enrique Rifá, padre Puigjaner. Con todos los respetos, pero con toda la energía, los millones de votantes del referéndum del pasado 14 de diciembre (1966) piden energía máxima, desarticular implacablemente todas las células aunque ensotanadas, terminar con las octavillas. Urge que el ambiente público se sature de la convicción real de que las Leyes Fundamentales empapan el acontecer diario de España EN TODOS LOS ASPECTOS. Y si la autoridad eclesiástica se siente impotente para imponer el respeto a sus propias disposiciones, que dé a la autoridad del Estado las necesarias facultades que no se pueden negar en asunto vital para la paz pública.

    Los sacerdotes de Tarrasa no solamente son delincuentes ante el Estado, sino ante una pastoral reciente y sonada del arzobispo de Barcelona. El respeto a la autoridad del Estado y de la Iglesia requiere, a juicio de muchos, no solamente la pena debida según las leyes en el aspecto civil, sino la sanción canónica correspondiente.

    A. RECASENS SALVAT


    Última edición por ALACRAN; Hace 3 días a las 14:45
    “España, evangelizadora de la mitad del orbe; España, martillo de herejes, luz de Trento, espada de Roma, cuna de San Ignacio...; ésa es nuestra grandeza y nuestra unidad: no tenemos otra. El día en que acabe de perderse, España volverá al cantonalismo de los reyes de Taifas.

    A este término vamos caminando: Todo lo malo, anárquico y desbocado de nuestro carácter se conserva ileso. No nos queda ni política nacional, ni ciencia, arte y literatura propias. Cuando nos ponemos a racionalistas lo hacemos sin originalidad, salvo en lo estrafalario y grotesco. Nuestros librepensadores son de la peor casta de impíos que se conoce, pues el español que deja de de ser católico es incapaz de creer en nada. De esta escuela utilitaria salen los aventureros políticos y salteadores literarios de la baja prensa, que, en España como en todas partes, es cenagal fétido y pestilente”. (Menéndez Pelayo)

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