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Honores4Víctor
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Tema: Mientras dure la guerra

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  1. #1
    DOBLE AGUILA está desconectado Miembro Respetado
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    Re: Mientras dure la guerra

    Estoy en las antípodas! Para preparar el trabajo fui a la Fundación Francisco Franco. Dije que era médico y preparaba una investigación, lo cual es cierto. Soy doctor en artes escénicas. (1) Cuando dije que quería saber sobre la persona, Emilio de Miguel respondió que no había nada que contar. Que Franco era "totalmente inofensivo" .
    Este tío directamente es un imbécil o un ignorante mayúsculo; pues entonces, según afirma, por ser "doctor" (en artes escénicas) ¿es MÉDICO?......

    Es como si Valmadian, por ser doctor en Sociología, también es neurocirujano y todavía no se ha enterado (por ejemplo). Vaya unos "doctores" tenemos hoy en día, de película de terror.
    Última edición por DOBLE AGUILA; 01/10/2019 a las 19:23

  2. #2
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    Re: Mientras dure la guerra

    «Venceréis, pero no convenceréis»: desvelan la mentira del enfrentamiento entre Unamuno y Millán-Astray.

    Severiano Delgado Cruz, bibliotecario de la Universidad de Salamanca, ha publicado una investigación en la que desmonta el mítico duelo de discursos entre el entonces rector y el fundador de la Legión española. Un episodio exagerado para adecuarlo al relato republicano

    El instante en el que Miguel de Unamuno,rector de la Universidad de Salamanca, espetó a José Millán-Astray, fundador de la Legión, su ya mítico «Venceréis, pero no convenceréis» es uno de los más famosos de la Guerra Civil. Lo ocurrido aquel 12 de octubre de 1936 en el Paraninfo del centro durante la celebración del Día de la Raza caló tanto en la sociedad que, en pocos meses, fue traducido y narrado por multitud de medios a lo largo y ancho de Europa. Así pues, tanto el «You will win, but you will not convince» como el «Vaincre n'est pas convaincre» han sido utilizados a lo largo de los años para representar el triunfo de la inteligencia contra la fuerza.

    Sin embargo, un nuevo estudio elaborado por Severiano Delgado Cruz, bibliotecario de la Universidad de Salamanca, acaba de hacer añicos este mítico episodio después de más de ocho décadas. Y es que, según afirma el investigador en su documentado y extenso dossier «Arqueología de un mito: el acto del 12 de octubre de 1936 en el Paraninfo de la Universidad de Salamanca», aquel discurso no fue más que una mera recreación realizada por Luis Portillo Pérez en un artículo fechado en 1941 y publicado en la revista «Horizon» bajo el título «Unamuno's Last Lecture». Todo ello, con el objetivo de demostrar la barbarie de Millán-Astray.

    «El relato tiene una clara intención literaria, no historiográfica. Portillo no intenta describir objetivamente el acto del paraninfo, al que no asistió, sino hacer una recreación literaria destinada a subrayar la brutalidad de Millán-Astray», desvela Delgado en su dossier. En este sentido, el bibliotecario (que afirma haber llegado a la verdad estudiando «capa a capa» las fuentes hasta arribar al relato original que provocó la discordia) señala también que, mediante la exageración de este episodio, el autor buscaba alzar a «Unamuno en el papel del valiente que se atreve a enfrentarse al infame militar».


    Rodeado de camisas azules que lo increpan, Unamuno abandona en 1936 el paraninfo de la Universidad - ABC.

    Sin embargo, y a base de una investigación minuciosa, el bibliotecario español ha logrado localizar los errores históricos en los que incurrió el autor. Y lo ha hecho basándose, curiosamente, en información digitalizada, pública y que todo el mundo puede corroborar desde la silla de su ordenador. Entre ellos destaca la supuesta presencia de un retrato de Francisco Franco presidiendo el Paraninfo de la Universidad de Salamanca. Algo imposible (en palabras de Delgado) y que demuestra que lo que llevó a cabo Portillo no fue más que una recreación historiográfica influida directamente por la imagen que se difundía entonces del alzamiento militar.

    «En realidad, el Paraninfo no estaba presidido por un “retrato sepia” de Franco, quien había sido elegido Jefe del Estado unos días antes», explica el autor. A su vez, y según el bibliotecario, tampoco se dieron en la sala lo que el franquismo llamaba los «gritos de rigor» («¡Arriba España!», «¡España, grande!» y «¡España, libre!»). «Nada de eso sucedió, Portillo acomodó, insertando detalles anacrónicos, la escenografía del paraninfo en 1936 a la imagen difundida por el cine y la prensa ya incluida en la Guerra Civil», destaca. De hecho, el autor es más que tajante: «El discurso que Portillo puso en boca de Millán-Astray es de su propia invención de arriba a abajo».

    La idea se generaliza.

    En palabras del bibliotecario, años después de que Portillo escribiese su artículo, «Horizon» publicó una recopilación de varios de los escritos de la revista. Y entre ellos se encontraba «Unamuno's Last Lecture», aunque sacado totalmente del contexto editorial. Un hecho determinante que provocó que se generalizase. Por si fuera poco, años después el investigador Hugh Thomas le dio todavía más voz en su popular trabajo sobre la Guerra Civil. Así, poco a poco, se fue forjando este episodio con sus pocos claros, y sus muchos oscuros.

    Con todo, Delgado también repasa en su documentado dossier las fuentes de las que Portillo obtuvo su particular inspiración para imaginarse lo sucedido en el Paraninfo. La mayoría, artículos de prensa. En este sentido, el experto considera que, aunque el episodio ha sido exagerado, está basado de forma bastante adecuada en la personalidad de Unamuno. De hecho, considera incluso que la mítica frase pudo ser dicha (aunque no con esas palabras) por el leído rector a lo largo de su vida.

    Versión extendida.

    Hasta ahora, la historiografía tradicional afirmaba que este curioso episodio se había sucedido en la Universidad de Salamanca (zona nacional) el 12 de octubre de 1936. Es decir, en plena celebración del Día de la Raza.

    Aquella jornada se sucedieron en la sala (en la que estaba supuestamente presente Carmen Polo, esposa de Francisco Franco) varias alocuciones de otros tantos seguidores del bando franquista cargando contra aquellos que no apoyaban el alzamiento llevado a cabo el 18 de julio. Entre las mismas destacó la de José Millán-Astray quien, con «voz estridente» (según Portillo) afirmó «que la mitad de los españoles son reos de rebelión armada o de alta traición».

    Así describió Portillo la intervención de Millán-Astray en su artículo:

    «El general prosigue: Cataluña y el País Vasco son dos cánceres en el cuerpo de la nación. El fascismo y el ejército serán el cirujano que extirpe esa carne enferma y devuelva la salud al sagrado reino nacional. El general hace una pausa y comprueba que ha conquistado a la audiencia, sin percibir la sutil sonrisa de desdén en los labios del rector. Todo socialista, todo republicano, y por supuesto todo comunista, es un rebelde contra el Gobierno Nacional que muy pronto será reconocido por los estados totalitarios que nos ayudan, a pesar de la democrática Francia y la pérfida Inglaterra»


    Unamuno

    «Millán prosigue con una alabanza a los moros que están ayudando a Franco, pero se pierde en su propia confusa oratoria y entonces un fascista entusiasta grita: ¡Arriba España! y añade: ¡España! -¡Una! -responde la masa mecánicamente. -¡España! -¡Grande! -¡España! -¡Libre! Varios Camisas Azules se ponen en pie con el brazo en alto y saludan al retrato en sepia de Franco que cuelga en la pared: -¡Franco! ¡Franco! ¡Franco! -grita el público-».

    Tras esta arenga comenzó el caos (siempre según la versión de Portillo) en el Paraninfo. Todos miraron ansiosos a Unamuno, y este no defraudó a nadie tras tomar la palabra. El relato oficial en español fue traducido por la editorial antifranquista Ruedo Ibérico posteriormente de a siguiente guisa:

    «Estáis esperando mis palabras. Me conocéis bien, y sabéis que soy incapaz de permanecer en silencio. A veces, quedarse callado equivale a mentir. Porque el silencio puede ser interpretado como aquiescencia. Quiero hacer algunos comentarios al discurso –por llamarlo de algún modo- del general Millán Astray que se encuentra entre nosotros. Dejaré de lado la ofensa personal que supone su repentina explosión contra vascos y catalanes. Yo mismo, como sabéis, nací en Bilbao».

    «Pero ahora acabo de oír el necrófilo e insensato grito “Viva la muerte”. Y yo, que he pasado mi vida componiendo paradojas que excitaban la ira de algunos que no las comprendían, he de deciros, como experto en la materia, que esta ridícula paradoja me parece repelente».


    Astray, junto a Francisco Franco - ABC

    «El general Millán Astray es un inválido. No es preciso que digamos esto con un tono más bajo. Es un inválido de guerra. También lo fue Cervantes. Pero desgraciadamente en España hay actualmente demasiados mutilados. Y, si Dios no nos ayuda, pronto habrá muchísimos más. Me atormenta el pensar que el general Millán Astray pudiera dictar las normas de la psicología de la masa. Un mutilado que carezca de la grandeza espiritual de Cervantes, es de esperar que encuentre un terrible alivio viendo cómo se multiplican los inválidos a su alrededor».

    Según el mismo relato, Millán Astray no pudo mantenerse callado ante este ataque y, en mitad de la Universidad de Salamanca, gritó «¡Abajo la inteligencia! ¡Viva la muerte!». Pero Unamuno no se amedrentó y continuó:

    «Este es el templo de la inteligencia. Y yo soy su sumo sacerdote. Estáis profanando su sagrado recinto. Venceréis porque tenéis sobrada fuerza bruta. Pero no convenceréis. Para convencer hay que persuadir. Y para persuadir necesitaríais algo que os falta: razón y derecho en la lucha. Me parece inútil el pediros que penséis en España. He dicho».

  3. #3
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    Re: Mientras dure la guerra

    «Unamuno nunca dijo "Venceréis, pero no convenceréis" a Millán-Astray».

    Severiano Delgado Cruz, bibliotecario de la Universidad de Salamanca, desvela a ABC los pormenores de su nueva investigación: un estudio del discurso que el rector pronunció frente al fundador de la Legión el 12 de octubre de 1936.

    El «Venceréis, pero no convenceréis» que Miguel de Unamuno, rector de la Universidad de Salamanca, espetó al fundador de la Legión española, José Millán-Astray, el 12 de octubre de 1936 es un episodio mítico de nuestra historia. Sin embargo, desde el martes ya es público y notorio que aquellas palabras fueron edificadas posteriormente por el articulista Luis Portillo Pérez. Y todo ello, gracias a una investigación de Severiano Delgado Cruz, bibliotecario de la Universidad de Salamanca.

    Delgado, que afirma a ABC llevar años estudiando la historia local de Salamanca, es -con todo- cauteloso. Él prefiere definir este hecho como un «malentendido histórico», más que como una mentira. Reacio a la polémica, se muestra además tajante en lo que se refiere al objetivo de su investigación: «No quiero desmitificar nada. Solo quiero dejar claro que los interesados en la figura de Unamuno harían bien leyendo a Emilio Salcedo y a Colette y Jean-Claude Rabaté, y dejando a un lado la llamada "versión de Luis Portillo", que no es tal, sino una recreación literaria»

    1-¿Qué le llevó a investigar este hecho histórico?

    Me dedico desde hace años a investigar la historia local de Salamanca, la Guerra Civil y la represión franquista. De hecho, mi primera publicación es de 2000. También he estado relacionado con el movimiento de la memoria histórica.

    En los últimos tiempos estoy investigando la figura de Miguel de Unamuno como rector de la Universidad de Salamanca, 1900-1914 y 1931-1936. Esta investigación que ha salido en la prensa es solo una parte de una trabajo más amplio.

    «Unamuno nunca replicó diciendo: "Este es el templo de la inteligencia y yo soy su sumo sacerdote"»

    En cuanto al acto del 12 de octubre de 1936, me llamaba mucho la atención el hecho de que hubiera versiones tan distintas: por un lado la de Emilio Salcedo, por otro la de Luis Portillo, así que me puse a buscar las fuentes.

    La de Emilio Salcedo se encuentra con facilidad, es su "Vida de don Miguel", pero la de Portillo estaba envuelta en capas y más capas. Al final, gracias al libro de Colette y Jean-Claude Rabaté, "En el torbellino", pude encontrar la fuente original: la revista "Horizon", que está digitalizada gratis en el sitio web www.unz.com.

    Luego ya fue todo tirar del hilo, hacia Hugh Thomas, Ruedo Ibérico y Ricardo de la Cierva, que repiten el discurso de Portillo.

    2-¿Cuánto tiempo le ha dedicado a la investigación?

    A esta en concreto, no podría decirlo. Cuando uno se pone a mirar en la prensa, en los archivos, en la bibliografía, vas encontrando datos aquí y allá. O no encuentras nada útil, quién sabe.

    En la investigación sobre Unamuno llevo varios meses, tal vez un año. También hay mucho tiempo de conversación con un amigo, Luis Castro Berrojo, que está investigando el papel de Millán Astray durante la Guerra Civil, y me ha dado varias pistas valiosas.


    Salida de Unamuno del acto del paraninfo - ABC

    3-¿Es el artículo de Portillo la semilla de la que nace el error?

    No. Portillo hizo una recreación literaria para una revista de literatura, y punto. El malentendido, más que error, vino luego, cuando Hugh Thomas consideró que el relato de Portillo era una fuente historiográfica fiable y lo incorporó a su historia de la Guerra Civil española de 1961. Bien es cierto que entonces no había más fuentes disponibles. El relato de Portillo era lo único que se había escrito hasta entonces sobre el acto del paraninfo.

    4-¿Se había hecho, antes del artículo de Portillo, referencia a este hecho?

    Creo que no. El artículo de Portillo es de 1941, y antes sólo se habían publicado las crónicas de la prensa francesa en 1937.

    5-¿Qué es lo que pasó, entonces, aquel día en el Paraninfo?

    Emilio Salcedo da un relato bastante ajustado a los hechos, al igual que los Rabaté en "En el torbellino". Hubo mucha tensión emocional. Unamuno y Millán se tenían antipatía mutua, desde hacía años.

    El detonante de la explosión colérica de Millán fue cuando Unamuno mencionó, en términos elogiosos, a José Rizal, el héroe de la independencia de Filipinas, contra quien había luchado Millán cuando tenía 16 años, en su primera campaña en Filipinas.

    Después de aquello el acto se acabó y todos salieron del paraninfo, muchos con el susto en el cuerpo. Unamuno nunca replicó diciendo: "Este es el templo de la inteligencia y yo soy su sumo sacerdote". Tampoco dijo "Venceréis, pero no convenceréis", sino más o menos "Tened en cuenta que vencer no es convencer, ni conquistar es convertir". De todas formas, lo que me interesa dejar claro es que es imposible reconstruir la literalidad del discurso de Unamuno.


    Millán-Astray - ABC

    6-¿Por qué se ha generalizado este error histórico?

    Porque se dio por buena la autoridad de Hugh Thomas y de Ricardo de la Cierva, así de sencillo.

    7-¿Cuáles son los errores históricos (o anacrónicos) en los que incurre Portillo?

    Hay unos cuantos. Por ejemplo, decir que el paraninfo estaba presidido por un retrato de Franco (y además "un retrato sepia"), cuando Franco había sido elegido jefe del Estado 12 días antes, el 1 de octubre. También, los "gritos de ritual" (España Una, Grande, Libre), que todavía no se daban en los actos del Estado, sino solo en los de Falange, ni se coreaba "Franco, Franco, Franco".


    Miguel de Unamuno - ABC

    Por último, me interesa precisar que el objeto de mi investigación es solo el discurso atribuido a Unamuno que termina con el párrafo de "Este es el templo de la inteligencia. Y yo soy su sumo sacerdote. Estáis profanando su sagrado recinto. Venceréis porque tenéis sobrada fuerza bruta. Pero no convenceréis. Para convencer hay que persuadir. Y para persuadir necesitaríais algo que os falta: razón y derecho en la lucha. Me parece inútil el pediros que penséis en España. He dicho."

    No quiero desmitificar nada, ni desvelar ninguna verdad escondida. Solo quiero dejar claro que los interesados en la figura de Unamuno harían bien leyendo a Emilio Salcedo y a Colette y Jean-Claude Rabaté, y dejando a un lado la llamada "versión de Luis Portillo", que no es tal, sino una recreación literaria.

  4. #4
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    Re: Mientras dure la guerra

    Esperpentos.

    Para deformar la Historia con arte hay que tener la genialidad de Valle Inclán.


    Como hace tiempo escribí una biografía de Unamuno, la gente me pregunta por «Mientras dure la guerra», la película de Alejandro Amenábar. Por fin, harto de explicar por qué no voy al cine, decidí verla este jueves pasado, en sesión de tarde. Salí de la sala con sensación de mosqueo. Para aclarar ideas entré en una sidrería vintage aledaña, falsamente guipuzcoana, donde, mientras consumía un pincho de bonito del norte, fui abordado por un nativo de Zumárraga que me dijo: «Todos los de por allí acabamos en los mismos sitios». Luego, recordando que Unamuno era también de por allí, lo mismo que Amenábar, concluí que sí, que los vascos existimos para terminar de una u otra manera en el Festival de San Sebastián.

    Un aparente acierto de la película es, precisamente, la escasez de referencias a lo vasco. De hecho, la más chirriante es una desesperada reclamación unamuniana de su chapela, voz eusquérica que me cuesta reconocer en los bilbaínos de la generación de Unamuno, incluso entre los nacionalistas. Después, sí, la palabra se generalizó. Ahora bien, ni Unamuno, ni Indalecio Prieto ni mis abuelos, usuarios habituales de la boina, se referían a dicha prenda, hablando en castellano, con un término que consideraban propio del jebo, del aldeano. O sea, del carlista.

    Se trata de un detalle mínimo, pero no insignificante, porque inaugura un deslizamiento hacia la ficción que podrá ser todo lo legítimo que se quiera (nadie pone en cuestión la libertad de directores y guionistas a la hora de adaptar acontecimientos históricos a la pantalla) pero que no debe confundirse con la verdad histórica. Hay, por supuesto, elementos de esta última incorporados a la película de Amenábar (los asesinatos del pastor evangélico Atilano Coco y de Salvador Vila, y el famoso incidente en el acto solemne celebrado en el Paraninfo de la Universidad de Salamanca el día 12 de octubre de 1936, además de la proclamación de Franco como Generalísimo en Burgos once días antes), pero la ficcionalización se los traga y los transforma en un relato que ya no es historia, sino otra cosa muy distinta: memoria histórica. Es decir, una novela histórica maniquea y edificante. Mientras dure la guerra es la contribución de Amenábar al proyecto socialista de la sustitución de la historia por la memoria histórica, es decir, por una fábula de izquierda.

    La intervención de Unamuno en el acto del Paraninfo, por ejemplo, se reconstruye ficcionalmente sobre un relato ya ficticio, el de Luis Portillo Pérez, publicado en la revista inglesa Horizon en 1941, una fuente que ningún historiador ni biógrafo serio admite ya como válida, a pesar de que fuera canonizada en su día por un mal informado Hugh Thomas. La versión de Amenábar es incluso más desaforadamente tendenciosa que la de Portillo.

    No es esto lo más irritante de la película. Lo peor es la caída en el esperpento. Valle Inclán escribía esperpentos que distorsionaban la verdad histórica como los espejos del Callejón del Gato. Pero para hacer buenos esperpentos hay que tener la genialidad de Valle Inclán, lo que no es el caso. Franco aparece a través de toda la película como un trasunto de las caricaturas de Vázquez de Sola, y Millán Astray como un híbrido siniestro del Sargento Amilibia y del capitán Garfio. Estereotipos grotescos ambos de sus referentes históricos, que resultan sin embargo imprescindibles para desacreditar, en la película misma, el principal símbolo de la Transición, la bandera constitucional. Pero algo positivo tiene el experimento de Amenábar: exonera a Unamuno de complicidad sostenida con el franquismo, lo que debería excluir sus restos salmantinos del plan de exhumaciones del PSOE.

    https://www.abc.es/opinion/abci-espe...3_noticia.html


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