Aunque Jesús tuvo una cuna humilde por las circunstancias de la falta de alojamiento a raíz del censo y nació en un establo, lógicamente no se iban a quedar San José y la Virgen en un sitio así, y además ajeno. Pero eso no indica en sí que fueran pobres ni ricos. Y en cuanto a que la Virgen fuera una mujer y analfabeta, la tradición nos ha legado una abundante iconografía con cuadros en los que se la representa con su madre Santa Ana eneñándole a leer. Por ejemplo, esta versión de Murillo:
Reproduzco a continuación un interesante artículo de Pedro Rizo que demuestra que al parecer la Sagrada Familia no era tan pobre e ignorante:
La explotación de la pobreza (iv)
Publicado el 26 Diciembre, 2007 Autor Pedro Rizo |
Postales navideñas
Empezamos aquí una serie de observaciones acerca de los fraudes interpretativos ensignificados pasajes evangélicos. Esa táctica se repitió en la historia muchas veces, en especial en tiempos judaizantes. Consiste siempre, en la antigüedad como ahora, en arrimar el ascua doctrinal a la sardina humanista o protestante que desmonte el sentido sobrenatural de la aparición de Jesús en la tierra. Hoy lo sufrimos por muchos motivos, pero uno entre los decisivos fue la supresión por el Papa − otra vez Pablo VI – del Índice y la obligatoriedad del Nihil Obstat y el Imprimatur para todas las publicaciones que los católicos leyéramos. Una regla eficaz con que la Iglesia antes nos protegía de los falsos profetas. Los progresistas, es decir, esa mezcla de seudo-protestantes y marxistas del materialismo histórico, hoy confesado en muchas parroquias, necesitaban adaptar los textos. Sus agentes “oficiosamente autorizados” reorientaban la formación de los fieles y reeditaban nuevos textos con imperceptibles sutilezas de lenguaje o descaradas mentiras en desdoro de la fe tradicional, que es de adoración y servicio a Dios, cambiada por utopías humanistas de falsas caridades. Así, de modo libertario, la nueva religión pudo difundirse apoyada sobre la base santa de los Evangelios. El pueblo creyó a los “elementos incontrolados”, entre comillas, y en modo alguno desconocidos. Tanto así que dispusieron de editoriales acreditadas para publicar más y más versiones del Nuevo Testamento, y conferenciar en prestigiosos foros eclesiales. Culpa, que llevarán consigo al otro mundo, de ciertos pastores que prefirieron la ideología cainita sobre la excelsa enseñanza de Jesús.
De entre los asiduos a sus convocatorias algunos llegaban a obispos, otros muchos a profesores de seminarios y noviciados que se esmeraban en presentar como dogmático lo nuevo, y como errado lo antiguo. En España fue ejemplo de esta subversión el Súper-Cardenal Tarancón que cambiaba cátedras verdaderamente católicas con nuevos titulares enfermos de partidismo. La revolución docente no habría sido posible sin la anuencia tácita de toda la Jerarquía marcada desde entonces de complicidad activa y pasiva. Pero fue Tarancón y aquella Curia vaticana, de aquel Papa, quien cargó con la mayor, y tremenda, responsabilidad de la apostasía silenciosa que lamentan los papas posteriores. Lo evidente es que hoy es “creído como cierto” que Jesús, su familia y sus discípulos eran unos proletarios indigentes, incluso partisanos contra “el sistema”, con el consiguiente despojo de la identidad salvadora de la Encarnación.
Revisemos, por tanto, algunos cuadros de los Evangelios y de sus personajes, como esas antiguas pinturas que se limpian de capas de suciedad acumulada hasta descubrir el lienzo original. Puede ser tan bueno el resultado que la audacia merece la pena.
LA SAGRADA FAMILIA.-Que José y María viajaran en un burro, como la mayoría de la gente de su tiempo, y no en un Volkswagen de hoy, es para muchos la prueba de su pobreza. Pero ese animalito era entonces un medio de viaje normal, como demuestra Jesús con su entrada clamorosa en Jerusalén. El error empieza en comparar el esquema presente con el de aquella tierra y aquellos tiempos en que los caballos los controlaban los romanos o algún eslabón del poder. Pero si nos ceñimos a los Evangelios sabremos que la familia y parientes de Jesús pertenecían a lo que, visto desde nuestro tiempo, llamaríamos clase media, incluso de economía desahogada. SAN JOSÉ.- La deducción más honrada nos conduce a que San José sería un excelente artesano y no “un chapuzas”, además de hombre de relieve en su sociedad pues, si bien los Evangelios se limitan a decir que era carpintero, no por ello vamos a ignorar que con tal oficio se aseguraba un buen medio de vida. Porque, si ser un buen carpintero está muy bien pagado en estos días, cuánto más en aquel entonces en que se carecía de los modernos materiales y la madera era la reina en la estructura de las casas y para el confort de sus interiores. Yo creo, por tanto, que podemos dudar, y mucho, de que un buen profesional y bien relacionado, fuese el San José en precario que nos dibujan los amantes de los orígenes humildes.
«José, más que carpintero, era una clase de constructor, lo cual le proporcionaba ingresos aceptables. Si era “un hombre justo”, o sadiq, tenía que ser muy buen observante de la ley […] conocería tanto el hebreo como el arameo, además de un poco el griego (el inglés de aquel tiempo) imprescindible en los negocios.» (Beretta y Brolli, Enigmas de la Biblia)
LA VIRGEN MARÍA.- El proto-evangelio de Santiago, dedicado a María, es apócrifo por diversas razones pero no en todo lo que dice. Nos informa que el padre de la Virgen, San Joaquín, era «muy rico»(CI, 1), «dueño de rebaños», patrón de pastores (CIV, 2-3) y afirma que la Virgen tenía sus propios aposentos (CVI, 3) donde era servida «por doncellas hebreas». (CVI, 1)
SANTA ISABEL.-Un dato que apoya lo arriba dicho es la posición social de los primos de la Virgen María, Zacarías e Isabel. Según la versión pobrista utilizada hasta el aburrimiento es que la madre de Jesús, tras la Anunciación, se fue presurosa a la montaña a ayudar a su prima que por su embarazo estaba necesitaba de ayuda en sus tareas… Esto es, que fue a barrer y a lavar pues que Santa Isabel no tenía ayuda. Bueno, por supuesto que también lo habría hecho por esa razón, pero resulta que el esposo de Isabel, Zacarías, pertenecía a una de las veinticuatro clases sacerdotales de Israel por lo que se le encargaba cada seis semanas quemar incienso en el Templo, dos veces al día.
En la teocrática Jerusalén de entonces tal ocupación daba para vivir bastante bien.
Lo que debe importarnos es que nada más ser visitada por el Ángel la madre de Dios fue a ver a su prima en razón de su gravidez virginal, lo cual, así, se apresuró a comunicar a su segura consejera también tocada de Dios con otro embarazo prodigioso. Inventar que lo hizo para ayudarla es diluir el real motivo que el texto canónico subraya.
NAZARET.- Últimamente los exegetas de la pobreza nos dicen que los padres de Jesús “vivían en una cueva” de unas colinas cercanas a Nazaret (?). Bueno, realmente tal hipótesis no señala que la Sagrada familia fuera pobre. La vida troglodita es todavía hoy muy corriente en las riberas del Mediterráneo. Hay cientos de laderas de montaña con verdaderas mansiones excavadas y habitadas por familias pudientes que se protegen así de los extremos del clima: son templadas en invierno y frescas en verano. Precisamente, hoy, en España, una sociedad hotelera explota diversas cuevas de la provincia de Granada, concretamente en Guadix ¡como oferta turística de lujo! “—Bueno, es que no eran cuevas sino humildes casas de adobe…”, me dicen los eruditos sin cabeza. Olvidan que de adobe eran las casas en general, por tradición egipcia y asiria, y que hasta la misma muralla que aún hoy rodea la Alhambra, de Granada, tiene gran parte hecha de adobe.
«AQUELLA TIERRA MÍSERA».- La hoy desarrollada y rica región palestino-israelita no hubiera sido tan pobre como dicen algunos pues, de ser así, no habría sido defendida por Roma a pesar de tantas dificultades político-religiosas. Leamos qué dice GEZA VERMES, intérprete de los manuscritos del Mar Muerto (1953), miembro del Consejo Superior de Investigaciones Científicas de París (1957) y profesor de Estudios Judíos en la Universidad de Oxford (1965):«La Galilea de Jesús era populosa y relativamente próspera. La razón de su bienestar económico era la extraordinaria fertilidad de la tierra y el pleno uso que hacían de ella sus habitantes. Tal como nos la describe Josefo, «es tan rica en terreno agrícola y en pastos y produce tal variedad de árboles, que hasta los más indolentes se sienten tentados por estas facilidades a dedicarse a la labranza». Aunque más pequeña que Perea, sus recursos son mayores, «pues se cultiva toda ella y produce cosechas de un extremo a otro». Uno de sus productos era el aceite de oliva, que se exportaba en grandes cantidades para los judíos de Siria, Babilonia, Media, Egipto y Capadocia […] Esta rica industria agrícola, junto con la pesca del Lago, y el trabajo en las artesanías…»(Jesús el Judío, Muchnik, Barcelona, 1994)Es un insulto proponer que la familia y los discípulos de Jesús desaprovechaban aquel escenario de boyante economía, donde «hasta los más indolentes»prosperaban. Más creemos que «la producción y exportación de aceite» se correspondería con la familia de San Marcos; que «la pesca en el lago», con San Pedro, su hermano Andrés y los Zebedeo; y que el «trabajo en la artesanía», obviamente con San José y su habilidad con la más demandada industria de la vivienda.
BELÉN Y EL PESEBRE.- Miremos ese cuadro de José y María, pobrecitos a los que nadie quiso ayudar “porque no tenían dinero para el hospedaje”, como si San José, el varón prudente, fuera un zote impresentable. Desde luego lo que dice el Evangelio es menos rebuscado: Acomodaron al niño en un pesebre «por no haber sitio en el mesón» (Lc 2, 7). El mesón, en singular, sugiere que era el único establecimiento; cosa muy probable pues, a pesar de ser Belén la cuna del rey David, entonces era una ciudad aún más pequeña que hoy. Y es que, aparte del cumplimiento de las Escrituras, la Virgen dio a luz en un establo por emergencia que puede llegarle a cualquier mujer cuando ha salido de cuentas… San Lucas es conciso: «se le cumplieron los días del alumbramiento» (Lc 2, 6) Y fijémonos en el detalle de que no se nos dice que se les hospedó en un establo, puesto que “hospedarse” no es pasar una noche circunstancial. Así lo confirma San Mateo más adelante cuando los magos, después que dejaron a Herodes, «entraron en la casa y vieron al niño». (Mt 2, 11). Entrar en una casa significa que lo del establo fue algo circunstancial. Y en cuanto a medios, San José demostró tenerlos suficientes − dinerarios, profesionales y de relaciones − para refugiarse en Egipto aproximadamente tres años.Continuaremos
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