Vamos, que en Canadá todos ex-comulgados. Aquí ya no te dan la mano en el momento de compartir la paz, te hacen una pequeña inclinación de cabeza. Todo por la Gripe pollina o como se llamara.
- El Concilio de Zaragoza: (a.380) "Excomúlguese a cualquiera que oserecibir la Sagrada Comunión en la mano."
- El Sínodo de Toledo: Confirmaesta sentencia.
- Sínodo de Rouén: (a.650) "Condenamos la comunión en la mano para ponerun limite a los abusos que ocurren a causa de esta práctica, y comosalvaguarda contra sacrilegios."
- El sexto Concilio Ecuménico en Constantinopla: (680-681) "Prohíbase alos creyentes tomar la Sagrada Hostia en sus manos, excomulgando a lostransgresores".
- Concilio de Trento: (1545-1565): "El hecho de que sólo el sacerdote dala sagrada Comunión con sus manos consagradas es una TradiciónApostólica".
- Concilio Vaticano I(1869-1870): No prescribe ninguna norma.
- Concilio Vaticano II(1961-1965):No prescribe ninguna norma.
Los dos ultimos Concilios Ecumenicos, no tratan sobre el modo dedistribuir la Comunion. Dando a comprender que la forma de recibir la Comunion es la tradicional, comulgar en la boca.
Aquí corresponde hablar de aquella horrible y nunca bastante execrada y detestable libertad de la prensa, [...] la cual tienen algunos el atrevimiento de pedir y promover con gran clamoreo. Nos horrorizamos, Venerables Hermanos, al considerar cuánta extravagancia de doctrinas, o mejor, cuán estupenda monstruosidad de errores se difunden y siembran en todas partes por medio de innumerable muchedumbre de libros, opúsculos y escritos pequeños en verdad por razón del tamaño, pero grandes por su enormísima maldad, de los cuales vemos no sin muchas lágrimas que sale la maldición y que inunda toda la faz de la tierra.
Encíclica Mirari Vos, Gregorio XVI
Vamos, que en Canadá todos ex-comulgados. Aquí ya no te dan la mano en el momento de compartir la paz, te hacen una pequeña inclinación de cabeza. Todo por la Gripe pollina o como se llamara.
"El vivir que es perdurable
no se gana con estados
mundanales,
ni con vida deleitable
en que moran los pecados
infernales;
mas los buenos religiosos
gánanlo con oraciones
y con lloros;
los caballeros famosos,
con trabajos y aflicciones
contra moros".
http://fidesibera.blogspot.com/
La Santa Sede concedió en marzo de 1976 a España la práctica de distribuir la comunión en la mano. Cada obispo podía autorizarla en su diócesis. La concesión no suprimía la “costumbre de recibir la comunión en la boca”, sino que introducía un “nuevo modo”. La elección de uno u otro modo se dejaba a voluntad de cada persona.
La autorización se dio a instancia del cardenal Vicente Enrique y Tarancón, arzobispo de Madrid y presidente de la Conferencia Episcopal Española, el cual, conforme al acuerdo tomado en la XXIII asamblea plenaria reunida en diciembre de 1975, elevó la petición a la Sagrada Congregación para los Sacramentos y el Culto Divino.
El modo de comulgar recibiendo el pan consagrado en la mano, para después llevárselo a la boca el mismo comulgante, “no era nuevo en la Iglesia” según los reformadores modernistas. Según ellos, fue la práctica “normal” en la antigüedad cristiana [¡¡arqueologismo condenado por Pío XII!!], “desaparecida después por la costumbre”, que se haría universal, de recibirlo directamente en la boca.
La Sagrada Congregación por mandato del Sumo Pontífice Pablo VI en su introducción “Memoriale Domini” sobre el modo de administrar la sagrada comunión del 29 de mayo de 1969, estableció que “esta costumbre multisecular” en la Iglesia no se modificará.... Pero, al mismo tiempo, (...como era lo habitual por entonces: imponer la excepción como norma y proscribir en la práctica la tesis correcta) confió a las Conferencias Episcopales el encargo de examinar si, por algunas “especiales circunstancias” “convendría” conceder, además, la práctica de administrar la comunión en la mano.
“Práctica” (o mejor, abuso) que se venía practicando ilícitamente en varios países de Centroeuropa desde la década de 1950, al menos.
Eran para entonces (1976), al menos, 37 las Conferencias Episcopales que la tenían ya concedida. A ellas se añadía entonces la española que, atendida la “formación y madurez litúrgica” de los católicos españoles y dada la “constante afluencia de turistas extranjeros” (¡¡), consideró oportuno por una mayoría que sobrepasé en mucho los dos tercios de votos, solicitar de la Santa Seda dicha concesión.
La autorización no debía considerarse moda o gusto por novedades, sino que respondía a las directrices de la Constitución "Sacrosanctum Concilium", aprobada años antes por el CVII.
“No se puede argumentar en pro o en contra con la mayor o menor dignidad de la mano o la lengua...” solía ser la frase preferida por los obispos para justificar el cambio en cuestión.
Última edición por Gothico; 18/02/2010 a las 19:39
Aquí tenemos una de las graves consecuencias, aunque no la peor posible, de la comunión en la mano, que no hubiera podido darse con la comunión en la boca.
Para evitar cosas como estas fue la comunión en la mano prohibida por aquellas comunidades de la antigüedad cristiana, y no sólo por mera costumbre.
[YOUTUBE]http://www.youtube.com/watch?v=Y7YnUgVXP1g[/YOUTUBE]
Aquí corresponde hablar de aquella horrible y nunca bastante execrada y detestable libertad de la prensa, [...] la cual tienen algunos el atrevimiento de pedir y promover con gran clamoreo. Nos horrorizamos, Venerables Hermanos, al considerar cuánta extravagancia de doctrinas, o mejor, cuán estupenda monstruosidad de errores se difunden y siembran en todas partes por medio de innumerable muchedumbre de libros, opúsculos y escritos pequeños en verdad por razón del tamaño, pero grandes por su enormísima maldad, de los cuales vemos no sin muchas lágrimas que sale la maldición y que inunda toda la faz de la tierra.
Encíclica Mirari Vos, Gregorio XVI
Lo que menos me ha gustado del video es la débil crítica que se hace al hecho, pues se habla de ignorancia sobre la presencia real de Cristo en la hostia consagrada, pero ni se menciona la palabra "sacrilegio".
Ahora, si estos sacrilegios se producen, es porque cualquiera entra, sin más, a celebrar la misa. Habría, quizá, que recuperar el carisma de los ostiarios o porteros, que evitaban el paso a los no bautizados, a los penitentes y, en general, a todo aquél que no debía entrar a participar de la misa.
Última edición por Donoso; 19/02/2010 a las 01:09
Es que sacrilegio es una palabra muy fuerte, no se le aplica a nadie ya. Todo lo que suena a señalar pecados públicos o penas igualmente públicas, está prohibido en el lenguaje. Sí, es un sacrilegio de libro.
Tampoco puedes esperar mucho, ya el vídeo nada más empezar nos habla de "celebración de la eucaristía".
Aquí corresponde hablar de aquella horrible y nunca bastante execrada y detestable libertad de la prensa, [...] la cual tienen algunos el atrevimiento de pedir y promover con gran clamoreo. Nos horrorizamos, Venerables Hermanos, al considerar cuánta extravagancia de doctrinas, o mejor, cuán estupenda monstruosidad de errores se difunden y siembran en todas partes por medio de innumerable muchedumbre de libros, opúsculos y escritos pequeños en verdad por razón del tamaño, pero grandes por su enormísima maldad, de los cuales vemos no sin muchas lágrimas que sale la maldición y que inunda toda la faz de la tierra.
Encíclica Mirari Vos, Gregorio XVI
Menudo Sacrilegio, y encima la señora con una aptitud altiva y arrogante que salta a la vista, eso en otros tiempos era motivo de excomunión u otros medios más contundentes para evitar que estas situaciones quedaran impunes...
Que ignorancia ni leches eso es un acto de despecho y chuleria como un edificio de 30 plantas...
Estimado Cirujeda:
En primer lugar habría que evitar el paso a aquellos "celebrantes" que celebran cualquier cosa menos la Santa Misa...
Y por lo pronto volver sin más a la Misa Tradicional Tridentina y no a la reformada que se asemeja a la cena protestante como lo demustran entre otros Agustín del Río en su libro: "El Drama Litúrgico", o "La Nueva Misa" de Salleron,y lo señalaran Los cardenales Ottaviani y Bacci.
Última edición por Donoso; 19/02/2010 a las 02:07
Vamos lo que venía siendo, como cuando un servidor era un párvulo entre una cosa y otra con sermón de 3/4 de hora incluido, unos 85 minutos de misa más o menos.
Mi honor, la lealtad,
mi fuerza, la voluntad,
mi fe, la catolicidad,
mi lucha, la hispanidad,
mi bandera, la libertad,
mi arma, la verdad,
mi grito... ¡despertad!
mi lema... ¡¡Conquistad!!
Estimado camarada Liga Santa:
No se trata de un sermón soporífero o de tantos minutos de más, sino de restaurar el verdadero culto sacrifical y no seguir con esta Anti-Tradicional cena protestante
Aunque entiendo bien a que te refieres lo aclaro pués podría haber algún despistado que lo mal interprete.
Cordiales saludos.
De hecho, una misa tradicional en su modo más breve (misa guerrillera le dicen algunos), no dura más de 30 minutos. La mayoría de las misas tradicionales de entre semana son así. Los domingos, por tener más tiempo los fieles, es la misa cantada o High Mass le llaman en inglés.
Última edición por Donoso; 20/02/2010 a las 17:00
Aquí corresponde hablar de aquella horrible y nunca bastante execrada y detestable libertad de la prensa, [...] la cual tienen algunos el atrevimiento de pedir y promover con gran clamoreo. Nos horrorizamos, Venerables Hermanos, al considerar cuánta extravagancia de doctrinas, o mejor, cuán estupenda monstruosidad de errores se difunden y siembran en todas partes por medio de innumerable muchedumbre de libros, opúsculos y escritos pequeños en verdad por razón del tamaño, pero grandes por su enormísima maldad, de los cuales vemos no sin muchas lágrimas que sale la maldición y que inunda toda la faz de la tierra.
Encíclica Mirari Vos, Gregorio XVI
Comentar lo que hace la "tipa" ésa del vídeo..., me parece una pérdida de tiempo. Lástima que se perdiese la Santa Inquisición..., amén de los obispos y sacerdotes guerreros. Esto ocurre porque no hay "iglesia militante" y sólo nos hemos quedado con la iglesia de los "coros y danzas"
En otro orden de cosas sobre éste hilo, como lo de recibir la comunión en la mano, debo opinar que no me parece lo más apropiado. la práctica, lejos de estancarse entre los fieles, se va extendiendo como mancha de aceite, y en algunas parroquias, son los propios sacerdotes los que "imponen" la norma de recibirla en la mano y no en la boca (y yo exigiría de rodillas como Dios manda).
Dicho esto, que me venga algún sacerdote de esos y me explique para que sirve que él, limpie con los purificadores el cáliz, la patena etc, después de recibida la comunión, si de antemano ha permitido que el Cuerpo del Señor sea entregado en las manos de cualquiera (a saber como estarían esas manos antes de recibir la Sagrada Forma).
Última edición por Aquilífero; 20/02/2010 a las 10:21
Conócete, acéptate, supérate.(San Agustín)
Apreciado camarada Juan Vergara, ¡quién dijo soporífero! porque un servidor me parece que no, creo que no pondrás palabras en mi boca que nunca salieron de ella ¡verdad camarada!.
Y sobre la Santa Misa me reitero en lo que dije de ella, que sea de nuevo de 85 minutos como me enseñaron en la cuna.
Y apoyo tu postura de aclarar las cosas pues alguien podría entender lo que no dije.
Aun me acuerdo de los sermones de Mosén Javier, ¡oiga! para sacarlo en hombros al rematar el sermón, si me permite la alusión torera.
Mi honor, la lealtad,
mi fuerza, la voluntad,
mi fe, la catolicidad,
mi lucha, la hispanidad,
mi bandera, la libertad,
mi arma, la verdad,
mi grito... ¡despertad!
mi lema... ¡¡Conquistad!!
Siempre me ha parecido un horror. Si nos lavamos las manos antes de comer el alimento físico perecible, me parece una falta de respeto tremendo al Señor tocarlo con unas manos en las que se ha tosido, que han tocado dinero en la calle y en la colecta, más de uno se habrá hurgado en la nariz, o habrá recogido del suelo algo que se le cayó en la calle.
Yo he llegado a saber de un caso en que durante un retiro el sacerdote ni siquiera administró el Sacramento, sino que los fieles iban pasando de uno en uno por detrás de la mesa e introducían las manos en el copón para sacar la forma y comulgar ellos mismos. Estas actitudes tan confianzudas tienen inevitablemente la consecuencia de que se pierda la conciencia de la Presencia Real. Al final, todo viene a ser un símbolo (como para los protestantes), y claro, da igual que se comulgue o no, o que se esté en gracia o en pecado mortal. Yo también estoy de acuerdo en que se comulgue de rodillas siempre que se pueda, aunque cada vez son menos las iglesias que tienen reclinatorio (conozco al menos un par aquí en Sevilla), y considero que después de comulgar se debe dar gracias arrodillado, en vez de sentado como se ha vuelto lo más habitual desde el Novus Ordo (salvo casos obvios como un paralítico o de un anciano con una artritis grave), y sin que se cante o suene música (a no ser que sea una música que no distraiga, como gregoriano o algo parecido, o instrumental, a un volumen moderado y sin que sean los fieles los que canten).
Sobre lo que supondría que el Papa celebrara la Santa Misa in Cena Domini según la "forma extraordinaria"
26/02/10 El pasado miércoles, SECTOR CATÓLICO apuntaba la posibilidad de que el Papa Benedicto XVI pudiera dar una "sorpresa" al "mundo católico" el próximo Jueves Santo, fecha en la que se celebra la institución de la Eucaristía y del sacramento del Orden. Un rumor que crece con insistencia en algunos círculos eclesiásticos, y que, según las fuentes consultadas por este medio, podría tratarse bien de la supresión del indulto para recibir la Comunión en la mano; bien de que el Papa celebrara por primera vez y de forma pública la Santa Misa según la "forma extraordinaria" del Rito Romano. Pero, ¿qué supondría esto? ¿Realmente tendría tanta importancia o sería más bien una "extravagancia" más de un Pontífice empeñado en sacar del armario las casullas de guitarra y los ornamentos antiguos?
Para algunos, que el Papa celebrara según los libros litúrgicos vigentes en 1962 no significaría más que eso: un nuevo gesto para contentar a los sectores más tradicionales de la Iglesia Católica. Para otros, sin embargo, el gesto del Pontífice tendría enorme importancia, pues supondría el pleno restablecimiento de la liturgia tradicional, y esto, a su vez, traería aparejado la firma de la "paz litúrgica", lo que otorgaría la victoria moral de aquellos que siempre defendieron su plena validez y vigencia, aun en contra de las tesis emanadas de algunos sectores de la Curia, ya en tiempos del Papa Pablo VI.
Entre ellos, estaría el arzobispo francés Marcel Lefebvre, quien fue severamente castigado después de negarse a celebrar la Misa por el Novus Ordo, tal y como había sido preparado por la comisión de "expertos en liturgia", después de la celebración del Concilio. Tras aquel incidente, conocido como el de la "Misa salvaje", Lefebvre fue apartado (hoy sabemos que injustamente) del ejercicio del ministerio sacerdotal (pastoral, como se dice actualmente), lo que en la práctica suposo para el prelado el "comienzo del fin".
Que el Papa Benedicto XVI haya dejado sin efectos jurídicos el anterior decreto de excomunión a los obispos "lefebvrianos", fue un importante gesto, que siguió al de la promulgación del Motu Summorum Pontificum en 2007. Un gesto no exento de polémica, y que dio lugar a una "estrategia de tensión" orquestada desde dentro de la Curia vaticana en connivencia con varias conferencias episcopales de todo el mundo, en especial la alemana, la francesa y la austríaca, con numerosos medios de comunicación pro-judíos de todo el mundo.
Pero a medida que pasa el tiempo quedán aun más claras las intenciones de los corazones de muchos. Y es que la fractura se palpa cada vez más. Una fractura que, por desgracia, se lleva gestando ya más de 40 años y que ha dado lugar al nacimiento de una especie de "nueva religión" a partir de las nuevas hermenéuticas o interpretaciones del Vaticano II que obvian todo lo anterior.
Una fractura, cuyo eje central es de índole teológica y de concepción de la misma divinidad, y, como consecuancia de esto, de la figura de Jesús (ruptura entre el Jesús histórico y el Cristo de la Fe, a la manera alemana de comienzos del siglo XX), y sus implicaciones eclesiológicas, que serían su última consecuencia. Una consecuancia palpable que tendría en la celebración de los sacramentos y en la concepción del sacerdocio sus máximos exponentes visibles ya a los fieles corrientes.
Con el gesto del Papa, si es que finalmente éste se produce, se estaría afirmando de manera implícita la validez de todo lo anterior, la plena vigencia de la enseñanza tradicional de la Iglesia; a la vez que se estaría excomulgando, de alguna manera, la nueva concepción teológica, sacramental y eclesiológica, que tanto gusta a algunos, y que viene caracterizada por la plena introducción del modernismo en el alma de muchos creyentes. Una herejía que tiende, cada día más, a buscar la protestantización de la Iglesia, con miras a una mayor "madurez en la Fe" de los creyentes, dicen.
Adicionalmente, el gesto del Papa tendría importantes consecuencias para el resto del episcopado mundial, reacio a aceptar los cambios introducidos por Summorum Pontificum (apenas han celebrado la Misa tradicional o gregoriana unos 150 obispos de todo el mundo), que, en comparación con los más de 5.000 es una escasa minoría. Lo mismo que les ocurre a los sacerdotes, quienes se muestran temerosos de recuperar esta liturgia, que expresa de un modo más perfecto y esplendoroso los misterios de la Fe católica.
Por tanto, y resumiendo, el gesto del Papa supondría, entendemos, un aldabonazo a las conciencias de muchos que verían con sus propios ojos la plena vigencia de la Fe católica de siempre, de la cual la Iglesia es depositaria y fiel guardiana y dispensadora de los bienes de la salvación confiados en su día por Jesucristo a sus apóstoles, y a través de ellos, a sus sucesores, los obispos. De este modo, el pueblo de Dios disfrutaría de un mayor momento de paz y quizá muchos de dentro podrían retornar a la plena comunión.
Sector Católico: Sobre lo que supondría que el Papa celebrara la Santa Misa in Cena Domini según la "forma extraordinaria"
Sí, sería una verdadera campanada. A ver si nuestro buen Pontífice hace este gesto porque estoy seguro que movería conciencias a miles.
Lo cierto es que se comprueba en las misas cotidianas, ya sean las de los domingos, festivos y vísperas, como las de diario, que la mayoría de los comulgantes la toman con las manos. Hoy los que no lo hacemos somos los raros y que, además, se arrodillen más raros todavía.
Respecto al vídeo de la barragana, es mejor no decir nada salvo que es un claro ejemplo de chabacanería sacrílega; deseemos y esperemos que el querindongo no gane las elecciones, pues si ella es para todo igual, ¡pobre Costa Rica!
"He ahí la tragedia. Europa hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma europea choca con una realidad artificial anticristiana. El europeo se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.
<<He ahí la tragedia. España hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma española choca con una realidad artificial anticristiana. El español se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.>>
Hemos superado el racionalismo, frío y estéril, por el tormentoso irracionalismo y han caído por tierra los tres grandes dogmas de un insobornable europeísmo: las eternas verdades del cristianismo, los valores morales del humanismo y la potencialidad histórica de la cultura europea, es decir, de la cultura, pues hoy por hoy no existe más cultura que la nuestra.
Ante tamaña destrucción quedan libres las fuerzas irracionales del instinto y del bruto deseo. El terreno está preparado para que germinen los misticismos comunitarios, los colectivismos de cualquier signo, irrefrenable tentación para el desilusionado europeo."
En la hora crepuscular de Europa José Mª Alejandro, S.J. Colec. "Historia y Filosofía de la Ciencia". ESPASA CALPE, Madrid 1958, pág., 47
Nada sin Dios
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