RESPUESTA A LA CARTA ABIERTA DE MONS. NICOLA BUX



Monseñor:



En respuesta a una carta abierta del día 19 de marzo, dirigida al Obispo Fellay y a todos los sacerdotes de la Fraternidad de San Pío X, en la cual nos conmina a aceptar la oferta sincera y de buen corazón de la reconciliación que el Papa Benedicto XVI está haciendo a la Fraternidad San Pío X para la curación de la larga ruptura entre Roma y la FSSPX. Quizá uno de los obispos de la FSSPX tome sobre sí mismo para decirle lo que él piensa y que podría haber sido la respuesta de “un gran hombre de Iglesia”, el Arzobispo Lefebvre.



Su carta comienza con un llamamiento a “todos los sacrificios en nombre de la unidad”. Pero no puede haber verdadera unidad católica que no se base en la verdadera fe católica. El gran Arzobispo hizo todos los sacrificios por la unidad en la verdadera doctrina de la fe. Por desgracia, las discusiones doctrinales de 2009-2011 demostraron que la división doctrinal entre la Roma del Concilio Vaticano II y la Fraternidad San Pío X es más grande que nunca. Por lo que sacrificar la fe por la unidad sería una unidad infiel.


Por supuesto, la Iglesia es una institución divina y humana. Por supuesto, el elemento divino no puede fallar, así que por supuesto a la Iglesia no puede dejársele en última instancia, y con ello decir que el sol saldrá de nuevo.



Pero uno puede discrepar cuando usted dice que el amanecer está cerca, porque la fe verdadera que la Fraternidad San Pío X confirmó en las discusiones no brilla fuera de la Roma, del Vaticano II, donde en consecuencia la Fraternidad de San Pío X no podía estar con seguridad. Tampoco podría traer la luz, si se aprobó la oscuridad conciliar.



La sinceridad que el Papa desea dar para la bienvenida a la Fraternidad San Pío X en “plena comunión eclesial”, como se muestra en una serie de gestos de buena voluntad real, no está en duda, pero “una profesión común de fe” entre la Fraternidad San Pío X y los creyentes en El Vaticano II no es posible, a menos que la Fraternidad de San Pío X fuera a abandonar la fe que defendió en las discusiones. Y es cuando la Fraternidad San Pío X gritó “Dios no lo quiera!” A tal abandono, lejos de que su voz se ahogara, se escuchó en todo el mundo.



Ciertamente, “este es el momento apropiado”, sin duda “el tiempo favorable ha venido” para la solución a los problemas angustiosos de la Iglesia y del mundo, que la Madre del Cielo ha estado durante mucho tiempo pidiendo y, que depende solamente del Santo Padre. Esta clara solución se sabe desde hace mucho tiempo.



¿Cómo podría el cielo, posiblemente, dejar al mundo en peligro como el de los últimos 100 años sin dar una solución como la proporcionada por el profeta Elías para la lepra del general sirio Naamán? Humanamente hablando, la solución parecía ridícula, pero nadie podría decir que no fuese posible. Se requiere sólo un poco de fe y humildad. El General pagano reunió la fe, juntó la suficiente y con confianza el hombre de Dios hizo lo que el Cielo le pidió, y por supuesto, se curó instantáneamente.



¡Deje que el Santo Padre, reúna la suficiente fe y confianza en la promesa de la Madre Celestial!
Que aproveche este “momento apropiado” antes de que los locos por el éxito se pronuncien en el lanzamiento de la Tercera Guerra Mundial en el Medio Oriente! Lo que le pido a él, le ruego, salve la Iglesia y al mundo con sólo hacer lo que la Madre Celestial ha pedido. No es imposible. Ella superará todos los obstáculos en su camino. Ciertamente, solo ella nos puede salvar de un sufrimiento inimaginable e innecesario.



Y si lo desea para cualquier apoyo en la oración o acción con la que la Fraternidad de San Pío X humildemente le podría ayudar, sería en consagrar a Rusia a su Inmaculado Corazón, en unión con todos los obispos del mundo, a quienes la Madre Celestial reuniría, él sabe que puede contar primero y sobre todo con el apoyo de Mons. Fellay y los otros tres obispos de la Fraternidad San Pío X por lo menos, entre los cuales está:



Su fiel servidor en Cristo,





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