Lo que digo es que, limitándose solo a analizar la psicología de esos individuos, cuyas opiniones heréticas, por cierto, hoy en día subscribirían un 99% de los católicos, (sin saber que eso se llama herejía modernista, por supuesto) no se adelanta ya nada en la práctica.
Si se conoce que un individuo planea con otros un delito bien está conocer lo que pretenden para entender por qué lo hacen; pero, una vez que ya lo han cometido lo primero de todo es reparar el delito y lo último averiguar por qué lo hicieron.
Y eso es lo que pretendo decir.
Es muchísimo más fácil hacer ver que los resultados prácticos que pretendían aquellos herejes ya están vigentes y son nada menos que ley obligatoria en la Iglesia posconciliar.
Lo único que sucede es que no se les llama herejía modernista, sino que se dice nada menos que los inspiró el Espíritu Santo al Concilio Vaticano II.
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