La salvación nacional del azulejo portugués

BELÉN RODRIGO







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Azulejo del Palacio de Ramalhete en Lisboa

En la pared, pavimentos y techos de palacios, jardines, iglesias, conventos y edificios particulares y públicos de Portugal abundan los azulejos. Hay quien diga incluso que Lisboa es la ciudad con más azulejos del mundo donde además de utilizarse para revestir superficies interiores y exteriores es un elemento decorativo aislado. Representa un patrimonio histórico y artístico de un valor incalculable y destaca tanto por la cantidad como por la calidad de sus temas, estilos, materiales, técnicas y usos.
A finales de los años 90 y principios del 2000 la Policía Judicial (PJ) registró un aumento del número de robos de azulejos, sobre todo en la región de Lisboa (el 95% de los hurtos). En el Museo de dicha institución llegó una colección de azulejos robados y recuperados pero que no se pudo devolver porque no se encontró a los propietarios. “Entendimos que existía un gran desinterés de la población acerca de este valioso patrimonio que sí está muy valorizado en los mercados de antigüedades”, explica a ABC Leonor Sá, responsable del Museo de la PJ y promotora del movimiento SOS Azulejo.
Surgió así la idea de proteger el valioso patrimonio artístico y pusieron en marcha el proyecto para la salvaguardia del azulejo. “La prevención criminal es una de las competencias de la PJ”, aclara Leonor Sá. Y por tanto entendieron que sería eficaz centrarse en la prevención, valorización y la conservación. “Si las personas conservan bien lo que tienen gana valor y aprenden a protegerlo”, añade al recordar que pretenden “cambiar la actitud de las personas”.





BELÉN RODRIGO
Azulejos de la fachada de la Casa Ferreira das Tabuletas, Lisboa




Panel de azulejos robado en la capilla de Vialonga



Lanzaron en primer lugar la web www.sosazulejo.com dando una serie de consejos muy prácticos a los propietarios. Después colocaron las fotos de los azulejos robados y de esta forma “dejaron de circular en el mercado”. Fue un factor disuasivo y muy eficaz de tal forma que entre el 2007 y el 2012 se redujo un 80% el número de robos registrados. “Eran decenas de miles de azulejos robados sobre todo el locales poco protegidos y en edificios abandonados”, afirma Leonor Sá. El último robo a gran escala se produjo en el 2011, en la ermita de la Quinta da Flamenga, en Vialonga, Vila-Franca-de-Xira, donde muchos azulejos fueron partidos durante la remoción y no se los llegaron a llevar. “Estamos hablando de piezas de un valor incalculable”, resalta la responsable del movimiento, “y en el mercado negro.


Todo ello ha sido posible gracias al acuerdo alcanzado con diferentes instituciones que han puesto sus medios a disposición de este fin. No existe un presupuesto concreto para el proyecto sino que cada socio aporta su trabajo y gracias a la red creada entre todos se han conseguido los resultados referidos.
Mensaje positivo

Pero además de denunciar los robos SOS Azulejo pretende igualmente transmitir un mensaje positivo “sobre todo buenas prácticas para que los portugueses aprendan valorizar este patrimonio”. Se ha creado, por ejemplo, bancos de azulejos en las ciudades de Aveiro, Ovar y Oporto. Allí las personas pueden ir a buscar azulejos que les falten en sus paneles y estos bancos les ofrecen las piezas. “En Lisboa quieren abrir otro banco y sería muy importante para el restauro de la ciudad”, resalta Leonor Sá.
Otro de los grandes logros de este movimiento es el de la medida urbanística adoptada por el ayuntamiento de la capital lusa por la cual se prohíbe demoler cualquier fachada con azulejos así como quitar los azulejos de dichas fachadas. Fue una propuesta de SOS Azulejo en la discusión pública abierta propuesta por el ayuntamiento lisboeta al diseñar su plan urbanístico y supone “un cambio de 180º en el abordaje del mismo”. El objetivo siguiente “es que todos los municipios adopten esta misma medida”.
Y Leonor Sá no oculta que uno de los grandes propósitos de este movimiento es ayudar a una futura candidatura del azulejo a Patrimonio de la Humanidad de la Unesco. Para tal, “hace falta contar con garantías de preservación de los azulejos”. Gracias a SOS Azulejo ya llevan medio camino andado. Y es que si hay algo que Leonor Sá destaque de deste movimiento es "su abordaje innovador", porque han juntado a la parte institucional la frescura típica de una asociación ciudadano.

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Fachada degradada por el robo de los azulejos



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