Respuesta: el mate argentino

Iniciado por
Agustiniano I
Es agua caliente, el mate. La yerba le da cierto gusto a... cositas chiquitas saborizadas, vegetales secos. Es yerba, pero de la buena eh, legal y todo. Nosé si tiene algo por el cual te hace tomarlo de vuelta, como lo tiene la cafeína. En realidad, no tiene un gusto especial. Lo puede tener si el mate lo hacés de otra forma, con café, con leche caliente en vez de agua, con yerba con ciertos derivados o agregados. Pero... si, tiene gusto a mate. Realmente, nosé como explicartelo. Tiene gusto a mate, che, punto.

.
O sea, sabor exclusivo, a mate. Supongo que habrá que probarlo y que es legal me lo imagino, si no El Corte Inglés no lo vendería, ¡menudos son! la otra preocupación es de otro orden: ¿lo puede beber cualquiera, o los aquejados de colesterol, diabetes, tensión arterial alta, y otras lindezas que nos joroban los pequeños placeres de la vida, impiden su consumo?
El dulce de leche sólo lo pude tomar una vez en la vida y es algo exquisito, me encantó, pero tengo la diabetes "melitus II", la de andar y pastillas y claro, ni el dulce, ni leche condensada, ni bombones, ni helados, ni nada, ¡nada de todo lo que más me gusta!
"He ahí la tragedia. Europa hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma europea choca con una realidad artificial anticristiana. El europeo se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.
<<He ahí la tragedia. España hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma española choca con una realidad artificial anticristiana. El español se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.>>
Hemos superado el racionalismo, frío y estéril, por el tormentoso irracionalismo y han caído por tierra los tres grandes dogmas de un insobornable europeísmo: las eternas verdades del cristianismo, los valores morales del humanismo y la potencialidad histórica de la cultura europea, es decir, de la cultura, pues hoy por hoy no existe más cultura que la nuestra.
Ante tamaña destrucción quedan libres las fuerzas irracionales del instinto y del bruto deseo. El terreno está preparado para que germinen los misticismos comunitarios, los colectivismos de cualquier signo, irrefrenable tentación para el desilusionado europeo."
En la hora crepuscular de Europa José Mª Alejandro, S.J. Colec. "Historia y Filosofía de la Ciencia". ESPASA CALPE, Madrid 1958, pág., 47
Nada sin Dios
Marcadores