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Tema: Actas del interrogatorio de C.H.Douglas ante el Comité MacMillan

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    Actas del interrogatorio de C.H.Douglas ante el Comité MacMillan

    Dejo a continuación una traducción del interrogatorio al que fue sometido C.H. Douglas por los miembros del Comité MacMillan. Este Comité fue organizado para tratar de encontrar las claves que pudieran dar repuesta a la reciente crisis económica conocida comúnmente como "Depresión".

    En su día, ya puse la transcripción de la primera parte, consistente en el texto del informe previo presentado por el Mayor Douglas ante el Comité. Ahora dejo la segunda parte, la correspondiente al interrogatorio mismo.

    Para quien quiera ver el original en inglés, pinchar aquí.

    He añadido al texto unas pocas notas mías entre corchetes.


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    Interrogatorio de C. H. Douglas ante el Comité Macmillan


    ACTAS DE TESTIMONIOS


    DÍA VIGÉSIMOCUARTO

    Jueves, 1 de Mayo de 1930


    Presentes:

    El Rt. Hon. LORD MACMILLAN, Presidente


    Sir THOMAS ALLEN

    El Rt. Hon. LORD BRADBURY, G.C.B.

    El Hon. R.H. BRAND, C.H.G.

    Profesor T.E. GREGORY, D. Sc.

    Mr. J.M. KEYNES, C.B. [N. T. Es decir, el famoso John Maynard Keynes]

    Mr. LENNOX B. LEE

    Mr. CECIL LUBBOOK

    El Rt. Hon. REGINALD McKENNA

    Mr. J. FRATER TAYLOR

    Mr. A.A.G. TULLOCH

    Sir FREDERICK LEITH-ROSS, K.C.M.G., C.B.



    Mr. G. ISMAY, Secretario


    Mayor CLIFFORD HUGH DOUGLAS, M.I. Mech. E., M.I.E.E., llamado y examinado


    INFORME DEL TESTIMONIO PRESENTADO POR EL MAYOR DOUGLAS

    (…) [N.T. Ya lo puse en otro hilo]



    Presidente
    . Solamente como prefacio, me gustaría decir que nuestro Comité, Mayor Douglas, recibió una comunicación del Editor del “The New Age”, así como también de la Sección de Servicio Social de la Congregational Union, en las cuales se nos instó a oir sus opiniones, y como consecuencia de estar representaciones le enviamos una invitación para venir aquí y honrarnos con sus opiniones. Tenemos el informe del testimonio que ha tenido usted en bien prepararnos. Quizá, antes de plantearle algunas cuestiones, podría explicar cómo vino a interesarse usted especialmente en esta clase de problema financiero. ¿Qué es lo que le atrajo a ello?

    C.H.Douglas. Bueno; realmente es una larga historia, mi lord. Estuve aproximadamente seis o siete años en la India hará unos 15 ó 20 años atrás, y durante ese tiempo solía tener muchas conversaciones con un amigo mío que era entonces el Interventor General de la India. Él era Mr. Branson, que fue Contable General de Bengala y posteriormente Interventor General de la India. Él solía honrarme con largas discusiones acerca del crédito, en las cuales no pude, me temo, penetrar profundamente en aquel tiempo. Más o menos archivé en mi mente las cosas que él decía. Por supuesto, yo soy por profesión un ingeniero, como ustedes sin duda ya sabrán; y fui golpeado por ciertos hechos que parecían necesitar de una explicación, especialmente el hecho de que justo antes de la Guerra [N.T. Se refiere, claro está, a la I Guerra Mundial] era muy difícil continuar con varios tipos de obras de ingeniería en las cuales yo estaba encargado, porque siempre existía algún problema en relación a la escasez de dinero. Entonces me di cuenta de que después de que estallara la Guerra no existía dificultad alguna para conseguir dinero para cualquier cosa, con independencia de lo descabellada que pudiera parecer la propuesta o proyecto que se presentara en ese momento. Creo que la siguiente fase por la que pasé fue la de redactar un proyecto para la obtención de cierta información de la Fábrica de la Royal Aircraft en Farnborough, en la cual era yo un oficial superior, y que implicaba la incorporación de un número de máquinas de tabulación con el propósito de obtener información de la fábrica de manera rápida. De estas máquinas de tabulación obtuve una gran cantidad de información para los propósitos en virtud de los cuales habían sido inmediatamente traídas, pero, a su vez, obtuve algo que me chocó en tanto que se trataba de información interesante de otra clase, concerniente a la relación entre precios y salarios. Yo solía firmar cheques salariales en Farnborough en una cantidad de aproximadamente £20.000 a la semana (algo así) y me di cuenta de que existía siempre una curiosa relación entre los costes indirectos de la fábrica y los meros precios de coste de las cosas que se fabricaban y resultaban, y las sumas que yo estaba pagando en salarios y demás cosas por el estilo. Ésa fue la siguiente fase. Entonces yo escribí uno o dos artículos, artículos provisionales y muy cautelosos, sobre esta materia después de la Guerra, y entonces viajé a Washington en 1919 y 1920 por invitación de algunos americanos que habían visto estos artículos, y discutí sobre la materia con un número de ingenieros industriales americanos y demás. Pienso que éste fue realmente, en forma aproximada, el rumbo que siguió el asunto, hablando en términos amplios.

    Presidente. Esto ha debido de ser una declaración general, pues obviamente usted ha dedicado una gran cantidad de tiempo a estudiar las cuestiones que nos ocupan. ¿Cuándo publicó usted por primera vez una expresión de sus opiniones?

    Douglas. La primera expresión pública de las mismas fue publicada inmediatamente después del Armisticio en “The English Review”.

    Presidente. Usted no publicó nada hasta después de la Guerra, pero usted había estado estudiando estas materias antes de la Guerra, ¿estoy en lo cierto?

    Douglas. Sí.

    Presidente. Usted nos dice en el mismo inicio de su informe que en su opinión la causa primaria de la depresión industrial y del consecuente malestar social es financiera. Cuando usted utiliza esa expresión general, ¿se refiere usted a que existe algo inherente en nuestro sistema financiero en este país que necesariamente conduce al desempleo y al malestar social?

    Douglas. Sí, ésa es mi opinión.

    Presidente. ¿Inherente?

    Douglas. Inherente.

    Presidente. ¿Y esto ocurre así con total independencia de cualquier especial acentuación de esas condiciones por la Guerra?

    Douglas. Me he esforzado en poner en claro esa altamente sutil distinción. Si se me permite referirme al párrafo 6 de mi informe –se trata de una distinción ligeramente sutil. Yo pienso que para cualquier volumen de producción dado existe sólo una posible, y probablemente decreciente, proporción de ese total que pueda ser vendida dentro de un área de crédito dada, pero el volumen total puede ser expandido, y la cantidad absoluta de esa menor proporción puede ser expandida mediante alteraciones en la política financiera. ¿He dejado clara la diferencia?

    Presidente. A lo que realmente quería llegar es a lo siguiente: si existe un defecto inherente en nuestro sistema financiero o monetario, ¿es éste un defecto que ha existido con toda certeza en los últimos 100 años?

    Douglas. En una forma acelerada, sí.

    Presidente. Estoy muy de acuerdo en que haya podido acentuarse más; pero si es inherente al sistema, ¿ese sistema ha sido el sistema monetario bajo el cual hemos estado viviendo con toda certeza desde la Ley de Banca? [N.T. Se refiere a la Bank Charter Act de 1844 de Robert Peel].

    Douglas. Exactamente.

    Presidente. ¿Y en su opinión, ese sistema ha estado mal, francamente, desde el comienzo?

    Douglas. Bueno; yo, por supuesto, no usaría la palabra “mal” en ningún sentido moral.

    Presidente. ¡No, no!

    Douglas. En un sentido técnico.

    Presidente. ¿Inconveniente?

    Douglas. Inconveniente; equivocado pragmáticamente. Debería añadir que la situación se enmascaró por el hecho de que se tenía un número pequeño de países industriales o industrializados capaces de exportar al mundo subdesarrollado, y por el hecho de que el poder de traspasar o deshacerse de los excedentes no vendidos enviándolos al mundo subdesarrollado permitía tener un volumen de producción del cual la proporción que se podía vender en el ámbito doméstico era suficiente para el consumo del país.

    Presidente. ¿Es su opinión que mientras estuvimos en auge y prosperidad, mientras fuimos un país en progreso, capaces de producir y disponer de una cantidad creciente de mercancías, los defectos del sistema no se hicieron manifiestos pero que, por otro lado, cuando el mundo alcanzó más o menos la saturación, entonces los defectos del sistema comenzaron a sentirse? ¿Es esta su opinión?

    Douglas. Ésa es mi opinión [N.T. Exactamente lo mismo ocurrió en la década de los sesenta en todo el mundo occidental, incluida la comunidad política española, hasta la crisis de la primera mitad de los años setenta, con la única diferencia de que, además de utilizar el “parche” provisional de la exportación, también se utilizó el “parche” provisional de la política keynesiana-tenocrática de producción cada vez mayor de bienes de capital (con independencia de su utilidad o inutilidad social real para la población), y de obras públicas (también conocida, esta última, como política de “pump priming”), así como un aumento de Deuda Pública].


    Presidente. Pues, si nuestro sistema financiero ha funcionado sobre una base equivocada por más de 100 años, debería imaginarme que entonces tendríamos que tener un desempleo progresivo y una depresión progresiva, y no, como hemos tenido, periodos de muy excelente prosperidad seguidos de periodos de depresión. Hemos tenido bajo el presente sistema monetario periodos de gran prosperidad, como usted sabe, así como periodos de depresión en el pasado. ¿Cómo da usted cuenta de esto?

    Douglas. Para poder dar a esto una respuesta realmente útil, yo debería con toda certeza examinar un periodo en particular. Pienso que yo sería capaz de encontrar probablemente una explicación perfectamente satisfactoria a esto.

    Presidente. Quizá es una pregunta demasiado general la que le he formulado, pero es que acabamos de escuchar muchos testimonios que muestran que estamos en el momento actual en un periodo más o menos anormal o excepcional en que nuestro sistema monetario está siendo expuesto a una tensión de tal tipo a la que nunca antes se había expuesto; que el sistema no está en sí mismo mal inherentemente, sino que no funcionará adecuadamente bajo la tensión excepcional a la cual está siendo expuesto en el tiempo actual. Pero su opinión es que está mal inherentemente.

    Douglas. Lo está.

    Presidente. Por tanto, ¿usted nos estaría dando prácticamente el mismo testimonio independientemente de que hubiera habido o no una guerra europea?

    Douglas. Pienso que los “booms” y depresiones a los que usted se refiere son el resultado, hablando en términos generales, sin entrar en detalles, del hecho de que la mejora en el sistema industrial, y la tasa de incremento de la capacidad productiva en el sistema industrial, sería normalmente muchísimo mayor de lo que es si no fuera contenida o detenida por el sistema financiero. Existe una especia de tira y afloja entre el sistema industrial, que quiere adelantarse, y el sistema financiero que quizá automáticamente lo detiene y, hablando ampliamente, esta es la explicación general de los “booms” y depresiones, sin entrar en detalles específicos.

    Presidente. Todos hemos leído su diagnóstico de la situación, pero le confieso que me gustaría aprovecharme del hecho de que está usted aquí para oír de usted cuál es su remedio práctico. Nosotros, como Comité, tenemos que hacer recomendaciones prácticas. Si pudiera usted imaginarse a sí mismo en mi infeliz posición, como la persona que está presidiendo sobre un cuerpo que tiene que hacer las recomendaciones, ¿cuáles serían sus recomendaciones prácticas para el país para llevar a efecto su opinión y remediar este sistema inherentemente malo?

    Douglas. Bueno; me temo que mi formación y experiencia como ingeniero me hacen querer cubrirme en ese punto. Yo diría que lo primero que debería querer hacer sería examinar la situación muy atentamente: más atentamente de lo que en mi posición soy capaz de hacer.

    Presidente. Estamos en ese mismo proceso de examinar la situación, y nos gustaría su ayuda.

    Douglas. Hablando en términos generales, tengo una idea muy clara de lo que tiene que hacerse.

    Presidente. ¿Nos diría usted cuál es su idea clara?

    Douglas. Debe igualarse el poder adquisitivo en disposición de la comunidad con los precios colectivos de los bienes a la venta [N. T. Primero de los tres principios fundamentales para el correcto funcionamiento de toda Economía].

    Presidente. ¿Se refiere a los de todos los productos de la industria?

    Douglas. Sí, a los de todos los productos de la industria que estén a disposición para la venta.

    Presidente. Una igualación implica dos cosas, que tienen que ser relacionadas. ¿Cuál de estas dos cosas tiene que ser corregida; el poder adquisitivo del que se está falto o la producción de la que se está falto?¿cuál de los dos lados de la balanza tiene que ser tratado?

    Douglas. Bueno; ahí, pienso yo, que usted entra en un punto técnico, y éste es que si uno intente dejar tranquilo los precios colectivos de los bienes, y procede a tratar con la demanda colectiva por sí misma, uno entra en una dificultad técnica que comúnmente se denomina inflación. Es decir, que si uno simplemente tiene un estado de cosas en el cual mediante algún proceso (burdo o de cualquier otro tipo) incrementa la cantidad de dinero en los bolsillos de la gente (las unidades de dinero en los bolsillos de la gente) y a su vez deja todo lo demás sin tocar, entonces se obtiene una subida general de precios que frustrará el objetivo que se tenía en mente [N.T. Éste era uno de los principales problemas sociales durante la primera etapa económica de la dictadura de Franco (1940-1959) durante la cual se estuvo aplicando las política de economía de guerra conocida como “sustitución de importaciones” (de origen prusiano en la I Guerra Mundial, luego retomada por la economía de guerra del militar bismarckiano Hitler (1933-1945) en donde primaba la industria de guerra como elemento principal en la potenciación económica del Reich), más conocida comúnmente o coloquialmente como “política autárquica”. Huelga decir que el problema social de la inflación, si bien se atenuó provisionalmente en términos relativos, no se solucionó sino que continuó en la etapa económica posterior al Plan de Estabilización tecnocrático de 1959, acentuándose a partir de la crisis general de 1973]. Pero si uno puede utilizar algún mecanismo, algún mecanismo existente, que le permita bajar los precios, y sin los resultados que normalmente se siguen a una bajada de los precios (es decir, bancarrota, beneficios menores, disminución de producción y demás); si uno puede bajar los precios y dejar el dinero en los bolsillos del comprador, entonces se producirá exactamente el mismo resultado de igualar el poder adquisitivo con los precios pero sin los males de la inflación. Ésta es, en términos generales, la situación a la que uno llega.

    Profesor Gregory. ¿Cómo se propone usted hacer eso?

    Douglas. ¿Cómo me propongo hacerlo? Bueno; debo repetir una vez más el caveat que introduje al principio del todo, de que si yo fuera Dictador debería querer examinar la situación un poco más minuciosamente; sin embargo, es absolutamente posible usar los poderes de creación de crédito en auxilio de una reducción de precios. Uno puede pagar por un artículo a partir de dos fuentes; el método común de hacer esto, por supuesto, es mediante un subsidio para la reducción de precios. Ahora bien, un subsidio para la reducción de precios, por supuesto, normalmente es recaudado mediante los impuestos; sin embargo, no existe la más mínima razón por la que un subsidio para la reducción de precios tenga que ser recolectado a través de los impuestos; éste puede ser suministrado mediante exactamente los mismos métodos mediante los cuales se suministra dinero fresco actualmente.

    Mr. Brand. ¿En qué forma se refiere usted? ¿Mediante crédito bancario?

    Douglas. Sí. La base de, y la justificación para el crédito bancario está en el hecho de que inmediatamente se mejora el crédito.

    Mr. Brand. ¿Cómo se devolvería el crédito?

    Douglas. La devolución está implicada o supuesta en el precio de los bienes, y la proporción o tasa de crédito que uno puede suministrar bajo estas condiciones al precio de los bienes depende de la depreciación real de las instalaciones y materiales en el país en relación con la apreciación real [N. T. Véanse los principios fundamentales para el correcto funcionamiento de toda Economía]. Existen dos procesos en continuo funcionamiento en cualquier país industrial en cualquier momento; existe una depreciación, que puede ser denominada consumo parcial, desgaste parcial, obsolescencia parcial, y así por el estilo, y existe una apreciación, que es nuevas instalaciones o maquinaria y muchas otras cosas en las que no necesito entrar. En mi opinión, el verdadero precio de cualquier artículo es la proporción o tasa de depreciación respecto a la apreciación, y si se acelera la apreciación entonces se puede rebajar los precios por debajo de lo que comúnmente se denomina coste.

    Mr. Brand. ¿Quién paga la diferencia?

    Douglas. La diferencia física está implicada en la proporción o tasa de consumo respecto a producción.

    Mr. Brand. Si yo fuera un productor, y yo produjera algo a cierto coste, ¿usted afirma que yo podría, y debería ser capaz, de vender por debajo de ese coste?

    Douglas. No, yo no digo que usted podría, debido a que usted no es un creador de crédito financiero, en tanto que productor; pero la comunidad como un todo puede permitirse el lujo de tener un sistema en funcionamiento mediante el cual pueda subsidiarle con crédito.

    Mr. Brand. ¿El crédito no sería dado por el banco sino por la comunidad?

    Douglas. Todo crédito es crédito comunitario.

    Mr. Brand. Suponga que es dado por un banco. Yo no veo cómo el banco podría recuperar ese crédito.

    Douglas. ¿Se refiere usted al método para hacerlo?

    Mr. Brand. Sí. ¿A quién se lo da? ¿Y de quién lo recibe de vuelta?

    Douglas. Éste es un asunto de mecanismo. Una forma sería que el crédito pudiera ser dado por el banco al fabricante, y ser recibido por el banco a partir del Tesoro.

    Mr. Tulloch. ¿No es así que eso implicaría una gran creación de crédito en beneficio del fabricante?

    Douglas. Eso no implica ninguna mayor creación de crédito que la que hay al presente, porque el resultado es disminuir los precios.

    Presidente. ¿Puedo plantearle incidentalmente un punto? ¿La deficiencia de poder adquisitivo es un síntoma de la enfermedad?

    Douglas. Sí.

    Presidente. En resumen; no tenemos suficiente dinero para comprar cosas que deberíamos poder comprar.

    Douglas. Sí.

    Presidente. Si uno va a abaratar las mercancías mediante un sistema de subsidio, entonces el subsidio tiene que ser encontrado en alguna parte, y usted sugiere que debería ser proporcionado por la comunidad; pero después de todo, si bien yo no soy la comunidad, ¿no voy a ir yo a proporcionar el subsidio para permitirme a mí mismo comprar más barato?

    Douglas. No. En tanto que comunidad, actualmente (poniendo el asunto de manera totalmente desapasionada) usted está divorciado de su propio crédito.

    Presidente. ¿A qué se refiere exactamente, dejando a parte la metáfora? ¿Cómo estoy divorciado de mi crédito?

    Douglas. Exceptuando el uso de la palabra “divorciado”, se trata de una declaración de hecho y no de una metáfora. Usted no tiene poder para crear crédito financiero en absoluto, en tanto que individuo, actualmente. Usted posee algo de dinero en efectivo, usted tiene una cierta cuenta en un banco, y las dimensiones de esa cuenta están limitadas por ciertos factores en los cuales estoy seguro de que no es necesario entrar. Éste, por supuesto, no es el caso del sistema bancario. El sistema bancario, con ciertas salvedades, es decir, la obligación de pagar dinero en efectivo a petición (la cual, a su vez, está gobernada por su entrelazamiento con el Banco de Inglaterra y con la Cuentas de Medios y Arbitrios [N. T. Son unas cuentas que todos los bancos comerciales tienen abiertas en el Banco Central, el cual les permite obtener fondos a corto plazo que les permita cubrir las contingencias de efectivo que pudieran necesitar en cualquier momento de su actividad bancaria], que hacen flexible la cosa), posee un límite de expansión casi prácticamente indefinido; y ahí está la diferencia.

    Presidente. Entiendo bastante bien que uno de los principales activos de un banco es su crédito; puede crear crédito mediante, digamos, la emisión de obligaciones propias, y en ese sentido puede crear una gran cantidad de crédito, regido únicamente por lo que es prudente, y lo cual un individuo no puede hacer. Sin embargo todavía no entiendo cómo su teoría de un subsidio puede ser elaborada en la práctica, porque me parece a mí que el subsidio tendría al final que ser encontrado o pagado por la gente misma que tendría que pagar el precio de la mercancía.

    Douglas. Me doy cuenta de la dificultad que supone desplazarse desde un punto de vista ortodoxo hasta mi propio punto de vista que es, quizá, un poco no ortodoxo. Planteo la situación de la siguiente forma. No existe nada que sea definitivo en absoluto en lo que concierne al sistema monetario. Es (o debería serlo; no lo es actualmente) un sistema de tickets, el cual no es más que un accesorio adjunto a la empresa general de producir y distribuir bienes y servicios. El sistema monetario, en tanto que sistema monetario, no tiene virtud o fuerza ninguna estando divorciado (no debo usar este término otra vez), separado, debería decir, del sistema industrial. No es más que una pura forma de conveniencia el que sea considerado, de manera posible, en conexión con un sistema de producción y distribución de bienes y servicios. Ahora bien, la cosa que hay que fijar firmemente en la mente, según me parece a mi, es: cuáles son las capacidades para producir y suministrar bienes y servicios y, al mismo tiempo, cuáles son los deseos en relación al uso de esas capacidades para producir y suministrar bienes y servicios. Ésta es la única cosa que realmente importa. Si uno comienza con ese objetivo entonces su misión o empresa es modificar en cualquier extensión que pueda ser necesaria su sistema de tickets de tal forma que le permita conseguir aquellos deseos industriales y sociales.

    Mr. Tulloch. ¿No es así que, de lo que usted dice, se sigue que el fabricante tiene que recibir su crédito gratis?

    Douglas. El fabricante, de acuerdo con la forma cautelosa en que he presentado el asunto, no recibe realmente el crédito en absoluto; realmente es el consumidor el que recibe el crédito. El consumidor recibe el crédito en la forma de un precio reducido.

    Mr. Tulloch. Yo le entendí a usted que el crédito se suministraría al fabricante, y que entonces, usted decía que no habría inflación a causa del crédito bancario recién creado, porque el precio sería menor. Yo asumí que él debe recibir el crédito gratis, para así poder producir a precios no mayores; de hecho, a un precio menor.

    Douglas. El crédito que él recibiría sería para compensar la diferencia entre lo que él normalmente cargaría por su artículo actualmente (y que, por hipótesis, es un precio demasiado alto para poder pagarlo el consumidor) y el precio reducido (que sí sería capaza de pagar).

    Mr. Tulloch. Ya veo, ¿pero no lo recibe él gratis? Si nadie paga por el crédito, entonces él debe recibirlo gratis.

    Douglas. No estoy seguro de cuál es exactamente el punto que se plantea. El fabricante realmente está obteniendo su precio actual (al cual él llega por los métodos ordinarios de contabilidad del coste) a partir de dos fuentes, en lugar de una. Actualmente él obtiene la totalidad de ese precio a partir del público (el consumidor). Lo que se sugiere es que ahora obtenga su precio de dos fuentes, una de las cuales es la fuente del crédito, y la otra es el público (la fuente del dinero en efectivo).

    Mr. Tulloch. Ya veo; sin embargo, no puedo salirme del hecho de que él deba recibir ese crédito gratis, de acuerdo con su argumento. (Mr. Keynes): Y él reduce su precio en la misma medida. (Mr. Tulloch): Sí, él debe; y si el reduce su precio en la misma medida, él debe recibir su crédito gratis.

    Douglas. El consumidor recibe el crédito gratis.

    Mr. McKenna. ¿Y el banco paga por su crédito?

    Douglas. ¿Por el empleo de su muy valioso mecanismo para producirlo, o por el crédito propiamente dicho?

    Mr. McKenna. Por el crédito. ¿Está usted totalmente familiarizado con el funcionamiento del sistema bancario?

    Douglas. Bueno; razonablemente, pienso yo.

    Mr. McKenna. ¿Razonablemente?

    Douglas. Sí.

    Mr. McKenna. Supongo que usted comprende su funcionamiento. Suponga por el momento que usted es un prestatario y yo soy un banquero. Si usted viene y toma prestado £100.000 de mí, ¿usted toma £100.000 de mi cash o dinero en caja?

    Douglas. No de su dinero en caja, ¿acaso sí?

    Mr. McKenna. De mi dinero en caja; claro que sí.

    Douglas. Bueno; depende de la forma en que lo tome.

    Mr. McKenna. Si usted toma prestado £100.000 usted toma £100.000 de mi dinero en caja. Usted libra un cheque y me lo presentan, y lo pago. ¿Lo pago de mi dinero en caja?

    Douglas. Usted carga esa suma sobre mi dinero en caja.

    Mr. McKenna. ¿Yo tengo que buscar el dinero?

    Douglas. Usted tiene que buscar el crédito, sí.

    Mr. McKenna. En el primer ejemplo, ¿yo tengo que buscar el dinero?

    Douglas. ¿En qué forma? ¿De qué estamos hablando: en forma de dinero?

    Mr. McKenna. Dinero, que sería mi dinero en caja depositado en el Banco de Inglaterra.

    Douglas. Crédito, no dinero en caja.

    Mr. Lubbock. El cual usted pagaría a otro banco. (Mr. McKenna): El cual yo pagaría a otro banco.

    Douglas. Habría una transferencia. No tengo objeción a la palabra “cash o dinero en caja”.

    Mr. McKenna. Yo, el banquero, ¿tengo que pagar por esos £100.000?

    Douglas. Usted tiene que hacerlo, ciertamente, en tanto que transferente de un crédito.

    Mr. McKenna. Tengo que pagar por los £100.000 que le presto a usted. Posiblemente usted no esté familiarizado con el funcionamiento del sistema bancario. ¿Comprende usted el hecho de que los depósitos del banco en el pasivo de su hoja de balance le cuesta dinero adquirirlos?

    Douglas. Ya veo que estamos en un malentendido. Se trata realmente de una cuestión referida a qué entendemos por “dinero”.

    Mr. McKenna. ¿Estamos bajo la obligación de pagar por esos depósitos?

    Douglas. Ciertamente.

    Mr. McKenna. Estamos pagando, quizá, un dos o tres por ciento sobre ellos, tomándolo como una media.

    Douglas. Ahora creo que ya entiendo. Usted se refiere a lo de la cuestión del coste del dinero.

    Mr. McKenna. ¡Claro!

    Douglas. ¿El coste del interés?

    Mr. McKenna. Ciertamente. Su opinión es que cuando un banco presta £100.000, esos £100.000 vuelven a él o a otro banco; eso deja intacto su dinero en caja; pero cuando vuelven a él o a otro banco, el banco tiene que pagar interés sobre el nuevo depósito creado.

    Douglas. Sí, como un coste por los servicios.

    Mr. McKenna. ¿E interés por usar el dinero?

    Douglas. Bueno. Yo estoy utilizando la palabra “interés” en el sentido de ser un pago por el servicio de usar el dinero.

    Mr. McKenna. ¿Por el uso del servicio del dinero?

    Douglas. Sí; yo me estaba fijando en el banco haciendo un cargo razonable por el uso de su dinero. Es obvio que tiene que hacer un cargo por su personal, etc…

    Mr. McKenna. ¿Quién va a pagar por ello si el consumidor obtiene el crédito por nada? ¿Quién va a pagar al banco por crear el crédito?

    Douglas. Esto es perfectamente sencillo. Yo consideraría el interés cargado sobre el dinero (que representa un cargo a favor de usted por sus servicios) como siendo uno de los costes de la producción.

    Mr. McKenna. Entonces, ¿el consumidor tendría que pagar por el crédito que recibe?

    Douglas. Él tendría, obviamente, que pagar un cargo por la creación del crédito. Eso ciertamente sería así. Pero el crédito no sería un crédito reembolsable. Él obtendría el crédito propiamente dicho en la forma de una reducción del precio; un dos o un tres por ciento (o cualquiera que pueda ser) en atención al mecanismo propiamente dicho de creación de ese crédito, sería un cargo perfectamente legítimo, pero la diferencia viene dada por la diferencia entre el cargo por el crédito y el crédito mismo.

    Sir Thomas Allen. ¿Sería un cargo a perpetuidad?

    Douglas. No, se extinguiría por la venta de los bienes.

    Mr. McKenna. Aun cuando usted pusiera el cargo por el crédito bancario tan bajo como eso, solamente un dos o un tres por ciento (podría ser mayor), ¿no hay ahorro?

    Douglas. Me temo que no he dejado mi punto claro. El sistema bancario opera sobre la premisa de que el sistema industrial ha de seguir al sistema financiero; esto es, que si surge una dificultad en relación al sistema financiero que, digamos, constituye un parón sobre el sistema industrial, entonces el sistema industrial tendrá que acatar esa decisión. En otras palabras, el sistema industrial tiene que estar sometido al sistema financiero. Mi proposición primaria es que el sistema financiero carece en absoluto de locus standi fuera o al margen de los sistemas industrial y distributivo, y que se puede hacer cualesquier cambios que se quieran con perfecta facilidad en el sistema financiero, siempre y cuando esos cambios sirvan a las necesidades del sistema industrial y social.

    Mr. McKenna. Hasta el momento, sin entrar en la cuestión de si se debería tener más o menos dinero, ¿puedo suponer que su opinión es que a medida que la cantidad de producción se incrementa, para que no haya una caída en el precio la cantidad de dinero debería incrementarse proporcionalmente?

    Douglas. En términos generales, así es.

    Mr. McKenna. ¿Necesita ir usted más allá que esto?

    Douglas. ¡Oh! Sí, es necesario ir más allá.

    Mr. Brand. Yo entiendo de usted que si yo fuera un fabricante y yo fuera a Mr. McKenna y le tomara prestado £100.000, entonces ¿yo utilizo esas £100.000 para rebajar el precio de venta de mis bienes por £100.000 por debajo de lo que me han costado a mí?

    Douglas. Ésa es la proposición de momento, sí.

    Mr. Brand. Entonces, ¿cómo reembolso a Mr. McKenna?

    Douglas. Es una cuestión de mecanismo. He elaborado un mecanismo para ello.

    Mr. McKenna. Me gustaría mucho conocerlo.

    Douglas. Por supuesto. Me gustaría decir, antes de contarles lo que me están pidiendo que les diga, que al presentarles una explicación de este tipo no pretendo presentarlo como un esquema final; simplemente lo presento con el propósito de explicar cómo podría hacerse la cosa. Es totalmente posible. Ésta es la forma en que lo presenté delante de la Cámara de los Comunes de Canadá hace unos pocos años; es prácticamente la misma cuestión. Supongamos que uno vende un coche de motor por £100 (tomaremos una cifra sencilla, para poder mantenerla en mente); el consumidor pagaría los £100 como en la actualidad y recibiría una factura por la compra; a él se le daría un recibo por los £100. Es algo posible de concebir que él podría entregar ese recibo a su banco, el cual abonaría su cuenta con, digamos, £25. El banco podría recolectar la totalidad de todos esos créditos al consumidor en cualquier periodo adecuado y entregarlos a su vez a algún departamento del Gobierno como el Tesoro, el cual abonaría al banco con la cantidad que él hubiera abonado al consumidor. Eso finalizaría la transacción en lo que se refiere al mecanismo, y el resultado de ello sería que se habría abonado al consumidor una proporción del crédito general del país que, por hipótesis, ya le pertenece, pero no se le abona. El resultado de ello sería una disminución del precio del coche de motor en ese caso de un 25 por ciento, y habría una venta incrementada de coches de motor o, digamos, una venta incrementada de todos los bienes, ya que aquél tendría £25 más para gastar sobre otros bienes.

    Presidente. Yo compro un coche de motor por £100. Yo pago £100 y consigo un recibo del fabricante del cual lo he comprado, que confirma que yo le he pagado £100. Se lo llevo al banquero, ¿no?

    Douglas. Sí.

    Presidente. Y en base a la formación de ese cupón por valor de £100, él dice “Te abonaré £25”.

    Douglas. Sí.

    Presidente. El resultado es, que sólo he pagado £75 por el coche.

    Douglas. Sí.

    Presidente. El banquero recolecta el crédito (que en esta transacción particular ha sido de £25), pero por supuesto habrá un gran número de ellos, pues toda mercancía estará sujeta al mismo tipo de, no necesariamente descuento, sino disminución o rebaja.

    Douglas. Sí.

    Presidente. Yo no obtengo las £25; se me abonan a mi cuenta y el banquero ingresa su cupón en el Tesoro.

    Douglas. El consumidor sí ha obtenido las £25. Éste es realmente el mecanismo. Lo que se ha obtenido es un coche de motor (que mediante los métodos actuales habría costado £100) por £75.

    Presidente. El banquero entonces recauda £25 del Tesoro.

    Douglas. Correcto.

    Mr. McKenna. ¿De dónde obtiene el Tesoro su crédito?

    Douglas. El Banco de Inglaterra actualmente suministra al Tesoro, a cargo de la Cuenta de Medios y Arbitrios, con dinero procedente del crédito de la nación. Esto es simplemente la creación de dinero fresco. Ése es el caso, pienso yo.

    Mr. McKenna. Esto es una deuda doble para el Tesoro. ¿De dónde viene el crédito al Tesoro? Está en deuda con un banco por valor de £25, ¿qué es lo que hay en el otro lado? (Mr. Lubbock): ¿Una obligación o deuda que podría traducirse, supongo, en papel moneda?

    Douglas. Si el banco así lo desea.

    Mr. Frater Taylor. ¿Es su subsidio sin impuestos?

    Douglas. Es su subsidio sin impuestos.

    Presidente. El Tesoro, bajo esta doctrina feliz, va a pagar el 25 por ciento del coste de mi coche, ¿no es así?

    Douglas. No, Sir; no es así. Tendré que trasladarles de vuelta al comienzo, si no les importa que desarrolle este punto.

    Presidente. Estamos muy ansiosos. Sabemos que sus opiniones han sido elogiadas en muchas partes.

    Douglas. ¡Gracias! Debo disculparme por haber sido elemental.

    Presidente. Usted no puede ser lo suficientemente elemental para mí, se lo aseguro.

    Douglas. El primer punto a partir del cual debe comenzar uno es el siguiente: En el momento actual se tiene una capacidad sin usar para la producción. Ésta no se puede utilizar, debido a que no se puede vender; éste es el punto uno. El punto dos es que el sistema financiero no es más que un sistema de tickets; no es una materia de ninguna importancia de ningún tipo por sí misma; por tanto, si resulta necesario realizar ajustes en el sistema financiero, entonces estos ajustes pueden y deberían hacerse. Ahora bien, la dificultad que se presenta actualmente es la dificultad de que el poder adquisitivo, en relación con los precios, es insuficiente, por lo que claramente se tendrá que reducir los precios o incrementar el poder adquisitivo; para que uno que incremente su dinero realmente uno tiene que incrementar su poder adquisitivo. La dificultad que existe a la hora de discutir este asunto consiste en mantener muy claramente en la mente la diferencia entre poder adquisitivo y dinero. Si uno meramente añade algo más a la cantidad de dinero existente probablemente no incrementará el poder adquisitivo, pues los precios automáticamente subirán. Para poder evitar esa dificultad un método mediante el cual podría conseguirse es el de bajar los precios por medio de un subsidio que no provenga del poder adquisitivo existente, que no provenga del público, el cual ya se encuentra en una situación de deficiencia de dinero en relación a los precios colectivos.

    Presidente. Es justo en este punto donde pienso que comienzan a emerger las dificultades. Hasta ese punto pienso que podríamos estar más o menos de acuerdo con su declaración; cuando usted llega a la cuestión del remedio, es perfectamente cierto que podríamos producir más si pudiéramos vender más; podríamos vender más si tuviéramos más poder adquisitivo; pero el problema es que, si se crea más poder adquisitivo, y se incrementa el volumen de dinero, entonces, como usted muy bien dice, el resultado sería que los precios subirían y uno se encontraría en la misma situación en la que estaba.

    Douglas. Eso es así.

    Presidente. Usted desea relacionar esas dos cosas de manera tal que se mantengan los precios estables y al mismo tiempo se incremente el poder adquisitivo.

    Douglas. Uno incrementa el poder adquisitivo si reduce los precios.

    Presidente. Su método es, digámoslo así, evitar la subida del precio mediante una cifra que lo contrarreste a la que usted llama subsidio.

    Douglas. Yo no la llamo subsidio; yo uso la palabra “subsidio” con el propósito de hacer la idea clara.

    Presidente. Una rebaja, ¿se podría llamarlo así?

    Douglas. Yo lo llamaría una rebaja.

    Presidente. Es por medio de la institución de un sistema de rebajas; aunque el precio tenga que subir nominalmente, no tiene que subir realmente, porque se vendría a tener un sistema de rebajas.

    Douglas. No tiene que subir nominalmente. Actualmente se tienen dos límites para el precio bajo el presente estado de cosas (probablemente bajo cualquier situación que tenga en que tenga que utilizarse un mínimo de dinero); el primero que se tiene es aquél al cual se llega por medio de los contables del coste, el cual es simplemente la suma total de todas la cantidades que se han distribuido.

    Presidente. ¿Todos los factores?

    Douglas. Todos los factores. Éste, pienso yo, no es el sistema de precios que en general, por ejemplo, el banquero tiene en mente. Él lo que tiene en mente es la relación entre la cantidad de dinero disponible y la cantidad de bienes disponible. En otras palabras, él asume que la teoría cuantitativa del dinero funciona a lo largo de toda la cadena o gama de precios. Bueno; esto no es así; sólo funciona hasta el punto mínimo en que el productor dice “No estoy obteniendo dinero de esto, y no produciré más y no venderé más”, y ninguna disminución en la cantidad de dinero disponible, ninguna deflación continuada, por ejemplo, provocará una rebaja seria del nivel de precios más allá de ese punto mínimo, ya que en tal caso todo el mundo quebraría. Ahora bien, en relación con lo que estuve diciendo anteriormente, el precio al cual se llega mediante la contabilidad del coste realmente varía entre las distintas fábricas; una fábrica, quizá, es más eficiente, o está mejor situada, o tiene una ventaja de algún tipo u otro; la consecuencia es que si uno aborda este problema por el método burdo de decir “Fijaremos los precios; el precio de un par de botas será de 20s.”, entonces inmediatamente se entra en la dificultad de que se fuerza a ir a la quiebra al productor de botas menos capaz y menos afortunadamente situado, porque él no puede producir a ese precio [N. T. Esta medida de la fijación de precios era una de las pseudosoluciones que la dictadura de Franco (tanto en la etapa “autárquica” como en la etapa “tecnocrática”) trataba de aplicar en distintos sectores de la producción, siendo una de las consecuencias indirectas de la proliferación, como vía de escape y/o supervivencia, del estraperlo o mercado negro al margen de las imposiciones arbitrarias de precios del Gobierno]. Uno quiere sus botas, uno no quiere forzarle a que quiebre; uno quiere que el compañero que produce al más bajo precio reciba los primeros encargos, pero una vez que ha llegado al límite de su producción a ese precio, entonces uno quiere la producción que se vende al otro precio; por lo que, en lugar de tener un precio fijo, uno lo que quiere es una disminución en el nivel de precios, dejando todavía los precios individuales abiertos a la competencia. Ahora bien, se puede disminuir el nivel de precios mediante la aplicación al nivel de precios de una creación de crédito. Uno puede, obviamente, hacerlo físicamente; no existe nada que le impida a uno hacerlo; el objetivo que se tiene es el de desembarazarse de los bienes. Todo el objetivo que se tiene en mente es el de producir; y distribuir, ya sea mediante el sistema de tickets, el sistema contable, el sistema monetario, o cualquiera que sea el nombre que se desee darle; el único objetivo que se busca es el de desembarazarse de los bienes y mantener el sistema de producción en funcionamiento. Esto se puede hacer; esto es solamente una cuestión de cierta forma de hacerlo, y todo el mecanismo existe en forma embrionaria actualmente.

    Mr. Brand. Supongamos que yo fuera un productor de acero, y tuviera una fábrica que está solamente produciendo a un 50 por ciento de su capacidad y que yo no pudiera encontrar compradores; y suponga que usted fuera un Dictador. ¿Qué haría usted para ayudarme?

    Douglas. Yo no haría nada para ayudarle a usted individualmente. Yo solamente realizaría tales disposiciones generales que permitieran que el nivel de precios del acero fuera de tal forma que pudiera o bien venderse en este país o bien encontrarse en una posición muy fuerte para poder competir en el extranjero.

    Mr. Brand. ¿Se refiere usted a que yo sería capaz de realizar un beneficio de alguna forma, aunque yo tuviera que vender mi producto a un precio mucho menor que lo que me costó?

    Douglas. Sí.

    Mr. Frater Taylor. Usted daría una bonificación, ¿no es así?

    Douglas. Sí; pero usted debe disociar la bonificación de un subsidio. No es conseguido o recaudado mediante impuestos. El método de conseguir dinero mediante impuestos es sólo un puro mecanismo, igual que cualquier otra forma de mecanismo, y uno no está obligado a usar ese mecanismo; pero aquello que le limita a uno es qué cantidad de acero puede producir en un día; ése es el límite físico real.

    Mr. Brand. ¿No queda uno limitado lo más mínimo por la necesidad de que el Tesoro tenga que adelantar miles o millones de dinero?

    Douglas. Ni lo más mínimo.

    Profesor Gregory. ¿Me permite volver al coche de motor? Usted dice que si el coche de motor me cuesta £100, yo recibiré a continuación un vale, el cual deposito en el banco de Mr.McKenna, y él finalmente lo deposita en el Tesoro, y mediante una serie de apuntes contables se crea un 25 por ciento de poder adquisitivo adicional.

    Douglas. Ésa es una forma de mecanismo.

    Profesor Gregory. Ésa es una forma de mecanismo, pero no quisiera prestar demasiada atención a la posición del consumidor. ¿Cuál es la situación del fabricante? ¿Está usted asumiendo que el coche cuesta al fabricante £100, o que le cuesta al fabricante más de £100? ¿Es el precio de coste propiamente dicho del fabricante lo que está usted pagando?

    Douglas. ¿Se refiere usted a si él está realizando un beneficio?

    Profesor Gregory. No. Pregunto si él está cubriendo su coste si él vende a £100.

    Douglas. ¡Oh! Sí.

    Profesor Gregory. ¿Está usted asumiendo que él está llevando su negocio sobre una base comercial perfectamente definida?

    Douglas. Absolutamente. Él está vendiendo en competencia con otra gente que puede estar vendiendo a £99.

    Profesor Gregory. ¿Sus £25 realmente no van en absoluto a ese fabricante de coches de motor?

    Douglas. No.

    Profesor Gregory. Se añaden a la toma de préstamo general o poder adquisitivo de la comunidad. Bueno; yo no veo, en estas circunstancias, cómo puede evitarse que los precios suban.

    Douglas. Yo no puedo ver, como una cuestión de hecho, cómo ello puede de manera posible causar que los precios suban (repito, como una cuestión de simple mecanismo) mediante este proceso. Supongamos que suben, entonces vuestro subsidio pasaría a ser inoperante.

    Profesor Gregory. Supongamos que en un periodo de tiempo dado, un mes, la facturación total de bienes de consumo en este país es de £1.000.000.000, y consideramos su cifra del 25 por ciento; esto significa que al comienzo del siguiente mes habría £1.250.000.000 de poder adquisitivo disponible. Yo sólo estoy utilizando su propia cifra del 25 por ciento.

    Douglas. No, esto no es absolutamente cierto. De todas formas no lo consideraría de gran importancia si fuera cierto.

    Profesor Gregory. ¿Puede usted aclararnos primero ese punto?

    Douglas. El resultado de haber hecho esto es incrementar en gran medida la cantidad total de ventas en el país. Ahora bien, la totalidad del precio que se recolecta del público se convierte en una partida que ha de cancelarse, tal y como ocurre actualmente.

    Profesor Gregory. ¿Cómo se recupera o devuelve? Uno lo toma del consumidor, lo deposita en el banco, el cual a su vez lo deposita en el Tesoro, el cual obtiene crédito adicional de alguna fuente, pero nunca se recupera o devuelve.

    Douglas. Yo continuaré con este asunto tan lejos como usted desee, pero sinceramente me interesa más hacerle ver que la cosa es perfectamente posible. Si usted realmente desea que yo le dé un informe detallado respecto al mecanismo mediante el cual podría hacerse, estaré encantado de hacerlo; mis servicios están enteramente a disposición del Comité; pero el punto que me gustaría remachar es que es inconcebible que uno no pueda conseguir un mecanismo que le permita poder igualar el poder adquisitivo con la capacidad para suministrar.

    Mr. Keynes. ¿No resulta acaso probable que aquellos de nosotros que estamos criticando no estemos inclinados a aceptar la dificultad inherente que usted desarrolla en el párrafo 16 de su Memorándum? Usted divide los pagos ahí en pagos A y B.

    Douglas. Sí.

    Mr. Keynes. El coste de producción para el fabricante es A más B. De él, A va al público y es gastado por él en bienes fabricados, pero B va a otra parte.

    Douglas. Sí.

    Mr. Keynes. ¿A qué otra parte va?

    Douglas. Estaba seguro de que esto surgiría, porque generalmente suele surgir. ¿Puedo presentarlo de la siguiente manera? Los términos de esta declaración están muy cuidados. Yo siempre trato de hacer los términos con mucho cuidado. Yo digo “Puesto que A no adquirirá A + B, una proporción del producto al menos equivalente a B debe ser distribuida mediante una forma de poder adquisitivo que no esté contenida en la descripción agrupada en A”. Yo no he dicho que tenga que ser pagada.

    Mr. Keynes. Yo no quería ir tan lejos hasta llegar ahí. Justo antes de eso usted examina el “Grupo B”, que incluye materias primas. Asumo a que usted se refiere a materias primas importadas, ¿no es así?

    Douglas. “Grupo B. Todos los pagos hechos a otras organizaciones (materias primas, cargos bancarios y otros costes externos)”. Sí; es simplemente lo que podríamos llamar en una compañía las facturas que se tienen que pagar a final del mes.

    Mr. Keynes. Si son pagadas a través de otro negocio, entonces ese negocio pagará la cantidad a los individuos como parte de su coste de producción. ¿No es así?

    Douglas. Sí, entiendo perfectamente la dificultad. El peso real que debe ser asignado a esta indudable declaración de hecho (tal y como está es simplemente una declaración de hecho obvia) radica en si las transferencias de una empresa a otra son financiadas bien mediante un crédito comercial o a partir del propio crédito de la empresa (digamos, de su capital circulante), o bien mediante un crédito bancario. El peso exacto que esto tiene en el conjunto de toda la declaración depende en gran medida de esto. Si los pagos B realmente son financiados a partir del capital circulante, entonces ese capital circulante, pienso yo, inevitablemente debe haber sido obtenido mediante el proceso de inversión que es criticado en (b) en el mismo resumen. Es decir, el total de ahorros que han conformado el capital circulante de esa empresa debe haber aparecido previamente en el coste de producción.

    Mr. Keynes. Eso sería cierto, pero yo pensaba que el énfasis aquí estaba en la frase “otras organizaciones”, y lo que usted está diciendo no guarda relación con eso.

    Douglas. ¡Lo siento! No veo qué quiere decir.

    Mr. Keynes. Yo pensaba que la fuerza del argumento aquí estaba en que era un pago hecho por esta empresa fabricante a otra organización.

    Douglas. Sí.

    Mr. Keynes. Su capital circulante es necesario para satisfacer su gasto de todo lo puesto bajo el Grupo A durante el periodo de producción, así como para satisfacer lo del grupo B; por tanto, lo que está usted diciendo ahora no me parece a mí que refleje esa distinción entre el Grupo A y el Grupo B.

    Douglas. Sí, lo refleja; porque en el Grupo A uno está pagando al consumidor; todos los pagos del Grupo B son poder adquisitivo que, si bien fue obtenido mediante reinversión, estaba originalmente en manos del público y no vuelve más en absoluto a las manos del público.

    Mr. Keynes. Otras organizaciones que estuvieron recibiendo dinero del Grupo B están devolviendo esa cantidad procedente de la primera.

    Douglas. Sí, ése es el caso; pero existe una enorme cantidad de poder adquisitivo que se retiene de manera permanente puramente dentro del sistema productivo, y nunca sale para entrar dentro del sistema del consumidor.

    Mr. Keynes. Si todas las empresas se unieran en una sola empresa, ¿se resolverían sus dificultades?

    Douglas. Ése es el remedio obvio para la dificultad financiera pero no necesariamente el remedio correcto [N. T. Es bien sabido el proceso de monopolización (o “capitalismo de Estado”) por parte del Gobierno del mayor número posible de empresas durante la primera etapa “autárquica” de la dictadura de Franco. En la etapa “tecnocrática” (esto es, desde 1959 hasta hoy) se ha seguido un proceso similar con el añadido de transferir los monopolios o “trusts” de Estado a monopolios o “trusts” privados -igual que durante la dictadura de Primo de Rivera- tanto domésticos como extranjeros (generalmente a estos últimos)]. Aún incluso desde el punto de vista puramente financiero resulta un poco difícil decirlo o afirmarlo; usted ya sabe que existe un lapso de tiempo.

    Mr. Keynes. ¿Piensa usted que desaparecería?

    Douglas. No, no pienso que desaparezca completamente.

    Mr. Keynes. ¿Por qué no?

    Douglas. Porque habría una considerable cantidad de dinero que estaría siendo pagada en sueldos por producción aplazada, y su hipótesis asume que los costes distribuidos de una semana dada son los precios totales de los bienes a la venta en esa misma semana.

    Mr. Keynes. ¿Se disminuirían?

    Douglas. Probablemente se diminuirían, pienso yo, sí.

    Mr. Keynes. En la medida del hecho de que se tenga una diferenciación en la industria, esto significa que algunas personas han de tener cuentas bancarias que ellos pagan a otros, y esto significa que se tiene que crear una cierta cantidad de crédito, y realmente éste actúa como un fondo rotatorio.

    Douglas. Sí.

    Mr. Keynes. Si se ha de establecer un fondo rotatorio, ¿por qué se tiene que aumentarlo?

    Douglas. Si el fondo rotatorio fuera igual de grande que la cantidad total de dinero necesario para financiar al conjunto de todos los negocios desde el momento en que el primer proceso tiene lugar hasta el momento en que el artículo sale para el consumidor, entonces sería posible (yo no me inclinaría a admitirlo de antemano) que el problema pudiera desaparecer; pero esto ciertamente no es como el caso real.

    Mr. Keynes. Si uno una vez sube el volumen del crédito, al nivel cualquiera que deba ser necesario para su beneficio, en relación con el volumen de la producción, entonces uno solamente tendrá que continuar incrementándolo en proporción a medida que la producción se incremente.

    Douglas. No; existen todo tipo de problemas que todavía seguirían surgiendo. La cuestión de la facturación, la depreciación, y el hecho de que el poder adquisitivo del crédito (o como usted lo quiera llamar), que ha sido transformado en valores en precio de activos fijos en el sistema industrial, tendría, en las presentes circunstancias, que entrar dentro del coste de los bienes, y partidas de coste de ese tipo harían subir el precio de los artículos por encima de la cantidad de poder adquisitivo.

    Mr. Keynes. Y si en el intervalo uno tuviera que tener nuevas máquinas para reemplazar las antiguas, entonces tendría que tener individuos para producirlas. ¿Cómo difiere esto de cualquier otra forma de consumo?

    Douglas. Porque no se está comenzando desde cero. Se está comenzando a partir de un mundo que ya existe.

    Mr. Keynes. ¿Qué tiene que ver esto con el asunto?

    Douglas. Tiene que ver con el asunto en el hecho de que se tiene una tremenda cantidad de capital real que actualmente está creando precios y que no ha aportado nada parecido a esa cantidad de poder adquisitivo.

    Mr. Keynes. ¿Se refiere usted a que los ingresos del capital son mucho mayores que la cantidad que paga en forma de dividendos?

    Douglas. Sí; esta es una declaración de hecho obvia; las cuentas de cualquier compañía lo muestran.

    Profesor Gregory. ¿Qué ocurre con la diferencia?

    Douglas. Está representada por los activos fijos en la compañía, la cual no puede distribuirla en forma de dinero.

    Profesor Gregory. No lo distribuye a sus accionistas, pero si una compañía gana £100.000 en un año y destina £50.000 a incrementar sus instalaciones, ¿no es así que esas £50.000 fluyen hacia fuera como pagos de salario adicionales?

    Douglas. No, eso no ocurre en absoluto. Lo que realmente ocurre es que durante el trabajo de un año dado es necesario crear un número de cosas como herramientas, plantillas, o algo por el estilo, que debe ser cargado en el coste del producto al consumidor. El mismo resultado se obtiene si los beneficios son invertidos en nuevas herramientas.

    Profesor Gregory. Eso es perfectamente cierto. Lo que quería preguntarle es lo siguiente: Cuando una compañía de coches de motor realiza nuevos modelos, etc…, tiene que pagar a sus trabajadores por ellos, igual que lo hace por otras cosas. En consecuencia, ¿no fluye de vuelta al consumidor?

    Douglas. No, no fluye de vuelta si es cargado a su capital fijo. Una compañía al final del año muestra un beneficio de, digamos, £10.000. Todos sabemos perfectamente bien que probablemente £8.000 de aquél está en activos fijos. Ella distribuye de ese producto £2.000 en forma de dividendos; está obviamente distribuyendo sólo £2.000 de las £10.000 que aparecieron en los precios.

    Profesor Gregory. ¿Qué ocurre con las £8.000 que no distribuye?

    Douglas. Se encuentran en la forma de activos fijos, que a aquella le resulta imposible distribuir excepto obteniendo una creación de crédito para poder distribuirlos.

    Profesor Gregory. Ella no quiere distribuir estas cosas. Lo que se necesita, para conseguir el equilibrio entre el ingreso de la compañía en el primer caso y sus desembolsos al exterior, es que ella pague a alguien por hacer esos activos fijos, y si ella paga a alguien por hacer esos activos fijos, entonces estará efectivamente devolviendo a la corriente lo que antes le había tomado.

    Douglas. Pienso que puedo probar la falacia de lo que está usted diciendo, si usted se imagina que ella distribuyó la totalidad de esas £10.000 en un año. Según su argumento, si ella distribuyó esas £10.000, entonces estaría distribuyendo £10.000 más de los que ella realizó.

    Profesor Gregory. Ella ha realizado £10.000 de beneficio.

    Douglas. Por supuesto que ella ha realizado activos por valor de £10.000. Esto es saltar del dinero a los bienes todo el tiempo: ella ha realizado ciertos precios, cosas a las cuales se le añaden precios y que son valorados en sus activos en, digamos, £8.000. Pero la porción monetaria de estos activos no asciende a £10.000, y ella ya ha recuperado el coste de éstos a partir del consumidor. Es exactamente lo mismo que si uno fuera a un hombre al que le hubiesen dejado 30.000 acres de tierra por testamento y le dijera: “Fijo un valor de £1 por acre; ahora bien, usted tiene que pagar £10.000 por impuesto de sucesiones”. El hombre no tiene £30.000. Él ha obtenido 30.000 acres de tierra que poseen un precio de £1 por acre. Él no tiene £30.000.

    Profesor Gregory. Nadie ha dicho que los tuviera.

    Douglas. Él se encuentra exactamente en la misma situación que como las fábricas que muestran un beneficio posible o potencial.

    Presidente. Puedo entender eso perfectamente, pero después de todo, el fabricante es él mismo un consumidor de herramientas; él ha gastado £8.000 en reemplazar sus herramientas desgastadas por nuevas máquinas, y al hacer eso él ha dado empleo a gente y ha pagado £8.000 ha otro fabricante. Él es un miembro del público consumidor. La mercancía particular que él quiere son las herramientas. Cuando yo compro una caja de herramientas, ¿soy un consumidor?

    Douglas. Sí, me doy perfectamente cuenta de la dificultad; ya me imaginé que esto surgiría.

    Presidente. Estoy seguro de que estará preparado para abordarla.

    Douglas. ¿Tendrían ustedes paciencia conmigo si leo un artículo que escribí, que pienso que probablemente será más clarificador?

    Presidente. Si no es demasiado largo.

    Douglas. No es largo. Es la forma más resumida en que esta declaración puede ser presentada, pienso yo. Supongamos en primer lugar que yo tengo £1.000, y yo pago esas £1.000 con el propósito de obtener una casa construida. Nos imaginaremos que el total de esas £1.000 no se distribuye más que en salarios (algo que de ninguna manera afecta al argumento), y supondremos también que mediante su trabajo en alguna otra cosa los obreros pudieron vivir y ahorrar todo lo que ganaron por la construcción de la casa. Supongamos que los obreros que construyeron la casa, los cuales colectivamente tendrían mis £1.000, decidieran comprar la casa y yo estuviera de acuerdo en vendérsela por £1.000. Adviértase que no aparece ninguna cuestión de beneficio. Los obreros ahora tienen la casa, y yo obtengo de vuelta mis £1.000. En otras palabras, los obreros han obtenido la casa simplemente mediante su trabajo en ella. Pero estos obreros lo expresarían diciendo que ellos han pagado £1.000 por la casa. Me encuentro yo ahora totalmente fuera de la operación, y vamos a suponer que yo y mi dinero nos vamos a otro planeta, o podemos suponer que yo hago trizas el dinero cuando me es devuelto (que es el equivalente al reembolso de un préstamo bancario). Supongamos ahora que los obreros deciden usar la casa para hacer y vender zapatos. Si conducen el negocio conforme a las líneas de negocio ortodoxas, el coste de los zapatos consistirá en al menos tres partes: (i) Salarios, (ii) materias primas, (iii) renta de la fábrica, esto es, la casa. Supondremos por el momento que ellos obtienen las materias primas por nada, y que la “renta” de la casa no es más que una apropiación de dinero de tal cantidad que cuando la casa eventualmente se derrumbe ellos ya habrán obtenido de vuelta sus £1.000. Técnicamente se denomina “depreciación”. Desde el momento en que el público adquiere los zapatos, claramente tendrán que pagar la “depreciación”. Adviértase, por tanto, que ni interés (es decir, “usura”), ni dividendos, ni monopolio de la tierra se traen a colación en esta cuestión. Pero sin embargo permanece el simple y vital hecho de que los sueldos pagados durante la producción de los zapatos son menores que el precio de los zapatos por una cantidad, grande o pequeña, que es añadida al coste de los zapatos antes de que los zapatos se vendan, y que representa, al menos, la “depreciación”. Esta cantidad que es añadida al coste de los zapatos representa costes indirectos en su más simple forma, y en muchas producciones modernas los costes indirectos son un 200 y 300 por ciento del coste directo del producto. No es beneficio. [NOTA.- Este argumento fue seguidamente desarrollado por el Mayor Douglas en un artículo en “The New Age” de 22 de Mayo de 1930].

    Mr. Keynes. ¿Por quién son pagados los costes indirectos?

    Douglas. Éstos son puestos en el coste del producto. No son pagados a nadie. Han aparecido en el coste de la fábrica en previos ciclos de la producción.

    Mr. Tulloch. Parte de ellos representan la depreciación de la casa, la cual le he entendido decir a usted que se derrumbaría en un cierto periodo.

    Douglas. Así es.

    Mr. Tulloch. ¿No han sido pagados en ese caso?

    Douglas. El coste total de la casa fue pagada anteriormente (en el ejemplo, por £1.000). ¿Me permiten terminar ya y entonces entraremos en ese asunto? Supongamos en el ejemplo dado anteriormente que habiendo vendido la casa a los obreros yo hubiera utilizado las £1.000 para construir otra casa, con la cual yo hubiera repetido el mismo proceso. Una vez más yo debería obtener de vuelta las mismas £1.000; una vez más los obreros habrían entrado en posesión de la casa, simplemente trabajando por ella; una vez más ellos habrían generado un coste indirecto de £1.000 sobre cualquier cosa que ellos fabricaran en la casa; y aunque solamente habría £1.000 de dinero en existencia, en lo que respecta a la producción de las casas habrían £2.000 de precios generados con respecto a las dos casas que tendrían que ser recuperadas en el precio de algo que se vendiera al público, y la cantidad de dinero y poder adquisitivo sería exactamente la misma que existía antes de que las casas se construyeran.

    Profesor Gregory. No acabo de ver completamente lo que quiere usted probar con esta ilustración. ¿Quiere usted decir que existe siempre una tendencia a que la cantidad de poder adquisitivo se quede rezagada o se retrase con respecto al volumen de la producción?

    Douglas. Eso es lo que estoy tratando de probar.

    Profesor Gregory. Supongamos que uno adoptara su proyecto, ¿cómo piensa usted que concuerde con el mantenimiento del patrón oro?

    Douglas. Bueno; me temo que debería pedir disculpas por expresar mi opinión del patrón oro. Pienso que es arcaico. No pienso que exista relación ninguna entre el patrón oro y las necesidades del mundo moderno.

    Profesor Gregory. Entonces prácticamente su proyecto se reduce a esto: en primer lugar uno tendría que abandonar el patrón oro.

    Douglas. Yo no lo he considerado desde ese punto de vista.

    Profesor Gregory. Obviamente; si usted piensa que el patrón oro es arcaico, y que lo importante es un sistema continuo de creación de poder adquisitivo…

    Douglas. En primer lugar, yo no estaría de acuerdo en que se tenga actualmente el patrón oro, en ninguno de los sentidos en que se lo entiende. Lo que se tiene es lo que se llama “el patrón de cambio oro”, el cual sin embargo es flexible, aunque no tan flexible como sería de desear como mi proyecto.

    Profesor Gregory. Ciertamente no es tan flexible como su proyecto. Supongamos que éste fuera el único país del mundo que adoptara su proyecto. Obviamente sería incompatible con el patrón oro.

    Douglas. Bueno; yo no veo que resulte nada de eso. Pero permítame admitirlo por el bien de permitirle a usted continuar con su idea.

    Profesor Gregory. ¿No piensa usted que eso podría tener repercusiones indeseables sobre nuestra posición como centro financiero internacional?

    Douglas. Yo estoy, por mi parte, completamente seguro de que si consideráramos nuestra posición únicamente desde un punto de vista financiero y no lo consideráramos desde un punto de vista realista, pronto estaríamos en una posición o situación en la que cualquiera sería capaz de hacer cualquier cosa que quisiera con nuestra posición o situación financiera. No pretendo ser un historiador, pero es, pienso yo, de conocimiento general que uno no puede de manera posible tener única y exclusivamente una posición financiera en el mundo. Fue intentado varias veces por Venecia y otras plazas, con resultados que son bien conocidos.

    Profesor Gregory. Admitamos por caso que las ventajas de su proyecto son tan grandes que uno debería sacrificar tales beneficios como los que se obtienen del patrón oro. Supongamos que en la aplicación de su proyecto uno no pudiera de hecho impedir que el nivel de precios subiera, ¿qué piensa usted que ocurriría entonces?

    Douglas. Yo no estaría dispuesto a admitir que pudiera haber alguna seria dificultad en establecer cualquier relación que uno desee entre el poder adquisitivo y los precios: la cosa es simplemente una cuestión de manipulación de cifras.

    Mr. Brand. ¿Se refiere usted a que se puede al mismo tiempo incrementar el poder adquisitivo y reducir los precios?

    Douglas. Indudablemente. Sin la más ligera duda.

    Mr. Brand. ¿Hasta cualquier punto?

    Douglas. Sí, excepto que eventualmente se llegara a una situación en la que se tuviera un problema prioritario en caso de que el sistema productivo no fuera lo suficientemente amplio como para satisfacer la demanda psicológica existente. [N. T. Véanse los principios fundamentales para el correcto funcionamiento de toda Economía].

    Profesor Gregory. Pero yo pensaba que usted había admitido (de hecho, usted mismo lo declaró al principio de su testimonio) que el defecto de la inflación ordinaria a veces subyace en el hecho de que a medida que se incrementa el volumen de poder adquisitivo suben los precios. La total validez de su argumento gira en torno a la efectividad de su método o métodos de subvención, subsidio o como quiera usted llamarlo. ¿No es así?

    Douglas. No, no estoy de acuerdo en absoluto. Mi objetivo principal al venir aquí no es presentar ningún proyecto específico. Es subrayar el punto (que pienso que es obvio) de que la dificultad real es la carencia de poder adquisitivo; que el problema no se encuentra en el sistema administrativo y que, por tanto, ninguna manipulación o reforma del sistema administrativo (como la nacionalización o racionalización) le va a afectar a aquél radicalmente; es sólo simplemente una carencia de demanda efectiva. Estoy completamente seguro que las habilidades combinadas de este país pueden producir un proyecto que incremente la demanda efectiva hasta cualquier punto que sea necesario, siempre que una vez se comprenda esto a conciencia. La dificultad está en la carencia de demanda efectiva.

    Mr. Brand. Si yo fuera un individuo que no quiere hacer ningún trabajo, ni que produce nada, entonces, ¿el remedio está en darme algo de dinero, para que yo pueda tener poder adquisitivo efectivo?

    Douglas. Yo no lo negaría. No hay ninguna cuestión moral en ello en absoluto.

    Mr. Brand. ¡No, no! No estamos introduciendo ninguna cuestión moral en ello en absoluto. ¿El remedio consistiría en dar a toda la población bastante dinero?

    Douglas. Yo no me inclinaría a negarlo.

    Profesor Gregory. ¿Hasta qué límite?

    Douglas. Hasta el límite combinado impuesto por la capacidad del sistema industrial para suministrar bienes y servicios, condicionado por la voluntad o disponibilidad de la gente en trabajar por el tiempo necesario o requerido. [N. T. Véanse los principios fundamentales para el correcto funcionamiento de toda Economía].

    Presidente. ¿No dejaría pronto el sistema industrial de funcionar?

    Douglas. No lo pienso así. Por lo que concierne al conocimiento que yo tengo del sistema industrial, una muy grande proporción de gente que está empleada en el sistema industrial se encontraría mucho mejor fuera del mismo. Aquél no está operando muy bien actualmente.

    Presidente. Por tanto, a todos los consumidores se les ha de suministrar un mayor poder adquisitivo. Pero los consumidores son también productores; ellos producen para obtener poder adquisitivo; pero ellos van a obtener poder adquisitivo procedente de alguna parte, para que así ellos no tengan que producir más, ¿verdad?

    Douglas. El objetivo de tener un sistema monetario cualquiera entrelazado con un sistema de sueldos y salarios es el proveer o proporcionar un incentivo para producir, indudablemente; y el problema con el que uno se encuentra o que tiene que solucionar es que no se quiere, en la realidad física, proveer o proporcionar un incentivo para producir a toda la población actualmente.

    Presidente. ¿El resultado sería la sobreproducción?

    Douglas. El resultado sería la sobreproducción. Más lejos aún, el hecho de forzar a entrar en el sistema productivo a grandes cantidades de personas que son innecesarias realmente ralentiza la transformación del sistema productivo manual en un sistema productivo que funcione a máquina. Por lo que yo puedo ver, no hay ninguna razón que se pueda instar en contra de un sistema productivo que funcione a máquina; ésta es la marcha de los acontecimientos, y realmente se trata de una cuestión de uso de energía.

    Profesor Gregory. Permítasenos presentarlo de manera práctica. Nos salimos del patrón oro, y usted comienza su proyecto de acuerdo con el Banco de Inglaterra.

    Douglas. No he presentado ningún proyecto.

    Profesor Gregory. Bueno, su sugerencia. Comenzamos haciendo un acuerdo con el Banco de Inglaterra de que cualquiera de nosotros que compre cualquier cosa obtendrá un bonus del 25 por ciento en forma de crédito bancario. ¿Cuándo pararía usted de Meir los vales?

    Douglas. Acabo de señalar la base hace un momento.

    Profesor Gregory. Me gustaría saber cuánto tiempo tendría que durar esto.

    Douglas. El precio apropiado de la producción que igualaría al consumo se obtiene perfectamente de manera sencilla mediante las cifras de consumo y producción.

    Profesor Gregory. Es decir, que usted continuamente incrementaría estas subvenciones siempre y cuando hubiera gente desempleada

    Douglas. No estoy interesado en lo más mínimo en los desempleados; solamente estoy interesado en que los fabricantes se desembaracen de los productos.

    Profesor Gregory. ¿Siempre que hubiera cualquier capacidad no utilizada?

    Douglas. Siempre que hubiera cualquier capacidad no utilizada, sí. Lo que implica el hecho de que siempre que haya alguna capacidad productiva no utilizada, uno no podría tener “desempleo”, hasta el momento en que nadie quiera o demande más bienes.

    Profesor Gregory. Supongamos que sólo se pudiera conseguir una continua utilización de toda la capacidad productiva a expensas de una subida de precios. ¿Qué elegiría usted?

    Douglas. Ésta es una cuestión importante. ¿Le importaría repetirla?

    Profesor Gregory. Supongamos que sólo se pudiera conseguir una continua utilización (100 por ciento de utilización) de la capacidad productiva a expensas de una subida de precios, ¿qué elegiría usted de hecho?

    Douglas. Bueno; yo no admitiría que ése fuera el dilema.

    Profesor Gregory. Pero puede serlo. Desde su punto de vista usted afirma que no lo es. Es posible sostener la opinión de que es deseable incrementar el volumen de poder adquisitivo aún cuando ello implique una subida de precios. Le pregunto; supongamos que sus propios principios son incorrectos, pero que sin embargo hay algo de verdad en la idea de la expansión del poder adquisitivo, ¿qué elegiría usted?

    Douglas. Bueno; me parece a mi que se trata de una cuestión muy abstracta, porque implica muchos factores que no han sido explicitados. Puede haber condiciones, como la condición de un país en guerra, en donde la producción a cualquier coste, subida de precios o cualquier otra cosa, podría ser…

    Profesor Gregory. En condiciones normales. ¿No quiere usted contestar?

    Douglas. No quiero contestar. No pienso que se trate de una situación necesaria, sinceramente.

    Mr. Tulloch. En el párrafo 14 de su informe, para poder “indicar la divergencia entre la política que se ha seguido en este país y en los Estados Unidos desde 1920”, usted se refiere al enorme incremento en los depósitos de los bancos americanos y al muy pequeño incremento en los depósitos de los bancos en este país. Me gustaría escuchar de usted cuál es la divergencia entre las dos políticas que han producido estos enormes depósitos en los Estados Unidos y la escasez de depósitos en este país.

    Douglas. En términos amplios, debería decir que el resultado se debió al hecho de que existe una mucha menor insistencia de garantías colaterales en la banca americana que en la banca británica.

    Mr. Tulloch. ¿Y eso, según usted, produciría los mayores depósitos?

    Douglas. Indudablemente.

    Profesor Gregory. Los bancos han de tener algunos activos, incluso en América.

    Douglas. Sí; ellos tienen los activos del crédito real de la comunidad, que en su caso se basa en el conocimiento del carácter y otras capacidades de la gente con las cuales ellos tratan [N. T. No deja de ser curiosa la existencia de cierta similitud con lo que Hitler, en el marco de su economía centrada en la industria de guerra, señalaba cuando, ante la falta de financiación externa, abogaba por la sustitución del “patrón oro” por el “patrón trabajador alemán” como base para la continua creación de crédito financiero autónomamente al servicio de su industria de guerra. Huelga decir por supuesto que la similitud es puramente casual, y que la economía “autárquica” y totalitaria-centralista del periodo hitleriano no tiene nada que ver con la economía descentralizada-subsidiaria y de relaciones comerciales internacionales amistosas que favorece la aplicación de las medidas financieras del Crédito Social].

    Mr. Brand. Supongo que los bancos alemanes lo tienen.

    Douglas. Sí, indudablemente.

    Sir Thomas Allen. ¿Aboga usted por la creación de crédito comunitario contra el crédito bancario?

    Douglas. Sí.

    Mr. Lubbock. Me gustaría dejar más claro lo concerniente al coche de motor de £100, el ejemplo concreto. Tal y como lo entendí, al final yo, el comprador del coche de motor, obtenía un crédito en mi banco por valor de £25, y mi banco obtenía un crédito en los libros contables del Tesoro por valor de £25.

    Douglas. Sí.

    Mr. Lubbock. ¿Puede el banco sacarlas del Tesoro si así desea hacerlo? ¿Usted permitiría al Tesoro imprimir billetes y suministrarlos al banco, y la persona con el crédito obtenerlos, a su vez, del banco?

    Douglas. Si fuera necesario. Por supuesto, el número de billetes necesarios dependería del volumen de negocios que se dirigiera o gestionara.

    Mr. Lubbock. Yo, teniendo ese crédito en el banco, ¿podría desear sacar billetes del banco para hacer una adquisición?

    Douglas. Si usted lo deseara, usted podría tener los billetes.

    Mr. Lubbock. Por tanto, realmente, en efecto, yo habría comprado el coche de motor por £75 de mi propio dinero y por £25 suministrados por el Tesoro a través de mi banco.

    Douglas. Sí, y esas £25 son el crédito general del país.

    Mr. Lubbock. ¿Se aplicaría este sistema a otras adquisiciones? Si yo voy a mi panadero y compro pan, difícilmente podría funcionar aquel sistema entonces, ¿no es así?

    Douglas. Yo no deseo prestar demasiada insistencia a esta particular forma de mecanismo que estamos discutiendo; es solamente una muestra.

    Mr. Lubbock. Nos gustaría que rebajara el asunto a los hechos concretos.

    Douglas. Sí; pienso que el resultado sería que, en el caso de que uno aplicara ese tipo de cosas a una industria particular o a una mercancía particular entonces se liberaría una cantidad considerable de poder adquisitivo que se aplicaría a la adquisición de otras mercancías. El resultado que se produciría sería, en primer lugar, una tendencia ilimitada en la subida de los precios de esas mercancías, y entonces uno tendría que aplicar la misma cosa a las otras mercancías.

    Mr. Lubbock. Entonces, ¿habría una subida de precios?

    Douglas. Habría una subida en el precio en aquéllas a las cuales no se aplicara el proyecto o plan.

    Mr. Lubbock. ¿Usted lo iría extendiendo gradualmente?

    Douglas. Sí. El resultado general último sería el de que se estaría aplicando una cierta proporción de crédito (y, por hipótesis, se estaría incrementando el crédito del país) a una reducción del nivel de precios.

    Mr. Lubbock. Usted acaba de decir que la gente de las industrias en donde la rebaja no se aplicara, se encontrarían con que sus precios estarían subiendo.

    Douglas. Al principio, si uno empezara aplicándola sólo a un caso.

    Mr. Lubbock. ¿No volverían a reducirse?

    Douglas. No; se les aplicaría la cuestión de la reducción de precios.

    Mr. Lubbock. Pero uno no podría reducir los precios; uno podría entregar una bonificación para hacer más fácil al comprador la compra, pero, sin embargo, ex hypothesi, el precio se ha incrementado ya.

    Douglas. No; el precio se ha incrementado de acuerdo con el segundo canon o límite del sistema de precios, que es que el precio de un artículo es aquél que pueda alcanzar; ésa es la razón por la que los precios han subido; pero es al primer canon o límite al que se le aplica el subsidio, es decir, el coste de la producción, y el coste de la producción de aquellos artículos no necesariamente ha subido.

    Mr. Lubbock. ¿Uno tendría, al principio, que seleccionar ciertas industrias a las cuales se aplicaría el subsidio?

    Douglas. No; no necesariamente. Un método por el cual podría hacerse sería el de publicar una cierta tasa de descuento concreta que podría aplicarse a todas las mercancías de inmediato, y uno podría aplicar los fondos o asignación de crédito a la venta de aquellas mercancías a un precio equivalente a ese porcentaje del coste de producción.

    Mr. Lubbock. ¿No se aplicaría a mi barra de pan?

    Douglas. Sí, claro que se aplicaría.

    Presidente. Le estamos muy agradecidos, Mayor Douglas, por haber venido esta tarde.

    Douglas. Estoy encantando, Sir.


    (El testigo abandona la sala)
    Última edición por Martin Ant; 14/03/2014 a las 14:24

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