Fueron enumerados por C.H.Douglas como Anexo a su testimonio ante el Comité MacMillan.

Los principios generales que necesita cualquier sistema financiero lo suficientemente flexible como para atender a las condiciones que ahora existen y para continuar reflejando los hechos económicos a medida que estos hechos cambien bajo la influencia de un proceso mejorado y el uso creciente de energía, son simples y pueden ser resumidos de la siguiente manera:

1. Que los créditos para el consumo de la población de cualquier país deben ser en cualquier momento colectivamente iguales a los precios colectivos de los bienes de consumo a la venta en ese país (independientemente de cuál sea el precio de coste de esos bienes), y tales créditos para el consumo han de ser cancelados o depreciados sólo cuando se adquieran o deprecien los bienes de consumo.

2. Que los créditos requeridos para financiar la producción no han de ser suministrados a partir de los ahorros, sino que deben ser nuevos créditos relacionados con la nueva producción, y deben ser retirados únicamente de acuerdo con la proporción entre depreciación general con apreciación general.

3. Que la distribución de créditos para el consumo a los individuos debe ser progresivamente menos dependiente del empleo. Esto es, que el dividendo debe progresivamente desplazar al sueldo y al salario, a medida que la capacidad productiva crece por hora-hombre.