Re: ¿Debe un católico coherente marcar la X en la casilla de la Iglesia?

Iniciado por
Rodrigo
Valmadian, creo que se puede debatir sin andarse por las ramas con parrafadas y sin insultar a los demás y llamarlos soberbios.
Estimado Rodrigo, mis parrafadas son argumentaciones y no he insultado a nadie, y es que el primero en pecar de soberbia soy yo, todos los días y a todas horas a causa de multitud de cuestiones y situaciones. Lo cierto es que es el primer pecado (rebelión de los ángeles y de Adán y Eva), y es el más importante de los pecados porque constituye el "espíritu del mundo" enfrentado al "espíritu de Jesús" (Jn, 2, 16). Por tanto, es el que más debemos combatir en nosotros mismos. La importancia de esa lucha es reconocer que somo soberbios. Dice Santo Tomás que la soberbia "es el amor desordenado de la propia excelencia". Frente a la soberbia tenemos la humildad, que "Es la virtud por la cual el hombre, formándose un cabal juicio de su persona, se ve pequeño a sus propios ojos." Según explica San Bernardo.
Pues juzgar a los demás, aparte de hacerle el juego a los enemigos de Cristo y de su Iglesia, puede ser un permanente ejercicio de soberbia.
Si he iniciado esta encuesta/debate es precisamente porque tengo ese dilema: no quiero que el Estado se lleve más dinero de mis impuestos pero tampoco quiero premiar a una jerarquía que está destruyendo a la Iglesia ante nuestros ojos.
En eso ni premias, ni castigas. No sé en qué trabajarás, pero es como si te negases a la enseñanza porque no sabes qué resultados van a dar tus clases. Si te negases a impartir justicia -caso de jueces-, no vaya a ser que entre los culpables también haya inocentes. No hagas investigación no vaya a ser que una empresa fabrique armas con tus trabajos. Ese condicionante nunca puede ser positivo. Si hay un sector de la jerarquía que está contribuyendo a un deterioro, jamás la destrucción de la Iglesia porque sería tanto como vencer a Cristo, será cierto, pero "mía es la venganza, dice el Señor". Ya recibirán su justo castigo. Y, al tiempo, y tal como he recordado en el anterior mensaje, la Iglesia es una institución societaria, es decir, vivimos mezclados buenos y malos, trigo y cizaña, y no por eso vamos a quemar íntegramente los trigales.
Preferiría contribuir exclusivamente a restaurar la tradición de la Iglesia y evitar la descristianización de España, pero por desgracia no hay una X en la declaración para eso.
¿Y quién no?
Estamos viviendo un momento histórico. Nuestros nietos quizá nos pregunten un día: ¿qué hacías cuando la jerarquía de la Iglesia aceptó el adulterio y la homosexualidad como algo normal? No quiero que mi respuesta sea: "yo ayudaba a la jerarquía con mis impuestos como si nada".
Entiendo que esa no es la respuesta. Una cosa es denunciar los abusos, las depravaciones o las maldades con nombres, apellidos, lugares, etc., y otra muy distinta castigar a los inocentes que si trabajan con abnegación en favor de los demás, en cumplimiento del mandamiento de Cristo de "Amaos los unos a los otros como Yo os he amado", vamos que eso de los "daños colaterales" quedan para los bárbaros del Siglo XXI.
"He ahí la tragedia. Europa hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma europea choca con una realidad artificial anticristiana. El europeo se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.
<<He ahí la tragedia. España hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma española choca con una realidad artificial anticristiana. El español se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.>>
Hemos superado el racionalismo, frío y estéril, por el tormentoso irracionalismo y han caído por tierra los tres grandes dogmas de un insobornable europeísmo: las eternas verdades del cristianismo, los valores morales del humanismo y la potencialidad histórica de la cultura europea, es decir, de la cultura, pues hoy por hoy no existe más cultura que la nuestra.
Ante tamaña destrucción quedan libres las fuerzas irracionales del instinto y del bruto deseo. El terreno está preparado para que germinen los misticismos comunitarios, los colectivismos de cualquier signo, irrefrenable tentación para el desilusionado europeo."
En la hora crepuscular de Europa José Mª Alejandro, S.J. Colec. "Historia y Filosofía de la Ciencia". ESPASA CALPE, Madrid 1958, pág., 47
Nada sin Dios
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