¿Qué está ocurriendo en Rusia, y qué significación tiene ello para el mundo?
Por Christopher Ferrara, 1 de Abril de 2014
Ha pasado ya un tiempo desde la última vez que comenté aquí acerca de la situación en Rusia, “esa pobre nación”, como la llamó la Hermana Lucía. Pensé que sería lo mejor observar cómo se desarrollaban los hechos en Crimea antes de hacer inventario de cómo se encontraba “esa pobre nación” treinta años después de la consagración-que-no-fue en 1984.
Cualquiera que haya estado mínimamente al tanto de los actuales hechos mundiales sabe que últimamente a Vladimir Putin se le ha venido considerando como uno de los principales líderes políticos cristianos del mundo, cuando no como el único estadista cristiano. Quienquiera que fuera el que escribiera su artículo de opinión para el New York Times, protestando por el entonces inminente y totalmente irracional ataque sobre Siria (¿el bulo de las “armas de destrucción masiva” otra vez? ¿De verdad?) produjo una obra maestra de reprobación moral de una nación borracha con su propia sensación de poderío y derecho. Escribió el escritor fantasma de Putin:
Es extremadamente peligroso animar a la gente a verse a sí misma como excepcional, cualquiera que sea el motivo. Existen granes países y pequeños países, ricos y pobres, aquéllos que tienen largas tradiciones democráticas y aquéllos que todavía están buscando su camino hacia la democracia. Sus políticas difieren, también. Todos somos diferentes, pero cuando pedimos por las bendiciones del Señor, no debemos olvidar que Dios nos creó iguales.
¿Las bendiciones del Señor? ¿Es éste el Putin que conocemos y detestamos? ¿El autócrata que asesina o encarcela a sus oponentes políticos y silencia toda oposición en la prensa rusa?
A continuación vino la visita de Putin a Ucrania el pasado Julio para celebrar el 1.025 aniversario de la conversión del Príncipe Vlamidir de Kiev a la Cristiandad (Cristiandad Católica) en el 988. (No. San Vladimir el Grande no fundó la Iglesia Ortodoxa Rusa, como los historiadores ortodoxos rusos nos habrían hecho creer). En esta ocasión Putin declaró: “Somos todos herederos espirituales de lo que ocurrió aquí hace 1.025 años. Y en este sentido somos, sin lugar a duda, un pueblo”. La conversión de San Vladimir el Grande, seguida del bautismo masivo de sus súbditos (las tribus conocidas como el Rus de Kiev, de ahí el nombre de “Rusia”) significó la conversión al catolicismo de lo que ahora es Rusia, Ucrania y Bielorusia, sesenta y seis años antes del cisma ortodoxo que se produjo en el 1054.
Más significativo aún, el 12 de Diciembre de 2013, Putin dio un Discurso sobre el Estado de la Unión en el cual subrayó el desmoronamiento de los cimientos del liberalismo occidental decadente. “Hoy”, subrayó, “muchas naciones están revisando sus valores morales y normas éticas, erosionando las tradiciones étnicas y las diferencias entre los pueblos y las culturas. A la sociedad se le exige no sólo que reconozca el derecho a la libertad de conciencia, de opiniones políticas y de intimidad de cualquiera, sino también que acepte, sin que se cuestione, la igualdad ente el bien y el mal, por extraño que pueda parecer, conceptos que son opuestos en su significado”. Uno apenas podría creer que lo sigue a continuación ha salido de la boca de Putin:
Sabemos que cada vez hay más y más gente en el mundo que apoya nuestra posición en la defensa de valores tradicionales que han constituido el fundamento espiritual y moral de nuestra civilización en toda nación durante miles de años: los valores de las familias tradicionales, de la vida humana real, que incluye la vida religiosa, no sólo la existencia material sino también la espiritualidad, los valores del humanismo y de la diversidad global.
Por supuesto, ésta es una posición conservadora. Pero utilizando los términos de Nikolai Berdyaev, lo importante del conservatismo no es que detenga el movimiento hacia delante y hacia arriba, sino que detiene el movimiento hacia atrás y hacia abajo, hacia la oscuridad caótica y el retorno a un estado primitivo.
Berdyaev, un intelectual marxista desilusionado que fue perseguido por los bolcheviques, y finalmente expulsado de Rusia, no fue el modelo de los cristianos creyentes ortodoxos, y su relación con la Iglesia Ortodoxa Rusa de la cual él era miembro fue, sin embargo, adversa. No obstante, la cita de Putin de una víctima de la persecución bolchevique resulta sorprendente.
De hecho, el reciente comportamiento de Putin en general es sorprendente; tanto que incluso el comentarista católico Keith Fournier (ciertamente no amigo de los católicos motejados como “fatimistas”) comparó la situación a las historietas del “Mundo Estrambótico” de los cómics de Superman, en los cuales Superman visita un mundo donde todo está al revés y en sentido contrario. En América, que supuestamente se fundó como una “nación cristiana” (un mito que yo expuse en mi libro sobre este asunto), la moralidad y la religión se encuentra bajo implacable ataque por el gobierno, mientras que en la anteriormente comunista Rusia la moralidad y la religión están ahora siendo defendidas por ni más ni menos que Putin, al menos retóricamente. Escribió Fournier:
Algunas noticias recientes que vienen de Rusia me recordaban a aquellos cómics estrambóticos. Parecemos vivir en un mundo al revés en estos días. No padezco de candidez. Sé que la situación en Rusia está madura [sic] con sus propios problemas. Soy consciente de las continuas amenazas a los derechos humanos fundamentales de la gente en el rostro de esa nación.
Sin embargo, lo que estoy subrayando es el lenguaje que está siendo usado por sus líderes, seculares y religiosos, al diagnosticar la raíz de los problemas a los que tiene que hacer frente la nación rusa, y proponer el camino para una renovación cultural. Un camino que conduce a través de una recuperación de los valores morales encontrados en la fe en Dios.
Más que sólo retórica, sin embargo, en junio de 2013 Putin firmó en una ley una prohibición de propaganda homosexual en el sentido de “que las relaciones gay y heterosexuales son “socialmente equivalentes”” y previó multas, encarcelamientos administrativos e incluso deportaciones para los violadores. Dijo Putin: “Estamos hablando de proteger a los niños de [esa] información.” También firmó en otra ley un proyecto incluso más notable penalizando los ataques públicos a las creencias religiosas.
En otras palabras, Rusia parece estar reconociendo una vez más el deber obvio del Estado a la protección de la moralidad pública y privada contra los ataques de propagandistas y promotores del vicio. Citando al Papa León XIII en su Libertas, la encíclica monumental sobre la naturaleza de la libertad humana: “las opiniones falsas, respecto de las cuales no hay mayor plaga mental, y los vicios que corrompen el corazón y la vida moral deberían ser diligentemente reprimidos por la autoridad pública, para que no obren insidiosamente la ruina del Estado”. En efecto, incluso el nuevo, post-vaticano segundo Catecismo de la Iglesia Católica declara (en secciones convenientemente ignoradas por los “católicos liberales” modernos) que “mediante la promulgación de leyes y la supervisión de su aplicación las autoridades públicas deberían asegurar que la moralidad pública y el progreso social no estén seriamente en peligro a través del mal uso de los media”, y que “las autoridades civiles deberían prevenir la producción y distribución de materiales pornográficos…” (CCC, § § 2498, 2354).
En el ridículo y diabólico estado moderno, sin embargo, uno puede ser condenado a prisión federal por persuadir a la gente de que compre un libro de dieta por $30, mientras que aquéllos que promueven opiniones falsas y vicios que destruyen la moralidad y condenan a la gente a la infinita pérdida de la perdición eterna tienen un “derecho constitucional” a hacerlo.
Ahora bien, yo no soy más cándido que Fournier en lo que se refiere a Putin y sus intenciones. Sin embargo, él ha celebrado la conversión de Vladimir el Príncipe de Kiev, ha llamado por la defensa de los valores religiosos tradicionales, y ha firmado leyes restrictivas contra la ilimitada “libertad de expresión” que la Iglesia Católica siempre ha condenado. Y ahora, con la anexión de Crimea, existen indicios de un plan para reconstruir el Imperio Ruso con la Ortodoxia Rusa como la religión del estado. ¿Qué es lo que está pasando aquí? Son posibles varios escenarios:
Primero. Putin realmente ha llevado a cabo una conversión religiosa y es ahora un miembro creyente de la Iglesia Ortodoxa Rusa que desea ver a la “Santa Rusia” ascender de nuevo, que se traduce en una versión moderna del Imperio con la Ortodoxia como la religión del Estado.
Segundo. Putin no se ha convertido en un creyente sino que meramente está instrumentalizando a la Ortodoxia para propósitos nacionalistas para así poder consolidar un nuevo imperio secular compuesto por los antiguos satélites soviéticos, empezando por Crimea y continuando con Ucrania en general y después con Estonia, Letonia y Lituania, donde considerables minorías rusas facilitarían la anexión al estilo de Crimea.
Tercero. Putin está en proceso de reorganizar la antigua Unión Soviética, que emergerá de nuevo, como si se hubiese tratado de un proceso de bancarrota del Capítulo 11, con Putin como dictador vitalicio, presidiendo sobre un estado socialista privatizado bajo su control y de un pequeño grupo de oligarcas capitalistas enriquecidos por los favores del gobierno.
¿Qué escenario es el verdadero? Haga su elección. Desde la perspectiva de Fátima, sin embargo (esta columna, después de todo, se llama “Fatima Perspectives”) no importa mucho. Ya que bajo ninguno de estos escenarios se ha llevado a cabo la conversión de Rusia que se seguiría a su consagración al Inmaculado Corazón de María, y así bajo ninguno de estos escenarios veremos la paz en el mundo que Nuestra Señora prometió si Su pedido de consagración fuera cumplido. Por el contrario, tal y como el locutor de telediario oficial del Kremlin Dmitry Kiselyov alardeó en respuesta a las amenazas de la intervención de América en Crimea, hablando con la imagen de un hongo atómico detrás de él: “Rusia es el único país en el mundo que está realmente capacitado para convertir a los Estados Unidos en ceniza radioactiva”. Esto está lejos de hablarnos de un advenimiento de paz mundial emanando de una milagrosamente convertida y pacificada Rusia.
Realmente es muy simple. Nuestra Señora de Fátima nos dijo lo que debemos hacer, lo que ocurrirá si no se hace, y lo que ocurrirá cuando finalmente se haya hecho, como seguramente así será. Usted puede leer lo que Ella dijo, en toda su simplicidad, en la misma página digital del Vaticano:
Si mis pedidos son atendidos, Rusia se convertirá, y habrá paz; si no, ella expandirá sus errores por el mundo, causando guerras y persecuciones a la Iglesia. Los buenos serán martirizados; el Santo Padre tendrá que sufrir mucho; varias naciones serán aniquiladas.
Al final, mi Inmaculado Corazón triunfará. El Santo Padre me consagrará Rusia, y ella se convertirá, y un periodo de paz será concedido al mundo”.
La Madre de Dios ha hablado bajo la autoridad de Su divino Hijo: No consagración de Rusia, no conversión de Rusia. No conversión de Rusia, no paz para el mundo; sino que, por el contrario, desastre.
Debemos, por supuesto, ignorar el absurdo revisionismo de Fátima de los Cardenales Sodano y Bertone: el problema de Rusia no terminó con el siglo XX, como ellos pretenderían hacernos creer. En este mismo momento de la historia, cerca de treinta años después de la “caída del comunismo”, Rusia se mantiene en el centro de los acontecimientos plagados con la amenaza de guerra y de “aniquilación” de “varias naciones”. Y sabemos por qué esto es así, porque Nuestra Señora nos lo dijo. En 1957, después de terminada la Segunda Guerra Mundial, la Hermana Lucía explicó la centralidad continua de Rusia en esta amenaza sobre el mundo:
Rusia será el instrumento del castigo elegido por el Cielo para castigar a todo el mundo si no obtenemos previamente la conversión de esas pobre nación…” (Testimonio al Padre Fuentes, 26 de Diciembre, 1957).
En 1952, la Hermana Lucía reveló que Nuestra Señora le había dado este aviso:
Haz saber al Santo Padre que todavía estoy esperando la Consagración de Rusia. Sin esa Consagración, Rusia no se podrá convertir, ni el mundo tendrá paz”. (Meraviglia del Peligrinaggio, 1960, p. 440).
¿Por qué ha insistido el Cielo sobre la Consagración de Rusia, y sólo Rusia, como la precondición para la promesa de Nuestra Señora del favor celestial de la paz entre los hombres en nuestra era? Tal y como el Mismo Señor Nuestro le dijo a la Hermana Lucía en 1936 en respuesta a su pregunta de por qué la Consagración era necesaria: “Porque deseo que toda Mi Iglesia reconozca esta consagración como un triunfo del Inmaculado Corazón de María, para así después extender y establecer junto a la devoción a Mi Divino Corazón, la devoción a este Inmaculado Corazón”.
Sin embargo, uno que vea los desarrollos recientes en Rusia, no puede considerarlos razonablemente como el triunfo profetizado del Inmaculado Corazón, marcando el comienzo de una era de paz mundial. Parecemos, sin embargo, estar al borde de un escenario de guerra europea que podría potencialmente poner en erupción una guerra mundial. Todo ello sin mencionar las guerras y persecuciones sanguinarias de cristianos a lo largo del mundo hoy en día, ni el continuo holocausto mundial del aborto legalizado, incluyendo Rusia, que ha reconocido aproximadamente 1,6 mil millones de víctimas (cada año a lo largo del mundo hay 42 millones) desde la “consagración” de 1984, que no mencionó a Rusia.
Ni, finalmente, tampoco importa si uno considera que Rusia está en lo correcto en lo concerniente a Crimea, o si su aparente movimiento hacia una revitalización moral y espiritual es loable en lo que va caminado (aborto, contracepción, divorcio, pornografía, y una serie de otros males sociales continúan legales en ese país). El hecho permanece de que Rusia está actuando en circunstancias llena de peligros para Europa y el mundo, y eso permanece en el corazón de los avisos proféticos del Mensaje de Fátima. Por tanto, sería inútil elegir lado dentro del conflicto trilateral ahora en curso entre Rusia, la Unión Europea y los Estados Unidos. El hecho de que Rusia sea o no verdaderamente el que ahora represente el menor de los tres males en ese conflicto es irrelevante desde la perspectiva de Fátima. Visto a la luz de los eventos de Fátima, este conflicto no nos ofrece héroe ninguno, sino sólo una nueva y cada vez más creciente temible amenaza para la paz mundial.
Nuestro verdadero héroe (o debería decir heroína) es la Santa Madre de Dios, que apareció en Fátima hace casi un siglo para entregar Su plan de paz mundial, un plan que trasciende los designios de los simples hombres que ahora están pavoneándose y preocupándose por el escenario mundial. Cuando el Papa y los obispos finalmente hagan lo que la Virgen de Fátima pidió, terminando así al fin con la oposición perversa de la burocracia Vaticana a cualquier mención de Rusia en las series de ceremonias sustitutas que se han conducido desde 1981, entonces (y sólo entonces) podrá el mundo disfrutar de la verdadera paz que el Papa Pío XI describió en Quas Primas: no “una paz que consistirá meramente en actos externos o formales de cortesía, sino una paz que penetrará las almas de los hombres y que unirá, sanará, y reabrirá sus corazones a esa mutua afección que nace del amor fraternal. La paz de Cristo es la única paz que responde a esta descripción…”
Finalmente, sin embargo, debe decirse que los recientes desarrollos en Rusia no carecen de significación sobrenatural. Sabemos por el testimonio de la Hermana Lucía que Dios se dignó conceder favores divinos en respuesta a las consagraciones del mundo al Inmaculado Corazón realizadas por Pío XII el 31 de Octubre de 1942 y el 8 de Diciembre de 1942. El 24 de Octubre de 1940 y de nuevo el Miércoles de Ceniza de 1942, Nuestro Señor dijo a la Hermana Lucía que como consecuencia a la consagración del mundo “la aflicción presente (es decir, la Segunda Guerra Mundial) se acortará”, pero que la paz mundial no será concedida sin la explícita Consagración de Rusia por el Papa y los obispos. Y, en efecto, en su historia de seis volúmenes de la Segunda Guerra Mundial, Winston Churchill advierte que fue precisamente después de Diciembre de 1942 cuando la ola de la guerra cambió a favor de los Aliados.
Visto desde esta luz, lo que está pasando en Rusia hoy en día puede ser una preparación remota para el día en que “esa pobre nación” se convierta realmente a la fe católica en base a su consagración al Inmaculado Corazón, completando así el cumplimiento de las profecías de Fátima arriba señaladas: “Al final, mi Inmaculado Corazón triunfará. El Santo Padre me consagrará Rusia, y ella se convertirá, y un periodo de paz será concedido al mundo”. Sin embargo, uno no puede concluir que incluso los bienes de la religión, cuando son invocados por políticos que operan a un nivel humano (tal y como Putin está operando ahora), puedan constituir la profetizada conversión del pueblo de Rusia. Eso ocurrirá cuando, y sólo cuando el pueblo ruso retorne a la religión de sus ancestros sostenida desde el tiempo en que San Vlamidir el Grande fue bautizado como católico y condujo a la Rus de Kiev a la única verdadera Iglesia. Es ése día el que esperamos, en la esperanza cierta de que lo que Nuestra Señora prometió sucederá. Que Dios conceda que suceda antes de que el mundo pase a ser testigo de algo incluso más terrible que lo del siglo XX bañado en sangre.
Fuente: FATIMA NETWORK
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