Como no hay mal que cien años dure, y como esta plaga lleva demasiado tiempo dónde no le corresponde, este individuo llamado Fernández Lores, junto con los miembros de su corporación, una vez desmontado el monumento, deberían pagar de sus propios bolsillos su restauración, y si no tuviesen dinero, con sus bienes expropiados, y si aún así tampoco fuese posible, con sus propias manos y sin cobrar salario alguno.
Desde luego, España está necesitando una urgentísima re-ge-ne-ra-ción.
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