BOLIVAR Y LA RESURRECCION DE BOVES -* DOS HOMBRES Y UN DESTINO
BOLÍVAR Y LA RESURRECCIÓN DE BOVES
DOS HOMBRES Y UN DESTINO
“Habitantes de la Provincia de Caracas: Un jefe de bandidos, conocido por su atrocidad, el perverso Boves, ha podido penetrar hasta la Villa de Cura, reuniendo esas cuadrillas de salteadores esparcidos por los caminos de Los Llanos... Seguid a vuestro Jefe, que os ha conducido siempre a la victoria, y os ha dado la libertad”
Simón Bolívar
El asturiano, el hombre fuerte y valeroso conocido como el “León de los Llanos”, el que da el primer paso en toda empresa temeraria, y a quien sus partidarios llamaban respetuosamente el “taita”, empuja a la matanza a esos intrépidos llaneros, quienes, a pecho descubierto, montura al pelo y lanza en mano, intentan desbaratar los improvisados parapetos que les cierran el paso…
Es la reacción desesperada de la población atemorizada, que intenta en vano frenar a las hordas asesinas que ciegamente siguen las órdenes de su sanguinario líder Tomas Boves, como la sombra de la muerte que arrasa los ya sufridos caseríos, dejando a su paso un dantesco escenario de devastación y muerte.
En el corazón de Boves no había espacio para la compasión, cuando celebraba en una orgía de sangre el éxtasis de su victoria: niños, mujeres y hombres, sin importar la edad, son sometidos a una brutal tortura infernal, mientras sus cuerpos temblorosos son lacerados y mutilados sin piedad…
“De pronto..! un joven implora por la vida de su anciano padre… Boves lo hace llevar ante su presencia… Impresionado por la actitud arrogante y valiente de ese muchacho, le pregunta: ¿…Hasta donde eres capaz de suplicar por su vida...? No importa lo que usted me pida, por mi padre soy capaz de todo… ¿… Si te dejas cortar las orejas sin gemir si quiera un suspiro de dolor, le perdono la vida a tu viejo..? y con la frialdad de un hijo que ama a su padre, cierra los ojos, mientras el verdugo saca su filoso machete y mulita la primera oreja… Boves está atento de oír si quiera un gesto de dolor, y con su dedo en la boca ordena el silencio de sus hombres… pero el joven aguanta con una impresionante frialdad, mientras la sangre caliente recorre su cuello… Boves ordena continuar el suplicio, para que el bárbaro mutile la otra oreja… y nuevamente el joven da muestras de una valentía sublime, que hizo reaccionar a los propios llaneros, quienes muestran en sus rostros señales de compasión… Ante tal espectáculo, Boves se da la vuelta y se dirige a su caballo, al momento que ordena… Mátenlos a todos..! Cuando unos de sus colaboradores le pregunta… ¿… Por qué matar al muchacho si pasó la prueba…? Boves le responde: Por eso mismo… demostró una valentía que mañana se convertirá en una venganza que nos devorará…”
José Tomás Rodríguez Boves nació el 19 de septiembre de 1782 en la ciudad asturiana de Gijón... En 1803 se graduó de piloto de la marina mercante, lo que le permitió viajar a Venezuela, donde se le acusó de contrabandista y fue arrestado en Calabozo… Luego se convirtió en comerciante y se dedicó a la compra y venta de ganado… Aunque inicialmente era partidario de la independencia de 1810, por su resentimiento social asumió el rol del líder de los marginados llaneros, apoyando la sublevación del realista Domingo Monteverde, cuando cayó la Primera República, y Bolívar sufrió su primer exilio.
Boves era un hombre sobresaliente y de un porte de líder indiscutible, que tuvo la habilidad y la inteligencia de utilizar como bandera “el odio de clases”,alimentado por la esclavitud y el resentimiento de pueblos sumido en 300 años de tiranía española… Mientras los republicanos invocaban la independencia, manteniendo inalterables sus privilegios económicos sustentados en la esclavitud y el latifundismo que heredaron de la monarquía española, Boves con prédica demagógica, levanta a la gente de color contra los blancos y mantuanos, como la clase social privilegiada a la cual pertenecía el Libertador Simón Bolívar y la mayoría de sus colaboradores… De esta manera, Boves marcaba una diferencia entre el ejército patriota y sus hordas de bandoleros; que al fin y al cabo, constituían la mayoría del pueblo marginado de la Provincia de Venezuela, congregados y relegados en la región inhóspita de los llanos.
Boves aumenta su popularidad cuando incita a la lucha de clases, como un acto revolucionario de justicia y libertad: exige la tierra de los blancos para ser repartida entre los pardos; su lucha intentaba cautivar a la marginada población indígena esclavizada por las misiones; libera a los esclavos de color y les otorga los cargos más importantes en su improvisado ejército… El principal problema que representaba Boves para los líderes de la revolución bolivariana, era su neutralidad ventajista para cautivar al pueblo, ya que no se presentaba como afecto al rey de España Fernando VII, y por otra parte criticaba el sistema republicano adoptado por la oligarquía mantuana tras la victoriosa Campaña Admirable protagonizada por Simón Bolívar, el Libertador… Como bien dijo el escritor Enrique Castellanos:
“A su regreso de Angostura y al frente de su legión infernal, Boves, bajo el cobijo de una bandera negra, corta el hilo de la vida, echando a volar sobre los cielos del llano los cuervos negros de la infamia, permanentemente inflamados por el no menor rencor de la venganza”
Es así como de las entrañas de Venezuela surge un ejército devastador que partía de los Llanos, para desmembrar los pelotones patriotas diseminados en toda la vasta extensión del territorio… Era un ejército implacable que crecía y crecía con reclutas tomados de las propias tropas republicanas... no por una convicción ideológica, sino por el temor de ser aniquilados en tormentos de torturas, ya que la consigna de Boves era implacable: no tomamos prisioneros..!
Al terminar el año 13, la situación para Simón Bolívar es nada envidiable: El gobierno no ha logrado instrumentar los programas sociales que había prometido, la situación económica se agrava con el embargo económico impuesto por los países europeos y la neutralidad que mostraban los Estados Unidos a favor de España, la anarquía. y los focos de guerrillas que se sucedía en todos los rincones del país, lo que hacía insostenible el gobierno de Bolívar... Son problemas que debe atender de manera inmediata, y que no le permitían dedicar el tiempo suficiente a la gobernabilidad de una nación surgida de 300 años de esclavitud española… en fin, todo se agrava con la presencia de Boves, quien había logrado lo inimaginables para el Libertador:
Convertir a los propios venezolanos en enemigos entre ellos mismos y enemigos del movimiento revolucionario e independentista de Simón Bolívar
Ya el problema no era España ni los invasores… no se trataba de expulsar a los españoles y canarios… ahora la lucha de clases y la anarquía interna, hacía estragos en la sociedad, con resultados aún más desastrosos que la propia Guerra a Muerte, cuando fue decretada por Simón Bolívar para frenar los crímenes que cometían los peninsulares en nombre de España… Al respecto de la Guerra a Muerte, recordemos las reflexiones de Bolívar en esos momentos cruciales en la reconstrucción de la Patria:
“El comandante español Zuasola, con feroz frenesí, de que no hay ejemplos en los anales del crimen, decapitó la mayor parte de la población pacífica de Aragua; hombres, mujeres, niños sin distinción alguna. A los demás los hizo desollar vivos y arrojar a un lago venenoso para poner fin a su existencia. Ni las mujeres en cinta, ni un sólo individuo, se escapó de la furia de ese monstruo. El español Rosete, al entrar a la población de Ocumare cerca de Caracas, resuelve igualar a su compatriota Zuasola y excede a todos los demás en crueldad. Sus desgraciadas víctimas fueron sacrificadas al pie del altar, donde se refugió la población... Entre otras torturas de su invención, hacía arrancar
la piel de las plantas de los pies y los obligaba a correr por la arena caliente hasta morir... A otros los ataba a un poste y luego de arrancarles las entrañas, los dejaba pasto de los insectos”
La extensa e inhóspita región de Los Llanos, se convirtió en una cantera inagotable de hombres que se sumaban a las bandas de forajidos de Boves, y desde allí, iban y venían causando estragos, muerte y desolación en todos los rincones del país… Boves inspirado en sus triunfos y escaramuzas, ahora reta a Bolívar en una batalla decisiva, al dirigir su ejército hacia Caracas.
Torreón de La Guaira, donde ocurrió el Fusilamiento de Prisioneros El 1º de febrero de 1814, Boves sacude los cueros de su caballería, y con sus largas lanzas de tres metros, los llaneros se dirigen a la capital. Le acompaña el sanguinario Rosete, tan sádico como él… Caen como vampiros sedientos de sangre sobre los Valles del Tuy… El patriota Campo Elías intenta en vano detenerlos en La Puerta, pero cae derrotado… Bolívar al tener noticias de este revés, concentra sus tropas en Valencia, en la desesperación de frenar la maquinaria asesina que se dirigía a Caracas… En la Guaira, llena de prisioneros y escasas tropas, la única vía es su fusilamiento, incluyendo a los enfermos… Una difícil decisión para Bolívar, pero necesaria, tomando en cuenta el tamaño del enemigo que amenazaba la paz de la República… Finalmente… Boves, triunfante entra a Valencia el 9 de julio, para saciar los más bajos instintos de ese ejército de bandoleros que lo acompañaban. Como escribió Llamozas, capellán y cronista de Boves:
“Lo de Valencia fue una noche de San Bartolomé, donde se mata a los hombre y se veja a las mujeres. Durante varias noches que duró el tormento, a los hombres se alancean, como hacen los matadores con los toros en los ruedos. Boves, en su furor de cómitre, agita el látigo y hace que las damas bailen el “periquito”, un son de la época, mientras sus esposos son cazados con las largas lanzas. Es un holocausto satánico e necesario… A las damas que habitaban la residencia del gobernador, las ataron a la cama y con un filoso cuchillo les cortaron los pezones, en un éxtasis de alaridos de lujuria y violación”
Ante el temor que inspiraba la presencia de Boves, y la amenaza en que sus designios sangrientos llegaran a Caracas, Bolívar convierte la ciudad en un bastión impenetrable con murallas y obstáculos improvisados que sitiaban la ciudad en sus cuatro puntos cardinales… Por varios días estuvo la población inmersa en la incertidumbre, cuando llegaban las noticias del avance indetenible de Boves… Fueron varios días de desesperación que vivieron sus habitantes, donde niños y mujeres fueron convertidos en soldados de la Patria… Así los describió Eduardo Blanco:
“Excepto el agua, que las frecuentes lluvias de la estación les proporcionaban con alguna abundancia, los sitiados carecen en absoluto de medios de subsistencia. El poco ganado, y los escasos cereales y raíces que se habían podido introducir en la ciudad antes de ser cerrada, hacía ya muchos días que se había consumido, así como los caballos y los burros; y aquel hambriento pueblo, después de devorar los más inmundos animales, roe con desesperación las piltrafas de cuero que antes hubiera despreciado y hasta las suelas de sus propios zapatos”
Insaciable de sangre y morbosidad enfermiza, Boves no desmaya en la infame tarea que ha comenzado en su sarao de lujuria, lo cual disfruta a plenitud, mientras llueve el oro de los terratenientes que pagan para no ser degollados… Y para continuar disfrutando ese éxtasis de terror, envía a Morales a tomar Caracas… ya se sabía de la huída de Bolívar y la mayoría de la población rumbo a Barcelona, luego del discurso de resignación que promulgó Bolívar
“Terribles días estamos atravesando: la sangre corre a torrentes; han desaparecido los tres siglos de cultura, de ilustración y de industria; por todas partes aparecen ruinas de la naturaleza o de la guerra. Parece que todos los males se han desencadenado sobré nuestros desgraciados pueblos”
¡.. A Oriente…! ¡.. A Oriente…! Vamos a reparar nuestros desastres y proseguir luchando
Así gritaba el Libertador para convidar al pueblo caraqueño a abandonar la ciudad… El 7 de julio de 1814, más de 20 mil personas toman la vía de Barcelona, dirigidas por una pequeña tropa al mando de su Libertador … “La Emigración de Oriente”… Así llama la historia patria los acontecimientos de esa extraordinaria aventura, cuando los caraqueños huyeron de las hordas asesinas de Boves, en su lujuria de saquear la capital y asesinar a los blancos mantuanos… A las órdenes del Libertador, el pueblo seguía por un sendero infernal hacia un destino incierto… Esa travesía significó penetrar en selvas infestadas de fieras y alimañas; riscos y precipicios; ciénagas y tierras movedizas… Sólo los más fuertes, los más osados y en mejores condiciones físicas, eran capaces de soportar las inclemencias de la travesía… Tales fueron la condiciones infranqueables que se les presentaron durante todo el recorrido, que más de la mitad de la caravana humana pereció antes de llegar a su destino… y mientras la mayoría quedaban atrás por la extenuante faena, Bolívar daba muestras de infatigable aliento para abrirse camino entre la maleza, organizar a la gente, cargar con los más débiles, curar a los enfermos, hacerse de agua y alimentos, y como si fuera poco, organizaba su precaria tropa para cuidar la retaguardia y evitar un asalto sorpresa a manos de Morales.
Lo demás es historia conocida:
Muchos murieron en la travesía infernal; algunos que sobrevivieron, huyeron a Trinidad, isla en poder de Inglaterra, donde fueron repatriados, por un Acuerdo de Ayuda Mutua que tenían España e Inglaterra, para terminar sus vidas en las mazmorras; mientras una pequeña parte huyó hacia Cartagena e islas vecinas, donde encontraron la tranquilidad de un refugio político.
El 16 de octubre Boves ocupa Cumaná, y siguiendo su ruta de sangre, como de costumbre, pasa a cuchillo a todos los habitantes, incluyendo a las mujeres, niños y ancianos... Más de 1000 personas quedan tendidas en las calles, mientras la banda de forajidos irrumpe los hogares, violando a las mujeres y torturando a los hombres en busca de sus riquezas.
Luego de cometer todo tipo de infamias, el 5 de diciembre de 1814, Boves reorganiza sus fuerzas para aniquilar a los insurrectos patriotas en la Batalla de Urica, en un fogonazo final que destrozó los últimos vestigios de tropas republicanas al mando de Ribas y Bermúdez
Boves no pudo celebrar esta victoria que entierra la Segunda República: una lanza republicana surgió inesperadamente entre el fragor de la derrota del ejército patriota, para cegar su vida en el momento culminante de la batalla… Urica enterró la Segunda República y la vida del sanguinario Boves… Pero su nombre dejó una amarga experiencia en Bolívar… Boves… al que Bolívar no pudo vencer, y por el contrario, sucumbido ante la fiereza temeridad, heroicidad, valor e inteligencia, de ese monstruo sediento de sangre, al que todos temían con sólo escuchar su nombre: “Boves”… Así lo escribió Blanco Bombona:
“En Urica muere Boves y muere la Patria... Y como símbolo de que ella muere allí en la carnicería subsiguiente, perece el himno nacional… Muere su autor, el músico Landaeta... Muere el pensamiento de la República en la persona del brillante y profundo Lic. Sanz… Muere allí el virtual inteligente diputado Francisco Javier Ustáriz… Lo único que no muere y escapa en manos de Ribas y Bermúdez, es la bandera nacional”
Tres meses antes en Carúpano, el 7 de septiembre, el Libertador había profetizado su destierro, al reflexionar sobre las causas de la pérdida de la Segunda República, en un Manifiesto lleno de sentimientos, frustración y esperanzas:
“Vuestros hermanos y no los españoles han desgarrado vuestro seno, derramado vuestra sangre, incendiado vuestros hogares y os han condenado a la expatriación”.
En su Manifiesto de Carúpano, Bolívar jura volver a liberar a Venezuela:
“Yo os juro, amados compatriotas, que este augusto título de Libertador, que vuestra gratitud me tributó cuando os vine arrancar las cadenas, nos será vano.
Yo os juro que Libertador o muerto, mereceré siempre el honor que me habéis hecho; sin que haya potestad humana sobre la tierra que detenga el curso que me he propuesto seguir hasta volver a libertaros”
Esta vez fueron los venezolanos y no los españoles los que obligan a Bolívar a su segundo destierro… Lo que nunca se imagino Bolívar, es que ese nombre al que todos temían: “Boves”… no murió en Urica, sino que resucitará en la peor de todas las batallas que debió enfrentar el Libertador, para consagrar la Revolución Bolivariana
Y cumplió su promesa… Bolívar regresó a liberar a Venezuela, luego de recuperar el bastión de Angostura y derrotar a los realistas en Nueva Granada… Con Venezuela y Colombia libres del dominio español, Bolívar extiende su mirada libertadora hacia el Sur del continente, para liberar: Quito, Guayaquil, Panamá y el Perú… El 21 de diciembre de 1821 se despide de sus amigos en Bogotá... Lo espera una dura resistencia en la localidad de Pasto, como nunca antes había enfrentado en todas sus batallas… Pero ahora... esa misma horda de bandoleros que seguía ciegamente a Boves, bajo el liderazgo de Páez, se convirtió en un disciplinado ejército de lanceros que acompañaban al Libertador en la dura travesía de las montañas.
Mientras Antonio José de Sucre ingresó a Guayaquil por vía marítima, Bolívar lo hace por tierras arraigadas al sentimiento y solidaridad española, y cuyos habitantes veían como herejes a los invasores con discursos patrióticos... La ferocidad de los lugareños sorprenderá al aguerrido Bolívar, quién por momentos estará a punto de renunciar a su campaña, y tirar por tierra su prestigio militar y su fama de lograr imposibles... Al respecto Bolívar gritaba al viento:
“Pasto… Pasto… país enemigo asolado y mortífero…
LA MADRE DE TODAS LAS BATALLAS
No fue Carabobo, ni Araure, ni La Puerta, ni Junín, ni ninguna de las 450 batallas que hicieron famoso a Bolívar como guerrero y espadachín… la más sangrienta de todas las batallas fue en Pastos, donde Bolívar librará la “madre de todas las batallas”… porque en esas montañas infernales que cobijan a un pueblo indomable, resucitará el espíritu combativo de su antiguo enemigo: “Boves”.
Los combates de guerrillas que tantas veces contribuyeron a los triunfos de Bolívar, era el estilo de pelea que utilizaban los pastusos, como conocedores del terreno, acostumbrados a las alturas, de constitución física para soportar las lluvias invernales, con suficientes alimentos, y protegidos en abruptos parajes desconocidos para los patriotas... En esas regiones infernales, Bolívar se conduce prudentemente por esos abruptos pasajes helados, y para su sorpresa, el enemigo estaba en todas partes: aparecía en cada desfiladero y desaparecía como por arte de magia luego de causar terribles daños al ejército libertador... En ninguna otra región de América, España encontró mayor solidaridad que en la localidad de Pasto, y Bolívar no encontró mayor resistencia y heroicidad de su oponente, como en esta inhóspita región, puerta de entrada a Quito y Guayaquil... Bolívar conducía por un desfiladero infernal sembrado de trampas y emboscada, con 4000 enemigos que los superaban abiertamente y utilizaban a su favor las ventajas del terreno... En comunicación a Santander Bolívar muestra su desesperación:
“Todos los caucanos desertan y todos los demás también desertan, enferman y mueren. Esto es peor que Venezuela... Nuestra caballería llegará sin caballos, nuestros bagajes se perderán todos, no tendremos pan, el ganado será muy escaso porque se pierde y se cansa en el camino, las enfermedades serán infinitas”
Así mismo suplica a Santander en tonos de desesperación:
“... haga usted cuanto pueda para que me vengan de todas partes hombres y dinero: Hombres y dinero, repito, pues con estos elementos se consigue todo el mundo”
Pero Simón Bolívar era impredecible en su personalidad... y mientras estaba envuelto en la desesperación de la guerra, encuentra aliento en el amor de una mujer y el momento de inspiración para escribir una carta de amor a Bernardina Ibáñez, joven de 17 años que conoció en Bogotá:
“Mi adorada Bernardina... lo que puede el amor..! No pienso más que en ti y a cuanto tiene relación con tus atractivos. Tu eres sola en el mundo para mí”
Pero la realidad de la guerra era superior a las fantasías eróticas del Libertador… El enemigo hacía estrago en su ejército, que no encontraba manera de acceder los estrechos caminos de montaña minados de francotiradores, y avalanchas de piedras que caían sorpresivamente desde las alturas… Una nueva comunicación a Santander evidencia el grado de desesperación de Bolívar:
“En el cauca nos hemos enfermados todos, todos, todos, y aquí caen 64 hombres por día de una columna de 1000... No sé amigo si a usted le parecerá exagerado; lo que le puedo asegurar es que yo quisiera tener tanta fe en el Evangelio como tengo en esta pistola. Por más que cavilo, no encuentro el modo de realizar nuestra marcha por Pasto”
La resistencia del enemigo mermaba poco a poco la ofensiva patriota, que no podía avanzar, sin el riesgo de dejar en el camino a hombres y pertrechos… ¿…Pero quién estaba detrás de esta matanza..?
Nada más y nada menos que José Tomás Boves… Nuevamente su ferocidad sanguinaria parecía resucitar de su tumba, que como un espíritu maligno se posesionó del alma de su sobrino, llamado igual que su tío… Era un nombre que evocaba temor entre las filas patriotas, inspiraba aires de venganza entre los pastusos y esperanzas entre los fieles al Rey Fernando VII; pero sobre todo, evocaba aires de venganza en Bolívar por el destino incierto que tuvo que sufrir tras la caída de la Segunda República
Nuevamente el nombre de Boves se cruzaba en su camino… y en ese instante preciso en que sus hombres desertaban ante la incertidumbre de lo inesperado, y había perdido a casi todas las bestias por ese transitar infranqueable de senderos de piedras y filosos acantilados, Bolívar reúne a sus tropas para inyectarle la energía glorificante que tantas veces salvó una batalla: Debido a que los aguerridos pastusos preferían morir antes que renunciar a su lealtad a Fernando VII, había que declarar la Guerra a Muerte al Coronel Basilio García, líder de los rebeldes, considerado uno de los más sanguinarios, crueles e idealistas soldados españoles, y quien contaba con José Tomás Boves, sobrino de esa figura legendaria de destrucción y muerte que azotó a Venezuela.
Para el Libertador, es la oportunidad de reivindicarse ante lo que significaba “Boves”… y al amanecer de mediados de marzo de 1822, las tropas republicanas se pusieron en marcha por un quebradizo camino de montaña... Un cronista escribió:
“Los patriotas enrojecieron con su sangre las aguas del Juanambú y el Guáitara, mientras muchos combatientes se quedaban en el camino”
Efectivamente, los patriotas eran blanco fácil para la guerrilla... Sólo la orden de continuar sin importar la vida, permitía el avance indetenible de los hombres de Bolívar... Poco a poco, la táctica de disparar y esconderse fue cediendo terreno a los patriotas, quienes obligaban a los guerrilleros a retirarse de sus escondrijos... No había tiempo de atender a los caídos... los soldados avanzaban sin detenerse y sin importar el destino de sus compañeros que quedaban atrás…
Pero lo peor aún estaba por venir..!
El 6 de abril de 1822, los patriotas acamparon en la hacienda de Consacá, cerca de la quebrada de Cariaco... Un paisaje aterrador se presentaba ante sus ojos: laderas que no ofrecían ninguna protección y un objetivo convenientemente protegido en trincheras naturales, que los hacían inaccesibles desde cualquier punto del terreno... Al fondo, la sobria silueta del volcán Galera, imponente testimonio de la furia que allí estaba próximo a desbocarse... Bolívar hacía lo imposible por no mostrarse decepcionado por la falta de apoyo del gobierno Colombia... Nuevamente estaba sólo con su guerra, como si la independencia más que un objetivo americano, era un capricho personal...
En la penumbra de la noche y cuando las fogatas mitigaban el frío invernal, sus hombres oraban por sus compañeros abandonados en la infernal travesía... Pero el Libertador sabía que lo peor estaba por pasar... Reunió a sus oficiales y le planteó con toda crudeza el teatro de guerra: No había manera de protegerse del fuego de artillería que aniquilaría sin piedad a las tropas de avance... las posiciones enemigas no permiten un ataque por flancos o retaguardia... Sólo el tiempo entre carga y descarga de los fusiles y artillería del enemigo, les darían a sus hombres el tiempo para avanzar y lanzarse al piso en un fallido intento de evitar el plomo incesante... Avanzar... avanzar... y avanzar... sin mirar atrás, era la única opción que tenían para ganar el espacio requerido en su marcha hacia Quito.
A la mañana siguiente, se encontraron frente a frente los bandos enemigos... Bombona fue una de las batallas más encarnizadas de independencia... Bombona acumuló la mayor cantidad de muertos en una sola batalla; y para Bolívar, resultó la mayor cantidad de bajas sufridas... El enemigo en un número superior a los 4000, superaba abiertamente a los 2400 patriotas… El General Basilio García, había escogido un terreno insuperable para proteger a sus hombres, desde donde podían divisar a cada soldado, mientras Boves colocaba estratégicamente a los francotiradores.
Al primer intento de avanzar, decenas de patriotas caen abatidos ante los certeros disparos de artillería... El plan de avanzar sin retroceder se cumple a un alto costo, ya que prácticamente todos los oficiales patriotas caen muertos en el campo de batalla junto a sus tropas... Bolívar nada podía hacer para evitar la masacre... en sus notas, ya tenía un cuadro de sustitución de los oficiales que inevitablemente caerían, y en esa medida iba ordenando los cambios para continuar la batalla... Los batallones insignes de la independencia: Vargas y Bogotá desaparecieron completamente, mientras los soldados continuaban ganando terreno al enemigo... El patriota Torres cae sobre el ala derecha del enemigo en un intento desesperado de apagar el fuego de artillería, pero es rechazado y muere en el intento... Boves se había adelantado a los planes de Torres… Lo sustituye Carvajal quién hace lo mismo, pero sufre igual suerte que sus compañeros de arma...
Al igual que en Nueva Granada y como será en Perú, Guayaquil y Bolivia, los llaneros entregan sus vidas por liberar a pueblos hermanos… es el gesto de hombres con sangre bolivariana, cuyo valor y heroísmo no tiene comparación en los anales de la historia de los pueblos libertadores...
Bolívar no puede hacer nada... espera pacientemente que sus hombres ganen terreno cubriéndose con los cuerpos de sus compañeros tendidos en el campo... no se pueden atender heridos y mucho menos descansar... Más de 800 cuerpos sin vida marcan la ruta hacia la victoria... y entre un ruido ensordecedor llega la noche... Al resplandor de los disparos, el campo de batalla le muestra a los patriotas el camino a seguir para desplazar al enemigo... la oscuridad resultó ser una ventaja para Bolívar: el enemigo no podía divisar el avance de los soldados, mientras que la luz de sus rifles señalaba su ubicación... Ante esta ventaja, los pastusos abandonan el campo de batalla con muy pocas bajas.
A la mañana siguiente, los patriotas habían ocupado el terreno a un alto precio de más de 1300 bajas entre heridos y muertos... Bombona había aniquilado prácticamente el ejército de Bolívar. Los enemigos se retiraron a su localidad de Pastos, teniendo que ceder el terreno que requería Bolívar para continuar su marcha indetenible hacia Quito...
En un gesto de burla a la heroicidad de los patriotas, el General Basilio envió al libertador dos banderas capturadas a sus batallones desaparecidos, con la siguiente nota:
“... a los maltrechos patriotas... En vista de que el encuentro no había causado a Colombia otra ventaja que llanto y confusión, le envío un salvoconducto si deciden replegarse a Popayán, para no exponerse a la venganza de los valientes pastusos”
Lo cierto para Bolívar y lo que ignoraba Basilio, es que Pasto era el paso obligado para continuar su indetenible marcha hacia Quito y colaborar con Sucre en la toma de esa ciudad... Nunca estuvo en los planes del Libertador aniquilar a esa valerosa población fiel a los preceptos de la Corte Española... Al respecto, Bolívar escribe:
“En Bombona, ambos contendientes perdieron la batalla:
nosotros la fuerza y los españoles el campo”
Después de la batalla, Bolívar debe aguardar pacientemente el arribo de refuerzos para doblegar a los pastusos... Próximo estaba por llegar el General Jacinto Lara con 1800 hombres que reforzarían el ejército Libertador... En sus nuevos planes, ya no se trataba de lograr el atajo que lo condujera a Quito... ahora Bolívar tenía al frente a un temible enemigo que debía aniquilar si quería la paz en esa región. Bolívar:
“Ahora tenemos derecho a tratar a todo el pueblo de Pasto como prisioneros de guerra, porque todo él, sin excepción nos hace la guerra”
Y Mientras Bolívar conduce su ejército hacia ese infierno llamado Pasto, el 24 de mayo de 1822, el General de Brigada Antonio José de Sucre, ordenaba posiciones en la cima del volcán Pichincha, para enfrentar al temible ejército del Mariscal Melchor Aymerich. Sucre con tan solo 27 años de edad, tenía instrucciones del Libertador de hacer todo lo conducente para tomar Quito... No obstante la inferioridad de los patriotas, lograron vencer a los realistas con el siguiente resultado: 500 muertos, 1190 heridos y 1260 prisioneros.
Quito ya esta liberada y su pueblo vitoreaban el deseo de incorporarse a la Gran Colombia... Pero el Libertador aún no lo sabía... y con todo su ejército dispuesto a aniquilar a los rebeldes, avanza hacia las puertas de Pasto, bordeando los obstáculos y barricadas colocadas en su camino... Al percatarse de la firme intención de Bolívar, el General Basilio García no le quedó más opción que rendirse, conciente de que su actitud sólo lograría mayores muertes entre la población... Pero Boves huyó hacia las montañas con buena parte del pueblo rebelde… El 8 de junio en la tarde, Bolívar entra a la indomable Pasto... La desolación se percibía en las calles... No había júbilo por esta acción... Las autoridades lo reciben con respeto y el General García le entrega su espada en gesto de rendición; sin embargo el Libertador se la devuelve con expresiones generosas por ser un digno contrincante... El Obispo de Popayán Salvador Jiménez, condujo al Libertador a la catedral donde se había congregado la población, para rendir los honores correspondientes... Refiriéndose al discurso elocuente del clérigo, Bolívar escribe a Santander:
“... es un hombre entusiasta y capaz de predicar nuestra causa con el mismo fervor que lo hizo a favor de Fernando VII”
Bolívar emprende su marcha hacia Quito para celebrar con Sucre la victoria de Pichincha… Lleva la desilusión de no haber capturado al sobrino de su recordado enemigo, Boves… El 16 de junio de 1822, Bolívar a la cabeza de su séquito de soldados entra a Quito... A diferencia de Pasto, el pueblo era una algarabía de celebraciones y agasajos en honor a los venezolanos... Sucre y Bolívar eran vitoreados como los héroes de Ecuador... Por fin Quito era libre del yugo español… Las calles de la ciudad se convirtieron en una alfombra de flores, que desde los balcones lanzaban las jóvenes quiteñas que devoraban con sus ojos a la figura atlética del Libertador... Había llegado le héroe de mil batallas, el hombre más poderoso de América... Bolívar con su sombrero saludaba a la multitud, cuando una corona de guirnaldas toca su frente... Desde uno de los balcones colindantes a la Plaza, la bella Manuelita Sáenz Aispuru, había seducido al Libertador con ese gesto de sumisión y admiración a tan ilustre personaje... Bolívar y Sucre son llevados a un estrado de madera especialmente diseñado para tan solemne homenaje... Las jóvenes más bellas ataviadas con trajes típicos, conducen a los venezolanos al podium... Una dama de la aristocracia de nombre María Arboleda, le coloca sobre su cabeza una corona con una diadema de plata... Bolívar, se la quita y la coloca sobre su compatriota Sucre, expresando a la multitud:
“Esta corona corresponde al vencedor de Pichincha y al libertador de Quito”
El General Guillermo Miller, describió la imagen del Libertador en ese momento de gloria y felicidad para la Gran Colombia:
“Bolívar con 39 años de edad, tenía el rostro pálido, pelo negro con canas, y ojos negros penetrantes... Su nariz bien formada, frente alta y ancha. Barbilla afilada; la expresión de su semblante era cautelosa, triste y algunas veces de fiereza”
Así como Bolívar fue cautivado por la quiteña de 24 años de edad Manuelita Sáenz, Sucre lo fue de la Marquesa de Solanda, Mariana Carcelén, otra quiteña que seis años después le daría una hija al vencedor de Pichincha y al Gran Mariscal de Ayacucho…
Pero no todo es felicidad… el fantasma de Boves vuelve a revivir momentos de angustia para Bolívar
Cuando todo está preparado para volar al Perú, le acecha el nefasto pasado de la derrota, encarnado en el sobrino de Boves... Al conocer la noticia, Bolívar expreso:
“otra vez ese maldito país…otra vez Boves”
Ahora la situación exigía medidas extremas... Bolívar selecciona a su mejor hombre, Antonio José de Sucre el vencedor de Pichincha, para que conduzca un batallón de 2000 hombres contra los rebeldes pastusos comandados por Boves... Pero éstos resultaron ser mucho más aguerridos que los patriotas, y el 24 de noviembre de 1822, Sucre es derrotado… Boves inspirado en la victoria, y subestimando al genio militar de Sucre, sale en su persecución, cometiendo la imprudencia de destruir el puente sobre el río Guáitara que quedaba a sus espaldas... Craso error… Boves con la misma arrogancia heredada de su tío, quería evitar que los patriotas escaparan, pero nunca pensó que ese puente pudo haberle salvado la vida a la mayoría de sus hombres, ya que Sucre lo esperó en la localidad de Yacuanquer, donde se sucedió una sangrienta batalla que acabó con la mayoría de los hombres de Boves… Conciente de su derrota, y con el mismo espíritu combativo que heredó de su tío, Boves se refugia en Pasto para emboscar las tropas de Sucre... Prácticamente toda la población de hombres y mujeres, protegidos desde sus casas y hasta en la iglesia, disparaban contra los patriotas, en un fuego cruzado e intermitente... Boves coloca a sus francotiradores estratégicamente ubicados desde el campanario…
Al final… la sangrienta lucha favoreció a las fuerzas de Sucre con un lamentable saldo de cientos de ciudadanos muertos esparcidos en las calles... Los aguerridos pastusos pagaron con sus vidas la osadía de enfrentar al ejército patriota… pero en la lista de los muertos no apareció escrito el nombre de Boves… Sucre se había convertido en la única persona en quién el Libertador podía confiar aquellas proezas que sólo él podía realizar... Pero el destino le tendrá reservado un trágico final, cuando ocho años más tarde, transitando por el camino de montaña de Berrueco, que domina la región de los pastusos, el espíritu sanguinario de Boves resucitará nuevamente, y Sucre caerá abatido por una horda de asesinos que provenían de “ese maldito país de Pastos”, como una vez los llamó Bolívar.
No es, por lo tanto descabellado ni de extrañar, que uno de los francotiradores que emboscaron a Sucre el 4 de junio de 1830, sea el propio José Tomás Boves, sobrino del “León de los Llanos”, cuyo espíritu sanguinarios resucitó con furia y frenesí en el ímpetus de su sobrino, y en el ánimo de los rezagados lugareños que habitaban la inhóspita e imbatible Pasto, para enterrar con la muerte de Sucre la Tercera República como una vez lo hizo su tío al sepultar la Segunda República.
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